Partida Rol por web

Bill insinuó en más de una ocasión a su tio si queria que condujera el y así se podria relajar durante el camino. Se animó a hacerlo tras ver como enviaba a paseo a otro conductor al que le dedicaba una peineta y un sonoro insulto. El resto del viaje lo hizo bien agarrado a la maneta de la puerta junto a su asiento, un poco pálido tras algún que otro susto cada vez que Matt se salia del carril. Sólo cuando dejaron atras el pueblo y atravesaban lo bellos parajes consiguió relajarse un poco.

Por fin llegaron al imponente hotel. Bill entró tras su tio al que siguió a escasos pasos por el largo pasillo. Hacia un buen dia, asi que se habia dejado el jersey en la camioneta e iba en mangas de camisa.

Prisas, siempre con prisas. Me había entretenido en la habitación más de la cuenta y ahora tenía que correr para llegar al salón. Bajé las escaleras y por poco no vivo para contarlo cuando tropecé, por suerte mantuve el equilibrio a tiempo. Crucé la puerta resoplando, había llegado. Pero, o había terminado, o había llegado con tiempo. No llevaba reloj, así que tuve que hacer contorsionismos para poder mirar el reloj de muñeca que tenía un tipo. Por suerte, había llegado a tiempo.

Un mechón del flequillo me colgaba por la cara, soplé varias veces hacia arriba, por si se quedaba quieto y dejaba de molestarme. No funcionó. Intenté dejarlo detrás de la oreja, pero hoy estaba rebelde y volvía a aparecer por mi cara. Era odioso. Saqué el palo que mantenía atado el moño en mi cabeza, me acomodé el pelo por la espalda, volviendo a enredarlo y ensartarlo nuevamente con el palo. Esto ya estaba un poco mejor.

Como aún tenía algo de tiempo hasta la aparición del sheriff, decidí sentarme en una de las sillas, buscando sentarme en la parte posterior. Necesitaba informarme un poco antes de la charla, así que con suma tranquilidad me sumergí entre las páginas del periódico local. Con suerte tendría tiempo hasta para hacer los pasatiempos que pudiera traer.

Bill arqueó las cejas ligeramente bajo sus gafas al contemplar la sala abarrotada donde un continuo murmullo de los presentes evidenciaba la expectación que habia levantado el trágico suceso. Se vio forzado a detenerse justo en la entrada unos segundos ya que la llegada masiva de asistentes había  formado un pequeño tapón humano. Tal y como iban llegando todos parecían apremiarse para conseguir un buen sitio donde no perder detalle, cuanto mas cerca del atril mejor.
Al joven le pareció como Matt se impacientaba a su espalda al escucharle resoplar un par de veces. Se giró para asegurarse que no habia perdido la paciencia y con una leve sonrisa le hizo un gesto tranquilizador para que le siguiera. Atravesó una de las hileras de sillas intentando no pisar a nadie hasta llegar a un par de asientos junto a uno de los ventanales de la cuarta fila.
La luz que se habria paso con fuerza junto a los cortinones hizo oscurecer los cristales fotocromáticos de Bill. Su mirada se habia perdido entre la boscosa vegetación que fuera les rodeaba mientras sus pensamientos volaban aun mas alto.
El  repentino ataque de tos del hombre que estaba sentado detrás suyo le bajó de su nube. Sacó una pequeña cajita del bolsillo de su camisa y se llevó a la boca un chicle que comenzó a mascar disimuladamente. Después adopto una postura mas cómoda mientras iba observando con curiosidad a los asistentes.

El botones la miró de arriba a bajo como si no acabara de comprender lo que le había preguntado. Le hizo un gesto para que la siguiera:

-Tiene que darme sus datos para el registro, señorita. -dijo dándole una hoja con los campos necesarios y un bolígrafo atado con un cordel. Mientras la muchacha escribía, el botones le resolvió su duda: -Mucho me t-temo que no tenemos de eso aquí. Me imagino que lo mejor es que vaya al pueblo, y mire en alguna tienda. S-Se-seguro que en el Videoclub Goonies o en el Supermercado Harrys la pueden ayudar.

Le dirigió una sonrisa nerviosa, se colocó el gorro hacia atrás y se fue con su hoja de registro hacia el hall.

El tío de Bill entró intentando esquivar los cables de los periodistas, pero sin mucho éxito, se tropezó y cayó sobre un par de jóvenes reporteras, pisó algunos cables, y pidió disculpas. Se sentó en una silla libre no muy lejos de su sobrino. Se le notaba incómodo en aquel ambiente, y trató de permanecer quieto en su asiento mientras todo iba pasando.

-Qué jaleo muchacho. Creo que voy a ir afuera a fumarme un cigarrillo ahora que puedo. Ya sabes que tu tía no me deja fumar en casa.

Se levantó, volvió a pisar a algunos cables y algunos pies de los periodistas, pidió disculpas, refunfuñó un poco y finalmente salió del salón de actos, tras haber ocasionado el caos dos veces.

Un adolescente vestido con una cazadora de cuero gastada sobre una camisa de cuadros, tejanos y botas militares, entró con aire ausente en el salón de actos. Al no quedar asientos libres se apoyó en la pared, usando una pierna como apoyo.

Su mirada era triste y a la vez tenía algo de fría furia. Parecía impaciente por escuchar lo que fuera que el sheriff tuviera que decir, y mascaba un chicle de forma nerviosa mientras cruzaba los brazos. Sin duda era un joven rebelde y difícil, y recibió algunas miradas de extrañeza, a las que él no prestó atención.

Desde el salón de actos se escuchó como se abría la gran puerta del hotel, y las voces de varias personas que conversaron unos instantes entre ellas y con el botones. El nerviosismo en la sala se elevó, los periodistas prepararon sus cámaras, dispuestos a lanzar sus flashes en cuanto entraran los protagonistas.

El primero en hacerlo fue el dueño del hotel, el señor James Westmore, que servía de anfitrión a los demás. Era un hombre maduro y apuesto, con un nariz ganchuda que recordaba a la de un oscuro hechicero. El señor Westmore tenía labia y una sonrisa cálida y amistosa. Vestía una traje con chaqueta de pana marrón, camisa blanca y pantalones grises. Movió el brazo invitando a pasar a sus invitados:

-Por aquí, ya está todo listo.

La mirada del dueño del hotel reparó en el joven rebelde que se apoyaba en la pared, y le hizo un gesto airado de enfado para que dejara de pisar el muro con la suela del zapato. Después volvió a sonreír a los periodistas tratando de disimular el exabrupto.

La señora Minelli fue la segunda en entrar. Llevaba uno de sus acostumbrados vestidos color crema, con un moño apretado y el rostro serio y arrugado. Había quien decía que antaño la señora Minelli había sido una joven atractiva y bella, pero sus fuertes convicciones parecían haber tallado aquella dura mueca de indiferencia en su rostro, que solo a veces dejaba traslucir sus emociones. Apretó los labios mientras los primeros flashes caían sobre ella, y se posicionó a la izquierda del atril, mientras el sheriff y el alcalde entraban.

El alcalde, Julien Bennet, un hombre mayor y serio vestido con traje, se había quitado el sombrero de cowboy para entrar en el hotel y jugaba con él de mano en mano como si estuviera nervioso por algo. Entró mientras parecía hablar con el sheriff sobre un asunto importante, le dio un úlitmo golpe en la espalda y se quedó a la derecha del atril, en segundo plano, y sin prestar ninguna atención a la señora Minelli.

El sheriff Helberg apretó los dientes, y se acercó al atril, con sus dedos huesudos y andar desgarbado. Al igual que el alcalde Bennet se había quitado el sombrero y lo dejó sobre el atril mientras miraba a la concurrencia. Tenia ojeras y los ojos azules mostraban una chispa de tristeza. Carraspeó un par de veces cerca del micrófono y por fin habló:

-Señores, hoy es un día triste... -Dijo.-Anoche, a eso de las tres de la mañana, la comisaría de policía recibió una misteriosa llamada de alguien que no nos quiso decir su nombre. Esta llamada anónima nos advertía de que acababa de suceder una horrible tragedia en uno de los bungalós de la periferia. Cuando mis hombres y yo llegamos hasta allí, nos encontramos a la joven, Alice McNulty desnuda en el salón y muerta. La causa de la muerte, según presuponemos, fue un contundente golpe en la nuca con un objeto pesado. Tenía también una herida reciente en forma de letra J en la espalda, hecha, posiblemente con un cuchillo. En la otra punta de la habitación, Mark Jackson, se hayaba gravemente herido con un corte muy profundo en la pierna que le había alcanzado la femoral. Su estado era crítico y fue llevado en ambulancia hasta el hospital de Kings Eagle de inmediato. Está ingresado en estado muy grave y su pronóstico es reservado. Ambos jóvenes mantenían una relación. Al lado de Mark Jackson, había un cuchillo. Hasta que los profesionales de los laboratorios terminen la autopsia, el principal sospechoso es Mark Jackson.

Hizo una pausa y miró a los presentes en silencio durante unos segundos. Si alguien tenía alguna pregunta, ahora era el momento adecuado para hacerla.

Después de su infructuosa conversación con el botones, Karen se dirigió con rapidez hacia el salón de actos justo en el momento en el se arremolinaba en la puerta un grupo de personas que, por el aspecto que presentaban, debían ser los protagonistas de la rueda de prensa.

La joven se deslizó como pudo entre el tumulto, caminando nerviosa y con prisa por uno de los pasillos laterales abarrotados, dando empujones y pisotones con sus zapatos de tacón y disculpándose torpemente, hasta posicionarse en la parte delantera de la sala. Evidentemente, todas las sillas estaban ocupadas, así que se mantuvo de pié, apoyada en una de las paredes cercanas al atril.

En ese mismo instante la sala se convirtió en un concierto sonoro y visual de flases, murmullos y movimientos que indicaban que el sheriff entraba en el salón acompañado de otras personalidades importantes del pueblo. Con rapidez y nerviosismo, Karen consiguió sacar su grabadora del bolso, así como un bloc de notas y un bolígrafo, manteniendo su cámara de fotos colgada sobre su hombro derecho y resguardada en su estuche, sin intención de utilizarla.

Cuando alzó su mirada hacia el atril, un hombre de ojeras profundas se acercaba a él, con intención de hablar. En ese momento, Karen pulsó el rec y alargó su brazo. Escuchó atentamente las palabras del sheriff y su mente comenzó a bullir, agolpándose en ella multitud de preguntas.

- Karen Simons, periodista del Daily Open Window – dijo rompiendo el silencio y haciendo un gesto hacia la identificación que llevaba prendida del pecho.

Se acercó la grabadora, carraspeó y clavó su mirada en los ojos del sheriff. 

- Sin duda, es una gran tragedia y lamento el dolor que está sufriendo su comunidad; intentaré ser lo más breve posible, pero me gustaría pedirle la aclaración de un par de cuestiones a las que se ha referido. La primera, respecto a la llamada anónima recibida ¿tienen alguna sospecha de quién pudo realizar la llamada? ¿la voz era de hombre o de mujer? ¿de una persona joven o mayor? ¿Han barajado la posibilidad de que la persona  que realizó esa llamada podría estar involucrada en el asesinato?- hizo una pequeña pausa y continuó, nerviosa – Y la segunda cuestión, ya que ha mencionado que la fallecida yacía desnuda en la habitación… ¿hay indicios de violencia sexual en el asesinato? ¿El joven se encontraba igualmente desnudo?

Volvió a dirigir la grabadora hacia el sheriff, esperando su respuesta, preparando mentalmente su siguiente pregunta si le daban la oportunidad de seguir indagando.

La aparición de las altas personalidades de King's, aunque fueran su casi desconocido alcalde y su menos famoso sheriff, lograron captar toda la atención de Sonia, y en consecuencia, la joven alzó la mirada de lo garabateado en su libreta y la posó en el atril. El sheriff, a todas luces cansado, carraspeó y dio comienzo a su preparado y no muy conciso discurso, donde como no, ofrecía apenas uno u dos datos relevantes, aunque la noticia de que Mark Jackson estaba vivo y era el primer sospechoso era, para empezar, un dato lo suficiente notorio como para endulzar el caso.

Sonia bajó un instante la mirada la libreta, y con buena letra, todo y garabatearlo con rapidez, anotó algo que para ella parecía importante. La joven no tenía, por el momento, intención alguna de preguntar nada, al menos durante la rueda de prensa, por lo que guardando silencio, desvió su mirada hacia un lado, donde la primera periodista en hacer uso del derecho a preguntar había tomado la palabra. Sonia amagó una discreta sonrisa y volvió a fijar la mirada en el sheriff.

- Ahora veremos cuanto está dispuesto a contar el sheriff.

El sheriff miró con fingido interés el pase de prensa, y después escuchó atentamente las preguntas de la periodista. Su rostro fue cambiando de color. Del pálido verdoso pasó al pálido rojizo al aparecer unos tímidos coloretes en sus mejillas cuando escuchó las palabras desnudez y violación. Una vez la reportera hubo terminado sus preguntas Helberg carraspeó de nuevo, intentando encontrar la manera de responder adecuadamente a la prensa:

-La llamada fue atendida por mi secretaria, la señorita White. Aunque ella dice que parecía de hombre, ni si quiera está segura, ya que el que llamó utilizó algo para distorsionar la voz. Hemos intentado localizar la llamada, pero solo sabemos que fue realizada desde una cabina telefónica no muy lejos de donde se encuentran los bungalós. Obviamente no descartamos que haya sido hecha por alguien relacionado con el asesinato, pero tampoco hace falta ser muy despiertos para imaginar que alguien con antecedentes y que no quiere verse envuelto en problemas con la policía escuchó lo que estaba pasando y llamó de esta manera para cumplir con su deber de ciudadano. Como hemos dicho, de momento nuestro principal sospechoso es el hijo del reverendo, y hasta la fecha pareja sentimental de Alice: Mark Jackson.

Dio varias vueltas a su sombrero sobre la mesa, con la mirada perdida, seguramente tratando de borrarse de la mente los fantasmas de la noche anterior. Evocar la escena del crimen parecía afectarle.

-No tenemos constancia de que haya habido violencia sexual, aunque es probable que sí. Debemos esperar al análisis forense, que arrojará luz donde ahora solo hay tinieblas -los colores volvieron a subirle. -El hombre se encontraba en estado de semidesnudez, el tronco desnudo y los pantalones desabrochados.

Rápidamente cambió de tema:

-¿Alguna pregunta más?
 

Bill apunto estuvo de sonrojarse al ver el escándalo que estaba liando su tio. Se reclinó ligeramente hacia delante sobre la silla, con los codos apoyados en ambas piernas y se llevó las manos a la boca, deslizándolas hasta tocar con la punta de sus dedos el puente de sus gafas que descansaba sobre su nariz.

Antes de que abandonara su sitio para ir a fumar le respondió tratando de no levantar demasiado la voz.

" - Como quieras, pero luego la ropa te olerá a tabaco y no creo que puedas engañar a Rebecca..." Su tio apenas escuchó la mitad de la frase, habia iniciado su "fuga", pisando y llevandose todo lo que se le ponia por delante. Pese a todo Bill no pudo evitar acabar sonriendo ante lo cómica de la situación.

Poco después, ante la llegada de los conferenciantes, recobró la compostura y la imagen seria que le caracterizaba. Escuchó antentamente cada palabra del sherif Helberg mientras anotaba impresiones en un pequeño bloc de notas que sujetaba entre las manos. Cuando hubo acabado este dió inicio a la ronda de preguntas para la premsa.

Bill alzó la mirada para observar a la atractiva periodista que habia ganado la iniciativa al resto de colegas de profesión. Sin duda sus preguntas tocaron alguna fibra sensible en el señor Howard ya que parecia mas tenso e incómodo a cada momento. Las respuestas que dió no parecieron satisfacerle. El joven se limitó a añadir algo en su bloc mientras una mueca de desaprobación se iba dibujando en su rostro.

Tomé notas rápidamente, de forma bastante escueta sobre los detalles del caso. Observé a los demás periodistas, al parecer no sabían que más preguntas, vaya, normalmente yo no tenía que hablar, ellos se encargaban de todas las preguntas, pero imaginaba que esta vez una voz experta sería de más ayuda. Alcé la mano y pregunté. - Si, yo tengo aún algunas preguntas. ¿Cómo suponen que el principal sospechoso, el señor Jackson, fue herido en la pierna? ¿Han encontrado marcas defensivas en la agredida, o piel bajo sus uñas? ¿Y bajo las del señor Jackson? ¿Hay huellas en el cuchillo? ¿Hay sangre de ambos en el cuchillo? ¿Han localizado la cabina exacta desde donde se realizó la llamada? De momento creo no tener más preguntas, Gracias. - Había terminado por levantarme durante la retahíla de preguntas, así que volví a sentarme y acomodarme bloc y bolígrafo en mano.

El gentío se impacientó con la llegada de un nuevo grupo, ante la lluvia de flash había quedado claro que aquellos eran peces gordos del pueblo. El tipo ojeroso que se había colocado al atril no parecía que fuese un hombre que resolviera los delitos, más bien todo lo contrario, esa es la cara de un asesino psicópata de manual. Pero no debía mostrar mis cavilaciones, que serían falsas y podrían sentar mal a muchos de los presentes.

No dejo de escuchar sus palabras mientras suelta el discurso inaugural. No sé si ha sido invención suya o alguien le dice lo que tiene que decir, pero suena demasiado correcto. El público necesita que les vayan soltando información poco a poco, no se puede negar que ha sido una buena descripción de la escena del crimen. Tengo que pensar en que forma podría servirme eso para el futuro. Con el bolígrafo en la mano, hago una pequeña anotación en uno de los márgenes del periódico.

Poco después siguieron las preguntas de aquella reportera. No debía de ser muy buena en lo suyo, ya que se exhibía pavoneante con sus tacones y su cara pintada. "Hazte valer, niña" era algo que alguien tendría que decirle. La primera impresión sólo se tiene una vez, aunque sus preguntas tocaban temas interesantes, su atuendo no decía bueno de ella.

La respuestas del sheriff dejaron algunos comentarios en mi cabeza, siempre barriendo para casa. "¿Un asesinato pasional? Por favor, a la pareja se le tiene que descartar antes de llegar al primer tercio del libro". Aquellas palabras dejaban más preguntas sin resolver en mi cabeza. No pensaba que el sheriff me respondiera a mí directamente, sea en público o en privado, por lo que esperaría un poco más, por si alguien las lanzaba y me ahorraba tener que meter las narices yo misma.

Vaya, esto se pone interesante, pensó Josh para sí.

Y no pudo evitar sonreír ligeramente ante los múltiples sentidos de aquel mudo comentario. En primer lugar porque aquel asesinato no era el sencillo homicidio que él había pensado, tenía tras de sí un misterio que parecía lejos de resolverse. Cuanto menos inspirador. Por otro lado, la presencia de varias mujeres atractivas en la sala hacían aquella escena aún más interesante. Primero estaba la chica que se encontraba dos asientos por delante de él. La primera que había visto y analizado. También había reparado en la mujer rubia de gafas que se había sentado en la parte posterior. Y por último en la primera periodista en hacer preguntas.

Sacó aquellas ideas de su mente. Ya tendría tiempo de pensar en mujeres. Tenía que concentrarse en lo que se estaba hablando en la rueda de prensa.

¿En serio creía el sheriff que la llamada anónima procedería de alguien ajeno al caso? Josh descartó aquella idea. No podía ser. Seguramente estaría callando sus propias sospechas para no dar pie a que la prensa hiciera sus propias elucubraciones. Típico de las autoridades, intentar quitarle salsa a cada caso.

Tomó nota en su cuaderno sobre cada detalle anotando palabras sueltas que le recordaran más adelante cada detalle. Sería un primer día interesante...

El sheriff levantó un poco la barbilla para ver mejor al joven que le había hecho las preguntas, y después comenzó a responder tanto como pudo:

-Como hemos dicho, el análisis forense está produciéndose en estos mismos momentos... hasta entonces, recomiendo paciencia. De momento presuponemos que Alice usó el cuchillo con Jackson en legítima defensa. Sí, hemos localizado la cabina, se encuentra a un par de manzanas del bungaló donde ocurrieron los hechos. En ella encontramos un pañuelo rojo que está siendo analizado en estos mismos momentos por el equipo forense. Presuponemos que fue usado para deformar la voz del que dio el aviso.

Hizo una pausa, y miró al alcalde, después volvió al micrófono:

-Podemos prometer que el crimen no quedará sin retribución, aunque por el momento el sospechoso número uno esté en estado grave.
 

De pronto el muchacho de la cazadora de cuero, que hasta ese momento había permanecido callado explotó:

-¡Y una mierda! ¡Mark no ha sido! ¿No ve que es absurdo? ¡No tiene ni el más mínimo sentido, joder! -bufó arreando una patada a la puerta, que tembló sobre las bisagras hasta cerrarse.

En aquel preciso instante el salón de actos al completo quedó en un silencio rotundo, con la mayor parte de los periodistas observando al muchacho. Hubo un tímido flash sobre la cara del chico, que desprendía furia e ira por sus ojos, enrojecidos de haber estado llorando, o quizás solo de haber dormido poco.