Partida Rol por web

Ver que algunos se ponían en su contra no era algo precisamente satisfactorio para el espadachín, el cual tras chirriar los dientes finalmente guardo su arma en su funda y observó a todos los presentes con cierta cara de matón.

-Muy bien... Hagamos esto por las buenas... -concluyo Muramasa antes de cruzar los brazo, aún sujetando el pequeño pergamino abierto.

-Y-Yo no hice nada... -las lágrimas del viejo jujin volvían a gotear en el suelo. Su cuerpo temblaba al pensar que luego de haber recibido el perdón que tanto deseaba, volvía a ser sospechoso de un crimen...

-Tsk... Menos mal que no todos son unos cabezas huecas como Muramasa -comentó la princesa antes de también cruzar los brazos.

Entonces, durante la disputa, en el momento en el que las monedas cayeron sobre las hadas, un aura de luz cubrió al instante el cuerpo de Cytla antes de que pudiera terminar de hablar, y sin poder hacer nada, salio disparada hacia una de las esquinas de la sala, dándose un golpe contra las paredes antes de poder moverse en el pequeño rincón, atrapada por dos paredes y el pilar de luz que seguía activo.

-Todos cálmense. Estamos en presencia del rey, y si resolveremos este problema sera de la manera correcta -intervino finalmente Zedron, con una aptitud firme y neutral que llegaría a ser intimidamente años atrás, cuando eran novatos. -. Luego de resolver el asunto de Perceval, planeo hablar con alguno de ustedes respecto a la aptitud que deben tener frente al rey...

-Bajen sus armas -por último, el rey intervino y llamó la atención de todos. -. Deshagan los hechizos, y no preparen ningún otro. Sois caballeros de rango diamante: Se ganaron ese título y autoridad por cumplir con su deber, y por eso se respeta las acciones que lleven a cabo, pero esta situación me preocupa profundamente por el hecho de que Perceval es muy buen amigo de la princesa; si llegase a ser un traidor, ¿en quién podríamos confiar?

Luego de que todos se fuesen calmando, se acomodaron nuevamente frente a los tronos, donde la princesa había tomado asiento junto al puesto de la reina. Perceval no se había movido en ningún momento de su sitio, ni siquiera cuando Feris clavó su arma delante de él, pero al menos ya había podido ponerse de pie mientras su viejo corazón se tranquilizaba. Además, Faith ya había retirado su hechizo por ordenes del rey.

-Muy bien: Muramasa, explica tu acusación detalladamente -ordenó Marshall al samurai para que empezase a fluir correctamente la información sobre lo sucedido.

-La experiencia me ha hecho desconfiar de historias tristes, así que decidí echar un ojo a los restos de la casa de Perceval. Los caballeros de menor rango hicieron un excelente trabajo removiendo los escombros grandes que quedaban, pero el lugar sigue hecho polvo. En todo caso: revisé por encima el lugar y di con un agujero en el suelo que daba con un pequeño escondite donde había un montón de papel quemado. En el fondo de todo había sobrevivido este que les traigo, y que es la prueba de que Perceval conspiraba contra la princesa: ¡Esto no es cosa de un día para otro, nos ha estado traicionando desde hace mucho antes, las cartas quemadas son la prueba! Varios caballeros de menor rango me vieron hacerlo, así que no pude haber colocado nada; además de que nadie más había visto el escondite, por lo que dudo que alguna otra persona pudiese haber escondido la carta para inculpar al Jujin -aseguró Muramasa antes de dirigir otra de sus miradas de furia al jujin, el cual no pudo hacer nada más que acobardarse. -. No tardé en volver al castillo para venir a por el jujin y pedirle una explicación. En ese momento la princesa también estaba presente, así que quise ser un poco amable para no molestarla... ¡Y el muy desgraciado viene y me roba mi medallon en cuanto me distraje!

-¡Y-Yo no he recibido ninguna carta! ¡Lo juro! -se defendía Perceval. -. ¡Tampoco he tomado ningún medallon, no soy ningún ladrón!

-Puedo asegurar que Muramasa llegó con su medallon en el cuello como de costumbre, y que cuando empezó a perseguir a Perceval ya no lo tenía, pero nunca vi el momento en el que, supuestamente, Perceval lo tomó -añadió la princesa desde su asiento, con esa expresión de molestia e ira contenida que tanto la caracterizaban en esos momentos.

-No podemos asegurar que las cartas quemadas fuesen como esa, pero el hecho de haber estado ocultas levanta más sospechas y dudas... Perceval, esperó no te moleste permitir que uno de los caballeros te registre: tal vez eso solvente algunas sospechas sobre ti... -dijo entonces Zedron, deseando despejar cualquier duda.

-Como usted desee, su majestad... Estoy seguro de que no encontrarán nada, pues no he ocultado nada... -aceptó Perceval.

Solo quedaba que alguien se acercase y revisase las ropas del Jujin en busca de cualquier cosa que pudiese demostrar su inocencia o culpabilidad...

Cytla fue expulsada por el intento de tirarnos esas monedas encima. Solo pude agarrarme a Fio con aún más fuerza queriendo evitar que nos diera a ninguno de los dos. - Se tiene su merecido. Mira que he avisado por lo mismo. - Al ver que Murasama bajaba el arma y que el rey ordenaba cesar todas las hostilidades y habilidades, reduje poco a poco la torre de luz hasta que esta desapareció. - Lo siento Fio... No quiero defender a Perceval. Porque lo conocemos de sobra... Pero no quiero más peleas. Menos cuando puede haber otras hadas de por medio. - Era mi única razón de haber hecho aquello, aunque estaba de parte de mi hermano. Perceval había tenido demasiada mala suerte en su vida, para que solo sea mala suerte.

Me quedé con lo que me dijo todo acerca del hechizo, y preferí sufrirlo para mi misma todo lo que me decían, antes que pensar que el mismo mero de no hacerlo no podía haber parado un ataque extra. Previne antes de necesitar curar lo que se hiciera. Aunque por suerte no ocurrió nada. Seguí con mis alas alicaidas y mi cara larga una vez nos pusimos otra vez en orden delante de todos los presentes.

Durante todo aquel momento, intervinieron los reyes y princesa, Zedron, Murasama y Perceval. Estuve escuchando durante todo el rato las acusaciones sin importar que dijeran sobre perceval o si podría ser mentira o no. Al final de todo aquello levanté el vuelo un poco para no alejarme demasiado de mi hermanito y levanté la mano. - Hay... ciertos hechizos que... son capaces de restaurar objetos destruidos o quemados. Por supuesto aún no soy capaz de dominar tal magia, aunque mis estudios van enfocada a ella... - me toqué el vestido y di un simple giro cambiandolo por algo más sencillo y comodo. - No es crear, ni restaurar, pero es uno de los niveles más bajos. No creo que este hechizo ayude a recuperar las cartas quemadas pero... Es posible intentarlo si se recuperasen la mayor cantidad de restos posibles. No podría devolver la carta que menciona Muramasa a su estado natural, pero podría hacer legible parte de ella... No sería suficiente pero... es algo.

Obviamente no estaba segura para nada de que pudiera cambiar un papel quemado a uno normal conservando la tinta impresa en el mismo, pero debía intentar lo máximo posible para limpiar la imagen dada por aquel hada de fuego. - Y... si lo que Muramasa dice de su medallón y Perceval es cierto... Fio y yo podemos investigar su cuerpo en totalidad, pequeños detalles incluidos, debido a nuestro tamaño... - Miré a Zedron y luego a los reyes - Si es que lo veis bien sus majestades. - Estaba actuando totalmente distinta a lo que solía ser. Normalmente dejaría que Fio hablara ya que se le daba bien esto, y yo le apoyaría y haría lo que el dijera... Pero tal era la situación, que estaba seria incluso con un detalle tan pequeño como era la acusación a Perceval cuyo fin sabiamos Fio y yo como iba a acabar.

-Enviaré a un caballero a supervisar la recolección de restos. Si tenemos suerte, tal vez podamos recuperar al menos una de las cartas y compararla con la de Muramasa... Con eso podremos despejar algunas dudas -dijo Zedron sobre la posibilidad de poder hacer algo con los restos quedamos.

Entonces, el ofrecimiento de Faith, incluyendo a su hermano en el mismo, dejó momentaneamente pensativo al rey, quién no dudo en dar un asentimiento con la cabeza a modo de aprobación.

Me incliné según el rey asentía para que lo hicieramos. Entonces miré a Fio para que no me dejara sola en esto y, con mi mano, pidiendole que me diera la suya. Una vez lo hiciera me sentiría un poco más tranquila y volaría con el cerca de Perceval para registrarle*
 

Fue gracias a que su hermana le tomó la mano cuando este de pronto dejó de tener los ojos en un completo negro, sonrojándose muchísimo y encogiendose de hombros al recordar lo que había dicho a causa de los efectos de su magia. - Lo....lo lo siento... Se aferró a su hermana y no dudó en exhalar con sorpresa cuando las monedas intentaron caer sobre ellos, cosa que no pasó. Todo se desmadraba pero al final parecía que más o menos se había controlado y ahora debían registrarlo. -Con permiso...  Volvía a ser el mismo tímido y asocial de siempre ahora que tenía su báculo de nuevo en su funda. 

Bajó junto a su hermana y empezó a rebuscar por todo el cuerpo de Perceval, no solo su ropa pues el pelaje era espeso en un hombre bestia y a lo mejor había decidido esconderlo por alguna zona diferente. 

Tras la aprobación, ambas hadas procedieron a registrar a Perceval en profundidad. Sus bolsillos no contenían absolutamente nada, además de que la mayoría estaban agujereados, pero Fío y Faith terminarían entrando en los ropajes del viejo Jujin para registrar más a fondo.

Entonces, finalmente ambas salieron mostrando lo que habían conseguido: Fío, por un lado, no había encontrado nada de interés, pero ayudó a su hermana a cargar lo que ella si pudo encontrar: un medallon de oro en forma de corazón.

-¡Y-Yo no tome eso! ¡Lo juro! -el Jujin sabía que estaba en graves problemas, pero defendía con toda seguridad que él era inocente de todos los cargos.

-Muramasa, ese es tu colgante, ¿cierto? -quiso verificar Marshall antes de que se hiciese cualquier cosa.

-Dejen que les muestre... -Muramasa se acerco para tomar el medallon que cargaban las hadas, y luego abrió el porta-retratos en forma de corazón.

En el interior del corazón de oro había una pequeña imagen de una muy joven sacerdotisa de cabello rubio, brilantes ojos azules y una dulce sonrisa.

-Zedron... -luego de que todos viesen a imagen, Muramasa se dirigió a Zedron.

-Puedo confirmar que ese medallon y el retrato pertenecen a Muramasa -dijo Zedron para asegurar la pertenencia del objeto.

Algunas veces se podían escuchar menciones de la antigua pareja de Muramasa; pensando en ello, se podía llegar a la conclusión de que la chica en el retrato era ella.

Mientras la verdad era revelada, el sombrero de Fío se cayo al suelo por una causa desconocida, o al menos era así hasta que uno se fijaba bien y veía una pulga en la cabeza del hada, mordisqueando como era común; con el tamaño actual de Fío, la pulga mordisqueaba una buena parte de su cabeza.

Auch... joder- me quejaba un poco dolorida después de salir despedida por culpa de aquel hechizo de mierda -Al menos algo les he hecho... se lo merecían- pensé mientras veía toda la escena. Genial... ahora por culpa de esas haditas nos caía una bronca a todos los caballeros... no me caen bien las hadas; al menos esas dos malcriadas.

La carta sobrevivió al incendio...- pensé acercándome al grupo de nuevo mientras observaba las pruebas que Muramasa nos comentaba -También es muy conveniente que hayan encontrado justamente esa carta de entre todas...- pensé meditando sobre las pruebas y su relación... al igual que Muramasa, como comerciante yo nunca confío de primeras en nada, a saber cuando te pueden vender una espada de cobre chapada en oro como una espada de oro sólido. Y esta historia también me hacía desconfiar... Y había una parte de toda aquella historia que no entendía del todo y me escamaba; más si se encontrara. 

Por otro lado, mi ya de por sí cara molesta por la situación se intensificó cuando vi a Faith esperar a lo que dijeran los reyes sobre empezar a registrar a Perceval pues él había aceptado que lo hicieran -¿Ahora pides permiso hadita?- musité resentida y molesta con ella. No podía evitarlo, era de esas personas a las que se notaba cuando alguien le caía bien o le caía mal... a menos que hablaran de negocios claro, entonces siempre soy encantadora -Ojalá os muerda el culo una garrapata- pensé con cierta malicia.

Las hadas rebuscaron entre los bolsillos y el pelaje del jujin... y al final salieron con algo que realmente no esperaba: el colgante de Muramasa. El primer sorprendido fue el jujin, y el resto lo continuo... las palabras de Zedron y Muramasa lo confirmaron, era el suyo. Aparte de eso... parece que Fio encontró a una "nueva amiga" agarrada a su cabeza... no pude evitar sonreír con malicia -Hubiera preferido a Faith y una garrapata, pero me conformo... jeje- pensé en voz alta soltando una leve risita opacada por mi mano frente a mi boca. Pero las acallé rápido, no era momento de reírse.

Una vez me serené, pronuncié la cosa que me estaba rondando la cabeza -¿Porque?- pregunté mirando al jujin seria. Parecía que la pregunta era evidente... pero entonces miré a todos -¿Porque hemos encontrado el colgante de Muramasa entre los pliegues de Perceval? Eso no tiene sentido...- pregunté y comenté muy seria en general a todo el mundo acariciándome el mentón. Perceval parece haber robado el colgante de Muramasa... ¿porque lo ha hecho? Parecía convencido de que nadie encontraría nada, además de que... ¿que necesidad hay de robarle a un caballero diamante un recuerdo que no sirve de nada para cualquier persona que no sea ese caballero?

Aquella situación empezaba a ponerse complicada. Tampoco le extrañaba que tras todas esas coincidencias el Jujin hubiese terminado en una situación comprometida. Ameline tras respirar profundamente avanzó y levantó la voz, tomando una decisión. 

- Bien, esto son pruebas suficientes para tomar en consideración la acusación de Muramasa. Pero debemos mantener la cabeza fría. El reino nos necesita así para protegerlo cumpliendo con nuestras obligaciones y hay un castillo que vigilar. Os recuerdo que la vida de los príncipes ha sido comprometida de forma reciente y debemos mantener la guardia.

Guardó silencio para asegurar que todo el mundo la escuchase.

- Sus majestades y Zedron decidirán como se juzgará el caso. Se acompañará a Perceval a las mazmorras del castillo y se vigilará su integridad hasta que su destino sea decidido. Recordad que este reino es conocido por su justicia y que no somos carniceros. El resto creo que debería a sus obligaciones dentro del castillo hasta que reciba nuevas órdenes. 

Principalmente quería evitar que la situación se tornase violenta dentro del castillo. Si dejaba que los ánimos se siguiesen caldeando aquella situación.

- Ah, y Faith, quizá deberías quitarle la pulga a tu hermano de la cabeza. 

Buscar entre los ropajes de Perceval... En parte daba pena. Era extraño como mi cabeza dalia a veces de sus ropas creyendo que iba a un bolsillo escondido y buscaba junto a mi hermano alrededor de tpdo el cuerpo del jujin. Fue entonces cuando lo encontre y le pedi ayuda a Fio para sacarlo.

Ya desde el momento de encontrarlo, se me hizo raro y se me antojaron algunas dudas que me hacia dudar por primera vez en mucho tiempo a favor del jujin. Ademas las preguntaa y afirmaciones de Cytla solo incitaban a alimentar esa duda - Es cierto... No tiene sentido. Si sabia que lo tenia y no se ha resistido al registro... O es tan leal a la realeza que le da igual su kntegridad personal, o realmente él no sabia que lo llevaba encima...

Me di cuenta de lo que dije tras decirlo y tras una sorpresa me lleve una mano a la boca - Mierda Faith... ¿Que haces? ¿Por que dudas? - me preguntaba a mi misma mientras Amelie terminaba de hablar dirigiendose a mi. Miré a Fio para comprobar que se tratara de una broma, pero al verlo me alarme tanto que empece a espantar a aquella pulga de cualquier manera con las manos, agitandolas e incluso golpeandola hasta que se soltara de la cabeza de mi hermano - DEJA EN PAZ A MI HERMANITO

Salió detrás de Faith, algo mareadillo y sin parar de rascarse un lado de la cabeza donde aún el gorro no llegaba siendo que con un movimiento lo tiró al suelo dejando ver la pulga haciendo de las suyas con sus mordiscos. No quería quejarse de nada en ese momento así que intentó mantenerse callado y quieto viendo como se desarrollaba todo hasta que Faith le atacó al pelo haciendo caer al bicho y por ende, chillando y alzando el vuelo fue como se quedó el hada. 
 

-G..gracias... y... umh... Lo siento... a... a todos... .Cuando toco el bastón... mi magia... eh... c-controla mi... fo...forma de ser... y eh... Prefirió no decir más y se aferró al brazo de su hermana. -Lo siento... 

El encuentro del medallon causo confusión entre los presentes, sobre todo por el hecho de que el ladrón aseguraba que no había tomado nada, y aún parecía convencido de ello mientras miraba el colgante en manos de su dueño.

-Y-Yo no he tomado nada... -el jujin cayo de rodillas al suelo, derrotado por dentro al ver que había aparecido una prueba que daba sentido a las sospechas sobre su persona.

-Ya hemos visto suficiente -concluyo el reí, observando a Perceval arrodillado en el suelo. -. Cometer un crimen no te hace responsable de otro, pero viendo que portabas el medallon de un caballero real... Todos tienen derecho a tener sus sospechas -entonces se dirigió a los caballeros presentes. -. Escolten a Perceval al calabozo. Estará encerrado hasta que se demuestre que no tiene relación con el hada enemiga. Hasta entonces... Se le verá como sospechoso.

-¡Esto no es justo! -mientras los soldados ya se acercaban para tomar al jujin, la princesa se levantó de su silla de golpe, encarando a su padre. -. ¡Él no merece esto!

El rey simplemente se quedo viendo unos instantes a su hija, mirándola con aquella expresión de que se sentía terrible por tener que hacer aquello, pero era el deber de un rey, como el de los caballeros era obedecer.

-Lleven a la princesa a su habitación hasta que se calme... -ordenó entonces Artorias para que la princesa no continuase haciendo escándalo por el arresto de Perceval.

Unos soldados se acercaron, pero como era de esperarse no se atrevieron a ponerle un dedo encima a la chica. Ella ya sabía lo que tenía que hacer, así que simplemente lanzó una mirada de rabia al rey antes de proceder a abandonar la sala; Artanis y sus escoltas fueron por un camino, mientras Perceval y sus captores se iban por otro.

-Continuaremos investigando el caso para encontrar la inocencia o culpabilidad de Perceval lo más pronto posible... -declaró el rey, un tanto decaído por todo lo sucedido.

-Al menos que deban reportar algo, retírense de la sala. El rey necesita descansar -ordenó Marshall cuando la reunión parecía haber terminado.

Había sido un día largo con muchas vueltas. Definitivamente nadie estaba satisfecho con los resultados y los métodos que tuvieron que llevar a cabo, pero era su deber como caballeros después de todo asegurar la protección del reino.

Ameline mantuvo su expresión neutral mientras veía lo que sucedía. Dejó que Artanis se marchase y miró hacia el rey. Entendía que la situación no era sencilla para él y tras la orden de que se retirasen simplemente realizó una reverencia a sus compañeros y le dedicó una mirada de unos segundos al príncipe Arthas antes de marcharse de la sala con pasos suaves, sin hacer ruido mientras caminaba. 

- Me voy a arrepentir de esto, Bhlade, pero ahora mismo Yvieroth es la fuente de información mas fiable que tengo. 

Se preparó mentalmente mientras hablaba con Bhlade, una parte de ella no quería volver a verle pero entendía que era su deber como diamante informarse y utilizar sus fuentes, aunque personalmente no fuese de su agrado. Ese conjuro le seguía mosqueando así que ya había tomado una decisión.

Bajó hacia la sala de comunicaciones e indicó a uno de los magos con quien quería hablar mientras se preparaba para encontrarse de nuevo con él cara a cara. 

Mirando la actitud de la princesa, me cuesta mucho creer que un criminal la haya engañado de tal manera para que actúe así en su nombre. Eso solo me deja dos opciones: la princesa no tiene el buen juicio que yo he creído y admirado desde siempre o... Perceval ha sido usado como chivo expiatorio.
Tal y como ordena el rey abandono la sala. Sin embargo, lo hago en dirección a la escolta de Perceval diciéndoles a mis hermanos: Hare guardia hoy en los calabozos. Algo no se siente bien esperando que ellos comprendieran mis actos

Ya en presencia de Perceval y los guardias que lo escoltan le digo al Jujin: Hoy yo haré turnos con los guardias del calabozo para que nadie intente nada raro. Será una larga noche y podrás contarme tu historia con todos los detalles si lo deseas. tras lo cual continuo la marcha.

Las intrigas no eran la especialidad de Feris, además de un mal presentimiento o una sensación de que algo andaba mal, el lobo no sacaría nada en claro de las pruebas y acusaciones, su hermana era mejor para eso. Su turno llegaría cuando el enemigo tomara una forma a la que golpear, hasta entonces su labor sería esperar y acatar ordenes.

-Te acompaño, si de verdad es capaz de robar a Muramasa librarse de unos pocos soldados no le costará mucho...¿Vienes bruja?

Cuando mi hermana aclaro cuales eran sus intenciones no pude evitar sacudir negativamente la cabeza mientras Feris hablaba. Cuando pronuncio la pregunta junto aquel apodo que me había puesto no pude evitar fulminarle con la mirada.

Finalmente me encogí de hombros.- Si no voy pasaras toda la noche sin dormir.- Dije mirando a Sutera.- Lo haremos por turnos, como en las misiones.- Dije mientras empezaba a andar hacia ellos. Cuando pase cerca de Feris mi mirada bajo los pocos centímetros que le sacaba de altura y hable.- Trabajo de perro guardián, no me extraña que te ofrezcas tan rápido.- Musite mientras seguía andando hasta igualar el paso con Sutera.

Yo seguía dubitativa por todo el tema del colgante... hasta las hadas malcriadas me daban la razón al pensar que era muy sospechoso. Me resultaba muy raro, ¿porque Perceval robaría algo que le incriminara y no le sirviera de nada? Agh... desde luego me parece un sinsentido demasiado grande como para poder dejarlo pasar como si nada. ¡Tenía que averiguar porque!

Aunque sinceramente dudo que lo averiguara por parte del Jujin... sobretodo porque el parecía totalmente sorprendido con sus reacciones. Además que le iban a llevar a los calabozos... y no me gusta, huele mal y se me encrespa el pelo, lo cual deja mala imagen a los clientes. Por lo que prefiero no pasar por ahí.

Creo... que centraría mi atención en la persona que más confiaba en el jujin: la princesa -Ahora mismo la llevamos- le terminé diciendo con una reverencia a Artorias, mientras me acercaba a la princesa para llevarla y escoltarla hacia su habitación. Hoy tendría que cerrar la tienda mi madre... que asco en verdad eso, pero era lo que tocaba. A ver si puedo hacerle unas pocas preguntas.

Al ver como todo se desarrollaba tan deprisa por las ordenes del rey, no supe muy bien como actuar. El medallon robado por perceval era sumamente sospechoso, pero más lo era que el no supiera nada y que realmente lo demostrara así. En mi interior había una división enorme. Por un lado estaba lo que sabía. Perceval no era de fiar luego de aquellos dos accidentes de antaño. Por otro, aquel atisbo de luz que inundaba mi cuerpo. ¿Pero y si tiene razón y lo están haciendo ver como a un ladrón?

Sentía que iba a extallar y no sabía que hacer, así que finalmente, agarré de la mano a Fio cuando nos dijeron de abandonar la sala - Acompañame por favor hermanito - dije con voz lastimera para después salir volando a un pasillo donde nadie nos oyera.