Partida Rol por web

Lo era...- dije simplemente respondiendo forma bastante breve cuando comentó que el rey era buen hombre. Tampoco me apetecía hablar del rey con él... por mucho que estuviéramos en su funeral. Las palabras de la princesa eran más que suficiente para describir la buena persona que era él. Escuché en silencio su explicación de que si que estuvieron en el evento, solo que a bastante distancia debido a la gente que ahí había... después riéndose levemente, diciendo que ahora podía "hablar con calma" conmigo -Es difícil conseguir calma...- dije con seriedad... y él seguramente también me entendería -¿Como... tienes el brazo...?- pregunté levemente... no pudiendo evitar posar mi mano acariciando sobre uno de los brazales de mi vestido el lugar donde tenía yo el corte... Aún no me creía que siguiera siendo capaz de dar un brazo por él.

Vi como la princesa se retiraba del lugar para dirigirse al jardín únicamente acompañado por Eldruin... Espero que simplemente se haya ido a descansar y a relajarse del ambiente y no pase nada. Entonces, escuché a Santa... que comenzó a felicitarme. Obviamente me sorprendió un poco, haciendo que le mirase a él mientras me decía que conseguí convertirme en caballero diamante y me lo merecía... Lo cual desde luego me llenó de emociones contradictorias -Podría... haberlo conseguido antes...- no pude evitar decirlo, recordando que prácticamente todo el problema entre los dos nació de eso... de su "triquinuela", ya fuera planeada por él o que le obligaron a hacerlo como el me dijo en la tienda -Jon... de momento mejor... solo hablemos de negocios y de trabajo por favor. Será lo más fácil de momento... para los dos...- le pedí a Santa mirándole a los ojos. Esto... seguía siendo realmente difícil para mi, seguramente lo mismo para él... No puedo ignorar todo lo que viví ya fuera su culpa o no, y menos en solo un día, un día como este, el funeral de alguien que me importaba. Y para él seguramente también era difícil hablar conmigo, midiendo todas sus palabras con tal de no quedar más mal conmigo de lo que sabe que quedó -_{Pero gracias...}- musité en voz muy baja agradeciendo su felicitación, sin saber siquiera si él lo hubiese oído o no... ni siquiera yo estaba segura de haberlo dicho -Ensayemos que y como hablarás con la princesa... Y dime todo lo que le vayas a decir a ella sin excepción, para que no me pille de nuevas durante la reunión... ¿vale?- le terminé diciendo. Tampoco quiero que la princesa se estrese más... cuanto más planificado sea la reunión mejor... nadie necesita otro caos como la "reunión de platino" de hoy.

 -La entiendo. Todo esto debe ser muy duro para ella -concluyó el príncipe, de acuerdo con tus palabras, antes de ponerse en marcha hacia sus aposentos, acompañando únicamente por ti dado que Alessandro tomaría otro camino para reunirse con la princesa.

 Tal vez habrían caminado más rápido que la hermana de Arthas, pues al llegar al cuarto no habría nadie para recibirles, siendo que les tocaría esperar a la llegada de la chica, la cual seguramente no debería de tardar… O al menos eso pensaban.

 Los minutos iban pasando, y no había rastros de la llegada de la princesa, aunque de momento Arthas se mantenía distraído viendo por la ventana. Aún en tiempos difíciles, la vista de la ciudad que brindaban las partes altas del castillo era simplemente tranquilizadoras, acompañadas por las aves y otros animales que volaban por el cielo hacia el horizonte, pequeños detalles que como caballero realmente no podías pararte a apreciar con detalle.

 -Oye, Alanís, mira esto -te llamó el príncipe, aún mirando por la ventana, esperando que te acercaras para enseñarte como en uno de sus dedos se había posado una hermosa mariposa azúl.

 Aunque la presencia de una mariposa en los territorios del castillo no era extraña, asegurarías que era la primera de su clase que veías en tus años de servicio a la corona. Pasados unos segundos, otra mariposa igual a la anterior se acercaría para posarse sobre la mano del príncipe, y luego otra, luego otra… El príncipe estaría muy distraído con las hermosas mariposas como para percatarse de un ruido en la habitación, del cual tú si que te percatarías de inmediato.

 La puerta no había sonado en ningún momento, pero ahora unos pasos se acercaban desde ella. Al voltear, observarías una silueta acercándose desde la entrada, tratándose de una pequeña niña de cabello azul como su vestido, con unas botas y unos brillantes ojos rojos.

 Más tarde de lo que te hubiera gustado, el príncipe también se daría cuenta, ya fuese porque le advirtieses o simplemente hubiese escuchado los pasos acercarse, por lo que se voltería y miraría a aquella pequeña.

 -Oh... Es una niña -te preguntó el príncipe, sorprendido y confundido a partes iguales. -. ¿Debería... estar aquí?

 La niña no dijo ni una sola palabra, simplemente se les quedó viendo a ambos en completo silencio, con una sonrisa inocente.

 El nigromante no se mostraría afectado de alguna manera por tus amenazas, apartándose sin decir nada más cuando la princesa solicitó tu presencia.

 Avanzarías entonces a los aposentos de Artanis para esperarla, siendo que naturalmente llegarías antes que ella debido a que partiste de inmediato mientras ella buscaba a sus guardaespaldas. El caso es que, aún así, los minutos iban pasando y la princesa no aparecería. Poco a poco empiezas a perder la paciencia, y cuando decides salir de la habitación para ir a buscarla, te la topas de frente acompañada por Eldruin y Alessandro.

 -¿Qué…? ¡Baeric! -la mirada de la chica pasaría rápidamente de una de confusión a una de molestia, clavándose sobre ti. -. ¿Qué diablos? Llevo cinco minutos esperándote en tu habitación, ¿para qué rayos me dijiste que fuera hasta allá si ibas a estar aquí?

 El tono de la princesa era sincero, lo conocías bien, así como la expresión de confusión de Alessandro y la de molestia de Eldruin.

 -Baeric, la familia real no está para juegos ahora -se quejó el Jujin.

 -No se que es lo que quieres, pero te juro que como sigas molestando voy a… -Artanis claramente estaba sin paciencia para confusiones, pero de un momento a otro su expresión cambiaría a una vacía, como si en un instante hubiese perdido el aliento al punto de perder la capacidad de mantenerse en pie, cayendo como una marioneta a la que habían cortado los hilos.

 -¡Princesa! -rápidamente ambos hombres le atraparían, siendo que parecía que ahora los tres tenían un grave problema entre manos: porque los problemas en el castillo nunca parecían ser suficientes… -. ¡Diablos, no reacciona! -concluyó Eldruin tras intentar que la princesa respondiese de alguna manera. Su mirada continuaba perdida como un abismo. -. ¡Alessandro, ve por ayuda! ¡Baeric y yo llevaremos a la princesa a la enfermería!

 Sin pensarlo dos veces, Alessandro dejaría a Artani en vuestras manos al salir corriendo para ir a buscar ayuda en el jardín, dado que con todo el asunto incluso varios médicos del castillo se habían tomado la tarde libre para asistir al funeral.

 -¡Vamos, Baeric! -te indicó el caballero, pasando uno de los brazos de la princesa por encima de sus hombros para que pudieses hacer lo mismo desde el otro lado y cargarla entre ambos a la enfermería.

La velocidad a la que volaba me parecía insuficiente para alejarme de allí, para alejarme de todo aquel caos que se había provocado. No deseaba estar allí... Pero donde podría estar. En el reino de las hadas, me venderían en cualquier momento como moneda de cambio por salvar al resto. En el reino de los humanos, me usarían para sus caprichos, y luego me venderían a los enanos para adquirir mi poder. En el reino de los enanos sería lo mismo, igual que en el resto de reinos. Ya no estaba a salvo en ningún lugar... Salvo en uno que nadie más supiera donde estaba.

Es por ello que acabé llegando al escondite que teniamos de pequeños Fio y yo. Al llegar allí ya pude llorar tranquila y desconsoladamente destruyendome de forma mental pues según más y más pensaba en la situación, más quería que todo fuera mentira. Pero al menos estando sola, todo debía calmarse luego de algunos segundos

Sin embargo no estaba sola, y al escuchar la voz de Ordinem me frustré un tanto más - ¿Que? ¿Debería que? - dije tanto mental como vocalmente - ¿Debería perdonarlos? ¿Debería entender lo que hicieron? ¿Debería de adaptarme a lo que han dicho y ayudarles pese a todo? Pues no... No puedo ayudar a una reina que vende a los suyos para que después los maten. No puedo ayudar a una madre que sacrifique a un hijo para que luego sepa que eso les afecta al resto que ya fueron traumatizados por la guerra. No puedo siquiera creer que esa hada pueda ser reina y madre a la vez, pues no vale para ninguna de las dos cosas, y lo ha demostrado en tan solo 5 minutos de explicación.

-Creía que mi madre era la mejor, que sus hechizos de protección nos salvarían siempre a todos... Pero más que un hechizo de protección, era una camara de tortura esperando a que los clavos se introdujeran del todo para matar a todos y cada uno de sus hijos. - y justo hablando de ello lo entendí mejor, aquello que Ordinem me enseñó: "Si quieres crear algo, debes destruir algo. Si quieres destruir algo, acabarás creando otra cosa". Ahora incluso todo parecía encajar mejor, aunque de otra forma - No puedo perdonarla, no quiero perdonarla... No puedo siquiera mirarla a la cara ni siquiera pensar en ella sin enfurecerme. Me centré en los hechizos de protección por mi madre y de curación y protección por proteger y curar a Fio... Ahora lo primero carece de sentido viendo todo lo que ha ocurrido.

-Pero... sigo queriendo salvar a Lily, y voy a destruir lo que sea que han creado para hacerle eso al resto de las hadas, voy a corregir todos los errores que mi madre creó y le demostraré que siempre hay una alternativa para todo... Siempre, por mucho que cueste, la elección nunca está en sacrificar a los tuyos - A pesar de que ironicamente así me lo enseñó Ordinem para usar el poder de creación - Pero... para eso necesito entrenar más. Así que ayudame... Y si, ahora. No puedo quedarme quieta y sino no pararé de pensar y frustrarme más.

 Entre ambos no era necesario hablar con detalles para saber lo que el otro pensaba. Pequeñas frases decían más de lo que cualquiera podría pensar, y eso era lo que hacía tan difícil que ambos pudiesen conversar con tranquilidad.

 -Oh, mi brazo, sí, está bastante bien -respondió intentando sonar confiado, aunque claramente en aquella situación se le daba mal. -. ¿Tú como tienes el tuyo…?

 Sin importar que tan “bien” pudiera ir la conversación, recordar el pasado era tan fácil como volver a sembrar aquella incomodidad entre ambos, siendo que con un gesto de culpabilidad el chico no diría nada al escuchar la posibilidad de que pudieses haber sido caballero antes, así como tu propuesta de intentar ir directo a las cosas del trabajo.

 -Está bien… -asintió, aceptando que ninguno de los dos estaba listo para charlar naturalmente como antes. Aún así, su mirada se iluminaría momentáneamente al escuchar aquel pequeño susurro, satisfecho únicamente con eso y dispuesto a colaborar como fuese posible para hacer de aquella charla más cómoda para ambos. -. Verás… -antes de decir algo, el chico observaría a su alrededor. Los invitados estaban muy ocupados con sus cosas, e incluso Lilith y tu madre no parecían prestar atención a tu conversación con Jonathan, por lo que el chico te empezaría a contar sobre lo que hablaría en la reunión. -. Desde hace un tiempo vengo haciendo negocios con ese hada de fuego que les ha dado problemas: nos vendía las runas de fortalecimiento y nosotros le pagamos, era simple y nos venía bastante bien para adelantar los trabajos. El caso es que empecé a cortar relación con ella cuando me enteré de que estaba influenciado a mis hombres para dañar a la corona, por lo que tuve que reprender a varios de los míos, prohibir el uso de las runas y cortar relaciones con el hada, aunque aún conservo varias runas que me vendió, las mantengo lejos del alcance del resto: no quiero que más las prueben y luego busquen al hada para pedir más… Por otro lado, hasta donde tengo entendido, el hada está convencida de que todos y cada uno de los nobles son personas que deben ser “castigadas”, pero no se mucho más: solo hablábamos de negocios... -explicó antes de hacer una pausa, por si tenías preguntas en ese punto. -. Estoy seguro que, en buenas manos, estas runas podrían ser de utilidad para la gente, por lo que pensaba negociar con la corona para entregárselas, y colaborar en todo lo demás que pueda. Después de todo, el ataque del dragón rompió un poco las diferencias entre los bajos fondos y el resto de personas: ahora todos saben que, si Aztora es atacado, los responsables no distinguirán entre unos y otros...

 -Por supuesto. Incluso con Samael, antes de abandonarle, busqué sin descanso cualquier otra opción que pudiese servir, pero no pude hacer nada más qué... -con cada respuesta que tenía que dar, la reina parecía sentir más el dolor que le causaban las acciones que había tomado. -. He intentado proteger a todas las hadas, pero es inútil, siempre alguien ha tenido que sufrir por mi culpa...

 Nadie parecía sorprendido de que intentases defender a la familia real de Aztora sobre su participación en aquel terrible proyecto, siendo que en realidad Faith y tú eran quienes mejor conocían a la corona como para poder hablar de ellos.

 -Bueno, no estaba allí cuando se firmaron los papeles, pero en la fábrica los enanos hablaban mucho de lo protegido que estaban por los nobles de otros reinos. Precisamente, no mucho después de que me hiciese cargo de la fábrica, enviaron a un representante para hablar con la corona sobre el futuro del proyecto de las runas, ¿te suena? -explicó Samael, trayéndote recuerdos de los eventos sucedidos poco después de tu ascenso oficial a rango Diamante. -. Supongamos que la participación de la corona no fue directa, pero todo apunta a que supieron del proyecto y no hicieron nada para evitarlo: para ser más exactos, usaron su autoridad para evitar que alguien lo frenase.

 Con cada noticia que se decía la imagen de aquellos en quién confiabas empezaba a hacerse más borrosa, y seguramente el samurai detrás de ti estaría pasando por algo similar dado que no dudaría en responder a tu pregunta.

 -No sabía nada de esto, no… -respondió, llevándose una mano al medallón en su pecho para sujetarlo. -. Pero juro que llegare al fondo de esto…

 -En ese caso, les pido que confíen en mí -tomó nuevamente la palabra el hada pelirroja -. Lily confiaba mucho en sus hermanas, y si Fío esta convencido de que la familia real no pudo haber sido responsable, entonces he de darles la oportunidad… Descubramos juntos la verdad tras todo esto, y una vez no tengamos dudas sabremos que hacer… Pero antes, mi mayor prioridad es traer de vuelta a Lily. Independientemente de si los humanos son culpables o no, por verla de nuevo todo habrá valido la pena, y aceptaré el castigo necesario de haber estado equivocado… -en el fondo parecía que Samael no llevaba a cabo su batalla contra Aztora por mera venganza: quería castigar a aquellos que pensaba eran los responsables de que nadie les hubiese salvado, pero su único deseo realmente era reunirse con su amada.

 -¿Y qué hay de los enanos, los elfos, los dragones...? -intervino Adán, con una mirada llena de rabia a pesar de que su rostro neutral no lo demostrase.

 -Muchos de ellos se habrán negado a ayudarnos por temor a llevar la contraría al reino Aztora. Nuestra propia madre podría haber desatado una guerra contra las hadas de haber intentado algo contra los enanos: por eso, yo soy el que se encarga de todo. Si los reinos piensan que es cosa de un solo hada que nadie conoce, y unas pocas más, no se lo tomarán tan enserio como si fuese palabra de la reina. Una vez revelada la verdad sobre el reino de los humanos, tocaría revelar los verdaderos colores de los demás reinos, pero cada cosa a su tiempo... -concluyó Samael.

 Ordinem tragaría saliva al escucharte, cumpliéndose su temor de que al decir algo sin saber exactamente qué solo lograría frustrarte más.

 -Faith, calmate… -intentó de alguna manera hacer que aclarases tus pensamientos, pero claramente era imposible. -. Nadie te obliga a perdonar a quien crees que no lo merece, ni siquiera si esa persona es tu madre, pero no debes castigarte a ti misma por eso. El tiempo que dedicaste a aprender magia nunca carece de sentido, después de todo lo importante no es el porqué la aprendiste, sino el para qué y cómo la usarás. No dejes que las intenciones del resto manchen las tuyas -no tenía manera de hacer que entendieses las acciones de tu madre, y tampoco es que quisiera hacerlo, por lo que Ordinem se limitaría a ayudarte a procesar aquella carga que te habías colocado al verte en un punto donde ya casi no podías confiar en nadie. -. Sin importar el camino que tomes, siempre te apoyaré, Faith.

 Teniendo en cuenta tus deseos de entrenar para superar tus límites, y la petición que le habías hecho no hace mucho, Ordinem finalmente decidiría revelar un método para practicar tu magia y, a la vez, ayudar a alguien que pensabas lo merecía: todo como un inicio para tu mayor objetivo.

 -Faith, ve al cementerio de la ciudad, y busca a la chica del samurai: te enseñaré a traer de vuelta una vida. Teniendo en cuenta su situación en particular es poco probable que el efecto dure mucho tiempo, pero creo que será suficiente para comenzar...

Mariposas azules...el Aztora original siempre lucía una capa inspirada en ellas.

Sin embargo, antes de poder cavilar demasiado al respecto, noto dos puntos rojos en la oscuridad.

-Mis disculpas.

Dijo esto antes de mover a Arthas con un brazo fuerte pero no demasiado brusco de la ventana al rincón, espantando las mariposas. Cerrando dos esquinas con la pared, la única vía hacia el príncipe estaba bloqueada de cerca por una encrespada Aidana, que había desenvainado el estoque.

-¡Vuelve-por-donde-viniste! Atacaré si avanzas.

Agrandó un poco los ojos y se vio genuinamente hostil ante la visual de alguien en esa zona y la tardanza. No le inmutó en absoluto la figura pequeña. Fue lo suficientemente severa y clara como para mandar a cualquier niño corriendo con sus padres que posiblemente se quejarían por la rudeza. Pero no le amilanaba en absoluto la idea, de todas formas. Se quedó observando, inmóvil y atenta. No iba a ponerse a redactar que el estar ahí suponía una ofensa de alto nivel. O bien no iba a entender, o lo entendía perfectamente. El haber estado tensa los últimos días y haber aumentado estás tensión en la reunión le tenía aún más lúcida de lo usual, por lo cual ya desde que la princesa no estaba allí al llegar, le había despertado dudas.

Las criaturas faéricas pueden verse muy jóvenes, como esas malditas hadas.

No dejes está posición. Ventana, puerta y... niña están bloqueadas de tener paso libre si me mantengo aquí.

Tras esperar pacientemente durante un buen rato, la princesa finalmente apareció acompañada de Alessandro y Eldrin. Parecían cuanto menos sorprendidos de verle ahí, incluso enfadados y Baeric no dudó en hablar cuando empezaron a acusarle y a decir que estaba molestando y jugando con ellos.

-Esperad un segundo…a mi me habíais dicho alteza, que viniera a vuestra habitación, solo. Os acercasteis mientras hablaba con el nigromante.-Comentó con el ceño fruncido, ¿acaso estaban jugando con el?, estaba comenzando a resultarle ridículo todo aquello.

Pero antes de poder hacer o decir algo más, la princesa se desmayó frente a el, perdiendo el aliento, la mirada…Baeric no dudó en reaccionar y agarró con suavidad la cara de la princesa.-Alteza, miradme, estoy aquí…-Trató de decir con voz calmada mientras los otros dos entraban en pánico.

Así que cuando sugirieron llevarla a la enfermería, el caballero no dudó, agarrando en brazos a la princesa para que así Eldruin tuviera las manos libres.-¡Venga, no hay tiempo de perder!, ¡Abre las puertas te sigo de cerca!-Exclamó con autoridad preparado para seguirle. En la cabeza de Baeric no tardaron en aparecer cientos de ideas y sospechas.

Las hadas, el nigromante, Aztora, el enemigo…estaba claro que la princesa no se había desmayado por falta de aire o por el calor, aquí había magia de por medio, igual que lo de enviarle a su habitación. ¿Qué podía estar ocurriendo?, fuera como fuera llegaría al fondo de todo aquel asunto, pero ahora la prioridad era salvar a Artanis. Era quien importaba ahora mismo.

El caballero se mantuvo sujetándola en brazos y siguiendo a Eldruin, no la dejaría hasta llegar a un lugar seguro.

Bien...- dije de forma breve, pues tampoco podía decir mucho más... Para habermelo cortado con una espada que tenía intención de cortarse otro brazo, tampoco lo tenía tan mal... Nada que unos ungüentos y unas vendas bajo los brazales de mi ropa no pudiera tratarse... aunque seguramente al igual que a él, eso dejaría cicatriz.

Al final, decidimos hablar de negocios, sería lo más fácil. Al ver que Santa miraba alrededor para que no se corriera demasiado la voz de nuestra conversación, pese a que todos estaban algo más centrados en sus propias conversaciones, me encargué de guiarlo un poco más apartados, aún a la vista de las dos pelirrojas maduras que continuaban hablando.

Cuando comenzó, no me sorprendió que él y la hada de fuego hicieran negocios... Y realmente me daba igual. Me comentó como decidió dejar de interactuar con ella al darse cuenta de que el hada le estaba comiendo el oído a sus hombres para convencerles de revelarse contra la corona, cosa que desde luego resultaría perjudicial para el negocio de los bajos fondos... Pues si quieres ir contra la corona, eso pondría un objetivo en sus espaldas y a Santa le gustaba más la discreción -Hiciste bien en apartar las runas de la gente...- dije simplemente, sabiendo que él conocía lo que podía suponer que los siguiera usando. Las runas a la larga tienen efectos secundarios, si sus hombres hubieran continuado usándolas... se hubieran consumido a si mismo, muriendo.

Cuando comentó lo del final... obviamente tenía sentido... al menos como yo lo entendí -Ahora que atacaron al rey... mejor aliarse con la corona antes de que los bajos fondos se vean como "complices" por haber negociado en el pasado con ellos- comenté con seriedad, por si había entendido bien lo que dijo -En la tienda me dijiste que hacías negocios con comerciantes de esa hada... ¿me puedes decir algo característico de ellos?- le pregunté por los intermediarios, pues en la tienda me comentó que eran varios comerciantes que tenían que ver con ese hada.

Su madre explicó lo duro que fue para ella abandonar a su propio hijo, mientras Fío la miraba con decepción y tristeza. Por mucho que explicase que no había otra opción, a Fío le costaba creerlo. Tenía que haber habido otra posibilidad, por complicada que fuera. Abandonar a un hijo… era algo impensable, e imperdonable.

—¿Y no pudiste dejarlo con alguien de confianza, alguien que supieses que iba a cuidar de él? ¿Lo dejaste en medio de la nada para que se lo llevase el primero que pasase? ¿No pudiste buscar una forma de que contuviese su magia? ¿No pensaste en contratar a una persona de otra raza para que se quedara en el reino de las hadas cuidando de él, aunque tuviese que estar aislado de nosotras? —Mientras decía todo eso, deseaba con todas sus fuerzas que tuviese una explicación razonable para todas y cada una. No quería pensar que su madre se hubiese deshecho de él sin contemplar de verdad otras opciones. Dirigió la mirada al suelo, con los labios apretados, a la vez que una desagradable sensación recorría todo su cuerpo—. ¿Si Faith o yo hubiésemos nacido con ese poder… también nos habrías abandonado? —En el fondo ya sabía la respuesta, y eso le partía el corazón.

A continuación, Samael mencionó lo del representante enano, ante lo que Fío asintió con expresión seria. Él no había participado en aquella misión, pero recordaba que otros de sus compañeros se encargaron de escoltar al enano, que iba a ver al rey. Pero no sabía de qué temas iban a tratar.

Cada vez que mencionaban el papel de la corona en aquello, Fío sentía como si le clavasen un afilado puñal en su interior. Por otro lado, hasta el momento no habían presentado ninguna prueba irrefutable. Todo apuntaba a que sí lo habían hecho, pero todavía había esperanza.

Su tensa expresión se relajó un poco al oír a Muramasa explicar que no estaba enterado. Eso demostraba que aquello no era algo de lo que todo el mundo estuviese al corriente.

Por suerte, Samael admitió la posibilidad de que la familia real no tuviese la culpa de todo aquello. Juntos podrían averiguar la verdad. Aunque había algo que el pelirrojo deseaba priorizar.

—Vale… —dijo, asintiendo—. ¿Qué es lo que debemos hacer para liberar a Lily?

—No podemos intentar encargarnos de todo a la vez. Si nos enfrentamos a las otras razas, podríamos desencadenar una guerra, y seríamos minoría. Lo más importante ahora es liberar a Lily y reunir pruebas concluyentes de lo ocurrido —explicó, con seriedad.

-OBVIAMENTE - grité sin querer a Ordinem, pero es que realmente estaba tan enajenada con el tema que al parecer me expliqué mal y no me di cuenta yo misma - Si estudié magia era porque me gustaba, independientemente del objetivo, aunque mi principal objetivo fuera mi hermano. Pero es el hecho de que por el mismo tipo de hechizos que quería aprender, idolatrara a una hipocrita como mi madre... Nunca me arrepentiré de haber aprendido hechizos de protección, sanación, y en definitiva, de luz. Pero si que me arrepentiré de pensar que mi madre era la gran protectora en la que yo quería convertirme - Pues había razones más que obvias para que quisiera tomar el mismo camino de mi madre y era su gran hechizo de protección para todo un reino... Esa clase de poder era la que quería alcanzar...

Pero no a costa de sacrificar a los mios, y eso era lo que más me estaba destrozando por dentro, tanto así que no podía parar de llorar con lagrimas tan ardientes como mi propio enfado.

-Desearía en este mismo momento tantas cosas... Que algunas de ellas me harían una persona horrible - al final incluso me autojuzgué al estar pensando en todo a la vez, deseando que mi madre hubiera sido el sacrificio, que ella debería estar en el cristal, no Lily, y muchisimas cosas más que no paraba de teñirme a mi misma como una torturadora exagerada al menos de pensamiento.

-¿Eh? - pero por suerte la voz de Ordinem me ató al mundo real de nuevo - ¿Que dices? - pregunté entonces ante su oferta - ¿E-estás seguro? N-no me importa ir pero... ¿Seguro que deberiamos practicar con alguien tan importante para una persona? -dije empezando a alzar el vuelo, esta vez mucho más lento y buscando ir de arbol en arbol, ocultandome entre la maleza de cada copa para que no me pudiera ver nadie.

 El príncipe no pondría resistencia alguna a que le empujases a un rincón, mirándote aún confundido antes de que dirigieses aquellas duras palabras a la pequeña niña, lo que rápidamente cambiaría la expresión de Arthas por una de temor.

 -¿A-Alanís? -no parecía entender nada, pero viéndote tan tensa le era imposible estar tranquilo.

 -... -y sin mediar palabra alguna, la niña tomaría suavemente la punta de su vestido y lo levantaría sutilmente a la vez que hacía una elegante reverencia, y a continuación de debajo de su prenda saldría volando un enjambre de aquellas mariposas.

 En cuestión de unos segundos toda la habitación se encontraría transformada en un nido para aquellos animales azules, que revoloteaban de un lado a otro nublando durante escasos momentos la figura de aquella niña, pero por suerte nunca la perdías de vista del todo a ella ni al príncipe.

 -¡A-Atrás! -gritaba Arthas espantado, intentando apartar a las mariposas que se acercaban a él, aunque en generla era casi imposible quitarlas todas.

 En cualquier otra situación un enjambre de mariposas no seria más que una simple molestia, pero claramente aquello era diferente, podías sentirlo dentro de ti, como tu lado dragonico intentaba protegerte del efecto que tuviesen aquellas mariposas sobre aquellas personas en la habitación, fuese cual fuese…

 -¿Yo? ¿De qué hablas? Fuiste tú quién fue a pedirme que nos reunieramos en tu habitación -aseguró la princesa ante tu afirmación segundos antes de caer inconsciente de un momento a otro.

 Eldruin no dudaría ni un instante en dejar a la princesa en tus manos y escoltarlos hacia la enfermería, en cuyo camino no encontrarían a nadie y además se encontrarían casualmente despejada de cualquier enfermero o persona que requiriese de sus servicios, dejándoles a solas a ti y el caballero lobo con la princesa.

 En ese momento solo quedaba esperar a que Alessandro regresase con personas capacitadas para atender a la princesa, pero maldecirías tener razón sobre tus sospechas cuando, poco luego de haber dejado a la princesa en una de las camas, tu brazo nuevamente empezaría a fallar…

 -Y cuando la doncella caiga al abismo, el héroe irá en su búsqueda para despertarla de su eterno sueño… -aquella condenada voz haría acto de presencia nuevamente, y un vistazo a la ventana revelaría al enmascarado Aztora posando con una mano en el pecho mientras con la otra sujetaba una rosa a la que miraba detenidamente.

 -... -de manera inusual para su usual comportamiento explosivo, Eldruin conservaría una completa calma ante la presencia de aquel hombre, casi como si ya se esperase que fuese a aparecer…

 -Así dicen esas famosas historias de cuentos para niños, ¿no? -añadió Aztora antes de hacer desaparecer la rosa con un movimiento de muñeca, volteandose hacia ti para dirigirte la mirada más directamente. -. Y al final, el héroe siempre cumple su propósito, y viven felices para siempre…

 Jonathan no tenía intenciones de hurgar más en el asunto de la herida, ni en ningún otro. Lo sucedido en la tienda, y mucho antes, ciertamente había dejado una cicatriz que iba más allá de lo físico…

 -Supuse que era lo correcto… Acepté tratar con las runas porque pensé que podían ayudar a las personas, pero él abusó de ellas puede perjudicarlas más de lo que les ayudan -concluyó el chico sobre sus motivos para prohibir el uso de las runas luego de enterarse de sus efectos y los planes del hada. -. Supongo que es una manera de verlo… Si te soy sincero, lo hago más que todo porque siento que esto es asunto de toda la ciudad, no solo de la corona: si alguien daña a la familia real, afectará a todos de una forma u otra… Tienen motivos justos para desconfiar de los bajos fondos, pero quiero dejarles claro que está ciudad es de todos, y que mucha gente luchará para defenderla -aseguró con cierta seriedad característica de un líder que buscaba motivar a sus seguidores, uno de los dones que demostraba que Jonathan no era jefe por nada. -. Hadas, todos los negociantes eran hadas… Distintos rasgos, colores, algunas incluso no tenían alas...

 Poco luego de haber comenzado a hablar discretamente con Jonathan, Alessandro regresaría nuevamente a los jardines visiblemente agitado, siendo que pasaría su mirada velozmente entre las personas hasta dar por mera casualidad contigo y decidir acercarse a ti rápidamente.

 -¡Cytla, tenemos problemas! -te informó. -. ¡La princesa…!

 Justo entonces, una copa empezaría a ser golpeada con un tenedor, llamando la atención de todos los presentes en el jardín hacia Baeric Griffith.

 -¡Todos, escúchenme! -exigió el caballero grifo.

 -Samael no era peligroso únicamente para ustedes, sino para toda la ciudad… De dejarlo con otra hada le colocaría en la misma posición de la que quería protegerlos -respondió la mujer con cierta fluidez, como si ya hubiese pensado en esa respuesta recientemente. -. Existen sellos para contener la magia, pero no se puede sellar no lo que existe. El poder de Samael surge de la nada, y por eso es prácticamente incontrolable… Si lo hubiese ayudado a controlarlo, si hubiese sido capaz, tal vez… -ciertamente la reina reconocía su error, y que tal vez no se esforzó lo suficiente. -. Durante la guerra era… complicado, conseguir aliados de otra raza… Los elfos nos dieron alguna ayuda dado que éramos del mismo reino, pero como seres caracterizados también por su poder mágico no querrían tener nada que ver con un hada de anti-magia… -concluyó recordando que, en esos tiempos, las hadas estaban en una situación similar a la que estaban ahora: nadie les ayudaría.

 No había ninguna pregunta que no doliese a la reina, pero aquella última le dejaría con un sabor de boca tal que se vería incapaz de responder, sabiendo que todos allí conocían bien la dolorosa respuesta, y es que aquello ciertamente aplicaba a todos sus hijos…

 El simple hecho de tener que pensar en “revelar la verdad” sobre la corona ya era algo que golpeaba mucho como caballero, y es que viendo de lo que había sido capaz la reina de las hadas, ¿que decía que los humanos no pudieron hacer lo mismo?

 -Para comenzar, necesitaríamos una gran cantidad de poder mágico. Tengo cientos de compañeros que estarán dispuestos a colaborar para la causa, y nuestros hermanos aquí presentes también podrán colaborar, por lo que eso es lo de menos. El papel importante lo tendremos Faith, tú y yo -se explicó Samael dirigiendo sus palabras hacia ti. -. El poder de la Faith tiene la capacidad de traerla de vuelta, pero sigue ciertas leyes inquebrantables para mantener el balance del mundo que le impiden hacerlo. El caos, por otro lado, puede destruir estas leyes y permitir que lo imposible se haga realidad. Lily se encuentra parada entre la vida y la muerte: si rompemos la leyes con el caos, el poder de la creación de Faith podría traerla de vuelta con la menor cantidad de riesgos posibles -después de todo, pensar en usar el caos para traer de vuelta una vida era una de las cosas más peligrosas que se te podía ocurrir con tu poder. -. Mi papel se resume en ser un catalizador para el hechizo: se que la relación que tienes con tu hermana es muy… estrecha, pero tratándose del caos uno nunca sabe; lo mejor es que haya un tercero capaz de nivelar la magia de ambos para que ninguna consuma a la otra.

 -¿Piensa recibir la magia de la creación y el caos a la vez? Está demente… -opinó Caos con un tono de notable sorpresa. -. Tiene razón al decir que el caos podría romper las leyes que limitan a la creación, pero… No se si están listos para algo como eso...

 -Se que es un gran riesgo -continuó Samael. -. Pero como dices, debemos encargarnos de traer de regreso a Lily y que nos ayude a aclarar todo. Si continuamos esperando, las cosas podrían salirse de control. El reino del sur está teniendo problemas con un nigromante, ¿cierto? -cruzándose de brazos, el chico añadiría. -. En cuanto más pronto aclaremos todo, más pronto las hadas podremos escoger un bando al que apoyar...

 Ordinem tragaría saliva al escuchar tu grito, guardando silencio mientras le explicabas la realidad tras tus palabras y lo que haber aprendido magia significaba para ti.

 -Tú madre seguramente habrá hecho muchas cosas buenas, solo se le vino el mundo encima y tuvo que tomar decisiones que seguramente lamenta al día de hoy… No debes dejar que el odio manche la imagen en la que te querías convertir: si tanto te duele haber conocido la verdad sobre la persona que admirabas, entonces no debes lamentarte por haber tomado ese camino, sino decidirte a superarle y ser mejor de lo que ella fue -aseguró la voz en tu cabeza intentando que tomases aquello como una oportunidad para mejorar y demostrar que estabas en lo correcto: que las hadas podían ser mejor. -. No te rebajes a su nivel, Faith: puedes ser mejor que ella, tus hermanas seguramente esperan que seas la luz que ilumine su camino, uno distinto y mejor del que les ocultó su madre. Tal vez ya no puedas contar con ella, pero el resto de tu familia aún te necesita…

 Tras haber hecho su propuesta, entendería que te tomase por sorpresa que decidiese iniciar tu entrenamiento con alguien tan importante para alguien.

 -El estado del cuerpo gracias a las flores, y el hecho de que se trate de una creyente, son factores que deberían facilitar un poco el procedimiento… No la resucitarás, ciertamente, pero si todo sale bien darás la oportunidad de que tenga un tiempo con su amado antes de regresar al otro lado: será útil para comenzar antes de algo más grande como sacar a tu hermana del limbo -se explicó antes de añadir. -. Supongo que también servirá como presión para que no falles… -confesó mientras emprendías vuelo hacia el cementerio.

 Una vez allí, encontrarías nuevamente el cuerpo de la amada de Muramasa, aquella joven sacerdotisa que “dormía” sobre el jardín de rosas blancas. No parecían haber más personas en el cementerio en ese momento, por lo que tenías cierta privacidad y libertad para poder practicar…

 -Muy bien, Faith… ¿Recuerdas que una vez describí a la creación como una corriente de agua que iba subiendo poco a poco hasta consumir todo y resguardarlo en sus profundidades? Ahora debes concentrarte y hacer eso mismo, consumir todo a tu alrededor sin dañarlo: despacio y con paciencia, que el cuerpo de la chica, las flores y tú compartan un espacio único donde todo sea bañado por la luz.

A pesar de que Alanís era la primera en responder a lo que consideraba era un ataque en toda regla, retrocedió bastante con su hostilidad porque las posibilidades le daban temor. La magia o los trucos siempre eran algo problemático de tratar. Si estuviera sola sencillamente trataría de golpear la fuente hasta que dejara de funcionar. Pero no podía ser tan temeraria. No sabía que efecto tenían esas mariposas. Por lo que le concernía podían ser veneno, o conjuros, o quizá insectos invocados.

Siento que si dejo de prestar atención a Arthas algo malo sucederá.

Era algo que veía lógico. Con el escándalo de una pelea, llegarían refuerzos y demás. En cambio con un momento de distracción...no quería ni pensarlo. Así que se tragó su enfado al respecto aplastó algunas de las delicadas alas en un puño, antes de arrojar el estoque con fuerza a la niña. Necesitaba las manos libres. Y con ellas, recogió a Arthas poniendo la mente en blanco en cuanto a ello. Alanís era una persona sencilla, de golpear fuerte los problemas y llegar de punto A al B sin perder el tiempo. Y en ese momento su punto B era retirar al príncipe inmediatamente, por encima de tratar de ser orgullosa y ajusticiar primero, o del trato respetuoso y la distancia prudente de las convenciones sociales.

Dio dos zancadas hacia el balcón, saltó a la barandilla de mármol con un tercer "paso" y salgo al vacío antes de tomar aire siquiera. Y ciertamente no le faltaría en la bajada...estaba segura de que no moriría, pero de ser posible quería evitar lesiones graves aunque la primera línea de elementos prescindibles fuesen sus piernas en su razonamiento. Por esto, lo mantuvo los ojos fijos y abiertos en el suelo que se acercaba, esperando el último momento antes de hacer contacto con el suelo, para reforzar las piernas con fuerza adicional.

Al llevar a la princesa a la enfermería y dejarla sobre una de las camas, estaba claro que algo no encajaba. No había nadie por los pasillos, ni siquiera por la enfermería…y antes de darse cuenta Aztora volvió a hacer acto de presencia. Eldruin por su parte parecía bastante calmado ante todo aquello, ¿acaso se le escapaba algo a Baeric?

Al ver al enmascarado, el caballero no pudo dudar girarse con el brazo metálico colgando de forma inerte.-Otra vez jugando conmigo…¿ahora que diantres ocurre?-Gruñó con clara molestia. Se imaginaba que todo aquello era una ilusión o que posiblemente la princesa si que estaba herida…aunque por otra parte…¿Cómo podía estar seguro?

Aztora no hacía más que jugar con el una y otra vez, de forma constante y directa. Le prometió una corona, si, pero si le hacía daño a la princesa…

El caballero halcón apretó el puño con fuerza.-Déjate de juegos de una maldita vez.

Escuché a Jonathan con seriedad y en completo silencio, comentando como decía que "suponía que era lo correcto"... aunque pese a no hablar se notaba en mi cara que había cierto resentimiento en mi rostro... no por nada, cuando me hizo lo que hizo, por mucho que lo hiciera por mi como dijo, no es que fuera para mi lo correcto. Pero de todas formas lo dicho... me quedé callada, por no echar más leña al fuego.

Continué escuchándole, comentando que el problema era de toda la ciudad y no solo de los afectados, indicando que quería dejar claro a todo el mundo que pese a que los bajos fondos podían no ser lo más confiable, podían contar con ellos cuando algo podría afectarnos a la vida de todos. Con respecto a la definición de los vendedores -Así que todos hadas... supongo entonces que no era solo cosa de una sola hada rebelde...- comenté con seriedad después de saber esa información.

Entonces, para mi sorpresa, Alessandro entró claramente agitado... acercándose a nosotros, diciendo que a la princesa le pasaba algo -¿Que ha pasado Alessandro?- le pregunté con seriedad... hasta que mencionó a la princesa, y por lo tanto no hacía falta decirme más -Vamos- le indiqué para que el caballero me guiase lo más rápido posible. Miré a Jonathan durante unos segundos, pensando en que hacer con él... hasta que al final hablé -Ven con nosotros, por si necesitamos apoyo... a ver si todo lo que me has dicho es verdad...- dije con seriedad al jefe de los bajos fondos, indicándole a Alessandro con la mirada que estaba bien. Si quería demostrar que los bajos fondos querían ayudar a la corona... este era el momento perfecto de demostrarlo... Además, que se de sobra que Jonathan no llegó a ser jefe solo por su cara bonita y carisma, por lo que ayuda dará.

No pude evitar mirar a Baeric mientras seguía al caballero que me comentó aquello de los problemas -¿Que va a decir Baeric?- pregunté a Alessandro por si lo sabía... pues obviamente no nos ibamos a quedar para escucharle, sino que nos marcharíamos a paso ligero a ayudar a la princesa.