Partida Rol por web

El Daidoji inclinó la cabeza y no dijo nada, pero agradecía que el Bayushi hubiese decidido poner a la joven bajo su vigilancia; no quería que volviese a ocurrir lo que ocurrió con el Unicornio. Como habían dicho, se dispuso a realizar la siguiente prueba.

Hiroto escucho las palabras de los Sensei y solo asintió ante los dichos, observo a sus compañeros y tras ello tomo su lugar en la sala para esperando que la prueba comenzara, aun en su cabeza había ciertas dudas que no se alejaban; el por qué era la más grande pero quizás en algún momento la respuesta se presentaría.

-Gracias mi señor-sama. Sois benevolente. Procuraré seros de toda ayuda cuanto necesitéis. -Respondió la sirvienta con la efusividad característica de los plebeyos. Su postura permaneció inalterable esperando la marcha de Suzume-sama o a que alguien se lo indicara.

Setsuko, obedeció y con una inclinación acepto lo dicho por los maestros. 

Agradecemos su comprensión y esperamos haber sido de ayuda y seguir siéndolo. dijo dirigiéndose a los gorriones, después de esto se preparó para la siguiente prueba sin dejar de estar atenta a cualquier cosa que su maestro Bayushi Togo pudiera decirle.

Higetora había permanecido callado durante la entrevista. Cuando decidiesen ampliar la investigación al pueblo, posiblemente podría colaborar en el hecho, pero lo cierto es que no tenía mucho que añadir. Se dirigió a la zona de pruebas.

La gente se dispersa. El Yasuki evidentemente satisfecho, saluda con una reverencia a los otros dos ganadores. Las dos mujeres honradas tambien salen de la mano, muy felices. Han conseguido su primer punto y minimamente, salvado su honra. Por contra, el Asako que les acompañara camina profundamente abatido hacia su cuarto...

Los sensei les hacen un gesto de que aguarden. Suzume Kashira viene en breve. No luce feliz. Le acompaña Suzume Nana, y tambien dos guardias... que transportan entre ambos una camilla cubierta con una tela. Esta es depositada en el suelo. Es evidente lo que debe ser el bulto que oculta.

El daimyo se arrodilla. Inmediatamente y para sorpresa general, se inclina, tocando con la frente el suelo. Habla en general, con una voz llena de ira contenida y sentimiento.

-No tengo palabras para expresar mis condolencias, ni para pedir perdon. He fallado como anfitrion... pero no fallare como juez. Les prometo encontrar al responsable de esto, por mi vida!

Temiéndose lo peor, Junichiro se aproxima a la escena.

- ¿Que ha sucedido? ¿No será...?

Despejando dudas, Suzume Nana toma una punta de la tela y devela el objeto de la camilla. Es el cuerpo del Iuchi. Aunque no lo destapa del todo, tiene el pecho de su bello kimono purpura manchado en rojo oscuro. La cara palida no muestra ninguna emocion salvo sorpresa, y los ojos abiertos miran al vacio...

-¡¡¡Nooooooooooo!!! -El grito lastimero de su sirvienta plebeya atraviesa el silencio de la noche. Las palabras del anfitrión habían sido premonitorias y aún temiéndose lo peor, en su pecho Suzue albergaba algunas esperanzas, esperanzas que fueron barridas como las efímeras flores de los sakuras bajo la acción del viento primaveral.

-Debo ser una sirvienta más leal de lo que he sido ¡Os he fallado Iuchi-sama!- Y como si sus palabras hubieran sido una despedida para el resto, se dirigió al samurái más próximo para tomarle el wakizashi y con ello poner fin a su vida sin sentido. Es karma.

Higetora estaba dispuesto a soltar un encendido discurso sobre la flagrante violación del sagrado vinculo de la hospitalidad al atreverse a regristrar y tomar una de sus pertenencias de su sitio, cuando una fall más grave tomó prioridad. El Kuni frunció el ceño, reprimiendo un gruñido de rabia y frustración. Al fracaso del anfitrión se sumaba el suyo propio, por ser incapaz de cuidar de un aliado. - ¿Dónde lo han encontrado? - se disponía a preguntar, cuando fue interrumpido por el desgarrador chillido de la joven protegida del Iuchi.

Una rápida mirada bajo las máscaras se cruzó entre Setsuko y su maestro al escuchar las palabras del anfitrión. Por lo que sin pensarlo  dio un paso al frente de su anfitrión y se inclinó para decir:

Mi señor, es lamentable la situación, sin embargo su hospitalidad no puede ser puesta en duda. Sepa usted que cuenta con mis humildes servicios para aclarar este triste suceso... en ese momento la interrupción de la Heimin hizo que la Escorpión girara su rostro hacia la muchacha, avergonzándose de tal tipo de comportamiento, si estuviera en su casa evitaría que se matara no mas para darle una buena reprimenda y que aprendiera a comportarse en sociedad.

El Daidoji nota el intento y se aparta, poniendo la mano sobre las empuñaduras de sus espadas en un gesto defensivo, con lo que bloquea los intentos de agarre de la joven. 

-Asco de hinin, no saben ni comportarse...+comenta, desagradado+ Daidoji-kun, encierrala en un cuarto hasta que se calme. Si tienes que atarla o golpearla, hazlo.

Mira la escena, pero solo mueve la cabeza con negatividad, prefiriendo prestar su atencion a Kuni antes que intervenir.

-Debajo del altar del Dojo... Usamos vuestras palabras a Kashira-sama para descartar lugares más rapido. +informa+ Por desgracia no hay muchas pistas. Parece haber sido apuñalado por la espalda sorpresivamente. Su ropa todavia huele a incienso, como si hubiera estado rezando. 

-Eso concuerda con lo que nos dijisteis... y explica el porque de esa parte del piso como recien lavada. +comenta con un suspiro triste.

Aquel intento por parte de la muchacha de aferrar su arma sorprendió al Daidoji de sobremanera. Más consternado que furioso, agarró a la joven por la muñeca y la obligó a mirarle a los ojos

- ¿¿Que pretendes?? ¿¿Te ofrezco mi compasión, y me lo pagas intentando avergonzarme delante de mi sensei y de nuestro honorable anfitrión?? ¡Ven conmigo!

Luego miró a los presentes y se dirigió a ellos con un tono de voz más calmado

- Samas, si me disculpan...

Sin soltarla, el Daidoji salió de la sala y se dirigió a su habitación

La joven sólo acertaba a farfullar justificaciones mientras la llevaban aparte

-Daidoji-sama, mis disculpas no quise ofenderos, no sé acerca de protocolo sin embargo los samuráis muchas veces siguen a sus señores más allá de la muerte, aunque no soy más que una plebeya, sentí que era mi deber.