Partida Rol por web

Anzai tras escuchar las palabras del Unicornio también se dispuso a levantarse:

- Yo también saldré a caminar un rato, Iuchi-San, tengo que mirar algo en concreto y prefiero hacerlo ahora que Ninsei-Sama me dio permiso para ausentarme libremente. - Dijo levantandose.- Que aproveche Kuni-San, volveremos más tarde... - Dijo a forma de despedida educada para con el hosco Cangrejo. Luego sonrió a su nuevo compañero de viaje, Iuchi-San.- ¿Algun lugar de la ciudad que esté interesado en conocer? Yo tengo que visitar a un herrero de armaduras, si no tiene nada pensado sugiero que me acompañe, a menos que tenga otros planes.

La calle afuera es transitada por grupos modestos, en su gran mayoria heimins que por el olor y sus atuendos, deben dedicarse a la pesca. Solo se ven uno o dos comerciantes en carritos, ofreciendo pescado asado ensartado en varitas, cerveza y bolitas de arroz. Ciertamente, ningun samurai.

Junto al portico de la posada hay un par de monjes muy asceticos contemplando el mar. Son tu unica compania de momento. Sin embargo no parecen haberse percatado de su presencia, abstraidos en la meditacion...

Anzai salió distraido de la posada sin prestar demasiada atención a una ciudad a la que consideraba relativamente segura, visto lo que ya había visto. De repente entre toda la escena ve a dos monjes abstraidos mirando el mar, que no se han percatado de la presencia de ambos, de repente, mira a su compañero:

- Iuchi-San, ¿No te resulta extraño que dos monjes, hombres duchos en ver más que los hombres corrientes, no nos hayan visto?... Hoy ando de guardia baja, no se el por qué aun. - Dijo esto ultimo más para si mismo que para su compañero.

 -Todo hombre merece un descanso.-  Una respuesta vaga con la que el unicornio intento contestar tanto a la pregunta como a la afirmación de su compañero mantis. No se había detenido en observar a los monjes. En ese momento recordó que tampoco había reparado en ellos al entrar, pero habían estado allí todo el rato. –  Y parece que ellos lo estaban, y mucho, han estado ahí desde que entramos.

El unico detalle que llama vuestra vision, por como desentona en la playa, es el escorpion de blanco, que camina por ella en direccion a vuestra derecha, a unos 50 metros. Va tranquilo, paseando, detras de un pescador y un niño.

El posadero aparecer para retirar los platos de los que se han marchado y limpiar, agilmente. Observando a los tres que restan, sonrrie y pregunta.

-Honorables samurai, desean algo para aliviar vuestra espera? Algo mas de beber o comer, tal vez? O si lo deseais, dispongo de algunos tableros de shogui y go con que ejercitar vuestros intelectos.

Los Daidoji tenían que ser despiertos para planificar sus emboscadas y escaramuzas, y los juegos de estrategia eran una forma de mantener la mente ágil. Por otra parte, había acordado salir a dar una vuelta con su compañero Escorpión. Tal vez pudiera ganarse su confianza; no había aliado más leal que un Escorpión, siempre y cuando te considere un verdadero aliado, y no una herramienta.

- Gracias por su ofrecimiento, pero ahora no, gracias. Creo que saldré a tomar el aire yo también; la brisa del mar es refrescante. Nobles señores, si me disculpan...

Junichiro apuró su sake, se levantó y se dirigió al tabernero

- ¿Cuanto le debo por tan magnífica comida?

-No debe usted preocuparse por eso, señor. +contesta con presteza el obsequioso posadero, sonrriendo.+ Tsuruchi-sama dio a entender que ustedes y vuestros sensei pernoctaran aqui, asi que todo ira a la cuenta, hasta el triste momento en que nos abandonen. Disfrute su paseo, noble Daidoji.

Anzai miró a su nuevo compañero de viaje:

- Iuchi-San, deberiamos ir a ver si Bayushi-San nos necesitara en algo... - Dijo como forma de decir "vamos a ver que está haciendo".- Y en cuanto a los monjes ahora iremos nosotros a presentarle nuestros respetos. Son "hombres santos", merecen respeto por la vida que llevan, más incluso que por su credo... - Lo ultimo fue como un susurro en el gentío.

¿El Bayushi tras un pescador y su hijo? Seguramente nada peligroso o malo, pero había algo que le desentonaba en toda esa situación, en todo en general, como cuando abrias una caja de puzzle y faltaba una pieza pero aun era pronto para que fuera evidente, pero ahi estabas, mirando la caja sabiendo que le falta un trozo.

 Shiko asintio y siguio a su compañero. Era de los que opinaba que no se debía molestar a un hombre mientras paseaba. Pero no estaba seguro de aplicarlo cuando se hablaba de un escorpión.  El comentario del mantis sobre los monjes le provoco una pequeña sonrisa. – ¿Sabe de algún templo en la zona?-  Fueron las únicas palabras que salieron de su boca, aunque mentalmente hacia una lista de los motivos por los que esos dos monjes podían estar allí. 

La pareja que sigues pronto llega al malecon y continuan... Ahora puedes ver que se dirigen a una calle no muy distante, la cual corre perpendicular a la que vas. Hay heimins y etas amontonados en la esquina, observando. Otros, mas listos, solo dan una ojeada y apuran el paso, alejandose del lugar...

No se oyen gritos ni exclamaciones, al contrario, solo silencio...

Junichiro mira con sorpresa al posadero, pero solo un segundo. Al instante, vuelve a su pose confiada y calmada. Guarda el monedero, y sonríe al posadero.

- Oh, muy amable. Si veo a Tsuruchi-sama, le agradeceré en persona el detalle, y por supuesto le hablaré del excelente trato recibido.

Junichiro se despide del tabernero con una leve inclinación de la cabeza, se pone su kabuto y sale al exterior. Una bofetada de aire fresco con olor a salitre le recibe.

- Así que Tsuruchi-sama, ¿eh? ¿El mismísimo Daymio del Clan de la Avispa? Esto se pone interesante...  Piensa para si mismo; el había asumido que se trataría de una reunión con algún magistrado menor de la Avispa, pero si era el Daimyo en persona, estaba claro que tanto su viaje como el de los hombres que había conocido en la taberna acababa allí. Claro, que quizás estaba adelantando acontecimientos; quizás el tabernero solo se había referido de forma respetuosa a otro Avispa que no era el Daimyo. Pero el caso es que eso confirmaba que todos estaban allí con el mismo propósito, y que la reunión la había convocado alguien pudiente que podía permitirse el lujo de pagar el alojamiento de doce extranjeros.

Buscó con la vista al Escorpión tuerto; quizás podría averiguar si los Escorpiones saben tanto como cuentan.

Anzai rió un par de segundos por instinto, luego miró a Shiko y asintió:

- Perdona, pero me ha salido sola la risa, digamos que honro a los monjes por la vida que llevan, tengo a Shinsei por el ejemplo humano de la sabiduría, pero y perdoname por lo que voy a decir, creo sinceramente que los Dioses han abandonado al hombre a su propia seguridad. Como niños dejados solos para que crezcan, estamos aqui, en este mundo de guerra y muerte, para demostrar quienes somos. Creo en ellos, pero opino que no nos cuidan, y sinceramente, lo veo hasta bien en ocasiones...

El mantis no dejaba de observar la escena, no a los monjes, sino al escorpión... No se fiaba de los escorpiones. Ya había perdido su vida a manos de uno, no quería tener que fallar dos veces... Asi que iria con cuidado ante cualquier eventualidad.

Notas como a poca distancia, el unicornio y el mantis caminan conversando... Bastante mas alla, el escorpion avanza tras un pescador y un niño, que parecen dirigirse, como todos, hacia una esquina mas alla, donde hay un cierto numero de gente acumulada, en torno a algo que puede ser interesante.

si decides hablarles y unirte, yoritomo e iuchi

Los ojos de Hiroto tomaron direccion hacia el tumulto de gente situada en la calle miro unos segundo tratando de ver algopero le fue imposible de tanto cuerpo amontonado como matas de arroz; decidio asi retirarse del lugar y seguir un camino incierto en busca de algun rumor o secreto.

En este tiiempo la informacion era tan buena como el Sushi que habia tenido el privilegio de degustar.... los pasos le llevaron nuevamente frente a la taberna.... el Grulla no habia aparecido quizas?... si podia ser eso.....

En realidad si ves, no hay tanta gente amontonada como para impedirlo. El que parece acaparar las miradas es un hombre de ropas blancas y rojas, no demasiado distintas a las tuyas, que esgrime una katana. Frente a el se halla otro con una armadura ashigaru y una lanza...

Al voltearte, notas tambien que no muy lejos viene el grulla, pero mas cerca aun estan llegando el mantis y el unicornio, hablando juntos. Parecen estarte siguiendo... o tal vez solo te vieron y vienen hacia ti.