Partida Rol por web

A lomos de su galopante caballo, Beoval atisbó a ver cómo Dolfus finalmente frenaba su montura y miraba hacia atrás, esperando. "Menos mal que te has parado... estaba a punto de tirarte algo a la cabeza a ver si así recobrabas el juicio, maldito loco". El muchacho tiró a su vez de las riendas, e hizo retomar el paso a su montura, mientras se acercaba al otro jinete. Púsose a la altura del hechicero, y llamóle como se había dirigido a él momentos, u horas, pues ya no sabía muy bien en aquellas condenadas tierras qué noción del tiempo tener, antes:

-"...Magister...", Beoval hizo una pausa mientras miraba fijamente a Dolfus, suspiró y le señaló con el dedo índice para luego llevarse ese dedo a la sien y giraba la muñeca varias veces, mientras emitía un par de silbidos, "ffffiiiiiiii, ffffuuuuuu", en claro gesto de que habíale parecido una locura salir con pies en polvorosa como lo había hecho. Aunque luego emitió una estruendosa carcajada, "realmente es divertido andar cerca de estos magos...".

Se limitó a esperar la llegada del resto del grupo, mientras sacaba de su manga un pedazo de longaniza reseca y se liaba a mordiscos con ella, parando sólo un poco para enseñarle la longaniza a Dolfus y ofrecerle con un gruñido.

Denis seguía a su amigo Beoval y al loco mago Dolfus unos pasos por detrás, oyendo a lo lejos murmullos de sus compañeros de viaje sin saber muy bien que hacer ni por donde tirar, al igual que el otro grupo de desconocidos.

El templario siguió su camino cabizbajo, con cara de pocos amigos mientras afilaba su daga cuando, de repente, notó como la espada de madera se volvió de metal, y el peso de esta hizo ceder un poco el cinturón en la cual la portaba.

Sacó el mandoble y dandole un beso a su empuñadura, se santiguó acto seguido y volvió a guardarla como su bien más preciado que tenia.

Su gesto se fue relajando mientras avanzaba la conversación. Sir Frithnand estaba como ausente, no había participado mucho en la conversación, pero aquello le permitió observar aquel variopinto grupo. Su mirada se detuvo en varias ocasiones en el ser que era llamado Oren por sus compañeros y en en el bichejo que se encontraba junto a el, su incredulidad crecía por momentos.

La mujer que parecía que lideraba al grupo de desconocidos le desconcertaba. "¿Que quiere decir con Alianza independiente?""¿Serían rebeldes?". Los viajeros comenzaron a desplazarse y el caballero pensó que sería mejor moverse de allí antes que le pillara una tormenta mayor.

-Mantengámonos juntos por el momento, y busquemos refugio de esta tormenta para presentarnos como es debido- Por fin el caballero volvía a hablar y a tomar la iniciativa. Adelantó su montura y hizo un gesto a sus compañeros para que lo imitaran. Apretó un poco el ritmo y intentó colocarse a la altura de la mujer y sonrió para si mismo "Es bastante hermosa".

-Alberto no menosprecies a las mujeres o te llevaras mas de un bofetón-Sonrió a su consejero-Mantengámonos todos unidos por estos lares hasta que sepamos mas de ellos, Me llaman la curiosidad-

Oren contempló como uno a uno, sus compañeros, y aquellos que no eran sus compañeros, comenzaron a tomar el sendero de aquel viejo erosionado "espero que no nos equivoquemos..", mientras él trataba torpemente de montar en su caballo -Maldita bestia, ¡calma, que ya te he montado antes!- no le agradaba montar a aquel cuadrúpedo y lo mismo ocurría viceversa pero, si seguían por aquel camino, quería poder atravesarlo lo más rápido posible. Cuando estaba a punto de tirar la toalla el equino pareció calmarse por unos instantes y él consiguió subir a sus espaldas, tendiéndole una mano al goblin le ayudó a subir y éste se colocó tras él.

Arreó al caballo que, bruscamente y relinchando, inició el galope. Al contrario que de costumbre, decidió quedarse unos minutos en la retaguardia, desde ahí podría observar a los desconocidos.

-La curiosidad mató al gato Señor- dijo Alberto, y se acercó a su señor -Se que no creéis en leyendas pero ahora estáis viendo a aquella criatura que acompaña a la mujer.- señaló con la cabeza al goblin -Decidme ¿Quién sino una bruja llevaría semejante horror consigo? Haced caso a vuestro consejero y evitad el trato con ella y los suyos. Según cuentan las leyendas las brujas obtienen su poder de los demonios y tratar con demonios o sus lacayos nunca a llevado a nadie a buen puerto-

Los jinetes cabalgaron raudos por el sendero ascendente, liderados por Dolfus y con Oren, el mediofeérico, cerrando el grupo. Algunos hablaban en voz baja entre ellos, ahora bajo la fría lluvia, ahora bajo un ardiente sol, ahora bajo el manto oscuro de la noche. Los cambios climáticos iban acelerándose, convirtiéndose en un caos ilógico y exasperante.

Y el sendero nunca dejaba de ascender, entre aquellas dos enormes paredes de piedra. Cuando la luz natural lo permitía, los aventureros podían ver cómo diversas inscripciones, torpes mayormente, decoraban aquellas paredes, siempre con la misma palabra: Ierymira.

El camino comenzó a descender finalmente, antes de girar a la derecha, y luego a la izquierda. Ascendió, torció, volvió a ascender. Nunca acababa. Reconocieron zonas cruzadas apenas un momento antes, con el eco de las herraduras volviendo de la dura roca…

Y salieron de las Gargantas Profundas.

Fue tan repentino, que el verde del bello bosque que se encontraba ante ellos casi golpeó sus miradas, acostumbradas a la piedra. El lugar estaba salpicado de árboles, aquí y allá, con extrañas flores amarillas, rojas y azules abriéndose lentamente ante el sol que iluminaba el despejado cielo. Varios setos de enredaderas de tonos brillantes destacaban más allá de los primeros árboles. El sendero, apenas marcado, acababa cerca de ellos, en un pilar de piedra de más de tres metros de altura, lleno de inscripciones.

Pero la belleza del bosque no fue la única cosa que los golpeó. Repentinamente, varios de ellos salieron despedidos de sus caballos, como si una misteriosa fuerza los sacudiera. Cicos, Marlene, Alberto y Dolfus cayeron al suelo, aunque el mullido terreno de la floresta no los recibió con excesiva dureza. Sus monturas, algo nerviosas, se movieron cerca de ellos.

Fue entonces cuando varios animales aparecieron alrededor del variopinto grupo… al menos, animales en apariencia. La ardilla, la serpiente, el halcón y el gato tenían formas nebulosas, fantasmales, suavemente temblorosas ante la brisa del bosque.

Un segundo después, ya no estaban allí.

Habían ingresado ciertamente a un lugar protegido por la magia que seguramente había reaccionado ante las protecciones que los magos llevaban, quizás incluso reaccionara ante cualquier clase de hechizo, no lo sabía, pero quizás fuese una especie de zona antimagia, no sería el quien se encargase de averiguarlo.
En cuanto a los animales no estaba seguro de lo que podían significar pero eso sólo hizo que no pudiese quitarse lo sucedido de la cabeza

-Señor. Ayudadme por favor. Mi caballo se ha encabritado, y me ha derribado. Mi espalda, me duele mucho- Dijo todavía acostado en el suelo mientras tendía su brazo derecho. -Ay- se quejó -Mi brazo también me duele. Os previne de no seguir por ese camino- intentó levantarse, su rostro se tensó por el dolor y cayó -Dadme un rato a mi cuerpo para que se recobre, ya no soy joven. Quizás en otros año habría resistido pero ahora, ahora me siento muy mal señor-

Quizás había exagerado un poco, no lo sabía, pero no podía arriesgarse a que sospecharan de su condición

Cicos se descubrió de repente en el suelo, asombrado por una suerte de extraño golpe fantasmal, que no había previsto en modo alguno...

Después de unos segundos de estupor y de reconocimiento de la situación, intentó razonar qué había sucedido, sentado espatarrado en el suelo, con la túnica medio levantada. La situación podía haber resultado incluso cómica o bochornosa, pero a Cicos no le importó en ese momento. De hecho, la verdad le golpeó aún más fuerte: se encontraba totalmente indefenso, ¡sin protección alguna!

¡Marlene! ¡Dolfus! ¡Mi Parma Magica ha desaparecido! ¡Por completo! - gritó Cicos algo asustado en un exquisito latín.

Por un momento olvidó las imágenes animales que habían aparecido y desaparecido; ya habría tiempo de pensar en ello. Se incorporó e, ignorando al resto de espectadores, comenzó a levantar de nuevo, mediante gestos y letanías, sus defensas mágicas. Sólo le llevarían diez minutos, así que tenía que darse prisa.

Beoval consiguió dominar el intento de encabritamiento de su caballo cuando el animal notó que los magos que se hallaban a su lado caían de sus monturas al suelo. Descabalgó y se acercó al caído más cercano, que resultaba ser Dolfus. Acuclillóse junto a él y lanzóle una sonrisa jocosa, aunque sin ánimo de ofender, pues había constatado que la tupida floresta del bosque había minimizado el posible daño que pudiera haber sufrido el hombre.

Tendióle su brazo derecho y preguntóle: "Ert þú ógagnt?"...

Por suerte para Arnaud la mula era un animal tranquilo, lo que hizo que apenas se revolviera por lo acaecido. Vio como caian sus acompañantes, y como acto seguido Cicos hablaba en latin y Beoval Ayudaba a Dolfus, hablando en una extraña lengua. Con animo de ser caballeroso, baja sin mucha pericia del animal, ofreciendo su mano a la dama Marlene.
Señorita, ¿Le ha ocurrido algo? Esta caida ha sido muy rara, cayendo todos a la vez- Habla, con cierto tono preocupado en su voz.

-Gracias por vuestra ayuda Saul. Yo aquí contorcionándome del dolor y vos intentáis jugar al caballero. Si buscáis el favor de una dama podéis hacerlo en las tabernas. Allí habrán muchas que por una moneda os llenaran la noche de historias- dijo el sabio visiblemente enojado por la acción de su compañero.

El juglar, al verse tentado por Alberto, sonrie socarronamente y responde- Pero Don Alberto, hay un refran que dice que las mujeres y los niños primero, y usted no parece mujer, y por su cano cabello no parece muy joven...- Suelta una pequeña carcajada- Y si son historias las que quieren ser contadas, tal vez debieran darme a mi esa moneda.

Dirigiendose a Marlene, habla- Disculpe señorita, no lo tome a desplante, pero mi compañero ha solicitado mi ayuda,y no me puedo negar ante la peticion de un viejo cascarrabias- Su tono es jocoso, no trata de herir sensibilidades,sino de quitar hierro al asunto- No querriamos estar escuchandolo rumiar mucho tiempo en contra de los jovenzuelos y su poco tacto con los mayores.
Mientras se dirige hacia Alberto y le tiende la mano- No se enfade, buen hombre, que le quitara años de vida- Sonriendo de oreja a oreja, candidamente

Con gesto adusto Alberto extiende su mano diestra y se incorpora lentamente y con esfuerzo -Despacio, despacio que todo mi cuerpo me duele- se levanta por fin y se toma la cadera quedando medio encorvado. -Y para que lo sepas no soy cascarrabias- dice al juglar -Bueno, quizás un poco. Ojalá manejes tu espada tan bien como tu lengua y tenga al menos la mitad del filo que esta.- respira profundo y se queja -Mujeres y niños primero- bufa -¿Y qué hay de la sapiencia y la sabiduría?- se sacude lentamente el polvo de sus ropas -Eso es lo primero que deberías salvar. Sapiencia y sabiduría.- regañando entre murmullos busca su caballo y toma las bridas -Y a ti, ingrato corcel. ¿Se puede saber que es lo que te ha asustado para que arrojes a tu jinete de tan mala forma?-

Marlene se encontraba tumbada en el suelo. Acostumbrada al aire libre no le habría costado levantarse por sus propios medios, de todos modos acepta la caballerosidad del juglar. Se levanta sacudiendo sus vestidos, mientras que escucha las palabras entre el anciano y Saúl...
No es momento de estos planteos anciano...la próxima vez, si no quiere sufrir percances no debe salir de la comodidad de sus recintos...dice molesta por la reacción de éste.

Hemos pasado por algun tipo de regio o barrera mágica levantada por alguien...Ierymira??

Ahora su mente se enfocaba en la desaparición de su parma. Asiente nerviosa ante las palabras de Cicos, y rápidamente toma unas cintas de colores de su cabello y comienza a recitar unas palabras casi inintelegibles comenzando a levantar nuevamente su parma.

Por instinto Oren se aferró a la crin de su montura, esperando el momento en el que le tocase caerse de bruces al suelo pero..."¿eh?", ese momento no llegó sino que contempló montado en su caballo cómo los tres magos y el anciano si incorporaban, cada uno a su ritmo, con o sin ayuda. ¿Qué había pasado, qué eran aquellas especies de animales que había podido ver durante unos instantes?, había ocurrido demasiado rápido e imprevistamente como para poder analizar propiamente lo ocurrido, eso sí, le intrigaba porqué, de los diez que eran, solo cuatro, los tres magos y el anciano habían sufrido el percance, ¿acaso el anciano poseía el don de la magia aunque lo ocultase?.

Repentinamente su razonamiento se vio interrumpido por aquel molesto pitido que sintiera al entrar en las Gargantas Profundas con la diferencia que ahora, en vez de ir y venir, parecía ser más constante.

Con una mueca de molestia en la cara se giró hacia atrás para mirar al goblin y le preguntó -Burokt, ¿qué es ese pilar de ahí delante, puedes leer las inscripciones?-

Dolfus se cayó al suelo desde su caballo, sus posaderas fueron a parar al suelo.
-Para que luego digan que la belleza no puede tumbarte--dijo riéndose en referencia al bello páramo que vio antes de caerse-Oh, gracias Beoval--añadió extendiendo su mano hacía el noble guerrero-.

Una vez erguido sobre sus pies el mago agradeció el gesto a su compañero con una palmada en la espalda.
Se dio cuenta mientras Cicos lo decía, había perdido su parma magica, así que para recuperarla Dolfus ex Jerbiton tenía que ser raudo.

Lo que cualquier observador medio podía ver era a un magus realizando una extraña danza mientras decía palabras incomprensibles al viento, pero no, Dolfus estaba reactivando su parma magica.