Partida Rol por web

Cuando los guardías hacen la señal para derribar la puerta, los aventureros se preparan, pero un gran brazo les aparta y se hace hueco entre ellos.

Frey Fradique sin inmutarse demasiado da un golpe con tal fuerza que la puerta se hace pedazos, saltando astillasy pequeños trozos por todos lados. A pesar de la fuerza del golpe, Frey Fadrique parece no ahber usado ni la mitad de su fuerza y hace un gesto rápido a sus compañeros para que avancen

Guillaume intenta seguir lo mejor que puede el ritmo de sus compañeros por los tejados de aquella ciudad aún y percatándose de aquella figura femenina que daba alcanze a los perseguidos.

Sonrío ante la demostración de fuerza de Frey Fadrique.

- Tranquilo compañero, si seguimos armando tanto ruido auyentaremos a nuestra presa - digo mientras me deslizo en silencio al interior.

¿Tan peligroso es el peligro al que nos enfrentamos que los propios guardas del Príncipe necesitan ayuda?

Alejo los malos presagios de mi mente y subo escaleras arriba, preparado para entrar en combate al menor signo de peligro. Mis pasos resuenan en la casa, alertando a cualquiera que se encuentre presente de mi presencia; pero eso no importa. La situación de peligro no permite cuidarse de no hacer ruido.

Una vez arriba busco una salida al tejado del edificio.

Lud no tenía todas consigo. Si realmente su presa se encontraba en el interior era necesario que se le intentaran cortar las alas en caso de que intentara huir. Consideraba que el grupo era suficientemente nutrido y fuerte como para acabar con el sospechoso. Así pues, se puso a rodear el edificio en busca de puertas o ventanas que pudieran ser practicables en la huída.

Amador procura permanecer pegado a las paredes del viejo almacen  y mira por si su presa salta a alguna azotea cercana.

Tras una lenta reaccion corro por los tejados como alma que lleva el diablo...NO PODEMOS CONSENTIR QUE ESCAPEN...

Una vez arriba encuentras la puerta del cuarto de Aimery destrozada y la habitación es un autentico caos. Las ventanas están abiertas y dan hacia una cubierta de un edificio inferior a corta distancia.

Puedes ver como a la cabeza y mas lejos van Aimery y su atacante, seguidos por Kristof en primer lugar a su vez seguido por Mihali y detrás en otro grupo le siguen Guillaume, Luccius y Gotrich.

La persecución continua a lo largo de las cubiertas de los distintos edificios adosados. Estáis cerca de Aimery y su agresor. Aimery gira su cabeza hacia atrás de vez en cuando para observar la posición del desconocido. En uno de sus movimientos descubre al igual que todos vosotros que el agresor desaparece.

Os da tiempo suficiente de llegar hasta donde se encuentra Aimery, y este alarmado se aferra a vosotros.

- Por favor caballeros ayúdenme... Un assamita me quiere ver muerto, no se porque pero... Seguramente haya sido el asesino del Conde Roland.

El assamita desconocido puede aparecer en cualquier momento por cualquier lugar mientras tanto Aimery sin dejar de observar alrededor os pide ayuda.

La casa esta totalmente a oscura, tan solo veis el comienzo del almacén gracias a la luz de la Luna que entra con timidez desde el exterior. Podéis ver el brillo de los ojos de varias ratas cuando pasan cerca de la puerta.

Él...

El asesino...

El culpable primero, directo.

El mayor testigo de nuestra causa, de nuestra inocencia, quien puede señalarnos al verdadero culpable...

Camino alrededor de Aimery, sosteniendo mi espada con ambas manos, alejando la mirada de él y recorriendo con ella los alrededores. Cada teja, cada valconada, cada torreón cercano. Un asesino tiene muchas formas. Y no todas son perfectamente visibles. Confío en mis potenciados sentidos para encontrarle, o al menos para evitar que se nos acerque oculto por el poder de su sangre sarracena.

Espero que los otros se acerquen y se unan a la defensa de Aimery.

• ¡¡Formemos un círculo!! ¡¡Mantened los ojos abiertos!!

Invocando los poderes de mi sangre, cierro los ojos y concentro una pequeña fracción de sangre en ellos. Cuando vuelvo a abrirlos mis ojos se han adaptado perfectamente a la oscuridad reinante, permitiéndome ver tan claramente como si fuera de día. Mis ojos refulgen con un siniestro brillo rojo.

- Listo - mi sonrisa unida al color de mis ojos me dan un aspecto siniestro, algo que muchas veces ha hecho huir a los mortales - Yo os guiaré en la oscuridad. Procurad no perderme de vista.

al ver el giro que ha dado la situación, saco mi daga y levanto la cabeza hacia arriba, como hice antes, llamando a los murciélagos. Cuando he acabado de hablar con ellos, me giro hacia mis compañeros mientras les digo:
-Muy bien, habrá que protegelo entonces. ¿Y si lo llevamos al castillo del príncipe? Este no me parece lugar seguro, más que nada... por si amanece.

a los murcielagos les digo
-Esperad, no ataqueis a este, atacad a aquel a quien yo ataque.