Partida Rol por web

¿Y a qué esperas? Se está desangrando, vamos hermana, necesita curación.

- Dios ya decia yo que la tranquilidad no podría durar mucho - dice el mago bajando la cerveza hasta la mesa de un porrazo.

La enana bufó ante lo que le dijo Ghalnek en enano. Se levantó de la mesa a regañadientes, como si en vez de hacer lo que su hermano le decía prefiriera un curso de acción diferente. Sin añadir gran cosa, siguió a su hermano hasta donde el corpulento tabernero tenía a la joven herida.

Dio un paso al frente y se plantó en jarras delante de ellos.

Soy Bardryn, sacerdotisa de Hela del Hacha Brillante gruñó la enana, con la mirada fija en la herida. Cualquiera que supiera algo sobre enanos, sabría que sólo daban su apodo y nombre de clan en circunstancias solemnes, y a gente respetable. Bardryn debería juzgar que aquella situación no cumplía esas expectativas. ¿Necesitáis ayuda con "eso"?

La enana dio un cabeceo para señalar la herida.

¿Y a qué esperas? Se está desangrando, vamos hermana, necesita curación.

Galatea giró la cabeza hacia la escena y apoyó ambas manos en la mesa irguiendo la espalda mientras entornaba un poco los ojos con gesto concentrado. Al parecer agudizaba el oído para enterarse de algo... cosa que consiguió.

"Rillifane bendito, no me esperaba ésto precisamente... pero bueno, al menos es mejor que pasarse aquí el día mirando las telarañas"
 

Bardryn:

La elfa cogió el vaso de madera y tomó un sorbo de agua antes de hablar.

—Es posible—dijo con una calma antinatural en una situación como aquella—de hecho parece que hasta hay prisioneros y todo por lo visto... y necesitan que les envíen ayuda.

 
Volvió a beber algo de agua.

Thzedrich:

Galatea dejó el vaso en la mesa y enarcó ambas cejas con aire mezcla de divertido y socarrón pero sin intención alguna de burlarse al ver el aparente fastidio del pobre mago.

—Míralo de esta forma... "se ha presentado algo más interesante que hacer"

Se encogió filosóficamente de hombros y tras ponerse en pié sin prisa alguna se acercó a donde se encontraba ahor ala enana junto a la muchacha herida. Ascalon no se movió de su sitio, pero levantó la cabeza del suelo con las oreja smuy erguidas siguiendo los movimientos de su compañera.

El hombreton mira sobresaltado a la enana, como si hubiera salido de ningun lugar...  Luego la reconoce y se yergue en toda su estatura. Como esta exede los 7',... Pareciera que fuera a golpear a la enana, pero cambia de actitud al escuchar que es cleriga.

-Esta bien... Haz lo que puedas y te compensare. +dice, dandole paso+

La enana desvió la mirada y contempló sosegadamente cómo Elgar se levantaba. Si su altura o su corpulencia la intimidaban (¡que no lo hacían!), no lo demostró ni con un sólo movimiento de la cara. Las kaxanar eran conocidas por su valor indómito, y por confiar en que su diosa las guiaría a la victoria, sin importar cuantos y cuan fuertes fueran sus adversarios.

Cuando aquel hombre le dio paso, se quitó los guanteletes y se los tendió a su hermano para que se los sujetara. Al arremangarse, pudieron ver cómo los antebrazos de Bardryn estaban cubiertos por escarificaciones en forma de motivos geométricos. Se acercó a la muchacha en un par de pasos decididos, colocó una mano sobre la herida y musitó una plegaria a su diosa.

La energía curativa brotó de sus manos a la pierna de Amane, como un torrente de aguas heladas.

¿Estás mejor? preguntó a la chica.

La herida de su pierna apenas se cierra, sin duda es bastante profunda y puede que comprometa algunas venas... Es bastante sorprendente que halla podido caminar hasta aqui desde donde sea que le halla pasado esto. Sin embargo la joven asiente levemente, con un pestañeo

Esto tiene muy mala pinta resopló la enana. Murmuró una nueva plegaria y dejó que sus poderes curativos volvieran a fluir de ella hacia Amane. ¿Cómo te hiciste esto?

Ahora si, la herida se cierra mejor y la muchacha suspira con alivio... Se la nota agotada y debil, pero mucho mejor. Murmura en voz baja pero clara

-Una lanza... Estaba disparando y uno me tomo por sorpresa arrojandola... Acabe con el pero no pude evitar su ataque...

Dicho esto cierra sus ojos, jadeando suavemente por el esfuerzo

El hombreton toma en sus brazos a la muchacha, con facilidad. Mira a una de las meseritas, a la mas pequeña.

-Saria, ve y prepara un cuarto. +ordena+

Luego te mira mientras la pequeña corre arriba.

-Bien hecho.

No parece ser de los que malgastan su tiempo en palabras. Sin decir mas se aleja y comienza a subir, llevandose a la muchacha con gran cuidado.

La enana los siguió con la mirada, con un gesto de fastidio pintado en el rostro. Se acercó a zancadas a su hermano y le arrebató sus guanteletes de la mano. Sus ojos grandes parecían decir: ¿ves lo que pasa por ayudar a desconocidos?

Resopló y se dirigió de vuelta a la mesa, malhumorada.

La gente va retornando a sus mesas, comentando para si. El unico que continua mirando al grupo es el caballero de armadura negra, aunque su cohorte habla en voz baja entre ellos..

Se levanta, tomando su espada y su yelmo, envainando la primera, pero sosteniendo el segundo en el codo. El cabello gris de este hombre no concuerda con sus rasgos juveniles... pero se mueve con una soltura y fluidez notables aun con una armadura completa.

Camina hacia el sexteto reunido, directamente a Bardryn. Al llegar junto a ella, pareciera que la mira, aunque sus ojos no pueden verse entre el cabello. Sin vacilar, le escupe encima!

-Asquerosa enana...+murmura, con una voz fria y elegante+ ojala tu y tus dioses se pudran... 

Galatea se echó ligeramente a un lado cuando la Bardryn pasó como un pequeó cúmulo de maldiciones rezongando de nuevo a la mesa aunque no la miró mal, de hecho, reanudó la marcha dirigiéndose al enano.

—Un hombre de palabra, ¿eh?—dijo mientras se agarraba los codos con ambas manos y seguía con la mirada al humano que subía las escaleras.

Intuía que la sacerdotisa estaba molestap or esa supuesta "compensación" que no había llegado y en cierto modo aquello era un "no pasa nada, ya se acordará más tarde"

 Aunque en ese momento escuchó algo realmente curioso.

Caballero gris:

 
La elfa giró la cabeza parpadeando con los ojos azules abiertos de par en par pero aquel fue el único cambio que se obró en su rostro... al cabo de unos segundos torció el gesto con desdén.

—¿No es fantástico...?—resopló irónicamente intuyendo la inminente llegada de problemas aunque su voz no se había alterado en absoluto—...primero un hombre de palabra y ahora todo un poeta. Que lugar más variado.

"Y yo pensando que este sitio era aburrido..."

Ghalnek sonrió a su hermana cuando le cedió los guanteletes, con una mirada tranquila. Su hermana no era muy dada a hacer amistades, es cierto, y alguien debía enseñarle a socializar un poco. No es que Ghalnek fuera un maestro, pero era su deber como hermano mayor.

Miró hacia la escalera, suponiendo que cuando volviese les compensaría, como habia prometido, cuando...

 -Asquerosa enana, ojala tu y tus dioses se pudran... 

Ghalnek apenas había visto a ese tipo, ni le conocía de absolutamente nada. Lo único que sabia de él es que habia aparecido de la nada para, con esos aires subidos, insultar a su hermana y a los Mordinshamman, los dioses enanos.

¿Qué...?

La expresión sorprendida del enano se convirtió en furia difícil de contener, especialmente si no hay ganas de contenerla. Había insultado directamente y sin motivo a su hermana, a su hermana pequeña, y a Hela y Clangeddin, y a Moradin, dios de los herreros enanos...

Le habría partido la cara, pero llevaba demasiada armadura para eso, y ese perro carecía del estatus suficiente como para que Ghalnek se plantease arriesgarse a que él si desenvainase.

¿Así que te metes con los enanos...? Cuando te corte las rodillas dejarás de mirarnos por encima dle hombro, gusano....

Desenvainó su hacha, empuñó su escudo, y con un grito de batalla se lanzó a por el caballero. Podía consentir muchas cosas, particularmente si iban dirigidas hacia él, pero no ésas, y no a su hermana.

¡¡¡¡¡¡¡WAAAAAAAAAAAAHHHHHHH!!!!!!!

La enana ni se inmutó. No hubo sorpresa, ni comentarios sarcásticos. No movió un músculo de la cara.

Pero sí del brazo.

Sin mediar palabra alguna, sacó su mandoble de un tirón y se lanzó sobre su oponente para reducirlo a pulpa.

Ambos ataques resbalan sobre la armadura del hombre, sin hacerle efecto en apariencia... Pueden sentir su actitud despectiva, pues ni se molesta en desenvainar...

-Basura enana, menos que la mugre de mi zapato...+gruñe+

Ghálnek gruñó también, mirando a los ojos al hombre. Atacó con fuerza, tratando de tirarle al suelo, sin dar tregua.

Has insultado a la enana equivocada, perro zanguilargo!