Partida Rol por web

La famosa bestia de Hima es derrotada por nuestro esfuerzo conjunto y la paz llega a estas tierras con eso. Veo su rostro chamuscado en el suelo y siento algo de pena por él.

"No sabemos qué la motivaba. Quizás no era más que una madre angustiada por alimentar a sus crías o desplazada por la civilización."

Veo entonces que el Hida la remata con violencia, lo que no me complica demasiado pues no soy demasiado apegado a las normas de la casta samurai. Probablemente por no haber nacido como uno.

Entonces habla de buscar su guarida y asesinar al resto de su comunidad. Pienso en que no estoy de acuerdo con ello pero no lo demuestro a menos que se ponga realmente sobre la mesa como tema de discusión. Por el momento para mí, esta misión ha terminado.

El heimin nos invita a su casa, a lo que acepto con una reverencia mientras junto mis manos en señal de respeto y adoración. No le brindo mi nombre pues no me interesa la gloria ni la fama, sino solo servir y buscar la iluminación.

El poderoso orbe flamígero termina con la vida de la bestia, Isawa sonríe satisfecho de haber probado su valía y no haber retrocedido ante la adversidad.

Observa a sus compañeros, el que parece más malherido es el Cangrejo. Se dirige hacía él cuando este de pronto asesta un golpe contra el cuerpo de la criatura teóricamente exangüe. Desde su posición no ha podido ver bien la situación. Además hay que tener en cuenta el carácter rudo de los Hida y su odio casi fanático hacía la mancha y sus engendros, se dice a si mismo.

Parece que anuncia algo y se marcha en dirección opuesta al grupo, cuando el shugenja se lo cruza, le saluda y le ofrece su ayuda para sanarlo.

- Kusonoki san, has aguantado con vigor la mayoría de los golpes, déjame reparar tus heridas, sería un honor para mí poder ayudar a tan bravo guerrero.

- Arigato, santidad. Pero no estoy herido. Esta sangre no es mía. Son ustedes los que deben regresar. El Imperio necesita de su unidad, de su capacidad de juzgar, perdonar o ejecutar cuando la Ley no está al alcance de quienes la necesitan. Y yo.... yo tengo que probarme a mi mismo muchas cosas. Y matar osos que causan problemas es un buen principio. Arigatou santidad. Sus palabras me harán encontrar el camino de vuelta cuando termine.

Gracias Kikuma-san. Su oferta es de lo mas generosa, y creo que un poco de saque está en orden. Es una lástima que no pudiéramos mantener a la bestia viva para convertirla en un ser de guerra. dijo Naoko haciendo una reverencia No podemos estar seguros de que sea la única bestia, ni de que sea LA bestia. Nos quedaremos una semana mas, de ser posible, y vigilaremos por si aparecen mas. Luego, los invito a pasar un par de noches en el castillo: mi señor es justo y generoso, estoy seguro que querrá oír las hazañas emprendidas hoy y que os dará unas palabras su futuro. concluyó la Matsu que vio que se iba el Hida y lo despidió con una suave reverencia.

Mi nombre es Matsu Naoko, Kikuma-san. Podemos incinerar a la bestia, cierto?

Estos cangrejos... fieros y orgullosos hasta el fin, piensa Isawa, con cierta admiración.

- Que los espíritus te bendigan en la senda que has iniciado, Kusonoki san, se despide con una reverencia.

Se reúne con el grupo y el agricultor que le espera solícito y le responde revelando su identidad:

-Mi nombre es Isawa Tetsuo, shugenja del clan del Fénix.

Acepta con humildad la comida que le ofrece el campesino, aunque está ansioso por comunicar a su daimio el resultado satisfactorio del encargo, le apena el tener que despedirse de tan excelentes compañeros. Aprovechará el convite de Kikuma para compartir un instante más su compañía y quién sabe si durante el camino de regreso surjan nuevas aventuras...

-Si venís del castillo....Oh!- El campesino, al reflexionar las palabras de Matsu Naoko hace una exagerada reverencia.

-No sabía que eráis los enviados del Daimio Ikoma Takaru, por favor disculpadme pero os estábamos esperando desde hace tiempo. Tenemos alojamiento preparado en la posada para vosotros, buena comida y sake. Por favor señores, podrán descansar de este día y mañana emprender viaje o buscar la guarida de la bestia.-   

Ante las palabras del heimin miro a mis compañeros de viaje y, tras ver sus rostros, respondo:

-Una celebración así sería algo bastante revitalizante. Comida, sake, un baño, dormir bajo techo... ¿A qué estamos esperando? Suena magnífico.

Celebremos, pero no nos dejemos llevar: puede que no sea lo último de la misión. Asintió Naoko

Kusonoki Hida se adentra entre la espesura del bosque buscando el rastro de la Bestia para llegar a su guarida y, como bien dijo con sus palabras, acabar con toda su descendencia y cualquier fuente infectada por ella.

Mientras tanto, Kikuma guía al resto del grupo por el camino hacia Hima, donde una cena y una buena cama les esperan para celebrar su victoria. 

A medida que avanzas el follaje de los árboles se hace cada vez más frondoso dejando pasar menos luz. Piensas que debes darte prisa en encontrar el rastro o la oscuridad lo pondrá mucho más difícil. 

Sabes que no es el camino más fácil, pero la mancha podría haber corrompido al oso y su guarida podría ser el foco de donde sale la corrupción.

El pueblo de Hima es una pequeña aldea formada por dos grupos de viviendas a ambos lados del camino que discurre de sur a norte. 
Según salís del bosque a un extenso claro camináis entre dos campos de cultivo claramente definidos y más allá, a vuestra derecha junto al río, veis los arrozales que, como os explica Kikuma, están mermados por la disminución del cauce del río que los baña, pues antes casi llegaban a la linde del pueblo.

Seguís camino dejando a la izquierda las primeras casas y unos chiquillos jugando, los cuales al veros, se interesan por vosotros siguiéndoos como un séquito imperial.

veis también la posada, una casa de dos plantas, de echo la única del pueblo, construida en el centro del mismo pueblo pero Kikuma pasa de largo hasta llegar a una campana construida en un escaño de madera, en donde se encarama el campesino y toca la campana a un ritmo frenético.

-¡HAN LLEGADO, LOS SAMURÁIS DEL SEÑOR HAN LLEGADO!- grita. -¡Y HAN MATADO A LA BESTIA, LO HE VISTO CON MIS OJOS!!-

Pronto la gente corre ante la llamada acercándose hasta allí para ver a los héroes que acabaron con la bestia. Unos ríen, otros lloran de consuelo y otros hacen reverencias mientras os dan las gracias.

La noche cae y todo el pueblo os acompaña a la posada, donde, en el centro de la misma, se os sirve arroz, vino, sake, pescado, verduras y sopas y más comida de la que pudiérais pensar alberga un pequeño pueblo de apenas treinta y cinco habitantes.

Alguien comienza a cantar una canción alegre alabando las virtudes de los siete truenos y comparándoos con ella a los mismos. Pronto todos gozáis del calor de la gente honrada, de sus risas y la alegría de que nunca más tendrán que pasar miedo gracias a vosotros. 

La Matsu agradeció las palabras de los aldeanos, y trató de ayudar en lo que le pidieran, escuchando sus problemas y deseos para transmitirselos a su señor. Hima o cualquier otro lugar merecían tener una voz, y la muerte de tantos aldeanos podrían ser algo malo para la cosecha y para los aldeanos, asique se propuso escucharlos y ayudarlos en lo que necesitara.

Antes de llegada la noche, pidió que Isawa-sama y Togashi-sama dirigieran una misa por los muertos, para que no vinieran mas criaturas enloquecidas y por las cocechas, la abundancia y el avance del pueblo. También por los ancestros, y agradeció al propio por la ayuda en la batalla.

Llegada la noche, Naoko bebió y comió de forma recatada, y se mantuvo alerta. Si, se dejó entretener, pero también se mantuvo alerta, sin aguar la fiesta de los demás.

Kusonoki se sentía culpable. Les había mentido a sus compañeros pero... había sido por su bien. Por el bien de todos, porque Kusonoki no encajaba con las multitudes y menos aun, con algo que celebrar. En su pueblo la única celebración que se hacía era por la mañana, con el desayuno. Se daba gracias a las fortunas y a Lord Sol por ese nuevo amanecer aun vivos. Las batallas, fueran escaramuzas o no, siempre dejaban lagrimas se ganase o perdiese. Si, había hecho lo correcto.

Ahora a mitad de camino, cambió de idea y en lugar de ir a cazar osos, puso rumbo a su tierra. Seguro le necesitaban en la Muralla. Seguro había goblins que matar.

El Hida nos abandona por lo que él considera como necesario y no seré yo quien le detenga pues la sabiduría debe llegar por la propia búsqueda, jamás por imposición. Le dejamos para dirigirnos al pueblo todo el resto.

Al llegar, los aldeanos realizan una celebración en nuestro honor y sonrío de los ofrecimientos que nos hacen, pues siempre es bueno poder celebrar la victoria. Sus palabras son de sincero agradecimiento y eso es algo que no se debe menospreciar.

Naoko-dono nos pide a Isawa-sama y a mí que ofrezcamos una misa para así despedir a los muertos y pedir por protección y abundancia a los Kami. Me imagino que es Isawa-sama el experto en los Kami y las Fortunas, pero intento ayudarle en el ritual para que todo salga perfecto.

-Es algo que debes hacer- te dices a ti mismo -por el bien del clan.  

Pones rumbo a Shiranai Toshi para reunirte con tu compañero Kuni Tsuraemon y poder partir con las tropas león acordadas ante el Daimio por la ayuda prestada. Te hincha de orgullo el saber que gracias a ti, la muralla Kaiu estará más defendida y menos cangrejos sucumbirán ante las fuerzas de la oscuridad. Serás un héroe cuando llegues.

No hizo falta mucho para que el silencioso bushi se llevara al gaznate un buen tazón de arroz y varios tragos de sake. Incluso se puso a reír, rompiendo su habitual silencio, en algún momento determinado. Y pidió en voz alta más comida, de forma cortés y educada.

Era una fiesta y un motivo de celebración.

Y aunque siempre hubiera sido muy reservado, demostró que también era un buen bailarín, después de cenar.

Se me puede ver disfrutando de la fiesta con alegría, como en abundancia y bebo sake con moderación, tras 3 tazas de sake empiezo a pedir té.  Y hablo con unos y otros. Cuando escucho la voz de mirumoto-san por primera vez, empiezo a "tomarle el pelo" con cara de travieso.

 Cuando suena la música y empieza la danza, yo me quedo un poco aparte, observando como los demás se entretienen. Yo me conformo con disfrutar del ambiente y escuchar la música de flauta que algún heimin está tocando.

El ambiente creado por las gentes del pueblo es agradable, distendido e incluso, familiar. Todos ríen y se alegran, cantan, bailan y hacen actuaciones cómicas o cuentan travesuras de los chiquillos. Una fiesta memorable.....

Hasta que un grito de mujer os hiela la sangre paralizando por completo la celebración. Todos os miráis en un completo silencio que se alarga por segundos, paralizados por el horror. Ni siquiera los grillos interrumpen el silencio. Afuera algo ha ocurrido. Algo que solo un grito así puede describir. 

Tetsuo estaba disfrutando de la comida de celebración cuando un grito helador casi le hace atragantarse con el sashimi de atún. 

Se incorporó rápidamente, dirigiéndose hacia donde procedía el sonido.

Me levanto con presteza, dejando las cosas con más o menos cuidado, agarro mi arco, lo tenso con un fluido movimiento y, poniéndome el carcaj en un lugar accesible, me precipito hacia la zona en la que se ha producido el grito.