Partida Rol por web

"La sonrisa de Miranda", se llamaba la única taberna y posada de Robleviejo. Comenzaba a caer el sol cuando los cuatro viajeros entraron. Era un lugar pequeño pero acogedor. Estaba prácticamente vacío, con la excepción de la propia Miranda, una mujer de buen humor, que cantaba todo el tiempo, y un muchacho que roncaba abrazado a una señorita en un rincón.

De la cocina asomaba un olor a pato asado que hacía relamerse al instante. Cuando la dueña del lugar vio a los visitantes, se le atoró en la garganta la canción sobre la Diosa de los Vientos que estaba cantando, y los miró con ojos como platos.

- Me lleva la mismisima Dynora -exclamó, refiriendose a la Diosa del Aire-, pero si es Lord Dragomir! Y Farah, chica, hace mucho que no vienes por el pueblo...  y  no, no será Kal..   ¿Kalahad? Pero si la última vez que te ví eras apenas un niño! Madre mia, déjenme que les sirva algo..  ¿que desean? Crixor, ¿Lo de siempre?, Dragomir, una hidromiel, ¿verdad? ¿Y ustedes dos, que será?

- De Lord nada, Miranda -responde Dragomir. Es bueno verte, estás igual de hermosa que siempre. Y si, hidromiel para mi, por favor.

Luego mira hacia el muchacho dormido y se acerca a él. Zax, el hijo de Dunner el arquero, estaba con el cabello revuelto, abrazado a una bota de licor con un brazo, y a Lilith, la hija del viejo Tummen, con el otro. Su higiene personal estaba bastante lejos de ser la ideal.

Dragomir lo pateó suavemente y la pareja se despertó, bostezando y desperezandose aparatosamente.

- Disculpe su excelencia si lo hemos despertado -comienza a hablar Dragomir con algo de ironía en la voz, pero con buen humor. Pero hay temas urgentes que requieren de vuestra noble presencia.

Zax reconoció al legendario Dragomir Espadabrillante, héroe de Léomen, miembro de Los Bendecidos, compañero de su padre. Era un hombre alto, fuerte, y daba fe que un referente en cuanto al manejo de esa espada mágica suya, que brillaba en la oscuridad. Vestía todo de negro, como siempre, armadura de escamas y capa, gastadas por el camino, pero de buena calidad. Aunque tenía cierta confianza con él, sabía que estaba frente a una leyenda viva, pero despues de todo, era hijo de otra.

-Buenas tardes, Miranda - sonríe a la mujer que hace tanto tiempo que no ve. Su madre y ella suelen ir muy poco al pueblo y muchas veces solo para cosas muy necesarias como comprar algún tipo de alimento que no pueden conseguir o que se les ha acabado y también suelen ir a comprar paja para reparar el techo de la cabaña, así no suelen pasar por la taberna.

De pequeña solía ir cuando iban a las reuniones o cuando le pedían a su madre que bailase para entretener a los asistentes o viajeros que acudían al pueblo por asuntos varios, pero poco a poco dejó de ir así que hará como poco 7 u 8 años que no se pasa por ahí. Se sienta en una mesa vacía y espera que los demás también lo hagan, siempre es más cómodo estar sentado alrededor de una mesa que no en la barra.

-No te preocupes por mí, con un poco de agua tendré bastante.

Tras eso fija su mirada en el chico mugriento que está tirado en un rincón y que abraza de forma posesiva tanto a una bota de alcohol, seguramente vino que es el único líquido que ha visto llevar en bota, como a una chica. ¿Cómo se puede ser tan descuidado con la higiene personal? No se como la chica puede estar siquiera cerca de él.

-Prefiero estar al lado de Kalahad... y eso es mucho decir.

Hola Miranda y sí que sea lo de siempre. El chico deja sus enseres junto a su silla. La gran espada que lleva en su espalda llama la atención de los parroquianos de la taberna. Es una espada señorial, un mandoble cuya hoja parece potenciar los rayos de luz que la tocan emitiendo brillos y destellos. Es tan grande y está tan bellamente tallada que los que la ven sienten una mezcla de respecto y admiración por tan magna obra de la herreria.

El muchacho comienza a tomar su apetivo habitual. Para pasarlo mejor bebe una buena jarra de cerveza fresca. Mientras come escucha la conversación que tienen sus compañeros. 

Una vez que las presentaciones está hechas, Crixor se dirige al grupo. Y bien, ¿es que no váis a comer algo para llenar el estómago antes del viaje?.

Estaba prácticamente vacío, con la excepción de la propia Miranda, una mujer de buen humor, que cantaba todo el tiempo, y un muchacho que roncaba abrazado a una señorita en un rincón.

Sólo esta aclaración: No había parroquianos en la taberna. Además, intenta describir sólo tus acciones y reacciones, déjame las de los demás a mi.

Asiente a la pregunta de Crixor. La verdad es que estaría bien comer un poco ya que nunca se sabe que se van a encontrar en el camino y también llevan todo el día dando vueltas por el pueblo. Levanta la mano para llamar la atención de Miranda y sonríe cuando se acerca.

-Quizá podrías traerme algo para comer y un poco más de agua.

Observa al muchacho sucio y, al parecer, borracho, con desagrado. Éste no parece por la labor de despertarse o hacer caso alguno a Dragomir, aunque quizá solo sea por el alcohol. Vuelve a mirar a Crixor.

-Esa espada parece increíble... tiene algún tipo de magia? Por como es capaz de brillar... -observa el arma con curiosidad. Nunca se le han dado bien esas cosas y alguien como ella tampoco podría levantar una espada, por ejemplo. Si lo hiciese necesitaría de toda su fuerza e incluso más.

Perdón, tienes razón. 

Da un buen trago de cerveza y deja el vaso suavemente en la mesa. Mira a la muchacha que le pregunta sobre la espada con admiración. Es obra de los Elfos. Poco se sabe de ellos y de su artes con la herreria, pero está muy por encima de lo que se puede encontrar en la zona. Crixor se pierde un rato en sus pensamientos intentando imaginar que artes se habrán utilizado para forjar el mandoble. Como él tamibén conoce el oficio, es algo que le apasiona.

Retorna de sus pensamientos  y vuelve a mirar a Farah. De todas formas lo tuyo son armas más ligeras, a juego con tus habilidades. Mientras lo dice, el soldado echa un vistazo rápido al cuerpo de la joven. 

Crixor ya comienza a sentirse saciado y se fija en Zax. La actitud del joven le divierte, pero piensa que ahora no es momento de juegas y, tomando aire, espera a que el joven se espabile un poco.

Mantiene la compostura cuando Crixor hace un reconocimiento rápido de su cuerpo. Como bailarina debe mantenerse siempre tranquila y no mostrar si esas miradas le incomodan o no, así que eso es lo que hace, poner en práctica las enseñanzas de su madre.

-Precisamente mi madre se dejó unas dagas, así que las he cogido. Aunque no creo que sea muy hábil con las armas... se me da mejor bailar - sonríe.

Las busca entre las cosas de su bolsa de viaje y le muestra las dos dagas que ha cogido de su casa. Ni siquiera sabe si son de buena calidad o no, no entiende de esas.

-¿Cómo conseguiste tu espada? Los elfos son seres poco amistosos... ¿verdad?

No conoce mucho del mundo ya que apenas a salido de ese pueblo, por no decir del bosque en el que se ha criado lejos de todo y todos.

- Buenas noches, Miranda, apenas te recuerdo, no suelo frecuentar estos sitios. Prefiero la leche especiada que me llevaban a la torre, no te lo tomes a mal. Este sitio siempre está lleno de... Agghh

Parece ser que el tal Zax es uno de esos borrachos que iba a mentar. El efecto del alcohol me parecía tan repugnante como atrayente: Era interesante ver los efectos químicos en el cerebro de las personas y cómo se tornaban vulnerables y alienados. Tal vez si se concentraba en ver a aquel especimen como uno de los lagartos con los que ensayaba en las almenas de la torre algunos conjuros básicos pudiera acercars 

¿Para comer tomaré algo fresco ¿tal vez una ensalada de acelgas y tomate? Muchas gracias.Yo también tomaré agua como Farah. Aunque espero que eso no me haga mostrar más interés por las armas que por los compañeros. No sería educado. Tampoco creo que inteligente..

... OoOOooooh Crixor ¿dijiste elfos? estoy deseando volver a encontrarme con ellos. Sé decir "mi compañera es antipática como las lagartijas" en su idioma. 

Resiste las ganas de matar a Kalahad con sus propias manos y es que lo estrangularía hasta dejarle azul. No se ha metido con él, en ese preciso instante, así que eso ha sido un ataque gratuito hacia su persona con todas las de la ley y como marca el protocolo establecido para esas cosas.

-¿Podría hacerte una sugerencia? - mira a Kalahad y antes de que responda, le contesta, sin importarle si quiere oírla o no - A veces, hablar con las personas de temas que conocen es la mejor forma de establecer una conversación. Saber de que hablar, como hablar y cuando hablar también es un tipo de inteligencia... y seguramente más educado que hacerse el estirado y hablar "cultamente" - vale, eso ha sido un ataque gratuito también por su parte, pero es que no hay otra forma de decírselo.

Deja de prestar atención al señorito del castillo y presta atención a Crixor que al menos habla como una persona normal.

Kalahad mira apenado su vaso de agua

¿Qué ha hecho mal? ¡Esa era la frase que sabía en élfico! ¡No sabe decir lagartijo! El lenguaje es tan confuso cuando no es exacto... En fin, ya empezaba a prever que en su Diario de Leyendas pocos capítulos serían sobre la increíble relación entre Farah y Kalahad

Deja de prestar atención a la salvaje del bosque y presta atención a Crixor que al menos le trata como si fuera una persona normal.

Poco a poco Zax va despertando. Había pasado la noche apostando y divirtiéndose en la posada. Los dados estaban con él aquella noche y había desplumado al hijo de uno de los comerciantes del mercado.

Por el dolor de cabeza que tenia, lo poco que pesaba su bolsa pese a lo ganado y por la chica en sus brazos, supo que había pasado una gran noche. Aunque apenas recordaba nada de lo sucedido después de su buena racha con los dados.

Levanta la vista y abre mucho los ojos cuando se da cuenta de quien le está hablando.

Intenta serenarse se levanta. Intenta arreglarse como puede, pero está hecho un desastre y ligeramente más sucio de lo tolerable.

- Buenos días, señor. ¿O buenas tardes? Me temo que estoy un poco desorientado...

Zax mira por detrás de Dragomir Espadabrillante y se da cuenta de que no ha venido solo.

-Si me disculpas, creo que voy a sentarme y pedir algo para comer. He tenido una noche bastante ajetreada, o eso creo. ¿Quiere acompañarme?

El joven mira con júbilo a los dos muchachos que muestran interés en sus palabras. Al igual que tus dagas, la espada es un regalo de mi padre. Le dice a Farah. Creo que la consiguió en alguna exótica misión.

Kalahad, no estaria de más que me enseñes algo de élfico si es verdad que conoces un poco su lengua. Si voy aprendiendo algo de élfcio podre hacer muchas preguntas de herreria, si es que alguna vez me tomo con elfo..

Crixor pide otra cerveza para hacer tiempo mientras que el resto de compañeros llenan el estómago. Su aguante con el alcohol es muy considerable, por lo que unas pocas jarras cervezas para él sólo son algo más que un refregerio.

-No es que sean un regalo, pero consideré que si vamos a las Montañas del Trueno a por ellos no sería muy adecuado el ir sin un arma con la que defenderse, ¿verdad?

Le da las gracias a Mirando por la comida que le trae y comienza a comer para saciar el hambre. Está acostumbrada a las cenas ligeras en su casa, pero la comida de Miranda tampoco está mal y comer así un día tampoco es malo y el cuerpo también lo agradece.

-Y has forjado algún arma por ti mismo? He visto que trabajas en la herrería... ¿te gusta ese trabajo? Seguro que es bastante duro... todo el día al lado de las brasas y golpeando el hierro para darle forma... 

Zax finalmente despierta y se suma, junto con Dragomir, a la mesa donde ya están sentados Farah, Kalahad y Crixor. Miranda trae todo lo que le han pedido, además de un estofado recién hecho (no pueden distinguir de que es la carne) y platos para todos.

- Toma tu leche especiada, Kalahad -le dice Miranda haciéndole un gesto cariñoso con la mano en la cabeza del muchacho-. Por la Diosa, que grande estás. Tu madre siempre me habla de ti, ¿Sabes? Le preocupaba un poco que no salieras tanto, pero aquí estás, afuera de la torre y con toda esta gente. Indra estaría orgullosa de su pequeño príncipe.

En ese momento entran cuatro parroquianos, Crixor y Zax los reconocen como granjeros de la comarca, gente tranquila que acostumbra reunirse allí al caer el sol para beber y escuchar las melodías y cuentos de Brumar el bardo, que aún no ha llegado. Los recién llegados observan con curiosidad al grupo y hablan en voz baja entre ellos, pero no los molestan, y pronto están bebiendo, riendo y hablando entre ellos.

Dragomir se quita la capa y la cuelga de un gancho en la pared, cerca de la mesa donde están. Bebe un trago de hidromiel y se queda un momento con la cabeza hacia arriba y los ojos cerrados, disfrutando el descanso.

- Bueno Zax, te diré lo que a todos ellos -le dice mirándolo intensamente. Dunner y los demás están en peligro, en las Montañas del Trueno. Me he propuesto volver por ellos y necesito de vuestra ayuda. No ha sido mi primera opción, ya que no se si están preparados para un viaje del calibre que será este, pero nuestro "bienamado" Duque me ha echado de su castillo con excusas imbéciles diciendo que no puede enviar una partida de rescate. He pensado que vosotros, sus hijos, acudirían en su ayuda. ¿Que dices, te unirás al viaje? Lo único que puedo garantizarte es que será peligroso -termina de decirle con una sonrisa torcida.

Al ver que Zax ha quedado perturbado por la noticia, Dragomir lo deja tranquilo en un rincón de la mesa.

- Tómate tu tiempo para pensarlo, y quédate aquí. Buscaré a los otros dos muchachos y volveré a la taberna, en ese momento necesitaré tu respuesta -le dice.

Luego se dirige a los otros.

- Iré a buscar a otro muchacho que vive aquí en Robleviejo, pueden acompañarme si quieren, o esperar con Zax en la taberna.

Dicho lo cual, se levanta, se pone la capa, deja unas monedas sobre la mesa y se dirige a la puerta.

- Yo iré contigo Dragomir, ¡no me gustan demasiado las tabernas! Huelen a alcohol y coitos y comida cruda y... bueno... ¡huelen a gente!

Tienes razón Farah, haces muy bien en llevar tus dagas contigo. Además creo que esas dos pequeñas hojas van muy bien contigo. A Crixor le resulta algradable hablar con la muchacha, por lo que le gusta contestar a todas sus preguntas. Le dedica una sonrisa. Me gustaria ver pornto una demostración de como las usas, seria un bello espectáculo.

El trabajo de Herrero es agotador, dar forma al metal, moldearlo para crear algo bello y poderoso es muy duro. Pero cuando la pieza está terminada, no hay mayor satisfacción en el mundo. Mientras habla, el joven observa como Dragomir se dirige a ellos, para decirles algo. Sí, he forjado algunas armas por mi mismo.

Crixor deja de hablar a Farah para escuchar las palabras de Dragomir. Como ya está algo cansado de reposar y conversar en la taberna, tiene bastante clara la decisión que tomar sobre lo que les propone el grna Esldamojada.

Yo te acomapañaré. Después de hablar, se levanta y paga su aperitivo y sus cervezas a la tabernera. Hasta la vista Miranda.