Partida Rol por web

17 de Septiembre; 19:30. El Seto. 

Un súbito resplandor verdoso ilumina los márgenes de la puerta, y a continuación se abre hacia dentro sin que nadie la empuje o tire de ella. Ante ti se alza la espinosa frondosidad del Seto; zarzas espinosas y árboles extraños a los lados de un camino de tierra. Oyes el canto de algún pájaro feerico, y ruidos de tráfico apagados, como si la calle estuviese al lado pero un inmenso muro impidiese llegar a ella. Cuando das un paso, puedes sentir el efecto psíquico del lugar, y como tu parte de hada empieza a tomar el control de tu parte humana. Las zarzas se agitan ligeramente a tu paso, y puedes notar un ligero incremento de la temperatura.

Me armo de valor para atravesar el espinoso valle de zarzas que componen el Seto. Es normal, ya que el recuerdo de lo que paso al entrar en el Seto la ultima vez helaria hasta el corazon mas valiente. Comienzo a avanzar, con una mano en la empuñadura de la espada a modo de precaucion. Avanzo ignorando los pinchazos que las zarzas me infligen, por dolorosos que sean. El ambiente cada vez es mas calido, hasta el punto de resultar sofocante.

 Caminas un buen rato por el Seto. No sabrías decir si solo minutos, u horas; la percepción del tiempo se altera en este reino. Después de atravesar unos cuantos caminos en relativa tranquilidad, solo interrumpida por los inquietantes sonidos de los goblins que acechan entre las zarzas, empiezas a oir el bullicio del Mercado Goblin. Al torcer una esquina, te encuentras con un claro en el Seto, y un único camino hacia él. Un arco hecho de zarzas indica la entrada, y a los lados, dos inmensos goblins completamente vestidos con armadura y equipados con pesadas hachas y lo que parecen pistolas de pólvora negra te escrutan desde sus yelmos acorazados.

Uno de ellos se acerca a ti

- Nada de venta no autorizada. Nada de crear alboroto. Cuidado con los precios que no pueda pagar y las promesas que no pueda cumplir. Si tiene alguna queja o sugerencia, puede dirigirse al intendente del Mercado, en el centro del mismo. ¿Ha entendido estas reglas?

Tras la puerta puedes ver los numerosos puestos del Mercado. Casetas de comida rápida inidentificable, puestos de frutas goblin, tiendas de ropa y abalorios hechos con materia del Seto... incluso una posada grande llamada La Olla Dorada. Hobgoblins de todo tipo y variedad corretean y curiosean por el mercado. Puedes ver incluso algún Changeling entre la clientela. Está bastante animado.

Tras asentir al guardia para indicarle que le he entendido, me adentro en el mercado goblin. El mercado es muy bullicioso. Esta lleno de criaturas de todo tipo. Barracas, tiendas, puestos..., zonas donde se ofertan productos muy variados. La variedad es tal que no puedo evitar quedarme ensimismado en algunos tenderetes, observando los objetos expuestos. Aunque una parte de mi se rebela y me regaña por mi insensatez, intentando separame de las distracciones. Intenta recordarme que estoy aqui para cumplir una importante mision, y no para entretenerme como si fuera un niño en una tienda de juguetes. Pero es en vano. Puede que sea normal, porque es la primera vez que veo un mercado goblin, pero aun asi debo darle la razon a esa parte mas racional de mi. Aunque me cuesta, decido comenzar a investigar por el mercado, mirando a todos los presentes para identificar al mercader de armas, hasta que llego a la posada. Ummm, "La Olla Dorada". Parece un buen lugar en el buscar informacion. Sin pensarmelo dos veces, abro la puerta y entro en la posada.

Entras el posada. Hay bastante bullicio, y un característico olor a pescado frito y carne asada mezclado con cerveza negra y whisky. Cuando te acercas a la barra, te atiende un inmenso goblin con el aspecto de una rana y los ojos similares a los de un pez. Lleva un sombrero irlandés con un trebol bordado y una chaqueta negra, aunque no lleva pantalones. Pasa un trapo para limpiar la parte de la barra que se encuentra ante ti, y te ofrece una amigable sonrisa.

- ¡Buenas tardes! ¿Que desea tomar? Puedo recomendarle el pescado fresco frito con mantequilla y guarnición de espárragos trigueros braseados, acompañado por una buena jarra de cerveza. ¡Especialidad de la casa!

Al ser recibido por el posadero con tanta efusividad, no puedo evitar contagiarme en parte por su jovialidad, asi que con un amago de sonrisa y muy alegremente le respondo: claro, me vendra bien tener algo de comida caliente en el estomago, y nunca digo que no a una buena jarra de cerveza. Mientras espero, intento escuchar las conversaciones de las demas personas de la posada, pero sin que se note que estoy escuchando a escondidas.

Después de comprar unas cervezas y unos aperitivos en el 24 horas, Lucius te conduce a una caseta abandonada en el parque St. Green. La puerta está medio caída; Lucius la coge con sus fuertes manos y la coloca en sus bisagras. A continuación, da unos golpes en la puerta, como si estuviese llamando para entrar, y la puerta se abre sola. Ante vosotros se encuentra la inmensidad del Seto; un camino de tierra flanqueado por sendos muros de espinas, zarzas y árboles inquietantes. Dentro del Seto aún podéis percibir el sonido de la calle, pero mucho más apagado. Es tranquilizador, porque sabes que mientras podáis ver edificios humanos y oír ruidos de tráfico, significará que no os habéis adentrado demasiado en el Seto. Cuando entráis, el Seto reacciona ante el potente Manto de Lucius; una súbita ráfaga de viento levanta una cortina de hojas secas. A continuación, empieza a caer una ligera llovizna otoñal. 

- Que fastidio... Se me olvidó traer paraguas... En fin, tendremos que apañárnoslas así.

Avanzas al lado de Lucius, que abre una de las latas de cerveza y empieza a beber. Percibes el efecto psíquico del Seto, el como tu parte feerica empieza a sobreponerse a tu parte humana, nublando ligeramente tu conciencia. También notas que hace más frío de lo esperado; algo poco habitual.

- Tardaremos más o menos quince minutos en llegar, siempre y cuando no nos perdamos.

Entrar en el Seto, le eriza el pelo de la espalda a Lothan. Nervioso toma una de las latas, la abre y le da largos tragos, buscando algún modo de tranquilizarse.

-Pasear me vendrá bien, esta llovizna me es bastante fría.

Dice, tratando de alejar los terribles recuerdos que el Seto le trae a la memoria. Con la mano libre se cierra el gabán y se arrebuja en él, realmente tiene frío, pero no por la temperatura real, sino por los nervios que siente. "Tal vez, venir al mercado no haya sido tan buena idea".

 Lucius se detiene un momento.

- Creo... que me he perdido

Sin embargo, tu escuchas cierta algarabía en la lejanía. Guiándote por tu oído, consigues llegar hasta las puertas del Mercado Goblin. Lucius te sigue a poca distancia, sin hacer preguntas; está claramente avergonzado por haber sido incapaz de encontrar el camino.

La lluvia cesa y deja de hacer frío. Un camino pavimentado os conduce hacia un arco hecho con zarzas, y vigilado por dos grandes goblins, completamente cubiertos de armadura y armados con hachas pesadas y pistolas de pólvora negra. Uno de ellos se os acerca.

- Nada de venta no autorizada. Nada de montar alboroto. Cuidado con los precios que no puedan pagar y los compromisos que no puedan cumplir. Si tienen cualquier queja o sugerencia pueden hablar con el intendente del Mercado, en el centro del mismo. ¿Han entendido estas reglas?

Al otro lado se alza el Mercado Goblin. Hobgoblins de todas razas y tamaños andan de un lado a otro, entre la multitud de puestos. Comida rápida inidentificable, puestos de frutas goblin, tiendas de ropa y abalorios hechos con materia del Seto, e incluso algo que parece una academia. También hay una posada grande a la que acude bastante gente: La Olla Dorada.

 Aunque te mantienes atento a las conversaciones, hay demasiado barullo como para distinguir alguna conversación nítida. Un camarero se te acerca y te sirve un plato de pescado y una jarra de cerveza. El pez no se parece a nada que hayas visto antes; parece una trucha, pero su carne es de color azulado. Lo cierto es que huele bastante bien, pero su aroma se parece más al de la carne que al del pescado.

Observo extrañado el pescado que me han traido. No es que me de asco, sino que no habia visto algo parecido en mi vida. Acercando ligeramente mi rostro al plato, comienzo a olfatear como haria un perro. No detecto nada extraño, si eso que el aroma es exquisito, y hace que me ruja el estomago exigiendo comida. Accediendo a las exigencias de mis tripas, arranco un trozo del pez frito, y me lo llevo a la boca, masticandolo cuidadosamente.

El pescado tiene un sabor que no habías experimentado antes, una mezcla de carne y pescado en el que ningún gusto predomina sobre el otro. Está bastante bueno; debe tratarse de algún pez goblin que no existe en el mundo humano. La cerveza es simplemente Guiness de barril.

No se que tipo de pez sera esto, pero es innegable que esta delicioso. Doy buena cuenta de la comida en poco tiempo, y termino con la cerveza con la misma rapidez.

Una vez que he terminado el plato, y tengo el estomago bien lleno, es hora de comenzar con la investigacion. Llamando a un camarero, le digo con aire despreocupado: he quedado en reunirme aqui con un mercader de armas, pero parece que se retrasa. O quiza yo halla llegado demasiado tarde y se haya marchado. ¿No habra visto por casualidad a un mercader con aspecto de ogro, con un martillo por mano?

Lothan se anima con tanto agetreo. Lo mira todo como un  niño, tanto oir hablar de este sitio y tan pocas veces visitado, siempre se marcha antes de terminar de buscar lo que ha venido a ver... esta vez se propone mirar bien las ofertas.

-Si quieres podemos dar una vuelta antes de ir a ver a ese goblin...

Sugiere Lothan esperanzado, tal vez el ir en compañia, le permita estar mas centrado en mirar cosas y menos en querer  marcharse.

-...o bueno, si prefieres podemos ir luego. Tal vez encontremos por aqui algo que nos guste o nos pueda ser de utilidad.

Termina poniendo cara de no haber roto un plato.

El camarero se frota un momento la barbilla

- ¡Ah! Supongo que te referirás a Crowey, el herrero. Su tienda está a unos pocos metros a la derecha de aquí. Hoy no ha abierto; salió esta mañana maldiciendo y mascullando algo entre dientes. Creo que ayer le robaron un pedido de armas, o algo así. Mira de todas formas en su tienda; quizás esté su aprendiz.