Partida Rol por web

La criatura, con una velocidad inesperada, esquiva el hacha del enano mientras Farald blande su espada ferozmente hacia el cuello del otro ser, arrancándole la cabeza y el antebrazo con el que pretendía defenderse. La sangre brota de la arteria seccionada, y el cuerpo se desploma sin vida.

Un instante después de que Khargûl blanda su hacha contra la pestilente criatura, esgrimo mi espada con idéntica suerte. El olor es pestilente y confunde mis sentidos.

De nuevo, cargo otra flecha mientras observo lo que hacen los demás -¡Dadles duro, amigos! ¡No saben dónde se han metido! Bueno, dónde nos hemos metido nosotros...- Termino la frase hablando casi para mí.

Suelto la cuerda mordiéndome la lengua, esperando acertar esta vez.

En pleno contrataque de la criatura, el proyectil del mediano le desgarra la piel, incrustándose unos centímetros por debajo de su clavícula. Sin embargo, esto no refrena su avance. Desesperada y sola, se lanza hacia el enano, impulsada por su odio.

Un de sus garras hiende el aire, impactando a Khargûl en plena cabeza. Suerte que parte del golpe es absorbido por el capacete de forja enana; no cualquier cubrecabezas hubiera aguantado semejante acometida; ni cualquier cuello... Pero bajo esa barba hay un pescuezo enano.

Pero no se libra de toda herida. Unas gotas de sangre denotan el efecto de las garras. La cara del enano ha quedado marcada, quizás para siempre. 

Retrocedo entre gemidos.

- ¡Agh! ¡Criatura! ¡Has firmado tu...! ¡Agh!- Grito incoherentemente mientras le lanzo un hachazo con todas mis fuerzas, girando sobre una irregularidad del terreno para que no tenga espacio para esquivar.

El hacha de Khargûl se clava contra el pecho de la criatura con tal impulso que ésta cae para atrás seguida del enano, quien acaba montado a horcajadas sobre ella. Bajo él, el ser se retuerce, y aun vencido, mira al enano con ojos amenazantes hasta el mismo instante de su muerte.

Ante vosotros se yergue la cámara abovedada, ya vacía de amenazas por lo que podéis ver. ¿Qué hacéis?

Me detengo sobre el cadáver de la cosa, sea lo que sea, y ando un par de pasos atrás.

- Otholt Zithim- murmuro mientras limpio la hoja de mi hacha con el borde de mi ropa. Me quito la sangre de la cara, antes de sentarme un segundo, a descansar.

Acto seguido miro a mis compañeros.

- Creo que voy a mirar... ahí.- Señalo la arcada con las piedras preciosas.- Quien sabe qué puede haber ahí, pero si hay un enano en esta edificiación endemoniada, se habrá dirigido a donde las joyas.

- Donde vaya uno, ahí debemos ir los demás- digo levantándome del suelo- no debemos separarnos en un sitio como este. Como hemos visto, no estamos solos y puede contener todo tipo de sorpresas desagradables.

Mientras me acerco con Khargûl a la puerta, echo una vistazo general tratando de obtener algún dato que me recuerde algún relato o historia que conociera de mis años de estudio.

-Estoy de acuerdo. Si algo he aprendido de las historias de mis libros sobre no-muertos y otras criaturas es que, si nos separamos, iremos cayendo uno a uno... Por que esa direccion en concreto Khargûl? -Pregunto mirando curiosamente hacia alli y despues al resto de las salidas.

Me encojo de hombros.

- Los enanos que buscamos se recorrieron la distancia entre las Montañas Azules y la Montaña Solitaria para buscar el tesoro de un dragón. Si hay cinco puertas sin nada y una con joyas... Yo iría a las joyas. Nadie decora una puerta si lo que hay en el interior no es valioso.

Invoco mi rasgo Saber Antiguo, para ver si puedo saber algo más de esa sala y las puertas.

Farald, por tus libros te viene a la memoria algo acerca de cómo los hombres de los bosques adornaban con piedras multicolor las entradas a sus bodegas. Ningún cantar recoge el motivo, y éste se ha perdido en el tiempo. 

¿Sirve de algo mi especialidad de recorrer subterráneos? ¿Para orientarme o reconocer algo?

Jooy, no sólo estás acostumbrado a vivir bajo tierra, sino que, además, has presenciado cómo se excavan estos. Todos los agujeros hobbit tienen algo imprescindible: una salida de aire. El aire debe renovarse o el lugar sería inhabitable. Lo buscas, y lo encuentras. Al final de la cámara, aquella chimenea, aunque estrecha, debe de tener un tiro de aire. Casi puedes sentir la brisa del exterior dando un respiro al ambiente nauseabundo que te rodea... O eso desearías, sentir la brisa. 

- Esta puerta debe dirigir a una bodega- comento mientras examino las piedras- era una extraña costumbre de los antiguos hombres de los bosques aunque nadie sabe muy bien porqué. No obstante- continuo- creo que el razonamiento de Khargûl es acertado, nada agrada más a un enano que la promesa de riquezas y tesoros así que, si no sabían muy bien hacia donde ir, probablemente eligieran esta dirección.

Empiezo a caminar hacia el interior del pasillo.

- Eso si es que realmente seguimos sobre su pista.

-Y esto de aqui es el respiradero, si señor. - Continuo tras Farald, señalando orgulloso lo que he encontrado. Mirando hacia arriba, respiro profundamente, intentado coger aire fresco. - No me gustaría que este fuera todo el aire exterior que respirase el resto de mi vida - Girando sobre mis talones me vuelvo hacia los demás, siguiéndolos hacia los arcos.

Jooy mira hacia arriba a través del tiro y sólo encuentra un hueco oscuro del que cuelga una cuerda media por la débil brisa.