Partida Rol por web

Concéntrate, concéntrate. Tienes un encargo tomado, concéntrate en eso y olvida lo demás.

A base de mucho esfuerzo consigo salir, al menos de momento, de aquel pozo oscuro de desazón en el que ahora me encuentro.

Dejo a mis ojos hacer su trabajo y mientras se posan aquí o allá, como nerviosos insectos, intento encontrar un rastro de los enanos.

- Vamos, amigos, animad esos corazones- digo mientras avanzamos a buen ritmo- el bosque puede ser todo lo negro que quiera pero no dejemos que nuestro ánimo decaiga, pues es nuestra la voluntad de abatirnos. Pensad en Oin y en Balin, grandes héroes que necesitan nuestra ayuda. Vamos a buen ritmo y seguro que daremos pronto con su pista y volveremos a calentar los huesos y a llenar el estómago a la posada de maese Odd. Mataría por un poco de ese estofado de carne con patatas.

Atento a todo desde mi sitio, trato de que las malas sensaciones no me afecten en mi tarea. Escrutino con mi mirada las lindes del bosque y cualquier movimiento, esperando en realidad no ver nada que nos interrumpa que no sea una clara pista de los enanos perdidos.

Explorando la ribera, Aerandir encuentra nuevas señales del paso de los enanos, un punto en el que se detuvieron, pero según las huellas, los pasos de uno de los enanos apenas se alejaron de la orilla y luego volvieron al bote, aparentemente para seguir avanzando, pues las marcas en la ribera así lo indican.

Jooy. Apenas ves como algunas ramas se mueven entre los árboles de la orilla derecha de cuando en cuando, pero muy sutilmente, de modo que no eres capaz de identificar si esto se debe al paso de cualquier ave o a los jadeos finales de las corriente de aire que consiguen sortear la espesura.

- Sigamos adelante- recomiendo- cuanto más rápido avancemos, más difícil será que se borre el rastro. 

Os adentráis en la oscuridad. El ruido es casi total. Apenas os llegan sonidos de en derredor, exceptuando el transcurrir del río y el crujido de la madera del esquife cada vez que Farald fuerza sus tablones para sortear una rama a la deriva o la raíz de algún árbol próximo al curso del río.

La mañana evoluciona, pero nada cambia en el ambiente. La oscuridad no mengua, y avanzáis sin saber exactamente el tiempo que ha pasado desde que os adentrasteis en el bosque. Tan sólo una pista os ayuda a aventurar qué hora del día es: el ruido de vuestras tripas maltratadas por el hambre y por la escasa y sobria comida del camino.

- Echad un vistazo, a ver si encontráis algún buen punto en el que detenernos a almorzar. Creo que el ruido de mis tripas podría oírse a varios metros de distancia.

-Aparte de los leves movimientos de las ramas, nada amenazador compañeros, no veo donde podamos detenernos. ¡Estoy seguro de que Khargûl ya tiene un lugar pensado desde esta mañana! - Sonrío mirando al enano - Y nuestros estómagos se lo agradecerán.

Vuelvo a mirar alrededor hasta que nos detengamos. Ojala haya un enorme y colorido árbol de frutas donde paremos, y una mesa con un plato enorme de albóndigas de la tía Mey. ¡Cómo hecho de menos una comida completa!

Observo a mi alrededor, girando mis ojos alrededor de la orilla; no solo por encontrar un lugar donde comer, sino por buscar un rastro de los enanos.

O bien aquella orillas son más accidentadas, o la vista de Khargûl no es tan fina en la oscuridad del bosque. Un trecho de ribera pasa ante sus ojos sin que encuentre un lugar adecuado en el que atracar.

La oscuridad parece acrecentarse de a ratos y nos está costando a todos encontrar algún rastro de los enanos.

Con el correr de las horas el hambre nos asalta y aunque yo también como el resto estoy deseando probar algún bocado, más me interesa saber del paradero de los que buscamos pues mientras más rápido sepamos que ha pasado con ellos, más rápido podremos irnos de aquí.

- Uffff- piafo- no veo nada entre tanto árbol. Las raices son tan grandes que parece que van a salirse del agua para destrozar el esquife en un abrazo maligno.

Las leguas van quedando atrás entre la oscuridad del bosque, que no deja que la luz del sol lo atraviese, y ningún rincón parece lo suficientemente amplio o lo suficientemente seguro para que podamos detenernos un rato a calmar nuestros ruidosos estómagos.