Partida Rol por web

Con el visto bueno de la señora de la casa, subí las escaleras dispuesta a que aquel desagradable olor, que aún persistía en el ambiente, desapareciera, o por lo menos que no fuera tan insistente. No tenía pensado entrar en las habitaciones de la izquierda, eso sería una falta de respeto muy grande, pues eran las que estaban ocupadas por inquilinos. En cambio, las que estaban frente a la escalera... eso ya era distinta. Ahora las dos estaban vacías, aunque tenía que reconocer que una de ellas había sido por motivos bastante trágicos.

Me dirigí primero a la habitación que siempre había estado vacía, por lo menos desde que yo me encontraba viviendo en esa casa, dejando para después la que había ocupado Dolores. Necesitaba un buen acopio de ánimo para atreverme a entrar yo sola.

Abrí la puerta con cuidado, dándome cuenta que parecía una habitación un poco más grande que las restantes. Eché un rápido vistazo antes de abrir de par en par la ventana, momento en el que me paré con más tranquilidad, y más luz, a fijarme en todos los detalles a mi alrededor.

Oh claro, con gusto señor Bishop- dice el hombre en extremo amable- no dude en comentar algo más si lo desea. Sin embargo en ese momento se abre la puerta y ven a un hombre que te mira fijamente.

El detective DiLuca se acerca y pregunta en voz alta de manera muy desagradable. ¿qué ocurre?, ¿acaso el señor Bishop ha venido a confesar el crimen?. El joven policia mira a su superior con estupor, no se atrevía a decirle lo que pensaba pero era claro que se sentia incomodo con aquello.

El cuarto estaba cerrado pero no con llave. Esta habitacion es un poco más amplia que las demás, tiene una cama doble donde solo se ve el colchon. Las sabanas y cobijas usualmente se entregan después de que se les arrienda. Un mueble amplio para guardar las cosas, un espejo de cuerpo completo. Dos mesas de noche con sus respectivas cajoneras. Al lado derecho hay un enorme closeth, que estaba vacio completamente, en él podía esconderse una persona parada sin problema. Sin embargo el mueble no tiene señales inusuales. El piso esta limpio y no hay nada en el suelo.Este cuarto era usado por parejas casadas... o eso decia la señor Pétula, no viste ninguna desde que estas en la casa de huespedes.
 

Mi nombre es Veronica...¿estoy metida en problemas?. Pregunta confundida. ¿son compañeros de residencia de Dolores?, ¿ella esta bien?. Dice un poco preocupada abriendo sus enormes ojos.

Cuando entré en la habitación, más grande que las que ocupábamos el resto de huéspedes, pude comprobar que estaba limpia. Todo se encontraba en orden y no parecía que fuera la causante del molesto aroma que había notado en el piso, aún así abrí la ventana para que se ventilara. Me paré unos segundos a mirarme delante del espejo, haciendo poses coquetas mientras me acicalaba el pelo, para después hurgar en el armario, bastante grande ya que podría entrar una persona sin problemas, pero para mi desilusión estaba completamente vacío. Desde luego allí no había nada de interés, como no fuera que la cama era muy apropiada para acoger a un matrimonio. Algo que, por otra parte, nunca había oído a la señora Woliski mencionar que hubiera acogido a alguna pareja de casados, aunque claro... tampoco es que hubiéramos hablado del tema.

Me encogí de hombros antes de salir de allí, dejando la puerta un poco abierta para que el aire fresco que entraba por la ventana pudiera llevarse el olor que aún persistía en la zona común del piso.

Antes de dirigirme, una vez más, a la habitación que había ocupado la malograda Dolores, abrí la puerta del Almacén. Quizás la señora Woliski había dejado algún producto abierto que causara aquel olor.
 

Víctor lanzo una risilla cómplice hacia la jovencita al escuchar sus preguntas.

¿Problemas?, le pregunto a su vez divertido, jovencita no lo creo, a menos que ser tan bella como usted lo es sea considerado un crimen en esta ciudad.

Limpiándose las incipientes lágrimas de los ojos ante la divertida respuesta de la niña, Víctor aprovecho para reponer el aire antes de cambiar el tono de la voz ante lo que tenía que decir.

Esperaba que su espontanea risa y el ligero cumplido, hubieran sido suficientes para derribar los muros defensivos de la chica ya que carecía del tiempo necesario para explayarse como le hubiera gustado hacerlo.

Ambos somos compañeros de residencia de la señorita Dolores si le indico con seriedad, y lamento tener que ser el heraldo de malas noticias Verónica, pero debe usted saber que Dolores – no intento mesurar lo que diría a continuación, a veces, las personas eran más receptivas cuando estaban sufriendo -, ha fallecido recientemente.

Había evitado mencionar el hecho del deceso de la señorita Dolores por la simple posibilidad de que la reacción de la mesera fuera cerrarse a la entrevista y enfocarse a los pormenores de la muerte.... cruzo los dedos de las manos esperando que no reaccione de la manera que yo supongo ante la oscura noticia ahora que Víctor ha "soltado la bomba" nuevamente.

La mujer se puso pálida como una hoja, ¿cómo?...pero si ella... no, ¿cómo pudo pasar eso?, ella estaba muy perturbada. Yo, no sabía... es más hoy iba a bailar. ¿La policia es la que se encarga de estos casos?¿cierto?, ¿porque han venido ustedes y no ha venido la policia?... parecia muy confundia, ¿qué desean saber?, ustedes me asustan

El almacén  era el sitio donde iba todo lo que en la casa sobraba.. estaba lleno de muebles en deshuso, escobas, elementos de aseo, toallas limpias y cacharros. El olor sutil a orina de gato daba a entender que el minino por ahí hacia sus gracias a veces. En este lugar había herramientas, un martillo y un serrucho viejos, una pala de jardinería y otros cacharros. También al revisar bien encuentras en una de las repisas una copia de todas las llaves de los cuartos, supongo que la usarian por si se necesitaba algo más.

Bishop dió un respingo al ser sorprendido por  la histriónica aparición del detective Di Luca, pero recuperó la compostura al momento y se dirigió a él con una calculada e irónica sonrisa y con tono pausado le contesta.

-No me cabe la menor duda que le complacería enormemente poder cerrar el caso sin tener que hacer su trabajo, pero no entra en mis planes confesarme autor de un delito que no he cometido. Tan solo he venido a cumplir con mi deber de ciudadano atendiendo a su petición de proporcionarle cualquier dato que pudiera ser de interés para la investigación. Pero ya me marchaba, que no quiero incomodarle más de la cuenta. El oficial O´Keeffee le podrá dar los detalles, ya que cuando he querido dárselos yo, estaba demasiado ocupado para atenderme. Si algún día tengo que volver por aquí descuide, que preguntaré por él directamente. Buenos días. 

Jonathan se despide manteniendo la misma sonrisa mientras saluda alzando su sombrero ligeramente antes de volvérselo a poner y sin esperar respuesta, se aleja en dirección a la puerta de la comisaría. De ahí se dirigió a su lugar de trabajo. Iba justo de tiempo.

Tardes... dice haciendo una mueca.. son tardes -mira su reloj- estoy mirando detrás de su hombro Bishop...

Sentias que su mirada te mandaba mil maldiciones. Ese hombre era el policía más desagradable que conocias, parecia como si odiara su trabajo, o fuera de esos psicopatas que disfrutan tener una pistola y una placa. Sea como sea sales de ahi.

Su voz sonaba -como siempre- muy desagradable, es más a medida que te alejabas le podias escuchar gritarle a su asistente. Pero a pesar de su actitud no te siguió, aunque debes reconocer que en algún momento cuando salias de la comisaria te diste vuelta para comprobar que no estaba detrás de tí, y es en ese momento cuando escuchas el chillido común de un vehículo cuando frena. El olor a caucho quemado llegó inmediatamente a tí. Las personas que estaban cerca se asomaban pero tu aún no podías ver nada.

Al obervar la mirada de Di Luca, la sonrisa de Jonathan se volvió sincera. Le encantaba castigar a este tipo de personas de la forma en que lo había hecho, con educación y sin necesidad de gritos ni insultos. 

"A veces, la educación es el arma más poderosa que tiene un hombre"-decía su padre-.

Jonathan se alejó de la comisaría cuando de pronto escucha ese chillido que parecía el de las ruedas de un vehículo al frenar.

Vaya...¿qué habrá ocurrido? Espero que nada grave...

Jonathan se acercó a mirar como cualquier otro curioso que desea saber qué ha ocurrido. 

El miedo y la confusión de Verónica eran más que notorios, Víctor lo imagino como una nube de tonalidades lilas que olía a jacintos y a cítricos.

Aquel estado de la dama se le antojo entonces propicio para dar los el golpe de gracias en ese interrogatorio en el cual ahora se veía inmerso.

Lo lamentó, no obstante, por la mujer joven puesto que no seria para nada caballeroso y a sabiendas de que tanto el mismo como su acompañante dejarían el lugar como personas menos gratas de ser recibidas.

Rápido como una víbora y con la mirada muerta de dichos ofidios, Víctor le tomo el brazo a la joven acercándola hacia el mientras le susurraba con una pasmosa frialdad lo que le interesaba realmente saber de Dolores.

Quienes somos no importa, “Verónica”, comenzó resaltando el nombre de la chica para que inconcientemente supiera que no era una desconocida para el, lo que importa es que no digas TODO lo que sepas de Dolores y sin hacer ningún aspaviento o como diría un hombre culto, de forma civilizada, concluyo dándole a entender de que el, Víctor, lejos estaba de serlo.

Aunque lo fingiera de mil maravillas.

Veo al Sr. Lusting cambiar su semblante y acercarse a susurrarle algo al oído de la jovencita mesera.

Tomo su hombro tratando de cambiar la situación -Espera Víctor creo que esa no es la manera de..- volteo hacia lo lados esperando nadie se percate de la reacción de mi compañero... -sinceramente no quiero otra patada en mis partes nobles- no es la forma de pedir adecuada-.

La mujer estaba preocupada, basicamente asustada. No sé que quiere saber, era una mujer que trabajaba en este lugar, no hablaba casi con nadie, llegaba usualmente tarde, pasaba mucho tiempo ensayando su baile, trabajaba aquí, y no le gustaba que le tocaran temas personales. Dice de manera clara. Yo la conocia, la ayudaba en ocasiones con sus necesidades pero... nunca supe mucho de ella... era cubana, no sabia nada de su familia, se molestaba con frecuencia..

Dos carros de la policía han frenado en seco sobre la estación  apoyando a un  camión de la poli que llevaba a unos tres sujetos que estaban tratando de safarse  y escapar.  Puedes ver como unos  ocho o mas policias se acercan para apoyar la acción y como uno  golpea con un bolillo a uno que no puedes  ver bien.

Por las circunstancias toda la gente -incluyendote-  se queda en la puerta mirando, porque si bien los sujetos no estan armados el amarillismo de ver la escena y el miedo de que la situación se salga de control hacen que se queden ahí.

Entre golpes, y montonera de policias logras ver que sacan a tres sujetos los cuales entran a la comisaria  casi empujados por los entes de la ley.

El último de ellos lo reconoces,  esta con la cara llena de sangre: Era Roberto Plazas.