Partida Rol por web

Alden sortea desde cierta distancia a sus nuevos enemigos y sin mediarpalabra apunta a una de las cabezas del Ettin. - Parece que sabían dónde estábamos o hacia dónde nos dirigíamos... quizá alguien esté tras nuestros pasos.- Medita.

Alden dispara por duplicado contra el Ettin.

Los dos disparos de Alden son certeros: las flechas se clavan profundamente en el torso de la criatura, que desconcertada y enfurecida por el repentino ataque ruge con fuerza y agita de forma amenazadora las dos porras que usa como armas...

Aquel personaje era realmente efectivo y preciso con sus ataques.

"Oye...No te cebes con el cabezotas. Déjame por lo menos una crisma intacta para mi y mi hacha"

Comenta Gringam emocionado por el combate que estaba por comenzar.

Lucyen se encuentra preparado para el combate, no obstante prefiere sacar ventaja de la situación.

Diosa oscura, bendícenos con tu manto oscuro- murmura mientras agarra brevemente el medallón que lleva en su cuello. Al instante, su plegaria tiene contestación y de pronto a su alrededor todo el grupo queda bendecido por el poder de su diosa. Tras esto desenvaina su maza pesada y alza su escudo, preparado para el combate que se avecina. 

Gringam tenía como objetivo cargar contra el Ettin, pero los rastreros gnolls que se encontraban situados delante de éste le resultaban un obstáculo. Aunque sea solo momentáneo, puesto que cuando acabara con ellos, sería el turno de la bestia mutante. 

"¡¡¡RAAAAAAAGHHHHH!!!"

Una rápida carrera, rápida para un enano promedio, acerca a Gringam hacia su objetivo. Habrá sido por instinto, miedo o estupidez, pero el Gnoll no se movió de su sitio, sino que guardó terreno. La energía desplegada en el ataque alcanzó con brutal fuerza al hombre hiena, que pareció sentir el envite.

"TENGO PARA TODOS...NO SE APRESUREN"

El tremendo hachazo del enano prácticamente pulveriza al gnoll que ha escogido como objetivo y deja al bárbaro cubierto de sangre y con restos de entrañas, aunque eso, poseído como está por el ansia de matar, parece darle totalmente igual...

Los demás guerreros gnolls, aunque algo desconcertados por la violenta respuesta del grupo, cargan contra vosotros entre salvajes aullidos. Dos atacan al enano; el tercero se dirige contra el clérigo.

El enano esquiva hábilmente el primer ataque, pero no tiene tanta suerte con el segundo: la roñosa hacha del gnoll le causa una pequeña herida. La carga del tercer gnoll contra Lucyen, por otro lado, es totalmente infructuosa: el arma de la criatura rebota en su escudo, inofensiva.

Animado por el olor de la sangre, el ettin entra en acción. No es un monstruo muy dado a las sutilezas: carga pesadamente, pero con sorprendente rapidez, contra el ladrón que tanto daño le ha causado.

El ataque sorprende totalmente a Alden: en un instante el monstruo se planta frente a él... parece que el porrazo va a ser demoledor, casi mortal... pero la falta de precisión del ettin y la rapidez del ladrón evitan la tragedia. Alden se escabulle, pero de todos modos recibe un buen golpe.

- Chico malo... jejeje... -cuchichea Rufus mientras gesticula y comienza a conjurar en dracónico. En menos de 3 segundos, adelanta su mano al frente apuntando al ettin-. ¡Eres mío, pequeño!

Cuanto Rufus termina de pronunciar su ensalmo, el ettin parece quedar inmovilizado por una fuerza invisible. La expresión de perplejidad que se dibuja en sus dos rostros es casi cómica. El monstruo se debate con fuerza, intentando liberarse contra lo que quiera que lo retenga, pero no lo consigue... por ahora.

Tan poco dados a las sutilezas como sus congéneres que ya están en combate, los arqueros gnolls levantan sus armas y escogen sus blancos sin ninguna coordinación. Dos de ellos atacan al enano, simplemente porque va muy bien armado y parece peligroso. Otro dispara al mago, y el cuarto trata de ensartar con su flecha al clérigo.

Es un buen testimonio de su habilidad como arqueros el hecho de que ninguno de sus ataques tenga éxito: todas las flechas yerran los blancos o se quedan clavadas en las armaduras sin mayor efecto.

Alden tras sufrir un violento golpetazo por parte de su oponente, decide dar un paso atrás y apuntar a una de las testas del ettin, impasible ante el dolor de sus heridas.

- ¡Muere perro!