Partida Rol por web

Observo a Rob trepar por el inestable canalón -Madre mía, lo que hacen algunos por mojar el churro - Cuidado, si te caes y te descalabras dirán que la casa te ha atacado -

-Esta claro que no hay fiesta, ¿en serio queréis meteros ahí? - y luego que ¿estampar unas camisetas en plan "yo me cole en la mansión Hudson"? -Supongo que no pasa nada por hechar un ojo y largarnos.. Voy a ver si hay puerta de atrás.. ¿Quien viene? - Sin más voy hacia la parte de atrás, a ver que me encuentro. 

Ubicación: A1. Jardín trasero.

Dar la vuelta a la casa bajo la lluvia es inquietante. La tormenta no da ninguna tregua. El suelo se embarra. El aire frío corta y los ánimos comienzan a decaer.

Todas las ventanas que alcanzáis a ver estás rotas y tapiadas. Toda la casa está en la más absoluta oscuridad. El silencio es sepulcral.

Junto a la entrada trasera hay un par de columpios y un arenero para niños, muy común en parques infantiles.

La puerta trasera no está cerrada...

—¡Wowow! ¡Que músculos Roby!

No puedo evitar el dar un pequeño saltito aprobando la acción del deportista. Con ese estado físico de ensueños no es para menos y me imagino que en la cama debe ser un todo terreno. No obstante es inquietante esto de esperar, todo a oscuras y la lluvia que no cesa. Además estoy con poca ropa puesta, eso significa que me da mucho frío. ¡Quien me manda!

Lo bueno es que las morenas quieren hacer un rodeo, es más una de ellas va y Jade pregunta quien la acompaña. Así que no dudo en coger la mano de la chica y caminar a su lado, así podemos ir a la parte trasera. 

—Vamos Jade—digo con la mandíbula temblando un poquito, hace frío—. ¡Ven Ignatius! ¡Vengan! ¡Vengan! Quizás la puerta de atrás está abierta. ¿No?

Es que al hacer el rodeo, eso me parece o estoy delirando que también es probable.

La chica nueva estaba tratando de poner algo de coherencia y seguramente tuviera razón. Pero si finalmente no había una fiesta, como así parecía ser, no quería pensar que todo esto había sido una pérdida de tiempo. Llegando hasta aquí como para desaprovechar la oportunidad de husmear la vieja mansión Hudson.

Caminé con la mayor celeridad posible en mitad del terreno que empezaba a enfangarse; mis botas iban a terminar cambiando de color por culpa de tanto barro. Si pillaba al de la invitación le iba a obligar a que me las limpiara con la lengua. Joder. Me abroché la chupa de cuero, para reducir el impacto del frío en mi cuerpo mientras nos situábamos ante la puerta trasera de la casa. No perdí ni un segundo, bastante harta ya de empaparme, girando inmediatamente el pomo. Y entonces, sucedió...

—Bingo —murmuré con una sonrisa, mirando a los demás durante un breve momento—. Parece que alguien se olvidó de manera "accidental" de cerrar la puerta. Todos adentro —les insté a entrar, terminando de abrirla, antes de hacer yo misma lo propio. 

Silbó a medida que veía a Rob escalar, maldiciéndose a sí mismo por no iniciar una apuesta de si lograba llegar o se partía la crisma contra el suelo. Una pena, hubiera sido un buen negocio.

En cualquier caso una vez perdió su rastro miró al resto, quienes parecían haber descubierto una entrada trasera por la cual acceder a la vivienda.

Uff, esto le va a doler al musculitos.- Le habían prohibido la oportunidad de hacerse el héroe después de trepar con esfuerzo para que, al final, sólo tuvieran que girar un pomo.- En cualquier caso, las damas primero.- Iba a hacer un amago de dejar pasar a las chicas, pero teniendo en cuenta que él iba vestido como una, dejó que le abrieran la puerta para internarse en la casa.

Qué raro, se dijo. Tapiada la ventana con madera. ¿Y el ruido entonces? Le había costado un poco trepar hasta allí, pero nada fuera de sus posibilidades. Llovía y estaba resbaladizo, con todo lo logró. Que no se diga que los del equipo de fútbol no conseguían lo que se proponían.

Después dudó de si continuar subiendo igual que un gato gasta el ático. De eso ya no se fiaba. Miró hacia abajo.

-¡Tapiada por completo! -informó. Y como vio que el grupito se largaba hacia la parte de atrás, decidió descender. Luego corrió pisoteando el barro, para descubrir que se colaban por una puerta. Lo suyo no era pensar demasiado.

Entró el último. Murmurando- Todos escuchamos el sonido al cerrarse...Quizás un pájaro se estrelló contra las maderas...o golpeó una rama...Qué extraño...Qué tal Lusa, se te ha pasado un poco el frío? ¿Alguien quiere otra cerveza?

Ubicación: A9. Taller textil.

Este cuarto es un trastero. En su día se usó como pequeño taller de costura. Aquí se medían, cortaban y cosían las telas con las que después se confeccionarían las prendas que la familia Hudson vendía.

A simple vista, con la escasa luz exterior, podéis ver rollos de tela pudriéndose amontonados en una esquina, al menos cuatro máquinas de coser antiguas, mesas con útiles de costura y una gran cantidad de maniquíes. Algunos son simples torsos, otros están completos, todos son tan viejos como la propia casa. Parecen cuerpos sin vida.

La primera reacción al ver los maniquíes es llevarme un susto. -Joder.. Que mal rollo.. Me parece que estos son el resto de invitados- al menos aquí no llueve y no llega el viento. Este sitio no me gusta, y si no fuera por la lluvia ya me habría ido. Esta claro que no hay fiesta y todo es una tomadura de pelo.

-Al menos podemos estar aquí al resguardo. Alguien tiene que estar partiéndose de risa a nuestra costa.. Pedazo de mamón.. ¿Y ahora que? No creo ni que haya luz en este sitio- Con cuidado de no tropezar con algo busco un interruptor junto a la puerta por la que hemos entrado. Allí debería haber uno. 

Me quise hacer el gracioso al entrar en aquel cuartucho lleno de espantapájaros. Quizá era para relajar un poco el ambiente, que menudo pedazo de broma tonta nos habían gastado. Pillé uno de los maniquíes, como si fuese una marioneta. Puse una voz profunda.

- Buenas noches, señoritas y caballeros. Bienvenidos a mi fiesta. Oh, cuánta chica hermosa, hum, me gusta la peluda. Perdonad que no os haya abierto la puerta, pero ya veis que no tengo piernas y el servicio es lamentable. El resto de invitados ya ha llegado, muy perspicaz, encantadora Jade, vamos sonríe, mira a Theresa, mis sonrisas- señalé con su mano a los demás muñecos- pero es gente muy sosa que no sabe bailar. La dulce Lisa os puede enseñar, que me han soplado que su danza cautiva al personal. Espero que vosotros montéis una fiesta guapa.

La especie de taller este impresionaba, sobre todo por los maniquíes. Solo les faltaba ir cubiertos con una tela blanca para dar el punto en una decoración típica de Halloween.

—Me has quitado las palabras de la boca —le dije a Jade, haciendo referencia a sus palabras sobre el resto de invitados—. Lo mismo se levantan a media noche como un grupo de robots del futuro —comenté en tono irónico mientras rebuscaba en mi bolso el paquete de tabaco y me encendía un cigarro. 

Aprovechando la llama del mechero, observé con más claridad la habitación en la que nos encontrábamos, concretamente el suelo por si se notaban los trazos de alguna pisada reciente en el polvo. "Si esto está abierto es porque han entrado por aquí" —cavilé, poniéndome en cuclillas, para ver mejor la superficie de madera.

—Quien sea, se partirá de risa por poco tiempo. Créeme, nos va a tener que dar una buena explicación de por qué ha hecho esto si no quiere acabar con la cabeza en el cagadero tragando agua y demás porquería —respondí con mi habitual mal humor, tras dar una calada, dejando escapar el humo delante del maniquí que había agarrado Rob para hacer su representación teatral, con aire indiferente—. Desencantada de conocerle, señor muñecajo. Esto ni es una fiesta ni es nada; parece más bien el circo de los horrores —aclaré sonriendo con levedad—. Esta choza es bastante grande por lo que se ve desde fuera —me giré escudriñando el rostro de mis interlocutores en la oscuridad—. ¿Nos dividimos para explorar o vamos juntitos de la mano para que algunos no tengáis miedo? —añadí con sorna.

Al pulsar el interruptor de la antigua instalación no se enciende la luz. Al estar deshabitada, ya no está conectada al tendido eléctrico de la ciudad.

El suelo polvoriento tiene marcas de haber arrastrado algún objeto y algo que pueden parecer pisadas. Ninguno de los rastros es reciente.

El viento hace que los columpios bailen a su compás y la risa de un niño flota hasta tus oídos.

—Muy poco Roby, estoy congelada y con poquita ropa. 

Hago una voz de bebota y morritos, asi le coqueteo un poco haciéndome la tonta. Luego de ingresar por aquel lugar, esos maniquíes me dan muchísima impresión, pero el deportista le pone muchísima onda y me encanta. 

—Oh, soy Lisa. Encantada—digo al sonreír, siguiendo el rollo y al desviar la mirada al sueño, algo más se ve—. Hm... El suelo... Raro. ¿No?

¿Alguno de la casa tenía un extraño fetiche con los maniquíes? – Entendía que algunas personas tuvieran gustos peculiares pero, ¿qué tenía de normal una colección de maniquíes como si fueran cartas de pokemon? – En esas historias que contáis de la familia Hudson, ¿había algo relacionado con muñecos de plástico? – Cogió el torso de una figura sin cabeza para retirar el polvo que hubiera adosado a su cuerpo.- Lo raro es que estuviera la puerta abierta, si parece que no haya entrado nadie en tiempo.

Lo dejó en su sitio mientras algunos señalaban las marcas del suelo. Carlo sacó el móvil y, si podía, encendería el modo linterna para comprobar a dónde iba el rastro.

¿Seguimos las baldosas amarillas? – Bromeó con el resto antes de continuar el camino dictado por las marcas, queriendo saber a dónde les llevaría.

Se se dededicaban a producicir telas y ropopa, ni los sasaqueadores los coconsideraron de vavalor comentaba algo distraido. miraba con desgasna los maniquies y las huellas en el suelo

Segu-guro que no es imp-portante. Hya huellas de va-vagabundos y de los cazadiores de psipsipsipsicofonias...

Y repentinamente me di la vuelta. Me fui hacia la puerta de nuevo mientras decia

Escuchasteis al ni-niño? ¿no venia el ruido de los co-columpios? me estaba ermpezando a quedar un poco intranquilo.

Creo que vo-voy a echar un vi-vistazo. Ese ni-niño deberia estar ya en ca-casa y no siguiendonos.

Ubicación A8. Cocina.

El débil rastro conduce a la habitación contigua. Carlo abre la puerta y alumbra con su móvil. Es trata de una cocina muy antigua. Los fogones son de hierro y la cocina se alimenta con leña o carbón. Los utensilios de cocina, viejos y oxidados, están desordenados en los cajones mal cerrados. Hay cestos de mimbre, algunos en la mesa o en una de las sillas, otros en el suelo. Hay azulejos rotos y un viejo candil con algo de aceite. También hay un armario empotrado, donde se guardan especies secas, sal, platos, vasos y otros productos que están echados a perder.

Te asomas. Bajo la tormenta no ves a nadie. No oyes a nadie.

El columpio se mueve como si alguien acabase de bajarse y no se hubiese detenido del todo...

Rob ya no sabía como calentar a Lisa. Bueno, eso sí, suponía. Quería imaginar. Le había dejado su chaqueta antes- Bueno, aquí podemos estar algo más calentitos. Si me dejas...-friccionó con delicadeza pero energía los brazos de la chica- No vayas a resfriarte.

Dejó el maniquí a un lado- Vamos Theresa, ¿puedo llamarte Thess? Nosotros somos la fiesta, estamos bien, los seis. Anímate. Di una vuelta en redondo como si fuese un pase de baile, y giró también a la propia Lisa, tomándola de una mano - Señor Gato, sigamos las losas amarillas -dijo hacia Carlo, aunque no recordaba si el gato alocado estaba por aquí.

El que parecía muy flipado era Ignatus, hablando de un niño, y se marchaba.

-No veas. Ese se ha largado con ataque de mieditis . Chica dura, dale la mano, que la necesita - le comentó a Theresa.

Rob se encaminó hacia la siguiente sale, la cocina. -Pues va a ser que los sandwiches tampoco están preparados.-decidió imitar a Carlo y encendió la linterna de su móvil.