Partida Rol por web

Hieronymus entró justo detrás de Heinrich, seguido de cerca por Isolda. Con sus armas barrieron cada esquina de cada habitación en busca de enemigos emboscados o supervivientes lo suficientemente aterrorizados como para abrir fuego sobre ellos sin preguntar.

El viejo agente había realizado centenares de registros en sus tiempo en el Adeptus Arbites y la escena de caos no le resultó extraña. Los saqueos eran frecuentes en la subcolmena, como lo era que los criminales intentaran huir con lo que pudieran y escondieran o destruyeran lo que no fueran capaces de cargar.

Hieronymus recorrió con ojo experto aquel sindios en busca de equipo, documentos útiles o pistas. Salvarían la información y el material que pudieran y saldrían de allí hacia otro sitio. Debían encontrar una salida lo antes posible, además, quedarse en un mismo lugar era la mejor forma de que les acabaran encontrando y cazando.

Isolda barrió con el bolter el lugar, buscando un objetivo, pero al darse cuenta de que no había ninguno, rápidamente se dispuso a buscar por todo el lugar en busca de algo que pudiera ayudarles a salir del aprieto en el que estaban. Le daba igual que fuera un mapa completo o una carga de fusión para reventar la puerta, tenían que salir de allí y pedir que purgaran ese planeta por completo.

Por fin empezamos a movernos, no sabíamos el tiempo que teníamos para salir de allí, ademas, el estar en un sitio mucho tiempo solo podría traernos problemas, segun avanzábamos por las estancias solo se veía el caos que se había apropiado de todo desde que la viuda empezó a realizar su profecía, sin dejar de vigilar cualquier posible movimiento seguimos avanzando con la esperanza de encontrar algo que nos diera alguna pista para encontrar una salida.

El pocos minutos la mayoría de habitaciones fueron revisadas de arriba abajo, pero tras unos pocos vistazos quedó patente que no había gran cosa que fuese útil o que se pudiera salvar. Finalmente, cuando casi os habíais resignado a no sacar nada de provecho de aquél lugar, Hieronymus rozó una placa de datos rajada que emitió un leve destello proyectando una imagen. Aparentemente estaba dañada, pero no totalmente inutilizada.

La imagen, como si estuviera grabada a fuego sobre la placa de datos, mostraba un plano sencillo de la isla con tres localizaciones destacadas sobre él, pero no respondía correctamente. Al tratar de manipularla la imagen desaparecía, sustituida por un flujo de texto que discurría velozmente por el cristal rajado antes de desaparecer por completo y ser sustituido de nuevo por el plano de la isla. Tras un par de intentos alcanzasteis a vislumbrar que el texto parecía estar escrito en gótico clásico, pero demasiado rápido como para entender todo lo que aparecía escrito.

Sin embargo, no fue lo único que encontrásteis. Removiendo los muebles derrumbados de una habitación, heinrich dio con charco de sangre semicoagulada, sobre el que sin lugar a dudas antes había descansado un cuerpo humano que ahora no estaba allí, y un rastro de esa misma sangre que se dirigía hacia una pared, donde desaparecía tras una rejilla de ventilación abierta, a duras penas del tamaño suficiente como para que lo pudiera atravesar una persona de tamaño medio.

Orionus se movió con el resto del equipo e iban viendo el desorden en las habitaciones que era confusa su presencia e intención como si hubieran querido registrar las habitaciones con virulencia y brusquedad o vandalismo ya que los pocos objetos o mobiliario ya no se les podían dar utilidad. Un asesino imperial hubiera inspeccionado cada aposento con más delicadeza pero estos adeptos heréticos les llevaba la violencia y obstinación de quién siguieran si la Viuda dorada o el falso profeta de la sala de subastas.

Algunos compañeros/as del equipo rebuscaron lo poco servible del lugar con pocas esperanzas y sin causar poco estruendo o esfuerzo en sus acciones. El asesino se iba a quedar de centinela en la puerta de fuera de las estancias pero Arcturus dejaba al servocraneo de vigilante. Eso que entro en las alcobas contemplando lo que hacían sus compañeros/as y el de vez en cuando se acercaba alguna zona donde había algún objeto o mobiliario sospechoso al que le echaba un ojo. Incluso con suavidad los movía con el cañón de su rifle automático, no era la primera vez que ponían trampas en los lugares que menos se imaginaba la gente corriente.

Luego vieron la rejilla y les comento a sus compañeros “Si queréis puedo adentrarme en la rejilla pero estaría bien que me acompañara alguien por si necesito refuerzos y tuviéramos que retirarnos en la exploración.

Heinrich miraba con gesto preocupado a la rejilla. Algo que cupiera por ella y que era capaz de cargar con un cuerpo humano, tenia que ser peligroso. Para el tamaño que debia tener, demostraba tener mucha fuerza y eso podia ser un problema, al igual que los proyectiles para penetrar, cuanta mas fuerza se concentrara en un punto focal mas pequeño mas daño se hacia...

El guardia imperial medita por un momento, piensa proponerle a Arcturus que el servocraneo explore la red de ventilacion, igual puede encontrar una salida. El mismo sitio por el que haya entrado la bestia, pero, habiendo, al menos, una bestia en dichos conductos, es arriesgar un recurso muy valioso.

-Rojo, - dice manteniendo la disciplina de comunicacion, pues claramente estan en territorio hostil- podriamos enviar el servocraneo a explorar la instalacion de ventilacion, si el aire entra y las bestias tambien, igual nosotros lo podemos usar para salir. Me preocupa que dichas bestias sigan en los conductos, pero es una opcion que podriamos explorar. Claro que siempre podemos dejar a Omega que haga su trabajo, ya que tan amablemente se ha ofrecido voluntario.

Arcturus había dejado de buscar, desalentado, cuando la placa-mapa que accidentalmente había despertado Hieronymus le devolvió cierta esperanza. Revisó el plano de la Casa de Polvo y la Ceniza, y levantó la cabeza cuando Heinrich se dirigió a él. En vez de responderle, señaló el plano con voz inquieta.

-No me había fijado antes, pero parece que hay otra salida al otro lado del complejo* -apuntó. -El camino es largo y enrevesado, puede estar plagado de peligros, y seguramente también esté bloqueada por el campo de fuerza, pero tal vez sea una posibilidad... No me hace ninguna gracia enviar a Cabecit... al servocráneo por ese conducto; ni siquiera que el señor Boulder se meta en él. Parece que algo ha arrastrado a alguien por ahí, o al revés.**

- No Orionus, no debes entrar ahí - respondió secamente el arbites - el hueco es demasiado estrecho para poder moverse dentro y quizás haya que volver reptando hacia atrás, lo que es aún más difícil.

- Que alguien te siguiera, de nada te serviría - negó con la cabeza - salvo para oir tus gritos cuando te atrape esa cosa. Añadió en un pensamiento para sí mismo, que no pronunció en voz alta. El arbites por un momento imaginó a la Estatua de Ónice convertida en un felino vivo y tuvo un escalofrío. Afortunademente Heinrich había destruido aquella cosa.

El arbites se volvió hacia el tecnoadepto y miró el punto que señalaba. En efecto, aquel punto en el extremo este del complejo, conectado con una gran sala parecía una salida. Quizás tan grande como la entrada principal. El arbites señaló una ruta que podía conectar su ubicación actual con aquel lugar. La distancia era grande, pero empleando pasillos principales apenas tendrían que serpentear por el complejo. Evitarían las salas principales y la exploración innesaria y lenta de cubículos pequeños.

El arbites, tomada la decisión cogió del suelo la placa de datos estropeada con el mapa de la isla y se la entregó al tecnoadepto, quizás Arcturus pudiera arreglarla más adelante y Urtzi estudiarla después.

- Taponaremos ese conducto y nos iremos, aqui no hay nada que hacer - ordenó y se acercó a una mesa, que colocaría con ayuda de Heinrich y Gianna encima de la trampilla.

Isolda siguió al grupo en silencio y cuando pudieron ver esos mapas, no pudo evitar un gruñido de frustración.

-Somos ratas en una trampa -dijo con disgusto- y no me gusta estar en las trampas, estoy acostumbrada a tenderlas yo.

Continuó refunfuñando sin parar por lo bajo, soltando palabras que parecían no tener demasiado sentido como para nadie, ni siquiera para ella, mientras seguía quejándose y quejándose.

- Creo que podríamos investigar el conducto con el servocráneo, solo unos metros; pero también podría ser una trampa y perderlo o perder a alguien, por lo que sería buena idea taponarlo -se encogió de hombros- me es indiferente el proceder, pero deberíamos de seguir en movimiento. No sabemos cuantos herejes son, si tienen aliados xenos o demoniacos y si nos quedamos quietos podrían rodearnos y aislarnos por completo.

Esta vez estaba de acuerdo con el viejo, lo cual no hacia otra cosa que ponerme de muy mala leche, así que con cara de pocos amigos ayudo a levantar una mesa para taponar el agujero, con lo estrecho que era el entrar ahí solo nos podría traer alguna desgracia, si intentan emboscarnos les daremos su merecido..., pero como bien dice Isolda no nos conviene fijar nuestra posición en un mismo sitio mucho rato, lo mejor sera movernos hacia esa salida cuanto antes...

Orionus escuchando los comentarios de sus compañeros/as y consejos de no entrar por el conducto de ventilación. Acerco un mueble a la pared de la rejilla, se subió en él, saco de su mochila su esfera incandescente, la encendió, sujeto su rifle automático con la otra mano por si tenia que disparar y con cuidado echo un vistazo a la rejilla desde fuera por si encontraba algún objeto o pista que les explicara que paso ahí.

Mientras los demás reunían el material suficiente para poder bloquear la rejilla a la altura a la que se encontraba, Orionus trepó sobre la superficie más cercana para poder observar el interior del conducto. Al principio fue difícil distinguir algo, ya que la luz se propagaba en el interior arrojando sombras extrañas, ocasionalmente con los tonos rojizos de la sangre en su interior. Finalmente, un par de metros más allá donde el conducto terminaba con un brusco giro hacia un lado y continuaba hacia lo desconocido, Orionus lo vió.

Un brazo humano descansaba, interte, allá donde el conducto de ventilación describía un giro cambiando su dirección, con el resto del cuerpo doblado en un ángulo extraño y oculto en las sombras donde no podíais distinguirlo con claridad.

Heinrich termino de ayudar a Hieronymus y Gianna a colocar el parapeto. Aunque no confiaba mucho en su efectivadad. Si bien era cierto que la bestia que habia arrastrado ese cuerpo dentro del conducto quiza no pudiera salir por donde los adeptos habian montado la barricada, no era el unico, ni por mucho, acceso a la red de ventilacion que habia en las instalaciones.

Por ello, en cuanto terminaron de montarlo, Heinrich se giro hacia Arcturus y le felicito por el hallazgo.

-Bien visto rojo. Propongo que nos pongamos en marcha cuanto antes. Si bien hemos cerrado este conducto, hay muchos mas por los que puede salir otra vez el animal que ha hecho esto -Dice señalando el rastro de sangre - O alguno de sus congeneres que vengan de fuera y usen la red de ventilacion. Cuanto antes salgamos de esta trampa, mejor.

-No sé que nos puede atacar, pero yo me pondría en lo peor. Estemos lo más atentos posible para evitar caer en emboscadas o peligros.

Al mirar esa rendija ahora no podía dejar de pensar en que surgiera de ella un ser como el que les había atacado en aquella sala donde guardaban todos esos tesoros.

El arbites dejó caer el pesado mueble sobre la trampilla, se sacudió las manos y dio por concluido definitvamente el asunto - En marcha - ordenó.

Aquello que hubiera matado al hombre y lo hubiera arrastrado hasta el conducto no podría salir por allí, al menos no fácilmente. Tendría que dar un rodeo o hacer mucho ruido. En cualquier caso, aquella maniobra les daría algo de tiempo. Ahora sólo quedaba cruzar medio complejo, evitar a los numerosos monjes y a los demás asistentes a la subasta con intenciones hostiles.

- Armas listas y ojos abiertos - ordenó antes de volverse hacia el tecnosacerdote.

- Maese Arcturus ¿sería posible que enviarais a vuestro servocráneo algo por delante del grupo - pidió el arbites, de una forma mucho más cortés que al ladrar sus órdenes. Los oscuros secretos del Mechanicum siempre serían una fuente de respeto y de cierto temor para él.

Tras tapar el agujero era hora de ponerse en marcha, mientras el grupo empieza a moverse no dejo de mirar por ultima vez donde estaba el agujero, que criatura seria la que estaría deambulando por ahí, esperaba no tener que encontrármela, ya con los monjes tendríamos bastante quebraderos de cabeza en nuestro camino, me quito esas ideas de la cabeza mientras examino que mi arma este perfecta para el momento que tenga que hacerla hablar, mientras cierro filas al final del grupo...

Arcturus miró un rato a Orionus antes de ponerse en marcha. La minuciosidad del asesino era encomiable, pero la curiosidad era un arma de doble filo, y no quería que se quedara atrás.

-Vamos, señor Boulder, nada bueno puede salir de ahí.

Respiró hondo, pensativo, mientras se colocaba en su puesto. El camino sería muy largo, tendrían que armarse de paciencia y proceder al mismo tiempo con rapidez y cautela. Sintió un hormigueo eléctrico en la espina dorsal, sintiendo que se metían en la boca del lobo.

-Claro, señor Homron -respondió al arbites, y envió al servocráneo varias decenas de metros por delante. Luego empuñó el rifle y decidió prestar la mayor atención posible al entorno.

-Si alguien ve un punto de conexión, que me avise, podríamos intentar conocer algunos datos más del complejo.

Una vez cerrado el conducto, no os quedaba más que abandonar aquellas habitaciones para intentas alcanzar lo que con suerte sería una salida secundaria del complejo. No había tiempo que perder, 13 horas parecía una cantidad inmensa de tiempo, pero recorrer un edificio tan laberíntico y de tan enormes dimensiones no sería algo que tomar a la ligera.

De nuevo atravesásteis los salones de entrada en dirección Este, pero en esta ocasión os visteis obligados a interrumpir vuestra marcha cuando estábais por llegar a las escaleras situadas en el centro de los salones. El servocraneo que habíais enviado como vigilante en la vanguardía había vuelto flotando silenciosamente para mostraros una holoproyeccion de lo que había descubierto más adelante. Pequeños grupos de clérigos, desorganizados y errantes, y ahora varios de ellos armados con las armas de los soldados de las FDP deambulaban sin rumbo concreto cerca del acceso al piso superior donde se había celebrado la subasta, poco a poco dispersándose en direcciones aparentemente aleatorias. Un movimiento en falso y os encontraríais de frente contra alguno de ellos.

Heinrich detiene al grupo levantando el puño y, sin decir palabra, señala los grupos de los monjes que se pasean con las armas de los de las FDP. Entrar en combate con uno de esos grupos puede significar que el resto de monjes vengan a socorrer a sus colegas y el grupo se encuentre con una marea de monjes y superados en numero. Habian logrado salir de esa situacion una vez, pero gastando granadas y con algunas heridas. El guardia imperial no queria volver a tentar a la suerte.

Con la misma mano que ha levantado para frenar al grupo y apuntar a los monjes, señala una ruta que sigue por las paredes, apartada de los vagabundeos de los monjes y espera la confirmacion de Arcturus que es el que tiene la ruta mas clara en la mente.