Partida Rol por web

El arbites hice una inclinación con la cabez en señal de respeto, aceptando las palabras de Nonesuch como buenas.

- Señor, no pretendo desarmaros, ni dejaros desprotegidos en absoluto. Tan sólo permitid a mis hombres que atiendan a este hombre sin que los vuestros supongan... - una amenaza, iba a decir - una distracción. Enviadlos a proteger la puerta este si lo preferís, mi equipo de seguridad protegerá el resto.

- Pero si es necesario para que no me traten como a un enemigo les prestaré mis ganancias - respondió Nonesuch.

- Tenemos más posibilidades si nos comportamos como aliados ¿no creeis? Todos hemos sido víctimas de esta trampa. Creemos conocer una salida y podriamos llevaros hasta ella - añadió con la intención de ganarse la confianza del noble. Quizás viendo plausible escapar con vida del complejo fuera más generoso con la información de que disponía con respecto a aquel lugar, a las reliquias y a los Haarlock.

- Kamila, ve con ellos - indicó Nonesuch.

El arbites observó a la muchacha, frunció el ceño levemente, sospechando, como siempre. Siempre era posible que la muchacha transportara un explosivo o incluso que se tratara de un psíquico encubierto.

- Por favor, señorita, avanzad despacio hasta aqui, estad tranquila y nada malo os ocurrirá - el arbites dirigió una mirada significativa a Heinrich e Isolda, esperando que los dos la vigilaran y que la cachearan al llegar hasta ellos. Conocían las costumbres y manías del viejo arbites.

-Que deje los objetos a media distancia.

La voz cavernosa de Arcturus no iba dirigida a la secretaria de Nonesuch, ni a este, a pesar de no perderlo de vista ni un momento a través de la mirilla de su rifle. Iba dirigida a Hyeronimus. Al tecnosacerdote le sorprendió que el viejo fuese de repente tan confiado.

-Después atenderé a Quill, si quieren. Pero a distancia y sin armas.

De nuevo, hablaba a sus compañeros, pero se refería, evidentemente, a los hombres de Nonesuch. A diferencia del arbites, al que aquel pujador le daba cierta confianza, Arcturus todavía recordaba sus malas sensaciones cada vez que se encontraban. Alzo levemente la cabeza, por alguna razón, y miró fijamente el bastón. Luego de nuevo a Nonesuch. A los ojos.

-Si quieren venir entregarán sus armas hasta estar a salvo. Bastón incluido.

El viejo se estaba haciendo muy blando, al igual que nosotros estaban huyendo de los clérigos, pero no por ello dejaban de ser unos malditos herejes, por mi cabeza pasa la idea de apretar el gatillo, con solo un pequeño movimiento le podría volar la cabeza a uno de los guardaespaldas, seguro que con ello las deliberaciones acabarían en un abrir y cerrar de ojos, la idea resultaba tentadora, con suavidad acaricio el gatillo mientras mientras refreno mis impulsos de apretarlo...

La sororita no bajó el arma ningún momento mientras dejaba que el arbitres llevara el peso del diálogo, pues seguro que tenía mucha más mano izquierda que ella; pero no se esperaba que accedieran tan rápidamente a que la chica les diera los objetos y cuando dio un paso, la sororita dio un paso atrás y la apuntó expresamente. Antes de que pudiera dar el alto, el tecnosacerdote lo hizo, por lo que con un gesto del bolter para que se parara la joven.

Movió los dedos que empuñaba el bolter como si quisiera afianzar mejor el arma, un arma diseñada para usarse a dos manos y que ella podía usar gracias a aquel guantelete que le dieron y que le permitía poder defenderse en condiciones.

Creemos conocer una salida y podríamos llevaros hasta ella.

Definitivamente aquellas palabras cambiaron la leve animosidad que Hieronymus y el resto de acólitos habían causando en el maestro Nonesuch con sus precavidos actos, tras abrir los ojos de modo que casi se le salieron de las órbitas por un instante se recompuso y volvió a hablar con su calmado tono habitual, tal vez un poco excitado por la perspectiva de escapar.

- ¡Eso es extraordinario! Permitid entonces que ponga mis humildes recursos a su disposición para poder abandonar este lugar lo más rápidamente posible. - Para confirmar sus palabras, hizo un gesto para que sus guardaespaldas retrocedieran unos pasos y permanecieran de espaldas a los acólitos, vigilando la puerta como había sugerido el Arbites.

La objeción de Arcturus sobre la secretaria tampoco había pasado desapercibida, la mujer se había detenido dubitativa al ser apuntada directamente con el arma del tecnosacerdote, pero Nonesuch resolvió sus dudas sin necesidad de que preguntase por nuevas órdenes - Kamila, haz caso a nuestros valedores. Deja esas antiguallas junto al herido y vete al rincón* sin molestar hasta que te llame de nuevo. - Perfectamente obediente, la secretaria dejó en el suelo cuidadosamente alineados el polvoriento y manchado sello imperial, el inutilizable brazalete astartes y la máscara xenos, y se alejó a un lado para no entrometerse entre vosotros y el maestro Nonesuch.

- Diría que ya estamos a la par, en tanto que he respondido a sus preguntas y cumplido con sus demandas. - continuó Nonesuch como si lo anterior no hubiera sido más que un mal tropezón que ya hubiese quedado olvidado, mientras jugueteaba haciendo girar el bastón apoyado en el suelo con el pulgar. - Ahora respondan ustedes. ¿Cómo han sabido de esa salida de la que me han hablado? ¿Y cuál es el interés que tienen en este hombre? -

Por momentos la sangre me ardía, quien coño creía que era Nonesuch, ya podía dar gracias de estar vivo como para encima pedirnos explicaciones, eh tu, da gracias a que aun estas en pie, así que deja de hacer preguntas estúpidas y camina antes de que cambie de opinión, escupo al suelo mientras no pierdo de vista a los guardaespaldas, movámonos de esta habitación, llevamos demasiado aquí.

- Kamila, haz caso a nuestros valedores. Deja esas antiguallas junto al herido y vete al rincón sin molestar hasta que te llame de nuevo - ordenó Nonesuch a su secretaria

- No por favor, señorita, no es preciso que os oculteís, podeís situaros cerca del herido - pidió en tono firme el arbites, dispuesto a no perder a la mujer de vista.

- Diría que ya estamos a la par, en tanto que he respondido a sus preguntas y cumplido con sus demandas - continuó Nonesuch - el arbites arqueó una ceja interrogativo aunque tan sólo fue una pizca y el gesto pasó desapercibido. La situación de ambos grupos no era equiparable ni por asomo, pero de momento Nonesuch se había plegado a sus peticiones sin rechistar y el arbites esperaba que la situación continuara así.

- Ahora respondan ustedes. ¿Cómo han sabido de esa salida de la que me han hablado? ¿Y cuál es el interés que tienen en este hombre? - continuó el noble.

- Todo a su debido tiempo. Mis hombres tienen, razón llevamos aqui demasiado tiempo.

- ¿Nuestro interés en el herido? Compartimos transporte con él para venir aqui, no puedo decirle mucho más de él salvo su nombre, Quill.

- Rojo por favor ¿podríais echarle un vistazo? - pidió Hieronymus a Arcturus, confianzo en que éste electrocutara al cazarrecompensas si resultaba estar fabulando y que lo registrara tanto como atendía a sus heridas.

- Respecto a la salida del complejo... por favor, salgamos de esta sala primero - pidió paciencia una vez más. Mientras no perdía ojo de los progresos de la secretaria, el tecnosacerdote o del propio Nonesuch y el bastón que no había llegado a soltar. El arbites no había dejado de empuñar el escudo, ni el fusil, con el de forma un tanto casual cubría el pasillo y a Nonesuch.

Isolda se mantuvo en silencio apuntando con su arma a la secretaria, pues algo le decía que los nobles podían usar lo que parecía la menor amenaza posible como un arma, y extrañamente le parecía hasta normal.

-El tiempo pasa -dijo al escuchar a Hieronymus- hazle un chequeo rápido, si no se muere en menos de cinco minutos nos deberíamos de poner en marcha -entrecerró los ojos un momento- no importa como hayamos sabido de la salida, lo importante es que podemos largarnos de esta roca polvorienta.

Heinrich no deja de apuntar. A pesar de que los animos parecen relajarse en los intercambios de los grupos, los picores en los implantes de Arcturus le dice a Heinrich que Nonesuch es mas de lo que el ojo ve.

-0s cubro- Simplemente dice, entre dientes, mostrando su tipica media sonrisa sardonica. Si hay intercambio de tiros, aunque sea de manera unilateral, a esta distancia, Heinrich confia en que su escopeta pueda dejar un bonito recuerdo a Nonesuch y sus hombres.

Arcturus no varió su postura durante unos cuantos segundos, como si no hubiera oído las palabras de Homron, Isolda y von Tod. Al cabo de ese breve instante pareció aceptar la arriesgada encomienda. Bajó el arma, le puso el seguro y se acercó con paso decidido a Quill, confiando en que el Omnissiah estaba con él. No miró las reliquias ni a la secretaria de Nonesuch cuando pasó a su lado. Se detuvo frente a los guardaespaldas que sostenían a Quill, y les indicó con un gesto que lo depositaran en el suelo y que se alejaran; volverían a cargarlo si finalmente tenían que llevarlo consigo y no podía hacerlo por su propio pie.

Después se inclinó sobre él para examinarlo. Comenzó comprobando su estado de consciencia con algunos pellizcos certeramente colocados. Continuó buscando heridas externas, sin perder de vista el rostro del hombre y sus expresiones. Luego lo palpó para detectar posibles lesiones internas y poder obtener un diagnóstico. Lo cacheó y rebuscó en sus bolsillos sin molestarse en ocultarlo.

Mientras tanto, oraba para sí mismo, deseando que las armas de sus compañeros supieran castigar cualquier movimiento traicionero de Nonesuch y los suyos.

Respondiendo a la petición de Hieronymus, la secretaria permaneció cerca del inconsciente Quill. Nonesuch no mudó la expresión con las respuestas del Arbites y la Sororitas, dando la impresión de que ya se esperaba una contestación similar. Incluso mantuvo su recuperado semblante sin importarle que estuvierais apuntando a él y a sus hombres con vuestras armas.

Arcturus se acercó a paso seguro hasta el cuerpo inconsciente de Quill, los individuos más cercanos eran la secretaria, y pocos pasos más atrás el propio Nonesuch, que contemplaba impasible cómo Arcturus examinaba a su paciente. El examen médico se llevó a cabo con la rapidez y precisión de un experto relojero. Pulso, respiración... con solo situar sus manos en lugares concretos del cuerpo Arcturus asimilaba la información necesaria en pocos segundos. No había pasado ni un minuto cuando finalmente asintió con la cabeza, satisfecho.

- Costillas rotas, traumatismo en la sien. Aparte de sufrir dolores solo está desmayado. El sujeto posee un constitución robusta para ser solo débil carne. Si le permitimos descansar recobrará el conocimiento por sus propios medios en pocos minutos. -

Tras la declaración del tecnosacerdote, Nonesuch puso una genuina cara de asombro y a continuación dio unas rápidas pero débiles palmadas. - Impresionante; no sabía que se pudiera averiguar algo así tan rápido y por sus propios medios. Kamila. - Nonesuch dijo aquella última palabra con una voz totalmente vacía de emociones, como si la fuerza que antes movía sus rasgos faciales y sus cuerdas vocales se hubiera apagado dejando tras de sí una simple cáscara, un simple recuerdo de lo que había sido.

En menos de lo que dura un parpadeo la carpeta de cuero que antes sostenía la secretaria cayó al suelo desparramando su contenido en pergaminos; al instante Arcturus se encontraba inmovilizado contra la estantería de madera frente a él, la tal Kamila, que antes parecía totalmente inofensiva, estaba aplastando la cara del tecnosacerdote contra la superficie de madera con una mano mientras sostenía uno de sus brazos semi-mecánicos con la otra, rivalizando con la fuerza del tecnosacerdote.

- No puedo dejar que esa mosca molesta despierte de improviso y lo estropee todo, de modo que tendré que cambiar mis planes. Les propongo un trato provechoso que espero que acepten: ustedes me dicen cómo llegar a la salida y a cambio conservan sus miserables vidas. Incluso pueden quedarse con esas baratijas, son totalmente inútiles y carentes de interés para mi. -

Al tiempo que Nonesuch hablaba con aquella voz sin sentimientos que casi parecía una persona totalmente distinta, los guardaespaldas que había hecho retroceder para ganar la confianza de los acólitos volvían a darse la vuelta hacia su señor, tan lenta e impasiblemente como si nada de lo que había ocurrido en aquél momento les hubiera sorprendido.

El arbites parpadeó sorprendido al ver el rápido movimiento de la secretaria y la fuerza de la que disponía, desplazando los casi 100 kg de tecnosacerdote sin dificultad. Pero era difícil sorprender al arbites mucho tiempo y más cuando esperaba un ataque cada vez que respiraba.

Sin abrir la boca apretó el gatillo y el rifle, que ya apuntaba hacia Nonesuch. Pero en lugar de atronar y escupir fuego y proyectil tras proyectil contra el noble, sonó un chasquido metálico y el primero de los proyectiles, que había entrado mal en la recámara se negó a moverse.

El arbites maldijo en voz alta y empezó a tirar de la palanca de armado una y otra vez esperando sacar aquel maldito proyectil.

Heinrich no se habia fiado del presunto "maestro" ni un momento y, en cuanto la traicion fue evidente, apreto el gatillo que llevaba queriendo apretar desde que se habian encontrado con Nonesuch y su sequito.

-Malditos herejes, ninguno escapara.

El movimiento de la secretaria de Nonesuch pilló a Arcturus desprevenido más en la práctica que en la teoría; no lo esperaba de forma concreta, pero no le extrañó en un sentido teórico. También le extraño la enorme fuerza de la mujer; o lo que fuera. Chirrió un poco al impactar contra la estantería. Apretó los dientes y orientó la energía de su biogenerador interno de Lumen con toda su mala intención hacia la tal Kamila, que notó la descarga con fuerza, antes de buscar refugio encorvado.

Al final la escoria salia a flote, si el viejo no se estuviera haciendo tan blando esto no hubiera ocurrido y todos los herejes estarían ya muertos, por un momento dudo entre disparar al guardaespaldas o intentar disparar a la secretaria que se abalanza sobre Arcturus, esa duda hace que mi tiro falle su objetivo impactando en la puerta al fondo del pasillo, me maldigo a mi misma mientras busco algo de cobertura en las estanterías a la vez vuelvo a fijar mi objetivo...

Orionus se mantuvo apuntando al grupo de guardaespaldas y a Nonesuch mientras realizaban el pacto de auxilio y custodia temporal de las reliquias. Los guardaespaldas se mantuvieron pasivo y con signo de baja guardia.

Al dejar el cuerpo del inconsciente Quills, Arcturus acercarse a él para realizar le un diagnóstico. Coincidió que la secretaria se acercó a Quill y a Arcturus para dejar las reliquias a nuestro alcance pero aprovecho la ocasión con rapidez para hacerle una presa a Arcturus que lo inmovilizo.

El asesino al percibir a poco metros de él que se iniciaron los problemas. Empezó a escuchar disparos de sus compañeros, detrás de él y sin pensar un milisegundo descargo una ráfaga de su rifle automático a Nonesuch para decapitar al líder del grupo.

-Purgad al impuro -dijo sin ningún tipo de pudor antes de disparar. En el instante en que la mujer había atrapado a Arcturus el tecnosacerdote hizo algo e Isolda no dudó en disparar dos tiros rápidos a uno de los guardaespaldas. Algo le decía que quitando a esa mujer y los guardaespaldas, el "noble" no tan noble no sería un gran rival.

El bolter escupió dos tiros bastante bien dirigidos hacia su objetivo, temblando en esa mano que de no ser por el guante que le habían dado, podría haberse roto como poco la muñeca por culpa del retroceso de su arma sagrada.

Fuera por obra del destino o intervención de otra fuerza más siniestra lo cierto es que las armas no funcionaron correctamente al disparar contra Nonesuch. Muchos proyectiles impactaron inofensivamente contra las estanterías vacías, pero varios de ellos alcanzaron a su objetivo atravesando a Nonesuch limpiamente y dejando en su cuerpo agujeros del tamaño de un puño humano antes de que el noble cayera al suelo sin que su carne pudiera sostenerle a causa de las heridas.

Al mismo tiempo, Arcturus se fabricó su propia vía de escape, lanzando una inesperada descarga a la mujer que lo sujetaba, y que le proporcionó la oportunidad de huir para refugiarse tras la estantería más cercana a modo de cobertura. Sin embargo, la mujer no gritó de dolor ni dio signos de preocupación por su amo caído, ni tampoco lo hicieron los guardaespaldas que se acercaban desde el final del pasillo sosteniendo sus armas.

Un breve movimiento, como un espasmo, cruzó el cadáver de Nonesuch. A este le siguió otro más, y un tercero.

- Estúpidos bípedos insignificantes. Debisteis aceptar el trato... cuando aún teníais oportunidad. - Era la misma voz vacía de emociones que había empleado Nonesuch por última vez, y que salía directamente de su convulso cuerpo oculto por sus propias túnicas enredadas.

La túnica se desplazó a un lado del cuerpo cadavérico de Nonesuch, abultada como si aún contuviese carne, y poco a poco comenzó a elevarse como si un cuerpo comenzase a rellenarla de la nada. Viscosos pedazos de materia caían convulsos de entre los pliegues de la túnica antes de arremolinarse a los pies de la tela para unirse de nuevo a la masa cambiante que se apretujaba en aquella túnica en una horrenda imitación de la forma humana, aún sosteniendo el bastón de Nonesuch adornado con una gema verde.

- No os necesito con vida. la carroña de vuestra materia pensante me dirá lo que quiero saber. Ahora. MOrid - A su orden, los guardaespaldas comenzaron a disparar sin dejar de avanzar en ningún momento. Y la mujer que había apresado brevemente a Arcturus avanzó entre las estanterías, desarmada, pero con evidente intención de atrapar de nuevo a su presa.

Orionus ve como acribilla junto a los disparos que parecían de una pistola bolter a Nonesuch. Lo ven caer y el asesino por un instante daba por hecho que se iba a rendir el tropel.

Todos ven como Arcturus consigue liberarse de Kamila y refugiarse detrás de una estantería. A los segundos se escucho de nuevo la voz de Nonesuch:

Estúpidos bípedos insignificantes. Debisteis aceptar el trato... cuando aún teníais oportunidad.

Después de ver caer el cuerpo de Nonesuch.

La túnica se desplazó a un lado del cuerpo cadavérico de Nonesuch, abultada como si aún contuviese carne, y poco a poco comenzó a elevarse como si un cuerpo comenzase a rellenarla de la nada.

Le dijo de nuevo, después de ver aquella siniestra escena.

No os necesito con vida. la carroña de vuestra materia pensante me dirá lo que quiero saber. Ahora. MOrid

Orionus recibió entrenamiento tanto documental, simulación y practico en salas de combate con criaturas que traían capturadas los profesores y soldados. Cuando nos enfrentábamos a ellas, comprobaban nuestros progresos y supervivencia, ya que más de un compañero/a murió en esos entrenamientos. Aunque nos sorprendiera la realidad, nos adaptábamos a las sorpresas pero lo que estaba viendo el asesino era sombrío y se merecía la muerte.

Pero Orionus reacciono.

Un extraño ser se conforma de entre la tunica de Nonesuch, agarrando el baston que presenta una piedra verde. Otra piedra, a medio sector de distancia viene a la memoria de Heinrich, una piedra con un brillo rosaceo.

Un picor en los ojos del guardia imperial, le incita a rascarselos, mira un momento a Hieronymus, por si el veterano arbites tiene el mismo recuerdo. 

-Malditas piedras y malditas minas.

Dice entre dientes, pero cuando ve que la chamuscada secretaria marioneta de la Capa de Nonesuch vuelve a por Arcturus, sabe que no tiene un momento para dudar, el tecnoadepto esta solo ante el peligro y hay que ayudarle, por lo que dispara a la secretaria.

Desgraciadamente, el picor en sus ojos le hace fallar el disparo.