Partida Rol por web

Dede su improvisado refugio a un lado de las estanterías, Arcturus apenas pudo ver lo que ocurría con Nonesuch, pero la horripilante voz que oyó le provocó incontenibles temblores. Vio que sus compañeros intentaban abrir fuego para responder a los guardaespaldas del noble, o lo que fuera. Aquella maldita y extraña secretaria seguía avanzando hacia él, y el tecnosacerdote se limitó a retroceder unos cuantos pasos, temeroso, pero sin perderle la cara a la mujer.

El arbites vio caer el cuerpo de Nonesuch al suelo, estremecerse y alzarse de nuevo en forma de una sombra, horrible remedo del hombre que había sido o que simulaba ser.

El arbites se estremeció como no lo había hecho al descubrir la traición del noble. La visión del humo maléfico llenando la capa, descomponiéndose una y otra vez resultaba a un tiempo hipnótico y nauseabundo.

- ¡Cubríos! - gritó el arbites - aganchándose detrás del mueble, poco faltó para que se cubriera la cabeza con las dos manos y empezara a balancearse hacia delante y hacia atrás. Resisitió el impulso poniendo en ello toda su voluntad mientras empezaba a murmurar una oración al Emperador destinada a alejar el mal y la oscuridad.

Esbozó una sonrisa cruel cuando el noble no tan noble cayó ante el fuego combinado; pero cuando vio que ninguno de sus secuaces reaccionaba se quedó algo confusa. Durante un momento, se quedó paralizada y entonces se dio cuenta de que ese hombre se estaba levantando de nuevo...

El disparo había errado pero esta segunda vez no sucedería lo mismo, Arcturus había conseguido zafarse de la secretaria pero esta o lo que fuese se volvía a avalanzar sobre el , en un segundo eso ya no seria un problema, mientras la tenia en el punto de mira mis ojos no pueden evitar ver como Nonesuch cae para luego ver como de su cuerpo algo demoníaco surge, como paralizada por ese ser no puedo dejar de mirar en lo que poco a poco se va convirtiendo...

Aquella transformación no dejó impasible a prácticamente ninguno de vosotros, sin embargo a los guardaespaldas de Nonesuch no parecía haberles afectado lo más mínimo que su amo se hubiera convertido en una criatura tan abominable en pocos instantes. Continuaron avanzando y disparando, los proyectiles arrancaban trozos de madera de las estanterías vacías obligándoos a cubriros la cabeza con las manos y devolviéndoos momentaneamente a la mortal realidad. Aquellos individuos no se tomaban aquello a la ligera, y solo la providencia y la distancia habían evitado que uno de os disparos os impactase causando una herida de gravedad. Al mismo tiempo, la secretaria de fuerza incomprensible se había lanzado de nuevo contra Arcturus, que únicamente por instinto se había apartado dando un paso atrás cuando había estado a punto de ser alcanzado por un golpe que habría podido romper un par de huesos a un humano corriente.

Mientras tanto, la nueva figura de Nonesuch se mantenía exáctamente en el mismo lugar donde se había alzado, contemplando todo a su alrededor (o al menos eso parecía) sin participar en la batalla. De su capucha, mangas y los pliegues de sus ropas continuaban cayendo sin cesar pequeños pedazos de materia que tardasteis un instante en comprender que parecían gusanos, que convulsionaban un instante sobre el suelo antes de arremolinarse de nuevo bajo su túnica, a sus pies.

- El bastardo de Haarlock al menos tuvo la prudencia de preparar una trampa de proporciones adecuadas para mi. Atraparme junto a sus enemigos y otros objetos de su ira. ¿Qué esperáis, ilusos, conseguir? Si ni tan siquiera os habéis dado cuenta aún de que habéis sido simples peones de su juego desde que pusisteis los pies en este lugar. -

El arbites pareció recuperarse más deprisa que los demás y aunque la visión de Nonesuch continuaba dándole temblores gritó con toda la fuerza de sus pulmones

- ¡DESTROZADLOS! - el temor a los clérigos asesinos había desaparecido, sólo quedaba la justa retribución y la muerte - ¡POR EL EMPERADOR!

Tiró con toda la fuerza de sus brazos de la palanca de armado de rifle pero aquel condenado casquillo se negó a salir ¹. Con rabia maldijo su mala suerte, sin poder creerse que su arma mimada le fallara en aquel momento. Entonces se dió cuenta del peso aumentado del rifle y recordó la última modificación que había encargado para el arma. Por un momento estuvo a punto de llevarse el arma al hombro y abrir fuego, a pesar de que el asesino se encontraba en medio. Maldijo otra vez y a paso ligero cruzó por detrás de la línea de tiradores, pasando por encima de Urtzi, que estaba tirado en el suelo, inconsciente, se acercó a uno de los muebles, tomó puntería apoyándose en éste y apuntó a la masa de enemigos. Apretó el gatillo secundario y el lanzallamas del bajocañón derramó con un poderoso chorro de prometium un infierno sobre guardaespaldas, espectro y noble cadáver por igual ².

La transformación de Nonesuch activó algo en la mente de Isolda y se vio durante un instante como una novicia, la primera vez que se enfrentó junto a sus hermanas contra un culto que se alzaba en un pequeño satélite de un mundo agrícola. En esa ocasión vio como un hechicero se convertía en un ser de luces estroboscópicas y colores imposibles junto a una forma que parecía cambiar como el humo. La joven había aguantado gracias a la presencia de sus hermanas y las palabras de ánimo y fé de su oficial.

Pero ahora estaba sola, sin sus hermanas, sin las palabras de su oficial.

El grito de Homron hizo que volviera a ese lugar para presenciar como esos gusanos caían y volvían a su forma. Algo en ese ser la inquietaba mucho, demasiado; pero tenía que luchar o morir.

No era de los que se atemorizaban con facilidad,* pero aquella horrible reconversión biológica de Nonesuch había saturado sus ecoacumes de un algo pestilento, más allá de todo orden... Dominado por el pánico, el tecnosacerdote siguió retrocediendo de aquel ser, y procurando también zafarse de la mujer que lo acosaba. Sin pensarlo echó a correr.

Heinrich ocupo su puesto al lado de Hieronymus tras la cobertura y cuando el humo del lanzallamas del arbites se despejo, Saco la cabeza, apunto y disparo en modo semi automatico su viejo rifle de guardia Imperial. 

La rafaga de 3 disparos impacto, uno tras otro, en el ser que era Nonesuch.

-Ultimamente nos vemos mucho en este tipo de situaciones... igual deberiamos haber quemado el sitio nada mas empezar y esto que nos hubieramos ahorrado.

Bromea con su sardonico sentido del humor.

En apenas unos segundos la biblioteca se había llenado de disparos cruzados, desde donde me encontraba veía como Arcturus intentaba alejarse de la secretaria o lo que fuese, con determinación apunto a uno de los guardaespaldas hasta tenerlo en linea de visión para poder impactarle con mi rifle, contengo el aliento mientras aprieto el gatillo, pero en el ultimo instante pierdo el blanco fallando los disparos, JODER, MALDITA SEA... intento mantener la calma ante la frustración de haber fallado también en el segundo disparo, no podía volver a fallar o la situación se podría complicar...

Los disparos volaban de un extremo al otro de la biblioteca destruyendo más mobiliario, mientras tanto la criatura envuelta en las túnicas de Nonesuch se reía con crueldad. Seguía riendo incluso mientras la descarga de prometio en llamas les cubría a él y a sus guardaespaldas, incluso cuando al extinguirse el combustible del lanzallamas la piel de esos guardaespaldas se derretía como si fuera cera caliente mientras uno de ellos continuaba cubierto de fuego dorado y rojizo, todos ellos sin gritar de dolor o siquiera intentar extinguir los restos de aquellas llamas.

- Vuestros esfuerzos son inútiles. Considerad apropiado que sea en esta cripta donde mori... - el resto de su frase quedó ahogado por el chasquido del rifle láser de Heinrich, que descargó toda la potencia de su arma sobre distintos puntos del cuerpo de la criatura. Las ráfagas láser apenas causaron daños perceptibles sobre Nonesuch, allí donde impactaron los disparos gusanos chamuscados caían al suelo para ser sustituidos por nuevos y frescos parásitos del resto del cuerpo. Sin embargo, cuando una sola de las descargas láser impactaron sobre el bastón de Nonesuch la reacción fue totalmente distinta. La gema verde brilló por un instante como si se tratase de una esfera incandescente a plena potencia, y cuando aquél brillo se extinguió el cuerpo de Nonesuch se encontraba hinchado y encogido dentro de su túnica semiesparcida por el suelo, como si le costase un gran esfuerzo mantener su forma.

Arcturus intentó zafarse como pudo de la secretaria que lo perseguía, pero el miedo y la precipitación hicieron todavía más complicada una difícil reacción, y notó un violento golpe por parte de la extraña mujer que casi le hace doblar las rodillas. Trastabilló, y le costó recobrar la verticalidad fácilmente. De repente se sintió tremendamente cansado. Del centro de la habitación provenía una horrísona algarabía de combate, y unas risas odiosas.

Se giró para enfrentar a la mujer. Su anterior descarga de lumen no parecía haberle afectado, por lo que decidió recurrir a la pistola láser.* El disparo salió muy desviado, y Arcturus tragó saliva con dificultad...

A Orionus le afecto una sensación o extraña fuerza efectuada por Nonesuch hacia el frente aliado. Que lo dejo atónito, en ese instante de perplejidad vio la reacción de Arcturus hacia la secretaria al principio de una estantería y luego una llamarada que apareció a su derecha, cerca de un metro de él que podía haberle alcanzado.

El instinto de supervivencia en medio del fuego cruzado y un supuesto lanzallamas amigo proyectado hacia el enemigo. Le provoco moverse con rapidez saliendo de la mesa de recepción de la biblioteca, alejando se de las llamas y del enemigo. Aprovecho cubriendo se con la mesa.

Luego miro a Nonesuch y sintió con extrañeza mental como si desprendiera un aura siniestra y el panorama casi inmutado al aguantar los altos grados de fuego.

Además Orionus al elegir su objetivo, percibió entre todos ellos como si Nonesuch emitiera rechazo o desconcentración hacia él si lo eligiera al atacarle. Pero como había muchos objetivos y no parecía Nonesuch su preferencia, decidió ayudar a Arcturus y disparar a la secretaria una ráfaga de balas.

El arbites había cubierto de llamas a todo el grupo de enemigos, pero eso no parecía haberles detenido. Algún poder inhumano les animaba. Sin duda los poderes disformes, enemigos jurados del Divino Emperador y de la Humanidad.

Por extraño que fuera el arbites se alegró. Al menos no morirían por nada. Su viaje a la casa del Polvo y la Ceniza no habría sido en vano. No morirían por conseguir unos objetos antiguos que quizás, sólo quizás, fueran de utilidad al inquisidor Marr. Lo harían destruyendo al maligno. Si esa era la voluntad del Emperador, el arbites lo aceptaría con gusto.

Un disparo explotó contra el mueble con el que se cubría y sacó al arbites de su ensimismamiento de gloria. Se agachó detrás del mueble y desenroscó el depósito vació de promethium, lo guardó y empezó a colocar uno nuevo.

Isolda había vuelto en sí, pero titubeaba ligeramente. Ese ser, ese Nonesuch decía algo que había muerto allí o algo así, pero no terminó la frase. Ver a todos bañados en ese fuego purificador le dio el valor suficiente y, justo cuando iba a disparar vio la reacción de ese bastón. No sabía si era bueno o malo, pero si podía acabar con Nonesuch tal vez podrían salir de allí.

Enfundó su bolter y con una gran velocidad sacó su única granada de fragmentación- Fuego en la guarida -avisó a sus compañeros mientras hacía un arco con el brazo, lanzando la granada justo hacia donde quería que fuera.

El guardia que estaba en el centro de su formación.

Sin apenas tiempo para pensar y una vez despejado el centro de la biblioteca de las llamas, apunto al guardia que avanza por la izquierda, por suerte el otro parecía una bola de fuego y su destino estaba sellado, esta vez respiro hondo mientras apunto y con suavidad aprieto el gatillo para que salgan los tres proyectiles hacia el guardia...

El arbites siguió enroscando el depósito del lanzallamas, se asomó un instante esperando ver que el demonio y sus guardaespaldas ardían hasta morir, pero sólo pudo observar desolado como el grupo parecía, milagrosamente haber quedado casi indemne, salvo uno de ellos, que ardía de la cabeza a los pies, sin que ello pareciera importarle lo más mínimo.

La explosión de la granada fue terrible, pero a pesar de las heridas y la pérdida de sangre, aquellos esclavos en apariencia inmúnes al dolor y las emociones continuaban avanzando y disparando sin tregua. Sin embargo, uno solo de aquellos hombres fue incapaz de continuar. El hombre que ardía silenciosamente, con las heridas más graves y la mayor parte de su carne derretida, cayó al suelo sin fuerzas para sostener en pié aquél deteriorado cuerpo por más tiempo. De entre los restos de su carbonizado cráneo surgió un grueso y largo gusano, como los que formaban el cuerpo de Nonesuch, que también ardió y se consumió antes de poder alcanzar el cuerpo de su maestro.

La forma corpórea de Nonesuch desapareció tras la nube de polvo que se levantó, pero poco a poco el cuerpo de Nonesuch comenzó a erguírse de nuevo para volver a asumir aquella apariencia quasi-humana envuelta en su túnica. Con un cuerpo tan extraño era difícil decir si las armas hacían mella en él; no sangraba, y los agujeros que los proyectiles y la metralla le causaban se cerraban en cuestión de segundos a medida que la marea de alimañas volvía a llenarlos. El único vestigio de que realmente había sido alcanzado por vuestras armas eran los restos de gusanos que yacían desperdigados por el suelo a su alrededor.

Mientras tanto, la mujer que perseguía a Arcturus ignorante del destino de sus compañeros había entrado en una especie de frenesí de brutalidad. Sin conceder al tecnosacerdote un momento de descanso asestaba golpes mucho más fuertes que los que corresponderían a su constitución, y que Arcturus apenas podía soportar. Por un segundo, desde la distancia os pareció que Arcturus había terminado definitivamente derribado en el suelo a merced de su atacante.