Partida Rol por web

Orionus contesto en voz baja a Urtzi "Sí, Lord" "volveré en unas horas". El grupo se dispersó con los respectivos objetivos, el asesino le comento a Taikel "vamos tenemos tarea que hacer" mientras el psíquico estaba un poco ausente y esperaba Orionus que le siguiera hasta donde se situaba Octavia.

El asesino con una pose como si estuviera fuera de servicio se fue a la barra más cercana donde estuviera Octavia, pediría un refresco o se lo serviría si era un bar autoservicio.

Taikel respondió con una voz seca y algo débil, como si no pudiera hablar en voz alta.

- No soy un servidor incansable, es muy duro mantener la concentración adecuada por largo tiempo. - Hubo una pequeña pausa, y cuando volvió a hablar lo hizo con una voz algo más suave. - Todo está tranquilo. Al menor signo de algo extraño debería notarlo. Si ocurre, daré un aviso sin falta. -

- Te sigo - anunció Taikel a Orionus cuando Urzti y los demás aún no se habían acercado a hablar con Lanus Cisten

- Pero no esperes que me muestre muy hablador. Seré mas útil actuando como como un par de ojos extra. - mientras decía esto se dio unos elocuentes golpecitos con el dedo a la montura de sus implantes oculares.

Urtzi tomó asiento y sonrió con cierta diversión por el mordaz comentario de su interlocutor. -Quizás tengan un punto de vista más romántico cuando se trata de tecnología.- Respondió el adepto en sintonía con el tono que Lanus había comenzado la conversación. -Sin duda se trata de una nave con encanto propio. Puede que hasta sea una sutil manera de sugerirnos lo que nos encontraremos en la subasta.- Se atrevió a conjeturar mientras contemplaba el extraño pero a la vez sobrecogedor paisaje. 

No podía saber la impresión que estaba dando frente a su futuro competidor. El haber comenzado hablando de algo que realmente llamaba su atención le había servido para romper el hielo e introducirse sin parecer un verdadero manojo de nervios. -Oh, perdone mi mala educación. No me he presentado todavía.- Dijo con genuina sorpresa, pues la visión del mar infinita lo había atrapado brevemente. ​-Mi nombre es Uriel Cástor.- Le tendió la mano con cierto titubeo al principio del recorrido de su brazo pero con mayor confianza al final. 

Orionus y Taikel se movieron hasta la barra de bar más cercana a los balcones exteriores. Cogieron las bebidas y se pesplazaron con tranquilidad hacia Octovia.

Hieronymus rechinó los dientes. No estaban avanzando nada. Alguien amenzaba su seguridad e incluso su tapadera y sin embargo no habían hecho nada. Aún. Hacia mucho tiempo que no sabía nada del equipo de arriba. Hacia demasiado que no sabía nada de Urtzi. El arbites estaba harto.

- Ya está bien - masculló entre dientes. Estaba harto de la insubordinación de Gianna, de las respuesta de Taikel y de las reiteradas sugerencias de que Orionus sabría que hacer a pesar de no estar presente. El arbites hechó mano al cuchillo de su cinturón, sólo para darse cuenta de que había entregado la bayoneta a los siervos del inquisidor a cambio... ¿A cambio de qué? Aquellos inútiles apenas habían obtenido nada de lo que les habían solicitado. El arbites maldijo de nuevo entre dientes. 

Sacundiendo la cabeza con desagrado y cambiando de idea encendió el enmudecedor y chasqueó la lengua. Con un gesto no exento de cierta brusquedad cogió la esfera de la mano de Arcturus, se arrodilló en el suelo e introdujo la pequeñísima esfera en una de las grietas del suelo a unos palmos de la puerta. Si bien Isolda y Arcturus no acaban de atreverse a colocar la estera en el techo, quizás porque tal maniobra era más difícil y corrían el riesgo de que les descubrieran, dejar la esfera en una grieta del suelo frente a la puerta era algo más sencillo y más seguro, enmudecido y ocultas sus manos por los cuerpos de los tres, aún si hubiera dispositivos de video-vigilancia, que él no hubiera visto, su gesto quedaría cubierto y además disimulando al apretarse el cordaje de las botas.

Por fin el arbites se sentía algo más satisfecho por fin. Se habían librado del peligro que representaba la esfera y si alguien la activaba dispuesto a asaltar su estancia tendría que preocuparse, ya que no de una ducha de ácido, al menos de quemaduras químicas en sus pies.

Quedaba una cosa más por hacer. Abrir uno de los cuartos adyacentes y evaluar su interior. Tal incursión sin duda resultaría peligrosa; pero el Inquisidor había sido claro en sus órdenes. Debían investigar a aquellos que asistían a la reunión. Hieronymus había realizado tales acciones más de una vez durante su servicio en el Arbites y podían ser arriesgadas. Quizás deberían contar con la ayuda de Orionus. No obstante, el asesino había demostrado reiteradamente una tendencia a cuestionar las órdenes recibidas y también había reculado a la hora de exponer el propio pellejo. Por otro lado había corrido de forma casi suicida como avanzadilla en los túneles del tecnohereje. Le preocupaba dejar en unas manos tan insconstantes una labor tan peligrosa, por muy experto que pudiera resultar Orionus en ella.

- Veremos - masculló para sí, sin que sus adláteres pudieran entender a que razonamientos respondía.

Heinrich no se sale de su papel de guardaespaldas.

Vigila el entorno en busqueda de amenazas y se queda cubriendo la espalda de Urtzi. Quiza debido al movimiento de Orionus hacia la barra que le descoloca, o por algun otro motivo Heinrich no ve la mesa alrededor de la cual se estan sentando Urtzi y Lanus Cisten. Se golpea en la corva con ella y no puede evitar caerse de culo en la misma.

Rapidamente se levanta, avergonzado. Lo poco que se puede ver de su cara, que no es tapado por el visor, esta colorado por el rubor. Sin embargo reacciona con profesionalidad disculpandose entre dientes mientras recupera su posicion a las eslapdas de Urtzi.

-Mis disculpas 

Hieronymus encendió el comunicador una vez más mientras se incorporaba, aún con el enmudecedor encendido.

- Hotel, informe de situación.

No obstante continuó antes de que el sargento respondiera.

- Oscar, repito Oscar - dijo el arbites empleando el alfabeto militar de comunicación para referirse a Orionus - vamos a iniciar una maniobra de entrada y salida - dijo refiriéndose a la incursión en otro cuarto que planeaba - ¿podemos contar tus habilidades?

- Repito, Oscar ¿podemos contar con tus habilidades? - dijo esperando que el asesino se ofreciera, o no, a bajar con ellos para una sigilosa incursión, registro y salida sin huella. Las habilidades del asesino probablemente fueran las más adecuadas para tal tarea, que quizás gracias a ello resultaría algo menos arriesgada.

- Espero.

-Aqui Hotel, el Lord ha comenzado comunicacion con un Rogue Trader acompañado por un colega de profesion del Lord...Le acompañamos Gamma y yo, Oscar y Tango estan realizando acercamientos a la otra rogue trader. Acabo de preparar una pequeña distraccion, no parece que ninguno de los invitados este con ganas de ir para alla.

Habla muy bajo al comunicador para que no le escuchen los contertulios de Urtzi. El tropiezo con la mesa podria haber resultado divertido para alguno de los observadores y, aunque Heinrich ahora lo pintara como pretendido, Gianna sabia que ni era el procedimiento enseñado en la guardia...ni probablemente hubiera sido hecho intencionadamente.

Orionus a mitad del recorrido entre la barra del bar y Octavia se paro con Taikel y contesto en voz baja por el comunicador "Uranio prefería que hablara con una dama (Octavia) para conocer a los invitados" "¿preguntarle si es más importante ahora las relaciones públicas o que vaya a ayudaros?" "cuando decida Uranio informare de mi movimiento".

Mientras Hieronymus se encontraba en mitad de su conversación con el resto del grupo, un ruido sordo os sobresaltó. La puerta automática de la cubierta inferior se había abierto de súbito.

Lo primero que visteis fue una figura en túnica de aspecto extraño. Tardasteis un segundo en daros cuenta de que era uno de los feligreses del Abad, que entraba de espaldas ayudando a su obeso maestro a superar el único escalón de entrada.

El Abad tardó unos segundos en dejar atrás el obstáculo. A causa del clérigo menor que se interponía en su visión no os vio de inmediato, pero cuando lo hizo se volvió pálido y tembloroso. Avanzó por el pasillo con torpeza, haciendo retroceder al clérigo en su camino, puesto que ambos no cabían al mismo tiempo por el estrecho pasillo. Por suerte la puerta a la que se dirigía era de las más cercanas a la cubierta, y aunque su nerviosismo le impidió por momentos introducir la llave correctamente en su cerradura, finalmente entró en la habitación seguido por su séquito.

Cuando la puerta del Abad se cerró tras ellos siguieron unos breves ruidos sordos provenientes de su habitación que cesaron enseguida. Volvíais a ser los únicos ocupantes del pasillo.

- Lanus Cisten - Respondió el interlocutor como con un tono de quien está acostumbrado a ser tratado con deferencia. Miró con cierta duda la mano que le ofrecían por un segundo, pero finalmente la estrechó con confianza.

- ¿Encanto? Tal vez, pero si de verdad guarda relación con lo que debo esperar de la subasta me sentiré decepcionado. Hay tanta historia digna de mención en la familia Haarlock que limitarse a tener en cuenta tan solo un vehículo o transporte es, simplemente, un desperdicio. - apartó su atención un momento para dar un trago de su bebida, y aunque pareció no darse cuenta, cuando habló lo hizo mirando al frente en lugar de a Urtzi.

- ¿Qué hay del estandarte de Sibylline Haarlock, concedido por el propio general Drusus durante la cruzada de Angevín? ¿Y la espada de Mordecai Haarlock, con la que ejecutó a la perversa Líder del sector Jericó, Castagar Murella, ayudando así a finalizar el Reinado del Terror del Imperio?

Pero nadie recuerda a estos "segundones". ¡Hah! Nadie conoce más que al primer y último Haarlock; Solomon y Erasmus, y muchos ni siquiera tanto. ¿Y qué hicieron estos? Prácticamente nada; al menos nada bueno. -

En ese momento la caída de Heinrich le hizo recobrar el sentido de donde se encontraba. Se tapó la boca con el puño y emitió una tos que bien podría ocultar una leve risa antes de continuar su conversación con Urtzi.

- Espero que mi verborrea no le resulte molesta. Un defecto que uno adquiere a cierta edad. Tal vez ya se imagine de lo que le hablo. -

Cuando os detenéis a hablar con Hieronymus podéis observar por un momento a Octavia a través del cristal. Está apoyada contra la barandilla y mueve los labios, aunque no tienes ni idea de lo que estará diciendo. Sus guardaespaldas permanecen inmóviles como estatuas, y el hombre de la máscara mantiene la vista fija en un punto del suelo, prácticamente inmóvil. Piensas que tal vez esté hablando con éste último, aunque también existe la posibilidad de que simplemente esté pensando en voz alta.

Mientras pensáis en todo esto, Octavia se gira y se da cuenta de que está siendo observa. Tarda un momento, pero una sonrisa ilumina su rostro y os hace un gesto con la mano, indicando que atraveséis las puertas a la balconada y os acerquéis.

Eres prácticamente incapaz de sacar nada en claro de la conversación del tal Lanus. ¿"lo que debe esperar"? ¿"perversa"? ¿"verborrea"? ¿qué forma de expresarse es esa?

Por lo menos parece tener sentido del humor, viendo como su reacción a la torpeza de Heinrich. Si no hablara tan convencido pensarías que es un lameculos, o un charlatán que intenta venderte algo.

Orionus emite una sonrisa y asiente con la cabeza a Octavia en señal de haber recibido la invitación. Permanece el asesino quieto esperando una orden de Urtzi. En el caso de no recibir una modificación de la orden de hablar con Octavia, Orionus comunicaría la orden principal acompañando a Taikel para hablar con Octavia.

Hieronymus acababa de ocultar el pleligroso artefacto y comunicaba con el resto del equipo cuando el abad y su cohorte hicieron su estrambótica entrada en el pasillo de la cubierta inferior. El dignatario de la Eclesiarquía no parecía escontrarse cómodo en la presencia de los "mercenarios", sin que hubiera ninguna razón aparente para ello. O tal vez no tanto.

El rostro apenas expresivo de Arcturus se dirigía hacia algún punto indeterminado de la pared, pero miraba directamente a Tamas. Era evidente que un tecnosacerdote y un miembro del Adeptus Ministorum no podían ser los mejores amigos. Aunque seguían un mismo camino, gracias al Omnissiah, sus posiciones respecto a la divinidad no podían ser más divergentes. Las miradas de ambos se cruzaron un momento. El abad desvió enseguida los ojos, y Arcturus se abstuvo de decir una palabra o hacer cualquier gesto, en una actitud entre indiferente y veladamente hostil.

En otras circunstancias el arbites habría presentado sus respetos al abad, como representante de la alta jerarquía eclesiástica. Sin embargo, en aquel instante no se trataba de un piadoso creyente en el Divino Emperador, sino de un agente infiltrado. El Inquisidor les había advertido de la presencia de herejes y traidores. Quizás el abad no era sino el mayor de ellos en malicia y putrefacción - y el mayor en volumen desde luego- pensó en lo que habría añadido su jocoso y sarcástico amigo Heinrich de haber estado presente.

Por ello Hieronymus se acercó al abad, como si justo en ese momento pretendiera salir del pasillo por el mismo lugar por el que ahora entraba el eclesiástico. Se produjo entonces una situación que bien podría parecer cómica, con los tres, monje, abad y arbites pugnando por dejarse mutuamente paso y pasar simultaneamente. Gracioso si no fuera por la palidez y los sudores del abad y la cara mortalmente seria del agente.

Hieronymus bien sabía que con el corpachón del obeso pasar a la vez no sería posible en absoluto. Pero la situación le permitió acercarse en extremo a aquellos dos, casi tanto como para que con el borde de su voluminoso escudo casi los tocara en los simulados gestos de intentar pasar. Se acercó tanto que pudo contemplar el rostro de aquellos dos desde apenas unos palmos de distancia, mirarles a los ojos y sostenerles la mirada. Pudo oler su hedor a sudor y mirar de cerca sus ropas y sus pertenencias. De hecho, en un momento, el monje que se interponía entre él y el abad dió un paso hacia atrás y casi choca con el cuerpo arbites, que interpuso una mano enguantada apoyándola en la espalda del monje y por un instante todo el cuerpo de éste bajo su harapiento hábito.

Unos segundos de rifirrafe después el arbites pareció ceder y retrocedió un par de pasos, suficientes para que los eclesiásticos llegaran hasta su puerta, que afortunadamente era una de las primeras del pasillo. De no haber sido así, todos hubieran tenido que retroceder pasillo atrás.

Cuando la puerta se abrió, el arbites estaba lo suficientemente cerca como para echar un rápido vistazo dentro, e incluso con ojo profesional dirigió la mirada a las bisagras en busca de una señal de aquellas minúsculas esferas. El voluminoso abad tardó unos segundos en traspasar su umbral, tanto por su volumen como por su escasa agilidad. Tiempo suficiente para que el arbites se hiciera una idea suficiente. Había permanecido cerca del abad y contemplaba a éste y a la habitación sin vergüenza frunciendo el ceño, como si de un profesional de la seguridad se tratara intentando evaluar el grado de una amenaza. Justo lo que estaba haciendo, al menos en parte...

Taikel también asiente con la cabeza a Octavia, dejando que sea Orionus quien lleve la iniciativa de la conversación, si esta se produce, no seria muy inteligente que se le escapara un comentario inoportuno. Permanecer concentrado y observando será de más ayuda.

- Vamos a acercarnos a Octavia para hablar con ella ¿o esperamos? - Le dije con un susurro a mi compañero.

- Me pone nervioso esta situación. - Repitió los golpecitos con el dedo a la montura de sus implantes oculares. Era la ansiedad que le generaba los momentos previos a interactuar con desconocidos, cuanto más se retrase el momento, por eso tiende a concentrarse en lo que tenga delante.

Orionus esperando la modificación de la orden principal de Urtzi que no llegaba a confirmar por el comunicador y comentaría en voz baja "Hotel estoy con Taco en mitad de una tarea ordenada por Uranio" "Uranio ve más importante nuestra tarea encomendada que la vuestra sino ha comunicado ninguna modificación" "si puede esperar vuestro asunto os preguntaríamos más adelante si necesitáis nuestra ayuda" "informo que no somos los únicos en esta nave que lleva comunicadores" "si quiere alguno del equipo puede intentar captar la señal de otros grupos para descubrir sus movimientos o lo que traman".

El asesino disimuladamente bajo el volumen del comunicador para que no fuera muy evidente sónicamente que llevaban ese equipamiento delante de los invitados. Por último dijo por el comunicador Orionus "Taco y yo vamos a estar distraídos con una dama, aun así podremos recibir las comunicaciones aunque no contestemos inmediatamente".