Partida Rol por web

Ya dentro de la estancia tanto Heinrich como Orionus se separan para intentar averiguar cosas por su cuenta, de momento mi sitio estaba junto a Urtzi, eso era algo que me hacia sentirme segura, proteger a alguien era sencillo, o morías en el intento o morían quienes se ponían delante de tu mira láser, mis ojos no paraban de observar la estancia ante posibles movimientos extraños, durante unos segundos se escucha la voz del viejo a través de intercomunicador, espero la respuesta de alguno de mis compañeros, estábamos demasiado cerca de Lanus Cisten como para arriesgarme a hablar aunque fuera en clave, permanezco en silencio mientras Heinrich le pone en antecedentes.

La visita a la gran cripta no os había reportado muchos hallazgos, salvo tal vez un gran susto. Pronto quedó patente que no encontraríais nada en ella que os fuera de utilidad, y eventualmente la abandonásteis en busca de un lugar más relevante...

Tras varios minutos de caminata, seguísteis uno de los pasillos principales hasta otra de las salas principales. Mientras lo atravesábais, en la lejanía visteis moverse a un puñado de personas. Al principio creísteis que se podrían tratar de un par de adeptos custodiados por soldados de las FDP, pero en una zona más ancha e iluminada les pudísteis ver mejor y descartásteis aquella idea. La figura principal vestía como imaginábais que se debía de ver un autodenominado noble en uno de aquellos mundos feudales que apenas llegaban a un nivel cómodo de tecnología; la poblada y corta barba hacía difícil determinar su edad, llevaba en la mano un bastón adornado con una gema, aunque parecía que no lo necesitaba para caminar. A su lado caminaba una mujer de ropas más sencillas que cargaba con una simple carpetilla de cuero, y por último tras ambos, un trío de guardaespaldas; a pesar de que las ropas de los guardaespaldas rayaban entre lo salvaje y lo educádamente humilde, cubrían esas ropas con corazas blindadas. Ninguno llevaba armas de gran calibre apreciables a simple vista.

Ignorando las múltiples advertencias del decano hiram bland, el grupo no parecía provenir del otro extremo del pasillo principal, sino que habían aparecido de uno de los infinitos pasillos laterales que terminaban por perderse en la laberíntica oscuridad del complejo. Ellos también se percataron de vuestra presencia, y en pocos momentos os pusísteis a su altura...

- Si... buen consejo. - devolvió como respuesta el enorme hombre a Orionus, aunque por su tono de voz ahora simplemente parecía restarle importancia tanto a su presencia como a sus palabras. Sus dos compañeros también parecieron volverse para prestar más atención a su protegido, aunquesi los observábais detenidamente podíais ver que de vez en cuando os echaban el ojo para no perderos completamente de vista.

Hemos oido que han traido nuevos productos para subastar.

De inmediato Heinrich supo que había cometido un error. Incluso con los cascos puestos, la mirada de los soldados de las FDP se dirigieron hacia él de forma simultanea, incluso el adepto lo miró sorprendido, pero aturullado como estaba por la conversación con su adinerado interlocutor, que no se había enterado de nada, no pudo intervenir.

- Supongo que no le importará compartir ¿cómo han conseguido exáctamente esa información? Dado que no debería hacerse pública hasta dentro de algunas horas. - respondió el agente con una voz totalmente calmada

- Le agradezco su preocupación, pero no me debe ninguna disculpa. Si me lo permite, soy yo quien no puede agradecer lo suficiente a su médico personal; si no se hubiera encontrado allí tal vez hubiera perdido el brazo, o algo peor. Me siento en deuda con usted. -

Cuanto más hablaba, más desaparecía del rostro de Lanus lo que antes habíais identificado como miedo. Su agradecimiento parecía sincero, y no conocíais motivo alguno por el que pudiera querer engañaros en algún sentido.

Su expresión, que comenzaba a acercarse a la genuina alegría, se transformó en curiosidad y expectación cuando Urtzi mencionó los "nuevos objetos".

- ¿Rumores? ¿Quiere decir que aún nos guardan alguna sorpresa en esta subasta tan inusual? Me temo que nunca escuché tal cosa, pero supongo que explica el retraso por el que nos impiden acudir a la sala de recepción y presentación de los objetos. -

Lanus suspiró con actitud de absoluta derrota. - Este hombre ya se encontraba dialogando con los guardias antes de que llegase yo, y me temo que seguirá así un tiempo. ¿Gustáis de acompañarme? Un amable adepto me ha señalado al sur del mapa uno de los recintos como algún tipo de sala de lectura donde podríamos conversar más tranquilos. -

Orionus no se oculto de los mercenarios aunque de vez en cuando le echaran un vistazo por si reaccionaba inesperadamente para ellos. Les comento como despedida "Colegas voy a sugerir a mi Lord aprovechar el tiempo" "aquí estamos perdiendo el tiempo y este lugar es muy grande" "nos vemos por la zona o en un lugar de descanso" "que vaya bien la escolta".

Luego Orionus se movió, dirigió a Urzti y le dijo "Lord esperar aquí es perder el tiempo" "sugiero encontrar otra entrada o seguir explorando La casa de polvo y ceniza".

Heinrich se da toquecitos en la nariz, complice, mientras sonrie.

-Ahaha! Asi que lo que me imaginaba era verdad! No me lo habia dicho nadie.-Tranquiliza al soldado- Solo era lo habia asumido al ver que se esta retrasando la subasta. Como bien esta ese caballero indignado,-Apunta con su pulgar coloquialmente al altanero personaje que se estaba haciendo oir al pobre adepto- no se esta cumpliendo con el horario previsto. Y es mas probable que fuera por nuevas adiciones, que han de ser registradas y protegidas(De ahi tanta seguridad, ejem) que por rezagados...la filosofia suele ser "Que se aguanten, haber sido puntuales".

La sonrisa sardonica no abandona sus labios.

-Asi que igual si que necesitais gente.

- Noble señor, señora - saludó el arbites con una sutil inclinación de cabeza deteniéndose cuando se acercaron al otro grupo.

En lugar de apartarse y avanzar por uno de los laterales del pasillo, lo que habría dejado la reunión en apenas un rápido cruce, había dirigido a su pequeño trío por el centro del pasillo y se había detenido con deferencia dispuesto a intercambiar unas palabras de cortesía.

- Celebro verles. Permítanme presentarme - carraspeó - soy Jerome - carraspeó de nuevo - Jerome Hotel - al arbites no se le daba bien mentir, pero la Schola le había enseñado a comportarse adecuadamente y emplear su nombre en código le pareció la opción más sencilla y rápida. Presentarse daba pie a obtener información y quizás el nombre aunque tampoco real, de sus interlocutores. Esa era a fin de cuentas la misión que les había encomendado el Inquisidor y el arbites era firme cumplidor de las órdenes.

- Mis acompañantes, lady Inés - señaló a la sororitas, que parecía y era más un guerrero que una dama. El arbites esperaba que no dijera nada inapropiado o volviera a desenfundar el arma - y uno de los humildes servidores del Dios Máquina. Servidores del noble señor Ezequiel Sunder.

- ¿Puedo conocer vuestro nombre?

¿De dónde venían esos tipos? ¿Por qué tenía acceso a una escolta de la milicia? Con un poco de habilidad lo descubrirían pronto.

Nadie habló durante los largos minutos que siguieron a la visita a la siniestra cripta que acababan de dejar atrás. Arcturus miraba de reojo a la sororitas, como para cerciorarse de que no iba a purificar todo aquello de repente, y siguiendo el paso rápido de Hieronymus. Por su parte, el tednoadepto parecía abosorto en su pensamientos. No reaccionó al encontrarse con la pareja de nobles, dejando al arbites toda la iniciativa.

Urtzi asintió sonriente al agradecimiento del noble. -No hay nada que agradecer, señor Cisten.- Respondió con sinceridad. Por otra parte, la revelación sobre los rumores dejaron patente su ignorancia al respecto. Pero sin duda Lanus Cisten tuvo informadores que le adelantaron parte del contenido de las subasta lo cual hizo salta por una alerta en la mente del adepto. O bien el noble no tenía conocimiento sobre más objetos o se trataba de una actuación realmente convincente. No obstante el adepto no borro su tranquila expresión de su rostro.

Tras la invitación de Lanus Cisten, Orionus irrumpió con su tosquedad habitual. Urtzi se sobresaltó ligeramente pero enseguida se recompuso. -Ahora me disponía a tener una conversación con el señor Cisten.- Contestó con educación al asesino y compañero. -Me estaba comentando que conoce una sala de lectura en la zona sur. Podéis venir con nosotros y así conocer un poco más el lugar. Sentiros libre de avisar a vuestro superior y avisad a vuestro compañero que nos acompañe también.- Dijo refiriéndose al señor Homron en primer lugar y a Heinrich en segundo. -Mi escolta se toma su trabajo muy en serio, lo cual es un alivio sin duda.- Comentó al noble con cierta complicidad. -Os sigo entonces. Tengo curiosidad por ver qué volúmenes se guardan aquí.- Añadió con genuina sinceridad y esperar a que Lanus Cisten abrirse la marcha en cuanto estuviesen todos listos.

Isolda no apartó la mirada de ninguno de los individuos con los que se habían cruzado y, sobre todo, no sacó el arma que estuvo a punto de apuntarlos por la tensión del momento frente a ese muro extraño.

Todo eso apestaba a herejía y debía ser quemado.

Cuando empezó a hablar el arbitres, la sororita tuvo que luchar por contener un bufido despectivo. Ellos no eran los más apropiados para establecer relación con los nobles, pues su carisma se resumía en hablar con el mechanicum y disparar a las cosas.

Cuando fue presentada ni siquiera hizo una inclinación de cabeza ni nada. Solo esperaba que se tomaran el "lady" como algo irónico, pues lo era más que de sobra. Si hubiera podido matar con una mirada a Homron lo habría hecho.

- Una dedicación encomiable, sin duda. - respondió Lanus a las palabras de Urtzi sin mostrar ningún signo de molestia por la interrupción - En ese caso acompáñeme; si no fui mal indicado, el camino debería ser fácil de seguir sin entrar en las laberínticas cámaras interiores. -

Dirigidos por Lanus, comenzásteis a alejaros de las escaleras que llevaban al recinto principal. Tardásteis varios minutos en alcanzar el extremo del inmenso salón de entrada, y aún más en recorrer el sinuoso pasillo; aunque como había prometido Lanus, era un recorrido simple, imposible de abandonarlo por accidente.

Durante el trayecto, Lanus no permaneció simplemente en silencio, sino que abordó a Urtzi a preguntas. Muchas carecían de verdadera importancia, como que si le habían desagradado las habitaciones o si el complejo parecía "demasiado" para paqueña magnitud (en comparación) del evento que celebrarían. Sin embargo otras eran más difíciles de responder sin edulcorar la verdad.

- Debéis de estar muy bien relacionado si habéis obtenido información reciente relacionada con los objetos que van a ser subastados ¿conocéis a alguien influyente del planeta? -
- si estáis tan bien informado debéis de tener un objetivo, ¿estáis interesado en algún objeto en particular? -
- tal vez sea algo impertinente, pero ¿no es un desperdicio traer semejante despliegue de seguridad y luego moverse tan solo protegido por una fracción? -

Finalmente, tras varios minutos llegásteis a la prometida sala. Realmente compartía gran similitud con una enorme biblioteca, se trataba de una gran sala circular, con estanterías que llegaban hasta el techo alineadas hacia el centro de la misma dividiendo la sala en porciones. Repartidas por doquier había varias sillas y mesas individuales

Directamente en el centro de la sala, tras un mostrador circular, se encontraba un hombre que por sus ropas de clérigo asumisteis como perteneciente a aquél "gremio afligido" que vigilaba el complejo. Llevaba túnicas negras, en actitud fúnebre, y una única lágrima también negra tatuada en el dorso de la mejilla. Por los alrededores, moviéndose discretamente, había desperdigados otros dos o tres clérigos con los mismos auendos, limpiando y manteniendo en orden la sala.

- El horario del evento ha sido perfectamente calculado y aprobado por miembros del Adeptus Administratum. - En aquellos momentos la voz del soldado sonar como una vaga excusa; como si estuviera leyendo un texto de memoria a la carrerilla. - De modo que ningún asistente quedase excluido salvo por causas de fuerza mayor. -

- Sea como sea. Solo las FDP están autorizadas a proteger la mercancía y a los adeptos que la manipulan. Si no tiene más asuntos que atender, aléjese o me veré obligado a contactar con su patrón para poner una denuncia formal por su comportamiento. - su tono había recuperado un tono normal, y no parecía que al soldado le hubiera hecho mucha gracia tu respuesta, ya fuera por el significado de la fuga de información, o porque pensase que te intentabas burlar de él.

Al mirar alrededor en busca de una cara amiga, o distraidamente pensando en qué hacer a continuación, observaste que Urtzi, acompañado por Gianna y Orionus, se alejaba conversando alegremente con Lanus Cisten, también acompañado por su ayudante.

- Oh, saludos. - respondió el interlocutor de Hieronymus con un leve deje de sorpresa, probablemente no había esperado que os detuvieseis a conversar. - Lord Nonesuch, a su servicio. - ofreció la mano, a medio camino entre horizontal y vertical, como si esperase tanto que se la estrechárais o que le besárais el dorso de la misma.

- Aunque ese título resulta absurdo de usar en este evento, y un tanto... ¿indecoroso? Llámenme simplemente Nonesuch si así lo desean. - tras los primeros instantes, el hombre exhibía una ámplia sonrisa, incluso su actitud había sido muy agradable considerando el trato que por lo general cualquier noble del imperio emplea hacia sus inferiores.

- Bien, ahora ya conocen mi nombre, ¿Hay algo más en lo que pueda ayudarles? No creo reconocerles, ¿han llegado hace poco para participar en la subasta? -

A pesar de la presentación que intercambias con Nonesuch, un leve ruidito atrae tu atención por unos segundos hacia el pasillo lateral del que ha aparecido el séquito de asistentes a la subasta.

Lo primero que notas es que hay 2 grandes figuras humanas semiocultas en las sombras, alejadas a casi veinte metros por el pasillo. En cuanto notan que han sido descubiertas se apresuran a deslizarse por otro recorrido lateral, pero una de las viejas y gastadas lámparas incandescentes que cubren esos pasillos ilumina el rostro a uno de ellos lo justo para que lo reconocieras antes de que desaparecieran.

No tenías ninguna duda al respecto; Vymer y Quill habían estado acechando a Nonesuch en las sombras.

Mientras te encuentras de pie, esperando a que el tal Nonesuch y Hieronymus terminen sus presentaciones, notas un leve zumbido proveniente de una de tus bobinas de potencia. Distraidamente, golpeas un par de activadores por debajo de tu roja túnica que deberían acabar con la molestia, pero entonces tu atención se centra en una levísima punción de tus electroinjertos que hasta entonces no te había molestado. De nuevo intentas solucionarlo disimuladamente, girando unos milímetros una pequeña llave de presión en tu omóplato, pero entonces encuentras una nueva molestia, y después otra...

Es como un picor que no te pudieras rascar. No sabrías decir que es lo que lo está provocando, o si solo se encuentra en tu cabeza, pero sufres de una incomodidad imposible de calmar.

Nonesuch... Ese nombre... Sí, es el que aparecía en el documento que portaba Vymer.

Arcturus se esforzó en visualizar la cara barbada que aparecía bosquejada en aquel documento, en comprobar si se correspondía con la de su noble interlocutor. Deseó que Hieronymus lo recordara también. Otros detalles...

Pero qué... ¿Qué es esto? ¿Qué pasa, este...? Pica, uff...

El tecnosacerdote se movía de un lado a otro, incómodo y algo desconcertado. A duras penas contiene sus aspavientos. No quería dejar pasar por alto la oportunidad de saber algo más, pero se contuvo; a ver por dónde le tiraba Homron de la lengua.

Uff, maldita bobina...

Arcturus se envaró cuando escuchó el nombre de su noble interlocutor, y lanzó una rápida mirada a Isolda, que estaba a su altura. Dio medio paso adelante y pareció querer hablar, luego levantó ligeramente la mano, y se movió inquieto balanceándose levemente de un lado a otro.