Partida Rol por web

Stan trataba de atacar a la criatura, mas la poca fuerza del pícaro poco podía hacer contra la tremenda barrera de agua que cubría el espectro del elemental.

Robert atacaba incesantemente con su arma y varias veces penetró la armadura de la mole acuática, más notaba como, debido al agua, la fuerza del impacto menguaba considerablemente antes de dañar a la criatura.

El invocador, mentras, siguió a lo suyo. Realizó un nuevo hechizo y una nueva criatura acudió en ayuda del grupo. Era un enorme tiburón. Apareció por el agua intentando propinar un fuerte mordisco al elemental. Pero la confusión de estar recién invocado y atacar a un monstruo marino hizo que se confundiera, fallando el ataque.

-Espera, ya se como puedo ayudar, ¡Con todo esos tipos ahí en medio no puedes golpear al elemental con tus rayos!-

Y Keks se concentra, una luz blanca aparece en su mano y toca a Morgana en el hombro. Esta se siente muy ligera...

-Ahora puedes elevarte y freir al elemental.-

Al notar que me voy elevando en el aire, y viendo cual es la altura del elemental, me voy preguntando si realmente podremos hacerle frente a tal criatura. Menos mal que los golpes de los hombres le están dañando, pues parece que la magia no tiene un gran efecto sobre él.

No confío en que el hechizo funcione, puesto que antes no lo hizo. No obstante, es la única manera que tengo de ayudar a los demás, por lo que vuelvo a murmurar unas palabras para que otro rayo sea lanzado hacia la criatura.  Por la trayectoria, parece que el rayo no va a darle esta vez tampoco. ¡Maldita sea! Esto es imposible.

De hecho, el rayo de Morgana vuelve a desaparecer debido al agua que mancha sus ropas. Parecía que la magia definitivamente no funcionaba, pero en cambio... el conjuro de convocación de las águilas sí que lo había hecho... ¿Por qué sería?

Concentrado en el águila restante y en el tiburón, el elemental descargó sendos golpes sobre los animales. Parecía que, al menos ésta vez, los guerreros se librarían del elemental una vez más. El ave estalla en una humareda azul y el tiburón recibe el tremendo golpe de agua.

Mientras, el guerrero aprovechaba el despiste para atacar de nuevo a la criatura. Y, ésta vez sí, penetró las defensas del enorme elemental y causó una herida con su estoque.

Realizo los mismos movimientos una y otra vez, cambiando levemente el giro de cadera, la posición con los pies, buscando el mejor modo de penetrar ante aquél elemental. Acerté gracias a las distracción de las convocaciones y la espada entró dos veces en la masa de agua que componía a nuestro enemigo, sin embargo, las viejas fuerzas de Robert empezaban a menguar como símbolo de todo el tiempo que se había llevado sin luchar al máximo de sus fuerzas.

Vaya, vaya... este bicho me está cansando... ¡se va a enterar!

¿Es que hasta allí había llegado su viaje? ¿Es que aquella criatura construída del fluído de la vida era inmune a todos sus ataques? ¿Cómo se puede evitar que un puñado de arena se escape entre los dedos? Es tan difícil como arar el agua, es sencillamente imposible. Al menos con su estoque.

A pesar de todo, Stan lanza de fondo su estoque por última vez, y se aleja unos cuantos pasos. Se le ocurre que podría lanzarle algún objeto contundente para romper la cohesión del agua, pero duda que sea demasiado efectivo. Busca el primer barril que encuentra y se acerca a la bodega para lanzarlo.

Gira la cabeza hacia Morgana y grita. -¡Creo que es inmune a esa energía! ¡Prueba con otra cosa!

Robert vuelve a hacer un aspaviento en el aire que golpea al elemental varias veces haciendo que parte del agua salga despedida como borbotones de sangre en varias direcciones.

Mientras, Stan trata de golpearle con el estoque sin éxito, y el tiburón ataca también de nuevo, hundiendo fuertemente las mandíbulas en el brazo acuoso. En el estado en que está el combate, el conjurador no puede sino esperar a que Robert y su mascota hagan algo.

El fuego no funciona, definitivamente. Tsk... maldición, debería haber comprado más pergaminos...- pensé mientras veía a los demás atacar. Tenía otros hechizos, claro, pero no todos servían contra tal criatura.

Espera un momento... veamos si esto funciona. Unas nuevas palabras salieron de mis labios a la vez que varios proyectiles salían disparados de mi mano. No era una magia muy poderosa, pero esperaba que al menos resultara productiva.

No sabiendo como podía ayudar, Keks esperó por si sus habilidades curativas eran necesarias.

Los proyectiles de Morgana impactan en la criatura haciendo que grite. No es mucho el daño que le han causado, pero la defensa natural que tiene de por sí el elemental, no tiene efecto contra sus conjuros.

Keks se prepara para curar en cuanto sea necesario.

Mientras el guerrero intenta un nuevo ataque sobre el elemental, éste decide atacar al escualo y a Robert, que había traspasado sus defensas varias veces. El tiburón recibe un terrible golpe, pero Robert lo evade sin problemas.

De nuevo, Robert, ensimismado en el combate y concentrado en cada uno de sus golpes seguía golpeando incesante al elemental. Malditos sean estos mares. Pensó el humano mientras contemplaba el combate en estado puro.

- ¡Vamos, solo un poco más! Gritó el guerrero para dar ánimos, que no iban para el grupo realmente, sino para él mismo. Necesitaba un pequeño empujón para seguir luchando. Nunca debería haber perdido la vieja costumbre de entrenar cada día, el alcohol y el tabaco también empezaban a quejarse dentro de él. Prometo que a partir de hoy dejaré de fumar.

Stan ataca de nuevo, pero el estoque parece no hacer daño al elemental. Desesperado y sintiéndose inútil, se dedicó a esperar a ver si entre el tiburón y Robert podían vencer a la criatura.

En el revolverse de la criatura, Xanfalcón se llevó una bofetada que le estrelló contra la puerta de los camerinos. Cayó sentado con la cabeza colgando a un lado.

El tiburón mientras, daba una profunda dentellada que dañana de nuevo a la criatura. Pero al recibir el golpe el hechicero, sus criaturas se desvanecieron en una nube de humo.

Keks se acercó a Xanfalcon preocupado, sin importarle el peligro que corría al acercarse al elemental.

-Eh, muchacho ¡eh! ¡Xanfalcon!-Sus manos brillaron blancas y las puso sobre la cabeza del invocador... pero éste no se levantaba.

-Mierda ¡Tiene el cráneo hendido! Pero no está muerto, ¡Mi magia es inútil!.-

¡Maldita sea!- grité al ver cómo golpeaban al hombre. No era momento ahora de ayudarle, si no queríamos acabar todos como él estaba, e incluso mucho peor; debíamos centrar las energías en acabar contra aquel elemental.

Ya había visto que ese tipo de magia sí que funcionaba, así que volví a murmurar las mismas palabras que la vez anterior, esperando que esta vez le volviera a dañar. No quiero imaginarme cómo será el resto del viaje si ya nos hemos encontrado a un elemental...- un escalofrío recorrió mi cuerpo al imaginar que podría haber varios más por el camino.

El impacto de Morgana es suficiente para que el enorme elemental comience a pegar golpes a diestro y siniestro, invadido por una furia atroz.

El último proyectil cruzó el aire para impactar diréctamente contra el lugar donde se encontraba la cabeza de la criatura. Con un grito ahogado, el elemental desapareció en las aguas, dejando una extraña tranquilidad tras de sí.