Partida Rol por web

Mañana del equinoccio de otoño, 21 de Eleint
Bulborp, Tierras centrales occidentales.

Dasha escuchó detenidamente a Kerena. Intentó concentrarse en sus explicaciones todo lo que puedo mientras Neph parloteaba a su lado sobre lo que opinaba de sus nuevos compañeros. En otra situación, le habría costado asimilar todos los datos de las misiones, pero en aquella ocasión, había descansado lo suficiente para recordar hasta los nombres de todos los presentes en la reunión.

-Pues yo habría optado por la opción C ...-dijo su compañero cruzándose de brazos. Ella entendía el porque, y es que Neph no le importaba la dificultad de la tarea, solo le importaba tratar de erradicar aquello que mas perjudicial fuera. Por su parte, Dasha habría optado por la B, ya que no parecía muy complicada ni arriesgada, pero decidió que ya que eran numerosos podían perfectamente con la primera opción y enfrentarse a un grupo algo mas numeroso.

-Estoy de acuerdo.

Mañana del equinoccio de otoño, 21 de Eleint
Bulborp, Tierras centrales occidentales

Una vez todos sentados en la mesa, Callia escuchaba atentamente lo que Kerena tenía que decir, mientras los demás opinaban ella asentía con la cabeza, de vez en cuando se le iba el ojo detrás del asado que había sobre la mesa, aunque ella ya había desayunado, el olor de un asado a cualquier hora del día, desconcentra a cualquiera.

Una vez habiendo escuchado la opinión de todos, dijo -Vale, la opción A me parece buena-  ya todos estaban de acuerdo en elegir esa opción, así que no creía que en este caso su opinión sirviese de mucho y en el fondo cualquiera de las tres opciones le parecía buena, y le pareció muy acertada la opinión de Glockta.

Mañana del equinoccio de otoño, 21 de Eleint

Bulborp, Tierras centrales occidentales.

Mientras termino el asado que me queda y doy los últimos sorbos a la copa de vino –bueno si todos estamos de acuerdo ya sabemos cuál es nuestro destino, iremos a cazar orcos-

Hago un gesto al tabernero

–cuando pueda traiga la cuenta-

Estaba ansioso por salir y demostrar mi valía en este trabajo, pero antes debería de comprar algo más de equipo. Y parecía que Kerena sería la que me podría indicar dónde.

-Kerena, ¿Dónde puedo comprar algún arma más antes de salir?, una vez esté bien pertrechado podremos salir cuando queráis-

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Bulborp, Tierras centrales occidentales

Todos acordaron en que la decisión de matar a la banda de orcos era la más sensata. Asintiendo con la cabeza, el pequeño tabernero hizo señas con la mano a una de las camareras para que pasara buscando el dinero de aquella mesa (un total de tres monedas de oro con cincuenta de plata).

Kerena, muy entusiasmada con la excursion, pensó que lo mejor que podría indicarle a Glockta, es que el herrero de la milicia de Hlúzhvar, asentado en el campamento improvisado de los soldados llegados del oeste de Bulborp, un hombre hábil con el martillo que forjaba armas y armaduras para la guardia del pueblo y para todo aquel que tuviese el oro suficiente para pagar sus obras.

Antes de partir a la cacería de orcos, la paladina tendría que avisar a sus superiores que ha encontrado un grupo capaz y dispuesto a hacer frente a la amenaza de los brutos humanoides delincuentes.

Para todos los demás, esta era la oportunidad de comprar provisiones y todo lo que necesitasen para ir en busca de aquella banda de malhechores.

-Sin que sirva de precedente esta vez invito yo- digo con una sonrisa en la cara mientras pago la comida y el vino al tabernero.

-Kerena mientras tu ultimas los detalles de nuestra partida con tus superiores, yo necesito comprar algunos pertrechos. Cuando terminemos todos nos podemos encontrar en la plaza de la villa, donde nos conocimos, para posteriormente partir, claro si todos lo veis bien.-

Dicho esto voy a ver al herrero que me había comentado Kerena con el fin de adquirir las armas que consideraba idóneas para esta nueva aventura.

Una vez adquiridas me dirigi a la plaza de la villa como habíamos acordado esperando que mi nuevos compañeros se encontraran allí.

Asiente agradeciendo el detalle a Glockta, no todos los días se encuentra a alguien que se ofrezca a invitar una ronda. En cuanto oye hablar sobre equipamiento, parece interesarse al instante alzando ligeramente las orejas cual antena que capta algo.

- Oye, ah... oye, si vas a ir a por equipamiento, deja que esta humilde trovadora te acompañe, tengo que buscar algo de protección para estas delicadas escamas... - Dijo esto último mirándose discretamente los brazos con una sonrisa y un tono con el que pretendería parecer más delicada de lo que podría ser realmente.

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Bulborp, Tierras centrales occidentales

Se levanta y se acomoda los ropajes, pensando en lo que tiene que decirle a sus superiores.

Cuando Glockta le habla y le menciona eso, asiente una vez firmemente con la cabeza y observa a los demás.

- Me parece bien… podéis ir los demás si queréis, yo iré a avisar y me quedaré en la plaza esperandoos…

Camina hacia la puerta despidiéndose de los demás.

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Bulborp, Tierras centrales occidentales

 Viendo que todos van a por equipo, Callia no iba a ser menos, aunque tenía sus armas, necesitaría algo más para la misión, se dirigió a Glockta y Kirea y les dijo -yo también necesitaré algo de equipo, os acompaño si no os importa.-  por el camino iba pensando sobre qué necesitaría. Esperó su turno, delante de ella estaban sus dos compañeros, al llegar su turno, se pensó un poco lo que quería hasta que por fin se decidió -hola señor, esta servidora necesita un carcaj de cuero, mediano y flechas, todas las que quepan en él.- una vez terminado su turno, pagó su compra y dejó paso al siguiente cliente.

Una vez terminada sus compras se dirigió a la plaza donde se encontraba Kerena, esperando para ultimar los detalles y salir.

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Observa como todos se levantan y se marchan.
Mientras tanto, Sapphira se queda sentada, exactamente en la misma postura y sonríe satisfecha de ese pequeño rato de relax a solas que tiene antes de partir con el grupo de personas que no conoce.

Pero sigue quedando Dasha, y mientras coge el vino para dar un trago, la mira ladeando la cabeza, encontrandola inquietantemente tímida.

Finalmente se levanta y se ajusta el corsé y los pantalones, sin bajarse la capucha, se despide y sale de la taberna.
Camina lentamente hacia las tiendas, pensando en que realmente no necesita nada, pero piensa bien en qué podría hacerle falta.

Finalmente entra en una tienda de accesorios en general, nada de armas. Pide un par de metros de cuerda.

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Dasha se quedó sentada hasta que el último de ellos se marchó. Dudó si debía acompañar a los que marchaban para buscar provisiones: no veía que necesitase armas, ya tenía sus dagas y nunca tuvo que usarlas, rezó para que siguiera así; pensó que quizás una armadura, pero tampoco tenía ni idea de esas cosas, y seguro que debían pesar y ella no aguantaba mucho tiempo en carrera.

-Con tu permiso, yo voy a ver lo que hacen esta gente- le dijo Neph poco antes de seguir a Umi.

Finalmente pensó que lo mas lógico sería comprar comida, asi que tras salir de la posada, se dirige a el mercado.
 

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Glockta tras pagar las tres monedas de oro con cinco de plata (3,5 mo), se dirigió hacía el puesto de aquel herrero que ofrecía sobretodo armaduras para los soldados y reparaciones para las mismas, al ver que Glockta era un guerrero, le dejo los objetos a precio de miliciano que le valdrían cuarenta y cuatro monedas de oro (44 mo).

El herrero observo a Kirea un poco asombrado de ver a una Draconida trovadora y le enseño la mercancía que tenía con respecto a protección. Al no ser miliciana, el precio por la cota de mallas es de ciento setenta monedas de oro (170 mo) y la coraza cuesta unas doscientas treinta monedas de oro (230 mo), ambas de buena manufactura y que ofrecían una protección moderada para los soldados.

A Callia le ofrecio por diez monedas de oro (10 mo), un carcaj con veinte (20) flechas fabricado en cuero, sin ningún diseño en especial, bastante frecuente entre los cazadores y guardias arqueros.

Sapphira entró en una tienda de artículos generales donde ofrecían todo tipo de objetos y herramientas para el uso cotidiano, la mayoría de clientes eran de las granjas cercanas y los cazadores que requerían de trampas y elementos para su trabajo de campo, finalmente el dependiente de aquella tienda le ofreció por dos monedas de plata (2 mp) esos dos metros de cuerda de cálamo que estaba buscando. Neph le acompañaba sin que ella notase su presencia.

Dasha en el mercado del pueblo encontró varios puestos de frutas, hortalizas, quesos, pan, vinos, cerveza, carnes y pescado donde podría encontrar provisiones para su aventura.

Mientras todo esto sucedía al mismo tiempo, Lady Goldheart volvía a su puesto a ayudar con los panfletos mientras esperaba a sus nuevos compañeros de guardia.

Mañana del equinocio de otoño, 21 de

Bulborp, Tierras centrales occidentales.

Una uvez obtenidas mis nuevas armas y realizados los pagos oportunos. Me decidí a guardarlas correctamente. Colgando el mangual y una de las dagas de mi cinto. Posteriormente me coloque a la espalda el carcaj con las flechas y el arco corto y para terminar ajuste una de las dagas con su funda en la parte interior del escudo para tenerla a mano por si era desarmado.

Una vez todo puesto en su sitio decidí encaminarme a la plaza de la villa, donde había quedado con mis nuevas compañeras de aventuras.

Ya tenía los nervios previos a la partida, y la responsabilidad de mostrar de lo que era capaz y empezar a labrarme un nombre y una reputación.

Al llegar a la plaza observo como Kerena está nuevamente repartiendo panfletos en donde la vi por primera vez.

Acercando me a ella -Mi Lady, un servidor ya está preparado para partir-

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Se rascaba un cuerno mientras miraba las armaduras, escuchando el trato de antes ofrecido al guerrero miró luego al herrero con ojillos de cordero y se acercó lo suficiente a él como para susurrarle de manera más discreta.

-Realmente no llevo tanto dinero encima y este equipamiento es para poder hacer un favor a las buenas gentes de la ciudad amigo mio.- Trató de explicar con voz amable y dulce mientras se acercaba al susodicho y procuraba mostrar su simpatía además de hacer alarde de su encanto natural.

-Su negocio debe de ser agotador y seguramente no todo el mundo aprecia el esfuerzo que pone en elaborar esas armaduras tan pesadas. Quizá podría ayudar a esta pobre trovadora a no ir tan desprotegida a limpiar de malechores las fronteras del reino y a cambio podría promocionar su negocio y hablar de lo buenas que son sus armas y armaduras a los aventureros que escuchen de nuestras hazañas.- Tomando al hombre del brazo amigablemente y estrechando este entre sus senos de manera un tanto descuidada aunque siendo consciente de que en alguna ocasión esto funcionaba. 

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Sigue repartiendo algún que otro panfleto aunque no con el mismo éxito que había tenido al comienzo. Aunque si que los reparte con más entusiasmo si cabe.

Cuando ve a Glockta ir hacia ella y presentarse, sonríe ampliamente y se va guardando los panfletos aunque no deja de mirar alrededor por si alguien más está interesado, no pierde detalle.

- Me alegro de volver a veros mi leal guerrero, sin duda aportáis muchísimo entusiasmo, espero que podamos contagiarle el mismo interés al resto del grupo entre tu y yo - Sonríe amablemente.

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El herrero observa a la Draconida cambiar su agresivo aspecto de dragón, por el de una pobre e indefensa niña, pidiendo encarecidamente que le ayude a obtener una armadura más barata. El hombre suspira y dice:

- No puedo venderlas más barato de lo que están, el trasporte de mis mercancías va por mi cuenta, y trasladarme hasta aquí requiere que yo y mis animales de carga tengamos que pagarle al tabernero o a los granjeros para comer. - Dice defendiendo su negocio. - Pero si lo deseas, puedo venderte un camisote de mallas por cien piezas de oro, lo otro que podría ser de ayuda es una armadura de cuero, normal o tachonado, te servirá de protección. -

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Aguardó paciente, balanceando la cola de un lado a otro interesándose por aquello que podría serle de utilidad. Aunque en un primer momento pensó que quizá su actuación no había tenido la suficiente fuerza como para convencer al tipo.

-Bueno, deja que mire, seguro que hay algo de cuero endurecido que podría ayudarme.-

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Tras haber realizado su compra, se cuelga su nuevo carcaj de la espalda, se encaminó hacia la plaza donde se encontraría con el resto de sus compañeros, ya tenía ganas de empezar con las misiones, de hecho, Callia siempre se había caracterizado por ser bastante impaciente y entusiasta, asi qie estaba contenta, al llegar a la plaza vió que ya se encontraba allí Glockta, quien habia terminado de comprar sus petrechos antes que ella. -señores- dijo Callia- haviendo unngesto con la cabeza, a modo de saludo, -ya estoy lista para partir, solo falta que lleguen los demás- miró a sus compañeros y notaba el entusiasmo que ambos desprendian y se dejó contagiar, Callia esbozó una sonrisa tras su saludo.

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- ¡Oh si! no te preocupes querida niña, tengo una de las mejores armaduras, esta es una armadura de cuero tachonado que hice para los arqueros de la orden del Helmo, desgraciadamente el soldado que me la pidió murió antes de que la terminase, su petición fue que a pesar de tener las insignias del dios Helmo, fuese tachonada. - Dijo sacando un paquete de una caja y desenvolviendo la vestimenta protectora, mostrando a Kirea una armadura de cuero rojizo con tachuelas picudas con forma de pirámide de color dorado, la insignia de Helmo en hombreras y centro de la zona pectoral estaban marcadas en relieve con un cuero amarillento, similar al color de las tachuelas.

- Dicen entre los soldados que es de mal augurio llevar la armadura de un muerto, pero lo que no les entra en la cabeza es que nunca se la llegue a entregar... aún así, me quiero deshacer de ella y te la dejare por treinta monedas de oro. - Dice a la Draconida con la fina pieza de artesanía en sus manos.

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Tenía suerte de que aquella aventura no la desviaba de su misión principal.

A pesar de que su preferencia actualmente no era entretenerse con simples humanos u otras criaturas extrañas, prefiere ir sola a hacer migas con gente nueva, también era una buena oportunidad para adquirir experiencia y conseguir dinero, ahora que no tenía navío ni tampoco tenía a nadie bajo su cargo; ni espera tenerlo.

Amablemente paga su mercancía en la tienda, y sale guardando la cuerda junto a las demás pertenencias. Mientras camina muy pero que muy tranquilamente por la calle, observa a todo el mundo mientras acomoda su capucha por encima de su cabeza una vez más, siempre con esa mirada que parece desconfiar. Sin embargo en ese momento busca qué puede coger prestado para comer.
Con Kerena cerca sabe que no les faltará de nada, pero nunca se sabe cuanto tiempo tardarán en matar a la paladina y/o quedarse sin comida para llenar el estómago entre la batalla, puesto que una vez se adentren duda que puedan escabullirse con facilidad.

Llegando a la plaza principal, de fondo visualiza a la paladina, al guerrero y a la exploradora. Los observa ladeando la cabeza sin dejar de caminar, con esos aires despreocupados y bruscos pero femeninos.

Y por supuesto, no percata la presencia de Neph.