Partida Rol por web

Diario de estudios y descubrimientos de Gance Kerrain, transmutador.

Día 1. Mañana. Embarcadero de Hueco del Halcón (Esquina sudeste del mapa).

El Ferry que cruza el Río Espuma te deja en el muelle, recoge a cuatro pordioseros y un par de leñadores heridos, y se despide hasta la semana que viene. Le ves alejarse de vuelta, esquivando los troncos de leñoscuro que el Consorcio Maderero deja en el río para que, arrastrados por la corriente, sigan su curso hasta llegar a Oregent. Y allí estás tú, con tus libros y tu comadreja, en un pueblo olvidado por la mano de los dioses y de los hombres, o eso esperabas.

Dicen que aquí acabó Sharvaros Vade, profesor y alquimista en el templo de Irori en Almas acusado de violar a una de sus alumnas. Llegaste a asistir a una de sus conferencias sobre reactivos y no parecía dar la sensación de ser un criminal sexual. Claro, que quién la daba. El abuso no llegó a probarse nunca, pero su reputación quedó lo suficientemente dañada como para caer en desgracia y perder su empleo y su posición. Su caso te resultaba demasiado familiar. Quizá por eso, por un extraño sentimiento de afinidad, habías seguido sus pasos hasta Hueco del Halcón, esperando comprobar qué podría ofrecer un sitio así a aquellos que habían quedado al margen de la sociedad.

Noto las piernas algo entumecidas por el viaje en ferry y tengo bastante hambre, así que decido dar un paseo por los muelles mientras busco algún sitio barato donde comprar algo de comer (mientras tenga algo de dinero, prefiero reservar las raciones de viaje). Eso sí, me andaré con ojo por si se acerca algún carterista, porque, aunque no tenga mucho que robar, necesito lo poco que tengo.

Después, preguntaré por Sharvaros Vade para ir a presentarle mis respetos y preguntarle si sabe de algún trabajo que un humilde (tal vez pobre sea un término más apropiado) mago errante como yo pueda desempeñar. Necesito ganar unas cuantas monedas para comprar algo de tinta, porque no tengo con qué escribir (eso si hay alguien que venda tinta en este agujero, aunque supongo que Vade tendrá tinta), pero todavía conservo los suficientes escrúpulos como para no ir a ofrecer mis servicios directamente a los señores madereros (aunque lo haré si no queda más remedio).

Los muelles dan paso a un camino que conduce a la caseta desvencijada de la Compañía de Transportes de Hueco del Halcón, donde comprar pasaje para el ferry y contratar el transporte de mercancías. La calle gira a la izquierda y desemboca en la plaza del Mercado Bajo (F6), una explanada embarrada con un pozo en el centro donde, en unos puestos desvencijados, se vendía carne excesivamente salada y frutas a punto de descomponerse. Parecían sobras más que comida.

Grandes edificios rodeaban el que parecía ser el gran mentidero del pueblo. Podías ver claramente el cartel de "Oca y Ganso" (F2), un almacén; la Posada de Antón Taina (F5), cuyo nombre lo decía todo, pegada a unos establos; un imponente edificio con un letrero que decía "El Tribunal Hueco" (F4) y calle abajo, volviendo de nuevo al río, "La Taberna de Lady Rouge" (frente a F2), que tenía toda la pinta de ser un prostíbulo a juzgar por las señoritas ligeras de ropa que se asomaban curiosas en sus balcones.

Tienes una habilidad que es Reunir Información. No tienes rangos en ella, pero se puede usar sin estar entrenada, o sea que usas tu bonificador de Carisma, que es +1 y lo sumas a un d20. La tirada se hace en el hilo de Tiradas, donde encontrarás más información al respecto. Con la tirada hecha (deberías hacerla para que la veamos sólo tú y yo) yo te respondo al mensaje en función del resultado.

La gente no sabe demasiado de Sharvaros Vade, aunque te consuela el hecho de que sepan de su existencia. Todo lo que sacas de las esposas de leñadores y viejas que compran verduras pasadas en los puestecillos del Mercado Bajo es que se trata de un tipo raro, un hermitaño que vive en una choza justo a las afueras del pueblo, al lado del cementerio. Por lo que ves, no cuenta con las simpatías de sus conciudadanos.

Me niego a prejuzgarlo en base a las habladurías de un puñado de pueblerinas, así que, como de todas formas no se me ocurre nada más que hacer de momento salvo buscar alojamiento o ir a ofrecerles mis servicios a los señores madereros (cosas ambas que pueden esperar), decido ir a hacerle una visita a Vade. Además, lo cierto es que el hecho de que los lugareños apenas sepan nada de él ha despertado mi curiosidad.

Día 1. Tarde. Cementerio de Hueco del Halcón, al noroeste del pueblo.

A menos de un centenar de metros de las primeras lápidas, si es que se podía llamar así a los postes de madera semienterrados en el suelo con el nombre de los difuntos y una plegaria a Pharasma , la señora de los muertos, se encontraba la destartalada caseta que servía de hogar a Sharvaros Vade. Desde el exterior parecía húmeda y miserable, y no creiste que entrar fuera a cambiar tu opinión de ella. Sin lugar a dudas, la caída en desgracia de Vade no terminó en Almas, y continuó durante su estancia en Hueco del Halcón. Te acercas, seguro de que encontrarás alguien en su interior a juzgar por el humo que surge del tubo de latón que hace las veces de chimenea y, al llamar a la puerta, descubres que ésta no tiene bisagras, sólo un par de trozos de cuerda que unen los tablones al marco y que no hacen mucho por mantenerla cerrada. De espaldas a tí, junto a una estufa de metal, un hombre de aspecto deplorable se seca la sangre de una herida en la ceja. Parece haber salido de una pelea, y bastante mal parado.- Ya os he dicho que yo no sé nada, paletos.- Grazna con la voz que una vez sirvió para dar conferencias sobre alquimia.

Le pregunto si está bien, qué le ha pasado y si puedo ayudarle. Después, me presento; le digo que soy un mago errante y que una vez asistí a una de sus lecciones, que estaba en la ciudad y se me ocurrió ir a hacerle una visita porque estoy en una situación parecida a la suya. De momento, me guardo para mí el detalle de que venía con la esperanza de que me ayudara a conseguir un trabajo.

Sharvaros te estudia antes de hacerte pasar al interior de la choza. No te recuerda, pero recuerda aquella conferencia. Visto de cerca tiene un aspecto aún más lamentable, y no sólo por los golpes. Está muy delgado, casi cadavérico, tiene una barba descuidada y el pelo tan sucio como su ropa andrajosa. La estancia, en cuyo centro hay una estufa de metal negro, está cubierta de estantes y estanterías en los que reposan libros y tarros polvorientos, muchos de los cuales reconoces como componentes de rituales nigrománticos. De pronto, la enorme mesa de madera sobre la que te apoyas te parece más una mesa de autopsias que una mesa de comedor.

- Los paletos de este agujero, el carnicero y sus amigos.- Dice con voz cansada. Su aliento apestando a licor barato.- Cada vez que pasa algo raro todos los ojos se giran hacia mí, y luego vienen los palos. Ahora han desaparecido un par de niños y, por supuesto, el primer lugar en el que buscar es en mi casa. Como si me fueran a servir para algo. Me ha costado bastante convencerles de que yo no tenía nada que ver. No se lo han creído hasta que no les he demostrado que hace días que yo tampoco veo a mi hijo Savram. ¿Quieres ayudarme?-Te pregunta mirándote con los ojos enrojecidos.- Busca a esos niños.

Medito durante un momento. Lo cierto es que me da lástima el hombre, que ha perdido a su hijo y aun así le siguen culpando de cosas que no ha hecho. Además, si encuentro a los niños, probablemente los lugareños me recompensen, aunque sea sólo con alojamiento y comida gratis. Quizá el propio Vade, a pesar de su pobreza, pueda recompensarme con algún pergamino o alguna poción. Podría ser peligroso, pero tengo una ballesta y unos cuantos trucos en la manga, y al fin y al cabo me enfrentaría a secuestradores de niños.

-Está bien, dígame todo lo que sepa sobre el asunto y veré qué puedo hacer. No se deje nada: los nombres y descripciones de los niños, cuándo desaparecieron, posibles testigos, algún consejo para desenvolverme en el pueblo (como dónde preguntar y dónde no)... Ah, y por cierto, déjeme algo de tinta, necesitaré tomar notas para organizar mis pensamientos -y si cuela, eso que me llevo.

Sharvaros agarró su tintero y un vial vacío donde echó un poco de tienta mientras respondía a tus preguntas. -Hace dos días que mi hijo Savram me dijo que se iba a jugar con sus amigos. No he vuelto a saber de él. Tiene nueve años, piel clara y pelo largo y negro. La última vez que le vi llevaba un jubón de color verde... Creo.- Te entregó el vial de tinta. No mucha, pero la suficiente como para apañarte durante unos días. -Que yo sepa, también falta Mikra Jabbs, el hijo deficientede Colbrin, el carnicero. Éste es deficiente de verdad, su padre sólo lo parece. Tampoco encuentran a Hollin Hebraddan, el hermano de una de las furcias del Lady Rouge, pelirrojo, como ella. Eso es todo lo que sé. Estuve buscando a Savram por todo el pueblo, pero no fui capaz de encontrar nada, ya no sé por dónde seguir.

La desesperación hizo mella en la cara de Vade, aún más.

Saco una pluma y un pergamino, mojo la primera en la tinta que me acaba de dar Vade, y apunto todo lo que me dice.

-Muy bien, veré qué puedo hacer. Vendré a verle si necesito su colaboración.

Salgo fuera y me pregunto por dónde voy a empezar a preguntar. Tanto el carnicero como los porteros del burdel pueden ponerse agresivos, así que no tengo ninguna preferencia en ese sentido. Por otra parte, tampoco sé cuál de los dos sitios está más cerca, así que saco una moneda y dejo que la Dama Fortuna elija por mí. (1-carnicería, 2-Lady Rouge.)

-¿Te gustan las pelirrojas, milord? -pregunto a mi comadreja, Lord Walton- Porque vamos a hacerle una visita a la Señorita Hebraddan. Eso sí, no te hagas ilusiones, que con el dinero que tenemos lo máximo que podrías conseguir es que te acariciara el lomo, y eso con suerte. 

Día 1. Noche. La Taberna de Lady Rouge. (Frente a F2).

Tus pasos te llevaron desde el cementerio hasta la plaza del Mercado Bajo, cruzando la puerta oeste de Hueco del Halcón y recorriendo todo el Paseo de Iomedae hasta llegar allí, el Lady Rouge, la cotrosa casa de juego y prostibulo del muelle, con sus cortinas rojas en las ventanas y su enorme letrero colgado de la balconada del primer piso. No se puede decir que salgan risas del interior, ni jolgorio, de hecho, ni ruido. O es el prostíbulo más silencioso que has visto en tu vida, o es que llegas demasiado pronto.

Empujas las puertas y entras. A la derecha hay una larga barra donde un enorme semiorco con una nariz de bronce atada a la cara sirve vasos de un licor que no eres capaz de identificar a un par de leñadores tan cansados como acabados. Frente a la mesa, una escalera conduce al piso superior, a una galería abierta a la planta baja, las puertas numeradas de las habitaciones, y un hombre vigilando desde las alturas por si hubiera algún altercado. Alrededor de la base de la escalera, algunas mesas redondas en las que los hombres beben y juegan a las cartas y las prostitutas intentan que les inviten a un trago o que inviertan sus ganancias en ellas.

Antes de entrar, le digo a Lord Walton que me espere fuera, porque no creo que vaya a causar buena impresión entrando acompañado por una alimaña (aunque esto me lo callo para no herir sus sentimientos).

Me fijo en si alguna de las prostitutas presentes tiene el pelo rojo y, si no es así, le pregunto al semiorco por la señorita Hebraddan con mis mejores modales. Si me pregunta qué es lo que quiero de ella le digo, con una sonrisa cómplice, que se trata de algo privado, un asunto algo delicado con el que no creo que él pueda ayudarme.

En una de las mesas del fondo, de pie tras uno de los jugadores de cartas, puedes ver a una jovencísima muchacha pelirroja que mira la partida con una expresión de profundo aburrimiento. Pese a su llamativa juventud, deduces por la amplitud de su escote que se trata de una de las trabajadoras del Lady Rouge. Ella nota tu mirada y te la devuelve, con unos profundos ojos verdes, enrojecidos de tanto llorar. No es de extrañar que le cueste encontrar clientes, para tristezas, la gente ya tiene las suyas.

Me acerco a su mesa.

-¿Es usted la señorita Hebbradan?-espero a que asienta y continúo-. Mi nombre es Gance Kerrain, y estoy investigando las recientes desapariciones de niños en Hueco de Halcón. Bueno, es decir... más bien estoy buscando a los niños, pero para encontrarlos necesito información sobre sus desapariciones, ya sabe, alguna pista -no estoy muy acostumbrado a hablar con mujeres, y me resulta difícil concentrarme en lo que tengo que decir y en mirarla a los ojos al mismo tiempo-. Así que si usted... Bueno, he oído que su hermano ha desaparecido, lo cual es lamentable... -no estoy muy seguro de lo que se debe hacer cuando una mujer está llorando, pero parece apropiado decir algo así-.  Si usted pudiera darme alguna información sobre las circunstancias en las que desapareció... Si usted o alguien vio algo o encontró alguna  pista... -decido que lo mejor es mirar la galería del primer piso con el ceño levemente fruncido, como si fuese algo terriblemente interesante y difícil de comprender-. Bueno, el caso es que cualquier colaboración facilitaría mi tarea y aumentaría mis posibilidades de encontrar a su hermano y al resto de los chicos lo antes posible.

Todo esto le contabas mientras los jugadores de cartas hacían como que seguían con la partida cuando en realidad estaban pegando la oreja. Seguramente, mañana, la comidilla del Mercado Bajo dejaría ser Sharvaros Vade y pasaría a ser un joven con una comadreja. En cuanto mencionaste el tema de las desapariciones, Ralla, alzó la mano indicándote que guardaras silencio, se dirigió a la barra, pidió una jarra de vino al enorme semiorco de la nariz amputada e, indicándote que la siguieras, ocupó una de las mesas vacías.

Sentado frente a ella compruebas que se trata de casi una niña, increíblemente hermosa, eso sí. Ralla te sirve una copa y te la ofrece.- Kadran no nos deja perder el tiempo.- Dice señalando con un gesto de la cabeza al semiorco.- Lo menos que puedes hacer es invitarme a beber.- Y se sirve también ella antes de continuar. -Mi hermano Hollin desapareció hace dos días. Salió a jugar con sus amigos y no volvió a casa. No me dí cuenta hasta el día siguiente porque, bueno, le tengo prohibido venir a verme al trabajo. Tiene diez años, el pelo rojo, como yo, y dos dientes rotos, por andar haciendo la cabra en la rueda del molino de agua.- En ese momento las lágrimas acuden a los ojos de Ralla.- No tengo ni idea de dónde pueden estar. No he podido buscarle a conciencia porque casi no puedo salir de aquí. Sólo conseguí oir de boca de otros niños que mi hermano y sus amigos participaron en una especie de reto secreto, pero no fui capaz de descubrir a qué se referían.- Se secó las lágrimas y te sonrió. No por ti, sino porque Kadran estaba mirando.- Ninguno de ellos volvió a casa. También faltan Kimi Pisacornisas, la hija de la costurera; Savram Vade, el que vive en el cementerio con el loco de su padre; Mikra Jabbs, el hijo del carnicero, y Jurin Kreed, el hijo de Thuldrin Kreed, capataz del Consorcio Maderero y dueño del pueblo. Dicen que está moviendo algo para encontrar a su hijo, pero el resto de los niños le importa bien poco.

Frunzo el ceño cuando me dice lo de invitarla a una copa, pero me cuesta no sonreír a una muchacha tan hermosa. Espero que lo que sea que estemos bebiendo no sea muy caro, porque he oído que en los burdeles la bebida cuesta un ojo de la cara. Aunque ya tengo la información que necesito, voy a pagar por mi copa y por estar aquí sentado con esta pelirroja, así que decido amortizar mi dinero. Tras asegurarle que mañana por la mañana continuaré con mi investigación, saboreo  mi bebida mientras miro al resto de clientes y echo un vistazo un poco más exhaustivo al local.

Carraspeo.

-No hay mucha gente. Supongo que la mayoría de clientes vendrán un poco más tarde, ¿no? Y hablando de tarde -añado mirando mi copa con interés-, debería buscar un lugar para dormir antes de que sea demasiado tarde. ¿Sabes dónde puedo encontrar alojamiento barato por aquí?

 -Y por cierto, una cosa más. ¿Podría darme algún objeto personal de su hermano? No sé, una prenda de ropa, o algo así. O simplemente dejar que Lord Walton olfatee su lecho. El lecho de su hermano, quiero decir -aclaro-. Lord Walton es mi comadreja -agrego-. Ya sabe, para ver si puede seguir su rastro. Es un espécimen muy inteligente.