Partida Rol por web

Tu golpe deja malherido a esclavista que te mira con su horrenda cara, mientras grita órdenes amenazantes a sus esclavos.

No pasa demasiado tiempo desde que Geon se fue. De repente se hace el silencio. ¿Por qué ha dejado oirse el ruido de golpeteo contra la piedra?

Salgo corriendo por donde desapareción Geon, de hecho si puedo, casi en cuanto desaparezca, no cuando se haga el silencio en la mina.

 Finn corre a reunirse con el enano psicópata, intentando no hacer ruido.

Maldito comepiedras de las narices...

Como la haya armado de nuevo, primero acabaré con la amenza y luego con ese enano barbudo y estúpido, se dice Rumuk asimismo mientras sigue a los demás.

Una cosa es la valentía y otra el no tener dos dedos de frente...

Soker se encoge de hombros y camina tras sus compañeros tratando de quedarse en segundo plano y tras cobertura por si acaso...

Nota mental. No asociarse más con enanos...

Os apresurais a llegar hasta la mina para ver a como Geon está golpeando a un kobold más feo de lo habitual ante los ojos atónitos de 6 esclavos.

Lo veo y no lo creo: el enano haciendo picadillo un kóbold...

Rumuk se mueve por la gruta con la intención de rodear al kóbold.

Bueno. Supongo que ya es tarde para tratar de conminar al guardia a que se rinda...

Antes de que siquiera el kobold pueda reaccionar ante el furioso enano que le hace fosfatina la espalda, Geon ya ha recuperado la inercia de su mágica hacha, que velve a hendir el aire en dirección al cuello del humanoide. Mostrando una desacostumbrada habilidad en el combate, o quizá tan solo un golpe de suerte fortuito, el bicho se agacha justo a tiempo para evitar que le separen la cabeza de los hombros, agachándose repentinamente. Pero la situación lo coloca en una posición forzada que le impide esquivar el gancho al hígado que el enano aprovecha para propinarle con su guantelete armado:

-Estás frito, lagartija.- le anuncia el enano en perfecto común -Y si los tuyos se acercan, más fritos aún.- amenaza a las inmediaciones, mientras su adversario se tambalea por el dolor y la copiosa pérdida de sangre, sin quedar muy claro si seguirá en pie.

Soker se mueve rápidamente. Si su compañero ha iniciado esto lo mejor será terminar rápido...

Mientras se mueve saca su arma y al llegar frente al kobold le asesta un golpe contra el brazo.

No hagais daño a los esclavos. No tienen culpa de los actos de sus amos y nos pueden ser útiles. Dice Finn, obviamente desesperado por el cariz que está tomando esta misión.

El kobold feo consigue esquivar el ataque de Soker, pero al hacerlo se topa con el guantelete del enano en toda la cara. Veis como se tambalea mientras grita a los esclavos señalandoos con ímpetu.
Luego, golpea con todas sus fuerzas usando su pico pesado, que se clava con fuerza en el hombro del enano.
Satisfecho, el kobold retrocede un poco refugiándose entre sus esclavos.

Levantando el escudo delante de su cuerpo el enano se acerca a la criatura y suelta un mandoble de su hacha que surca el aire y no acierta a tocar carne...

A regañadientes, Finn avanza para tener un mejor ángulo de tiro y acabar con la pelea. Por desgracia parece perpetrar el peor tiro de su vida, y la flecha se estrella contra una estalagmita en el techo de la cueva.

Si vuestro amo os pide que le ayudeis, os aseguro que será una mala idea. No le haremos daño a ningún esclavo que no nos provoque. Ahora sois libres.

De hecho, si acabais con su miserable vida os estaremos agradecidos.

Con la mente evidentemente nublada por la sangre, Geon avanzó hacia el kobold que lo había herido, tratando de terminar el trabajo. SIn embargo, la debilidad hacía mella en él, y sus movimientos fueron demasiado lentos para el escurridizo y malicioso personaje:

-Maldito... Hoy es tu último día en este mundo.- an8unció ominoso.

Los esclavos comienzan a atacaros con tesón al oir las órdenes de su amo.
Pero solo uno de ellos golpea cosigue atravesar la armadura de Rumuk, causándole una leve herida.

¿Pero qué diantres...?, exclama Rumuk atónito al ver que los mineros comienzan a atacarle.

Está claro que es por este de ahí, que les coacciona. Iomedae, ayúdame y protégeme de estos infelices.

Rumuk avanza hacia el capataz mientras trata de esquivar a los pobres kóbolds que blanden sus picos.

Soker se mueve con habilidad entre los kobolds, intentando parar los golpes que los esclavos intentan darle, aún así se libra de ellos y llega a una posición de ventaja con respecto al verde. Su espada entra limpiamente entre las costillas aunque no parece haber hecho una herida demasiado fea.

Tras dar la estocada pronuncia unas palabras en la lengua de los kobolds.