El noble estuvo apunto de contestarle a la joven que ese caballo era digno de él y que no tenía nada que temer del dueño que viniese a reclamarlo, pero decidió optar por una leve sonrisa para continuar cuanto antes con la marcha. Estaba deseoso de encontrar a aquella bestia.
Descendieron hacía aquella pequeña playa u oasis en mitad de aquellas angostos riscos. Néstor permaneció atento, con la ayuda de su compañero, al descenso del bello animal, el cuál consideraba, ahora más, un grandioso trofeo a su valentía.
Al parecer, aquél lugar era de constante descanso para la bestia, el lugar donde se refrescaba antes de partir. Quizás fuese un buen lugar para atacarle.
- ¿Cómo veis la zona para una emboscada? - preguntó mientras observaba el lugar con detenimiento.
Durante la bajada, intenta colocarse cerca de Aristocles, y aprovecha alguna zona menos abrupta de la bajada para comunicarle en tono bajo las dudas que le producen los salvajes. -Tu juicio es más profundo que el mío, pero no acabo de sentirme cómodo con esos salvajes cerca. ¿Cómo sabemos que podemos fiarnos de ellos? Que no van a llevarnos a una trampa, o, peor, que no están aliados con esa Bestia.
Cuando finalmente llegan a la laguna, el hoplita recoge algo de agua con la que refrescarse la cara, y después se sienta junto al pedestal de la columna, admirando la belleza del lugar.
-Una cosa es cierta, tienen buen gusto eligiendo dónde calmar la sed. Es buena idea, Néstor, podríamos escondernos cerca de aquí y aprovechar el momento en que bajen a beber para hostigarles desde la altura.
Melanctha miraba a los dos "machotes" con los brazos en jarras. Por culpa de su retraso con las pastorcillas, ahora tenían que volver a empezar, y explicarlo todo de nuevo.
- Creo que no es muy buena idea. La Bestia sólo sale de noche, y en compañía de su manada. Tendríamos pocas posibilidades.- les dijo, con cierta impaciencia mal disimulada.- Habíamos pensado buscar su guarida durante el día, a ver si podemos sorprenderla durmiendo.
Y dicho esto, se giró hacia el cabecilla de los salvajes para intercambiar unas palabras con él en su lengua.
Les comento a los salvajes si conocen la cueva con el estanque que hay detrás de la cascada, a ver si ellos ya la han explorado.
Melanctha se dirige a los salvajes, en su salvaje lengua, y estos la responden también en su lengua.
Los salvajes se miran de forma confusa, como si no supieran de qué estás hablando -¿Caverna?.... ¿Qué caverna?-
Dado que me lo has puesto en privado, te respondo en privado, y no en modo "traducción automática", como he estado haciendo hasta ahora.
Cuando tú pongas "en público" lo que dices a los salvajes, yo también pondré la respuesta "en público".
Melanctha se giró de nuevo hacia sus compañeros.
- Antes de conocer a nuestros amigos,- dijo, abarcando con un gesto a los salvajes-el Profe y yo estuvimos explorando esta zona. Detrás de esa cascada hay una caverna inundada que parece bastante amplia, y en la entrada hay esculpidas dos cariátides. Es intrigante.
- Los salvajes acaban de decirme que no conocían ese sitio. Dado que, al parecer, buscamos una bestia con forma de caballo, no creo que tenga su guarida en un sitio con tanta agua, pero...- Melanctha se encogió de hombros. Ella sólo era la especialista, y ya les había dado la información. Las decisiones quedaban a cargo de Néstor, o del Profe.
—Porque es a ellos a quien más molesta la bestia. Además, podríamos decir que nos hemos ganado su confianza a pulso —termino diciendo, para después volver a la tarea que tenemos entre manos.
Cuando llegamos a la playa, sólo puedo volver a fascinarme con el lugar. Es precioso, se mire como se mire.
Tras mirar el sitio, y escuchar lo dicho por la cazadora, sólo puedo decir—. Algo me dice, qué, igual que había alguien tras el águila gigante, hay algo detrás de esa bestia. Y lo más probable, es que sepamos que es en esa cueva.
—No sé los útiles que serán los salvajes dentro de esa cueva, pero no me gustaría entrar, salir, y encontrarlos a todos muertos. Tendrán que venir con nosotros...
Aetos trata de disimular la sonrisa que le provoca ver la irritación de Melanctha. Al oír que hay una cueva tras la cascada se levanta en el acto.
—De acuerdo entonces, exploremos la cueva. Deberíamos atar al caballo fuera.— Se sacude la tierra mojada de la armadura y mira a Néstor esperando que dé su conformidad a la exploración. Sabe que al noble no le va a hacer gracia dejar el caballo, pero dentro de la cueva sería más un engorro que una ayuda.
El noble escuchó con distracción fingida la explicaciones y propuestas que sus compañeros le proponían. No le gustó la idea de dejar al caballo fuera, no le gustaba nada, pero supuso que todos se negarían a hacer otra cosa y no le apetecía discutir.
- Exploremos esa cueva entonces, cazadora - le dijo a la joven clavando su mirada en ella. Después miro al caballo y a su compañero Aetos - No me agrada la idea de dejarlo aquí, resguardalo en buen lugar, pues recae su seguridad sobre ti -aquello no era una amenaza, simplemente una aclaración. La idea era de su compañero, así también la responsabilidad. - Los salvajes pueden acompañarnos, maestro - le dijo sonriendo al viejo - No perdamos más tiempo. - El noble estaba ansioso por acabar con la bestia e ir a vanagloriarse de ello ante el Rey de Tebas y todas las doncellas que encontrase por el camino.
Melanctha asintió, y les contó a los salvajes el plan.
- Una cosa, os recomendaría no atar al caballo. Además de que sería un insulto para un animal tan bello, no podrá defenderse si lo ataca alguna bestia.
Dicho lo cual, se dispuso a guiarlos hasta la cueva.
-¿No atar al caballo?- Aetos encuentra la propuesta un disparate de la cazadora. -¿Y qué impedirá que se vaya y lo perdamos entonces?
Mirando alrededor, no parece que alrededor de la laguna haya ningún sitio propicio para atar al animal, especialmente teniendo en cuenta que la bestia suele pasar por allí. Así que, con algo de resignación, el hoplita trata de subir de nuevo por el sendero por el que acaban de bajar, buscando alguna zona boscosa cerca en la que atar la montura, y después vuelve con sus compañeros.
Melanctha se encogió de hombros. Por ella, que el caballo se quedara o se fuera era secundario. Si quería quedarse, se quedaría, y si no, se iría. Y el ego de Néstor tendría que aguantarse.
Pero no dijo nada. Para aquellos dos, no se trataba más que de otra pertenencia, como su lanza o su escudo, y no una criatura viva con sentimientos y emociones propias.
- Vosotros mismos. ¿Nos vamos?- dijo, y sin esperar mucho más, se lanzó al agua y empezó a nadar en dirección a la cascada.
- Déjalo suelto, Aetos, estará cuando volvamos - fue lo único que digo el noble antes de lanzarse tras la cazadora al agua. El frescor le quitó parte del cansancio de encima y su estado de ánimo mejoró, ahora estaría más simpático y optimista, aunque ha saber cuanto le duraría.
Aunque las aguas están tranquilas, intentar flotar llevando puesta la armadura (la cuál pesa lo suyo) se me antoja casi imposible. Por cada 6 m que Aetos y Nestor intenten a avanzar en el agua con una armadura puesta deberán hacer una tirada de Proeza Atlética con dificultad igual a la Carga del personaje.
Si se falla, el personaje empezará a hundirse, y se aplicarán las reglas de ahogamiento.
¿No había una barca la última vez que estuvimos? Imagino que seguirá estando, y que no hará falta nadar.
No. No la había. En ese sentido, he sido muy exacto con los detalles.
Lo que te da que pensar así es... otra cosa que Melanchta y Aristocles vieron.
Veis cómo a los pocos metros de introducirse en el agua Melanchta, esta le llega ya hasta la cintura. Parece que la playa se inclina rápidamente, indicando que laguna debe ser muy profunda. Melanchta empieza a nadar de forma atlética atravesando las tranquilas aguas de la laguna hasta llegar a la cascada.
Mientras, Aetos sube por la cuesta y desaparece en lo alto junto al caballo. Tampoco tardará demasiado en volver, dado que había algunos árboles rodeando la laguna, y que el bosque al sur estaba muy cercano.
Doy por sentado las acciones dadas. SI alguno cmabioa de idea o algo que me lo ahga saber.
Aetos hace caso a Néstor. Al fin y al cabo el caballo es suyo. Después se acerca al agua y comienza a avanzar por ella, aunque se detiene cuando ve que comienza a cubrirle entero.
-Tal vez sería mejor que se adelantase Melanctha y nos ayudase con una cuerda.- La cazadora parece desenvolverse bien en el agua y ellos, por el contrario, se ven impedidos por la armadura, así que no parece seguro continuar sin algún apoyo.
Perdón por no postear antes.
Néstor pensó que hubiese sido mejor quitarse la armadura antes de tirarse al agua, mucho más cuando vio que el agua era más profunda de lo que en un principio parecía. Intentó avanzar lenta pero seguramente..para no hacer grandes esfuerzos y que su cuerpo le fallase. Había sido demasiado lanzado, como siempre.
Me guié por la imaginación, como veo ami personaje como en la foto.. no pienso que lleva armadura.