Partida Rol por web

Habían pasado tres horas desde que salieran de Puerto Tibas y aún no veían nada de nada en los alrededores. Sólo agua, agua cristalina en la que se reflejaba el sol. El viento no era demasiado fuerte, pero conseguía mover el barco de los De Graff.

Por el momento, al trío le convenía descansar y afilar sus armas, así como intentar trazar un plan para enfrentarse a lo que quisiera venir más adelante.

Concentrarse en lanzar conjuros canalizando la propia energía de una misma era algo agotador, además, que costaba como diez veces más el coseguir completar esa energía gastada que gastársela. Debía descansar y aunque sabía que ese descanso sería más bien poco reparador y que no me serviría de demasiado, siempre era mejor que nada.

Me acerqué a los hermanos para comentárselo.

- Si no os importa yo me iré a descansar, querría estar lo mejor posible para ayudaros cuando lleguemos y tener la capacidad de lanzar todos los conjuros que sean necesarios para ello. Si pasa cualquier cosa os ruego que me despertéis.

Una vez dicho esto, me busqué un sitio en el que poder echarme, dispuesta a dar una larga cabezada si no ocurría nada antes de que me despertara.

- Sí... es lo mejor que puedes hacer. Gracias, Ayan. Te agradecemos mucho toda esta ayuda que nos estás dando, te debemos una. - murmuró el novel, mirando a un punto indefinido de la cubierta. Él no era capaz de dormir pese a que el cansancio empezaba a hacer algo de mella en él. Pero no podía descansar con la idea de qué podría estar sufriendo su hermanita. Esa perra de Ran... iba a recibir cien veces todo el sufrimiento que había recibido su hermana, él se iba a encargar de ello.

Dirigió entonces su mirada a su hermano, mirándolo con expresión interrogante. - ¿Cómo te encuentras? -

Aunque he estado escuchando todo lo que se dice a mi alrededor, no muestro signo externo alguno de que así sea. Desde que comenzó está maldita persecución desesperada he estado sentado con la espalda apoyada contra el mástil de la vela mayor, sumido en negros pensamientos. Cuando Ayan comenta que va a intentar descansar algo hago un simple gesto con la mano derecha como intentando dar a entender 'Haz lo que quieras, ya que ahora me es todo indiferente...'.

Cuando mi hermano me mira y me pregunta como estoy, comento

Estoy bien, Rembrandt, estoy de maravilla. Estos últimos encontronazos no han sido peligrosos...

Se que no se refiera al exterior, pero me niego a revelar lo que puede que en realidad esté sospechando, que la desaparición de Adelheid ha significado un golpe durísimo para mi 'moral' y que la preocupación carcome mi corazón cada segundo que pasa sin que la encontremos. Para intentar 'huir' de la escrutadora mirada de Rembrandt, me acerco al borde del navío y me quedo mirando la inmensidad del mar.

Rembrandt suspiró, mirando un segundo la espalda de su hermano y luego a la ya dormida Ayan. Él solo no habría podido conseguir llegar hasta tal punto, aunque no le cabía duda que no habría sido por falta de ganas. Ahora sólo quedaba esperar a llegar a su destino... si es que Bartel no les había hecho una jugarreta y les estaba llevando a ninguna parte.

Pero aquello era a lo único que podían agarrarse.

Pudieron descansar durante varias horas, hasta que el sol se encontraba en lo alto y hacía del mar un tranquilo espejo. Fue entonces cuando distinguieron un barco en la distancia que, al parecer, ya los había oteado antes, pues se dirigía a toda velocidad hacia ellos. Era una nave de dos palos, un galeón de tamaño medio y sin bandera...

- ¡Eh, tenemos compañía! - exclamó Rembrandt, lanzando otra mirada a sus dos compañeros. Se acercó a la proa del barco para observar el galeón, cruzándose de brazos. Era un galeón bonito, y se dijo a si mismo que cuando le zurrara el culo a Ran (que esperaba que al menos fuera bonito) y a los suyos se quedaría con ese barco.

Pero no había tiempo para pensar, que tocaba demostrar la supremacía de los De Graff... y de los Kroes.

Y seguía sin una daga... ¡joder!

Antes de acostarme ya suponía que mi despertar sería poco agradable, seguramente sobresaltada por algún grito, era de esperar, pero lo que no me esperaba es que casi me pusiera de pie de un salto, con los ojos abiertos como platos, como si no hubiera estado durmiendo.. era una sensación parecida a cuando te dormías mientras te estaban impartiendo alguna clase o algo así y te despertaban..

Rápidamente, sin decir nada, me acerqué a los muchachos y al ver que estaban bien, me froté los ojos tratandod e aclarar del todo mi vista antes de mirar por la borde y ver el barco del que ni siquiera había escuchado hablar, ya que no entendí las palabras cuando gritó.

Tardé un par de instantes en reaccionar, pero era el momento de pensar alguna cosa.

- ¿Tenemos algún plan? - Pregunté a la vista de que las cosas no tardarían en ponerse feas.

El barco se encontraba cada vez más cerca. En unos minutos ambas naves se tocarían y, por el momento, no sabían si eran amigos o enemigos. Podían ser piratas, mercaderes, corsarios o un barco de pasajeros. Debían preparase cuanto antes para lo que fuese a venir ahora.

El barco cada vez está más cerca, un barco que surje de improviso y se lanza hacia nuestra posición a toda vela y que, con más inri, no lleva enseña alguna que los anuncie.

Mi mano juguetea en el pomo de la espada de manera inquieta. Como repuesta a la pregunta lanzada al aire por Ayan

La prudencia me guiaría a intentar evitar ese barco, pero quizás sean tipos que sepan donde rayos se encuentra Ran por lo que no pienso dejarlos pasar de lado... Aprestaos para el combate.

Si la capitana pirata se encontraba a bordo del navío, nada ni nadie impediría que esta jornada la sangre se derramase de nuevo.

- Un barco cualquiera no se acercaría tan raudo a nosotros. No uno sin bandera. ¡Preparaos para pelear! Siempre es mejor arrepentirnos y decir que tenemos unos malos días que confiar en un desconocido para que luego nos pegue el hachazo. - dijo, arco en mano, pero sin sacar flecha ni tensar el arco. Rembrandt alzó la mano haciéndo un gesto amplio de saludo y alzando la voz. - ¿HOOOOOOOOOOOOOOOOOOOLA? -

De barco surgió una respuesta parecida:

-¿HOOOOOLAAAA? ¡SOMOS AMIGOS!

Alguien agitaba el brazo desde la cubierta. Tal vez un hombre.

Desde el navío parece que alguien, un hombre, intenta comunicarse con nosotros desesperadamente. Generalmente los corsarios no destacan entre en resto de marinos por sus maneras por lo que parece que no tenían la intención de abordarnos...

Aún así, sin fiarme todavía de las apariencias, alzo la voz bastante para hacerme oir

¿Quien va? ¡¡Identificaos!!

No me gustaba nada la situación y mucho menos, creía que aquellas personas pudieran ser amigos.. Suponía que era una especie de treta para que nos confiáramos, aunque esa era una de las pocas veces en las que no me importaría equivocarme, ya que tener un mal desenlace en alta mar no es que fuera algo que considerara agradable.

Permanecí en silencio, quitándome de al lado de los jóvenes y quedándome en un segundo plano, donde me dira tiempo a actuar en caso de que las cosas cambiaran de color. Sabía que los muchachos eran bastante más rápidos que yo.

- Eso de que te griten que son amigos.. pfff!!

El hombre usó las manos como bocina y siguió hablando en dirección a ellos. El barco se había acercado mucho más, permitiéndoles  distinguir algunos de sus rasgos. Se trataba de alguien alto y enjuto, con el pelo muy corto y ricamente vestido.

-Soy el conde Zarek y esta es mi cohorte –dijo el hombre. El conde Zarek era un burgués enriquecido que tenía sus dominios no muy lejos de Puerto Tibas. Los tres jóvenes habían oído de él y de sus andanzas. No era el más malvado de los malos, pero tampoco se escuchaba de el que fuese trigo totalmente limpio.

El barco, más de cerca, era apreciablemente hermoso. Su mascaron de proa era una sirena con los pechos desnudos y el pelo labrado con gran cuidado. Sus ojos eran dos zafiros, y los pezones rubíes. Un par de marineros se aproximaron al conde e inspeccionaron el navío de los De Graff.

No me gusta para nada la situación. La reputación de este tipo no es que sea precisamente la de un beato y las miradas y maneras de los marineros que acaban de hacer aparición tampoco me ayuda a tranquilizarme mucho, que digamos.

Con mirada severa y voz serena

¿Que se os ofrece?

No hay un trato educado ni cordial. El lugar por donde navegamos es conocido por ser un hervidero de piratas, entre ellos aquella misteriosa mujer que estamos persiguiendo, por lo que nunca hay que fiarse de aquel que aparezca de la nada. Y, por si eso fuera poco, estamos en una contrareloj con la vida de nuestra hermana pendiendo en el aire.

No sabía si hablar con alguien importante sin ninguna educación iba a sernos un impedimento o una ayuda, aunque suponiendo que ese hombre se codearía con piratas, tampoco es que me pareciera mal que Radovick hablara a su manera. Claro, esto siempre y cuando no se liara a palos.

Para variar, seguí en m línea, manteniéndome en un segundo plano, a la espera de que se desarrollaran los acontecimientos. No había necesidad de que todos participáramos en aquella conversación, y mucho menos, si todos íbamos a decir algo similar aunque de distinta forma.

Lo que sí llamó mi atención fue aquel barco, pero sobre todo aquella sirena, la que sin duda debería valer una auténtica fortuna en caso de poder echarle el guante..

¡Toma del frasco, Carrasco! El mismísimo conde Zarek... ¿allí? Espera, ¿qué se habían perdido? Rembrandt puso cara de sorpresa/ironía/diversión, su hermano empezaba a enseñar las garras (aunque muy respetuosamente) y ahora había que ver como respondía aquél burguesillo de tres al cuarto. Él no se molestó en soltar el arco aunque sí relajó los músculos. Sonrió sin ningún aditivo al burgués y a sus marineros, sin echarle el mismo vistazo al barco que el resto. A él le importaba la gente, no los barcos.

¿Ha ocurrido algo? No es muy habitual ver un barco sin bandera por aquí... ya me entiende, un barco sin malas intenciones como el suyo.

¡Cachis! Ya se le había escapado. Pero bueno, había sido mucho más sutil de lo que era habitual en él.

-Eso es porque a los últimos piratas tuvimos que matarlos nosotros -dijo el conde con media sonrisa-. Pero se da la condición de que dos de mis hombres han quedado muy malheridos y puede que no resistan hasta llegar al muelle. ¿Seríais tan caritativos de auxiliarnos? Ninguno de nosotros tiene nociones de medicina y realmente se encuentran muy graves...

Hay algo que no terminar de cuadrar

¿El yate de recreo de un noblezuelo se hace a la mar sin llevar a nadie que pueda curar al niño mimado? Huy, huy, huy... que extraño.

Sin variar un ápice de intensidad, dirijo la mirada directamente a los ojos del noble

Perdonad mi atrevimiento por volver al tema de antes pero, ¿cuales ha sido la banda de piratas que habéis dicho aniquilar? Estamos persiguiendo a una en concreto y, si es la misma, pues no nos molestaremos más en surcar las aguas tontamente. Enseguida miramos si podemos auxiliar a vuestros hombres...

Miro por un segundo a mi hermano con una cara que él sabe que significa "Esto es demasiado 'raro', por decir algo, chico".