Partida Rol por web

Asavar abandono las tierras que conocia y siguio su propio camino en direccion al sur. Paso varios dias sin encontrar a nadie de camino, cazando para comer y sobreviviendo solo, pero al menos no tenia que soportar a Gudrum.

En una semana llegaste a un pueblo de casas bajas.

Cansado de andar tanto tiempo, Asavar ya había decidido buscaría su destino el solo, así que ando y llegó al pueblecito de casas bajas.

- A ver si puedo conseguir un buen fuego y algo decente para comer.- así que empezó a buscar alguna herrería a ver si podía vender sus servicio por algo de manutención.

Viste un tipo dando golpes a una espada, sobre un yunque. El tipo no tenia el aspecto de un herrero, mas bien parecia un mercenario. El tipo te miro sombrio nada mas te vio acercarte a la forja.

-El herrero esta muerto, si quieres algo de el vas a tener que forjartelo tu mismo.- gruño ceñudo antes de volver a temblar su filo. Era una espada magnifica y estaba haciendo un trabajo estupendo con ella.

Asavar se quedó mirando como el hombre martilleaba el arma que estaba forjando, y pasados unos segundos, dijo:

-Está bien, sabes de algún lugar en el que pueda descansar una noche y tomar algo caliente de comer?

El hombre dejo de martillear un momento y se paro para mirarte de arriba a bajo.- Voy a reunirme con un grupo de mercenarios, en el este hay trabajo para todos los brazos que puedan levantar un arma ¿Te interesa?.- pregunto metiendo la hoja en el agua fria.

- He instalado mi campamento en la salida del pueblo, alli tendras una manta y un rincon en una tienda, ademas de un plato de guiso caliente... si no encuentras nada mejor.

- Y de qué clase de trabajo estamos hablando?- preguntó Asavar mirando suspicazmente a ese hombre.

- La guerra, chico. Estoy hablando de la guerra que esta a punto de fraguarse. Hombres de todas partes estan viajando hasta la frontera, se contrata a todo mercenario que levante dos palmos pero dan mejor paga si va un grupo numeroso junto.- Aseguro el hombre.- Tu te encargaria de alimentar a los caballos y montar el campamento, el trabajo sucio si le quieres llamar asi, hasta que aprendas a usar una espada con la soltura necesaria.

-Todavía no he matado a ningún hombre...- dijo con un tono un poco dubitativo.

- Alguna vez tendria que ser la primera ¿No? ¿Oh vas a ser una ama de casa en lugar de un guerrero?.-  pregunto arqueando la ceja, con sarna.- Tu mismo chico, tambien puedes quedarte en este pueblo agonizante o irte a buscar fortuna al otro lado del mar.

-Hablame del otro lado del mar-pasando por alto la mofa. Preferia aparentar ser debil y partirlo por la mitad cuando se pusiera chulo, q contestar ahora, perderia la gracia.

- Muchos barbaros se dirigen alli, atraidos por las aventuras, se unen a barcos pirata o navegan a otro continente, dice que hay muchas tierras por descubrir, algunos locos hablan incluso de dragones pero creo que la mayor parte son cuentos de viejas porque de todas las riquezas que se habla, ninguno a enseñado nada.- espeto sin gustarle esa idea.

-Creo que me dirigiré contigo al este- se acercó al hombre que estaba acabando su trabajo- mi nombre es Asavar. ¿Cual es el tuyo?-

- Jodreg ulfamar, los amigos me conocen por joulf .- dijo tendiendote una mano enorme y dura, recia y firme. Apreto tu mano con fuerza, midiente y parecio gustarle que tus brazos fueran duros.

-Voy al campamento, ¿Vienes?.- pregunto encaminandose, ya con la espada forjada.- ¿Tienes familia?¿Padres, hermanos?¿Esposa?

Asavar se puso a su lado y hechó a andar con él,mientras iban al campamento charlando:

-Vamos. Mis padres murieron en una invasión picta, y soy jovn todavía para tomar mujer en matrimonio. Y tú, cual es tu historia?

Mi padre era mercenario y se encargo de que aprendiera el oficio, tengo una esposa diferente cada noche si puedo, posiblemente algun hijo que no me diera tiempo a evitar. Vivo por la espada hasta que la espada me mate, como se suele decir... y mientras eso sucede trato de vivir lo mejor que puedo.- Te respondio sincero mientras caminaba delante tuya.

llegasteis al campamento, cuatro tiendas y un fuego en el centro, media docena de hombres mirandote como si fueran a saltarte encima en cualquier momento.-Se llama Asavar, es el nuevo miembro del grupo.- gruño presentandote escuetamente.

Asavar atendía silenciosamente a las palabras de ese hombre. Tenía que ir con mucho cuidado, los mercenarios eran gente traiconera, harian todo por dinero, y siempre tenia que tener su hacer a mano.

Cuando llegó al campamento, vió a aquellos hombres, pero no amilanó, al contrario, los miró con mirada furtiva, y avanzó por el campamento hasta tommar una posición reservada.

El barbaro se acerco al fuego y tomo un pedazo del animal que se estaba asando a la lumbre, tendiendotelo.- Como algo chico, mañana temprano partiremos y tendras que ayudar a desmontar las tiendas.

Asavar tomó el pedazo de carne, asintiendo y sonriendo un poco, más irónicamente que otra cosa. Estaba pensando más detenidamente en Gudrum y la otra chica, si habrían superado la prueba, pero sobre todo, en McMardigan. Seguramente estaría decepcionado con él, y eso le ponía triste. Pero ahora ya no era un bárbaro de las montañas, ahora era un hombre libre,un mercenario, y si quería sobrevivir, tendría que dejar sus escrúpulos a un lado.

Y... contra qué o quién nos vamos a enfrentar?- preguntó arrancando un trozo de carne violentamente.

Nos va a pagar un tipo llamado Lord Bragost o algo parecido, quiere dar un golpe de estado y derrocar al rey para ceñirse su corona. El maldito rey es el tipico viejo bastardo, gordo y estupido que solo se preocupa de su aren.- dijo Joulf arrancando un pedazo de carne que mordio sin ningun cuidado.

- Dicen que tiene 40 exclavas preciosas, siempre dispuestas a satisfacerle y un ejercito de miles de hombres dispuestos a morir por un rey que chochoa. Sera una buena batalla y una mejor recompensa...

Asavar asimiló todo lo que Joulf le contaba en silencio, bebiendo un poco. Esa noche no abrió la boca, sino que escuchó a los presentes, sus nuevos compañeros, hablar de sus fanfarronerías. Estaba fuera de lugar, pero es lo que se había ganado. Miró a las montañas, quedandose ensimismado unos minutos, hasta que se retiró a su tienda, para poder descansar el máximo tiempo posible.