Partida Rol por web

La forja de las leyendas

La fortaleza de Lord Bragost

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11/01/2012, 18:42
Director

Mejoras tiberio

Fuerza +2

Destreza +5

Agilidad +2

Inteligencia+5

Sabiduria +7

Alerta +2

Percepcion +3

Carisma +3

 

 

Leer -escribir +10

Habilidades aprendidas

Tiro con arco +5

Equitacion +7

Conocimiento de plantas curativas +6

 

Ganas:

Poder magico 50/50

Piedra del alma (colgante regalo de tu maestro que te alerta si estas en un lugar magico o si alguien esta intentando usar un hechizo contra ti)

 

 

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21/01/2012, 22:44
Laurielle

Notas de juego

Oye Morgul, que llevo todo el día bloqueada con esto de escribir la historia del pj (también llamado crisis neuronal xD).

¿Qué hago? ¿La escribo aquí y sigo con la otra escena más holgadamente o la escribo directamente allá y ya seguimos con el transcurso lineal espacio-tiempo-narrativo?

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22/01/2012, 00:21
Director

Notas de juego

Donde tu quieras, reina.

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31/01/2012, 17:21
Laurielle

En la torre de Morgul los días habían pasado cogidos por la rutina: clases de lectura y escritura en la mañana con Gaurem y tiro con arco por la tarde. Las comidas eran el momento sagrado en el que todos se encontraban antes de volver a sus respectivos entrenamientos. Laurielle no podía decir cuál momento era su favorito, los disfrutaba todos y cada uno de ellos... quizás porque le hacía sentirse realizada. Bragost no daba demasiado problemas tampoco, algún que otro estallido de furia, pero eso era normal en él y ya estaba acostumbrada a ver su rostro eternamente avinagrado. "Hay cruces que uno debe de aguantar..." se decía ella, "por el bien de Tiberio".

Desde luego no le caía en gracia ese hombre, aunque no era persona dada al rencor y al resentimiento, durante muchas noches había abrigado la dulce idea de ver su cráneo atravesado por una de sus flechas. "Ni siquiera sabría qué le pasó... sin duda eso acabaría con todos los problemas". Pero aún no era el momento y nunca se sabía lo que podía suceder en el futuro, así que se contentaba con vengarse a su manera... en los informes que debía pasarle cada noche. Ni que decir tiene que con el tiempo y la práctica su caligrafía y ortografía había mejorado notablemente, incluso se podía decir que era bonita. Pero cada vez que le escribía una misiva a Lord Bragost se entretenía haciéndola lo más ilegible y con el mayor número de faltas posible, (dentro del marco de lo entendible, claro; tampoco quería tener a Lord Bragost zarandeándola de la oreja por no entender nada). "Él piensa que soy una tonta inútil, ¿no? Pues bien, eso voy a ser jijiji".

Había ocasiones en que Laia se despertaba y la sorprendía escribiendo en un papel, Laurielle sonreía y le comentaba que escribía en su diario. Cosa que no era del todo mentira, pues poseía uno... que también llevaba más o menos al día. A veces la rubia lo leía y con el ceño arrugado decía "Pero Lau, ¿por qué escribes tan mal? Y además te olvidaste de contar lo que pasó esta mañana con Tiberio...", definitivamente tenía su punto entretenido.

Ay Laia. Había sido increíble la rapidez conque le había cogido cariño a la pequeña. Un día no estaba... y al siguiente dormían juntas en la cama. Para ella, Laia era como una hermana y disfrutaba del todo de su compañía. Si podía hacer algo con ella, lo hacía. Lo cierto es que Laurielle no perdía la oportunidad de hacer algo con alguno de sus compañeros.
  También ambas habían mirado con pasmo la primera vez que despertó en mitad de la noche retorciéndose de dolor y con las sábanas manchadas de sangre. Liam había sido de gran ayuda en aquella ocasión, la criada que todavía permanecía al servicio en la fortaleza. Tenía buenas relaciones con ella y cada vez que tenía algún momento libre iba a visitarla y charlar un rato. Ella le puso al corriente de "su mal" y de los remedios caseros para prevenir los dolores que algunas mujeres sufrían al llegar la menstruación, y la mejor manera de sobrellevarla. En cierto modo, Liam había sido para ella lo más parecido a una madre dentro de la fortaleza.

Y hablando de su madre, ¿qué había sido de su familia? En aquel momento no lo sabía. Muchas veces se preguntaba qué tal les iría... muchas, muchas veces. ¿Seguirían llorando la muerte de Acorán? ¿Iría bien el negocio? ¿Cuánto mediría ya Ione? ¿Se acordaban ellos de ella...? Eran preguntas que la acosaban cuando menos se lo esperaba, agriándole a veces su ánimo festivo.

Un día le pidió permiso a Tiberio para ir a visitarlos, cosa que a él le pareció bien... éste habló a su vez con Morgul y cuando menos se lo esperó habían organizado una visita a la aldea.
- No podemos dejar que vayas sola así que te acompañaremos- le había dicho Tiberio con esa sonrisa enigmática que solía poner. Había sido una caminata apacible, sin sobresaltos, y encontrar su casa no había sido muy difícil.
Aunque había algunas diferencias de la última vez que estuvo... el bosque había cedido un poco allá donde los leñadores hacían su trabajo; en consecuencia su casa ya no estaba tan al linde de la foresta, incluso había espacio para un pequeño terrenito donde cultivar. Laurielle no se sorprendió de encontrarlo todo en buen estado y en funcionamiento, y ya desde el taller llegaba el olor del cuero curtido. Era la hora del almuerzo y toda la familia se hallaba reunida cuando llegaron.Toda la familia los recibió en medio de un revuelo de halagos y reverencias. "¡Oh qué gran honor, mi señor!", "Siéntese a comer con nosotros, mi señor", "Tome, pónganse aquí no sea que se manche", había dicho su madre ofreciendo el mejor asiento de la casa. "Espero que la comida sea de su agrado, mi señor, no tenemos mucho que ofrecerle, mucho me temo que somos gente sencilla...", "Disculpe por el ruido de la pequeña, es que no está acostumbrada a tan distinguidas visitas...". La pequeña había nacido a finales del pasado año, era la benjamina de la casa.

Laurielle estaba sorprendida. Nunca había visto a nadie, y menos a su familia, deshacerse en cumplidos e inclinaciones de esa manera. Ese servilismo tan pegajoso le resultaba hasta desagradable. ¿Qué fue de su orgullo? Eso lo descubrió después antes de marcharse, cuando sus padres se la llevaron para hablar aparte.
Nada de cómo se encontraba, si comía bien, si lo pasaba bien allí. Nada. Tan sólo un: "¿está contento Lord Bragost? No habrás hecho algo que le disguste, ¿verdad?", "No le hagas enfadar... contamos contigo para ello. No queremos que vuelva a repetirse lo de Acorán". Claro, ahora comprendía. Su orgullo y amor propio se habían ido a la fosa común destinada a los infractores junto con su hijo mayor. Y a ella... a ella la habían vendido al Señor de la Fortaleza para salvaguardar su propio bienestar. Los hijos rebeldes mejor mantenerlos bien lejos, da menos problemas.

Se fue de allí con mal sabor de boca, decidida a no volver a poner un pie en esa casa en lo que le restaba de vida. Aunque el tiempo lo había ido atenuando todo... y la compañía de Laia y de Tiberio le habían servido de ayuda. Sus lazos con los dos niños se habían estrechado mucho con el paso de los años.

 

Y el tiempo pasó sin más incidentes. Pronto las clases de caligrafía fueron dando paso a las normas de protocolo e historia, las cuales, siendo como era "la criada" de Tiberio no podía pasar sin aprender. Una de las veces Laurielle se llevó su arco blanco para enseñárselo a Gaurem durante el entrenamiento de la tarde.

Esa misma tarde había regresado con expresión enfurruñada, cosa de la que Tiberio y Laia no tardaron en darse cuenta.

- Es que tengo un arco mágico, pero no sé qué tiene de mágico. Yo creo que es el arco de Selene, Vista de Lince… la de la historia en que Selene se hallaba en el asedio de las Tres Puertas y que puesta en su parapeto, bien provista con su carcaj, disparaba flecha tras flecha describiendo hilos de plata en la oscuridad, sin errar un solo tiro. Y que hasta que no se dio el término de la batalla ella no dejó nunca de disparar, hasta el punto el punto de dejarse una marca de sangre en los dedos. ¡Es que es idéntico al de la historia! Es blanco y es mágico.- les dijo cuando le preguntaron. Sin embargo vio con desagrado el escepticismo en sus caras y admitió- Hoy fui a practicar con él al entrenamiento pero no sucedió nada “mágico”. ¡Pero lo averiguaré!

Pasado un tiempo, en uno de los momentos apacibles que pasaban los tres en la fortaleza Laurielle les dijo.
-Ya sé lo que hace mi arco.- hizo una pausa para que se situaran y prosiguió- Sí que es el arco de Selene, Vista de Lince. Lo descubrí hace unas semanas. No les conté nada porque Gaurem me aconsejó guardarlo en secreto hasta que llegue el momento… pero he estado pensando y creo que a ustedes sí se lo puedo contar. Pero me tienen que guardar el secreto, ¿eh?
- Cuando llegue el momento adecuado os lo mostraré.- concluyó sonriente.

Cierto o no, la verdad es que a partir de ahí, las escasas veces que salía de viaje solía llevar dos carcajs. Uno colgado a la espalda y tapado de modo que no se vieran las blancas astas de su interior, y otro atado a la pernera de su pantalón, con las flechas normales a su inmediata disposición para dispararlas prestamente.

Llegó un momento en que su maestro juzgó adecuado comenzar a adiestrarla en el manejo de armas cuerpo a cuerpo. "Sólo porque habrá ocasiones en las que no podrás usar el arco", le había dicho. Y así se inició en las técnicas básicas de combate en el manejo del cuchillo y la espada. Cómo esquivar adecuadamente los golpes y devolverlos si era posible...

Y llegó el día hacía dos años en que Laia anunció que se marchaba con Breska. Esto la pilló por sorpresa y lamentaba su partida, la despedida fue breve aunque emotiva. Estaba segura que volverían a verse... aunque tampoco tuvo mucho tiempo para pensar en ello, la verdad es que permanecía ocupada en la mayor parte del día.

Había veces en las que Tiberio se presentaba a verla entrenar, aunque ella todavía no lo había visto en acción en las lecciones con Morgul. Muchas veces por lo que ambos contaban no estaba segura si calificar la clase de entretenida e interesante o de mortalmente aburrida. Algún día lo descubriría, se prometió.

Y así, de esta guisa, transcurrió el tiempo hasta que a sus trece años Gaurem le propuso llevársela para empezar lo que él denominaba como "El verdadero entrenamiento del buen arquero". Ella aceptó... y he aquí que ahora se encontraba sudando tras una agotadora sesión. Se había instalado con la familia de Gaurem. Su esposa y sus hijas… con las que pronto había entablado amistad. Eran todos muy amables con ella, y ella trataba en lo posible de ser útil en la casa.

Todos los días el arquero se la llevaba para proseguir con el duro entrenamiento. Haciéndola correr varios kilómetros por las mañanas y hacer flexiones por la noche, apenas le daba respiros pero siempre fue amable, cortés y simpático. Todo ello se sucedía mientras su cuerpo cambiaba, adquiriendo destreza y habilidad junto con unas formas interesantes a la vista de los hombres.

Ahora se podía decir que tenía un alto nivel. Sin duda, a sus ahora catorce años podía decir que había sido un año muy provechoso. Aunque había pasado sus momentos de añoranza preguntándose cómo le iría a sus amigos, ella se animaba pensando “Cuando sea el momento, será, ni antes ni después. Como los héroes, ellos siempre llegan en el momento justo, ni antes ni después.