Partida Rol por web

Había dormido también como había podido dadas las circunstancias, alguien podía intentar matarte mientras lo hacías. Tras retirar la cama de la puerta, baje hacia el salón donde hay un suculento desayuno. - Esta claro que no es inmerecida la fama que recibe su establecimiento sr Norman. Empiezo a comer, dando de vez en cuando algo del desayuno a la bola de pelo naranja que por allí rondaba. - Si estaría bien unas raciones. Dejo las monedas de la estancia sobre la mesa y le añado las que sean por las raciones de "viaje".

Un pequeño paseo nos lleva hacia nuestro destino y un transporte está amarrado esperando por nosotros o al menos lo parece cuando el conductor se dirige a nosotros.

- Creo que es para nosotros jefas, pero estoy a vuestras ordenes. 

Había "dormido" más bien poco, pero lo necesario para lo que necesitaba una elfa. Acabé de coger mis cosas para no tener que subir dos veces y dejarle a Norman la habitación, al menos mi parte, recogida para que tuviese menos faena por el buen trato que nos había dado.

Una vez abajo teníamos la mesa lista, y Norman fue muy gentil al retirarme la silla, nunca lo habían hecho, ni era necesario, pero sin duda este hombre sabía como ganarse a sus clientes. Desayune tranquilamente algo de pan y queso, y bebí un poco de agua para bajarlo todo, miré a mis compañeros, especialmente a Alhandra, carraspee para que me prestaran atención y dije -¿Alhandra no tienes nada que decir? Pensaba que eramos amigas y nos lo contamos todo- miro a mis compañeros, y antes de que puedan intervenir les digo -el hombre de ayer, el que nos dejó la nota, es de la casa Cannith, llevaba un anillo de esta- y espero a ver las reacciones de mis compañeros.

El semielfo colocó sus curiosas manos sobre el pequeño diario para de forma inmediata empezar a husmear entre sus páginas. -Oh.- Dijo con cierta sorpresa en su rostro para luego pasar a gran velocidad todas las blancas páginas del cuaderno. -Ajam.- Tomó su fiel cálamo y una poca de tinta para comprobar que nada podía ser escrito en aquel increíble cuaderno. Volteó a ver a la clériga con una sonrisa de oreja a oreja. -No tengo ni la menor idea de qué es este cuaderno,- No pudo evitar reír por unos instantes. -pero sin duda ha de ser muy antiguo.- Mostró el símbolo en la portada en dirección a sus colegas. -Esta es una versión muy primitiva del emblema de la Casa Cannith. Alguna vez leí una descripción del mismo. Es de suponer que alguno de los miembros más antiguos de dicha casa podría saber cómo leer su contenido.- Colocó nuevamente el supuesto diario sobre la mesa. -No pudiendo resolver de forma inmediata la pista del cuaderno, creo que nuestra única opción sería asistir a la misteriosa invitación de mañana.- Suspiró al cruzarse de brazos.

La casa Cannith de nuevo, miro a Neliandra - Aquí está pasando algo relacionado con vosotras dos, no cabe duda. Está apareciendo la Casa Cannith a donde quiera que mire. Creo que nos debes una explicación, sino a todo el grupo, al menos a nosotros ahora y aquí. - señalo el libro - Además, seguramente Alhandra sea capaz de leerlo, pero tu eso ya lo sabías cuando lo cogiste a escondidas. - pongo un poco de autoridad a la voz sin agresividad - Respuestas, Neliandra, quiero respuestas.

Miro a Sellion sorprendida cuando menciona lo de la casa Canith. Alhandra, hay algo que no quieres contarme... musito enfadada, y solo empeoran las cosas los comentarios de Threkor -MIRA...- digo en voz demasiado alta, y al percatarme de ello bajo mi tono -Mira Threkor, duda de mi todo lo que quieras, pero se tanto como tu, nada, yo solo la acompaño porque es mi amiga, no tengo nada que ver con esa casa, solo con ella, entendido- mi enfado se puede ver en mi tono de voz, que aunque es bajo es de reproche. -Ahora, si me disculpáis, me voy a la cama, y esto me lo quedo yo por ahora, creo que será mejor no decirles nada al resto, en especial a Alhandra, ¿entendido?- y me marcho escaleras arriba.

Vaya, parece que se ha enfadado - le comento al semielfo - ¿Realmente no has entendido nada? Perdona la desconfianza, pero entre Neliandra intentando esconder el maletín y las menciones a la Casa Cannith de la cual es miembro Alhandra, no sé qué puedo esperar ni de quién me puedo fiar.

Me quedo mirando al semielfo esperando una respuesta. Todo se estaba poniendo más complicado de lo que esperaba de inicio. No me esperaba que mi búsqueda me llevara a meterme en asuntos privados de las Casas.

-Adelante.- Dijo el semielfo ante la resolución de la clérigo por guardar ella el supuesto diario. Luego se levantó y bostezó antes de responder en un inicio de forma casual a su ahora "complice". -Así es. Mis ojos sólo veían páginas y páginas en blanco al igual que los suyos. No se me ocurre qué mecanismo es el que evita que pueda ser leído. Además, tampoco sabemos si lo que está en ese libro está relacionado con el personaje en común que buscamos, podría ser que transportaba aquel cuaderno por otros motivos y la información que se suponía iba a ofrecernos estaba en sus ahora difuntos pensamientos y no en aquellas páginas. Pero bueno, no sirve de nada seguir suponiendo cosa que sino no termino en toda la noche. En algún momento deberemos simplemente y llanamente conseguir la forma de leer el contenido de ese cuaderno para confirmarlo.- Concluyó poniendo expresión pensativa a medida que avanzaba en sus argumentaciones. -Vaya, ya me hago un lío con todo esto, lo mejor sera descansar y concentrarnos en esa extraña invitación a la que debemos responder por la mañana.- Inició su regreso a la habitación en búsqueda de una cama.

Luego de tan ajetreada noche, Sellion también fue uno de los que apenas y cerraron ojos hasta el amanecer. No pudo evitar soltar algún bostezo mientras bajaba las escaleras hacia el salón con cara de circunstancias justo para escuchar a la clérigo cuestionar a su amiga de la casa Cannith. -- Vaya, eso fue rápido.-- Pensó mientras se acercaba a la barra por algo de beber para no interrumpir aquel tenso momento en la mesa.

Cuando decís al propietario el nombre de El Yunque Roto os invita a ir embarcando. 

-¡Pues vámonos!- os dice con bastante energía el hombre a medida que vais subiendo-. Vayan pasando bien al fondo porque son bastantes ustedes.

A medida que subís a la aerocalesa os invade una profunda sensación de vértigo. No es de extrañar ya que , literalmente, la embarcación levita en el aire pero cabecea y se mueve como si estuviese en el agua. La sensación es que si se descompensase la aerocalesa podría volcar lanzándoos a una muerte segura. Os queda la esperanza de que esta contingencia haya sido ya prevista y que, de alguna forma , estos cacharros voladores no puedan darse la vuelta. Si, seguramente sea así.

-No se pongan todos en el mismo lado o volcaremos.-El barquero os confirma de esta forma vuestras peores sospechas.

Una vez habéis embarcado el hombre agita un remo pesado y la aerocalesa empieza a moverse. Al principio va despacio separándose de la torre y adentrándose en un gran espacio. Sin embargo, poco a poco  va ganando velocidad. Os sorprende ya que cuando las habéis visto moverse desde las torres no parecían moverse tan rápido.

El aire fresco de la mañana se convierte en aire frío. Debéis re-colocaros la capa y envolveros en ella para aliviar el entumecimiento. Para llegar al Yunque Roto el hombre debe descender varios niveles. Un cosquilleo en la barriga os advierte de la repentina pérdida de altura. El hombre maneja la aerocalesa con gran habilidad al tiempo que saluda a otras embarcaciones e incluso mantiene alguna breve conversación a base de gritos.

Finalmente se detiene en la torre del Constructor. Tras fijar la aerocalesa al muelle con una cuerda os ayuda a bajar de la embarcación. Justo enfrente veis una puerta y un letrero: EL YUNQUE ROTO.

Todo parece normal en esta zona de la ciudad. La actividad ya es casi plena a estas horas de la mañana. Diversas personas charlan entre ellos cerca de la puerta sin apenas reparar en vosotros. Al entrar se acerca a vosotros una matrona mediana. Os saluda y os indica que la sigáis. Os lleva a una mesa al fondo de esta sala común.

Allí veis sentada a una humana a la que la mediana se refiere como "Milady" y que viste una capa azul oscuro. Posee unos rasgos delicados y un brillante cabello negro liso con adornos de plata y turquesa. Lleva un anillo con el sello de la casa Cannith en el anular de su mano derecha. Os habla con voz suave pero clara:

-Gracias por venir. Tenemos importantes negocios que discutir relacionados con la muerte de Bonal Geldem. Por favor, sentaos.

Hay sillas suficientes para cada uno de vosotros. La mujer mira a Alhandra mientras esta toma asiento. Le sonríe.

Tras un viaje bastante movido para mi gusto, mi raza no se hizo para volar, llegamos a la taberna "El Yunque Roto". Bajé de la calesa mirando hacia el cielo, pensando y siendo consciente desde donde nos había bajado el carruaje. Un pequeño mareo me viene al pensarlo.

Al entrar en la taberna, una mediana ya nos estaba esperando y nos acompaña a una de las mesas. La taberna está bastante mejor que la otra, aunque aun no había demasiada gente. Entre todo, destacaba una humana guerrera sentada en la mesa donde nos acompañó la mediana.

La humana, sin presentarse, nos invitó a sentarnos, invitación que acepté, aunque no pasé por alto la sonrisa que le dirigió a Alhandra. Espero recibir respuestas tanto de la humana como de Alhandra. Parece que su casa sabía más de este asunto de lo que nos había explicado.

Frunzo el ceño ante las gratuitas acusaciones de mi amiga Neliandra y replico:

―Neli, yo no vi a nadie anoche, ni me consta que haya más miembros de la Casa Cannith tras la pista de ese tal Jarem. ¡Pero si ni siquiera he sabido de la existencia de la nota hasta esta misma mañana! ―a continuación, algo sonrojada, añado―: Claro que anoche tampoco estaba en mi momento de mayor lucidez...

La aerocalesa nos espera en el exterior para conducirnos hasta el Yunque Roto. La travesía no resulta muy placentera pero yo disfruto admirando el ingenio de su estructura y planteándome si será cierto que hay elementales encadenados a sus sistemas motrices y que son ellos quienes permiten que el pequeño navío surque el cielo.

Para cuando la embarcación aérea se detiene, tengo el estómago tan revuelto que me arrepiento de haber desayunado tan copiosamente. Por fortuna, consigo contener todo dentro y ahorrarnos un desagradable espectáculo.

Tan pronto como cruzo el umbral de la taberna y reparo en la figura que nos aguarda comprendo las palabras que me dedicó mi amiga esta mañana. De modo que era cierto, hay más gente de mi Casa involucrada en todo este asunto.

―Así que ya lo sabes ―digo, tomando asiento y sin andarme con rodeos―. Anoche nos digeron que Geldem tenía información importante para nosotros y, cuando llegamos al lugar del encuentro, acababan de asesinarle. Creemos que el asesino fue un forjado para la guerra con personalidad femenina, puesto que nos salió al paso en cuanto llegamos y se lanzó a por nosotros. Estuve a nada de morir, te lo aseguro. Si no llega a ser por estos amigos y por las enseñanzas de tía Tarya... ¿Pero tú cómo te has enterado tan deprisa de lo de Geldem?

Decido desconfiar de todos, incluso de Alhandra, por ahora. Cuando salimos de la taberna pregunto al tabernero cuanto es el alojamiento, la cena y el desayuno y lo pago. -Y esto por las molestias- le dejo un par de monedas de plata extras.

Me paso el viaje pensativa, ignorando lo que ocurre a mi alrededor. Vuelvo a no confiar en nadie, como cuando era pequeña, vuelvo a estar sola en las calles, en el templo... pero un ligero golpe de la aerocalesa contra "tierra" me devuelve a la realidad, hemos llegado. Bajo con tranquilidad y sin decir palabra. Sigo a mis compañeros hasta el interior, guiados por la mediana que nos lleva a una sala reservada en la que nos espera una mujer, me fijo en el anillo y... la casa Cannith otra vez. Lanzo una mirada de reproche a Alhandra, en ella se puede ver mi desconfianza nuevamente en ella y su casa.

Me siento a desgana, espero a que Alhandra acabe y digo -Seguro que lo mando la casa Cannith, seguro que a otro le hubiera cortado la cabeza- sigo acusando a mi "amiga", siempre ha sido muy cobarde, pero lo ha sido también para decir la verdad, así que no me creería ahora mismo nada de lo que saliera de su boca, y menos si lo reafirma alguien de su casa. Por mucho que me cueste admitirlo, solo tengo a Olladra.