Partida Rol por web

Sellion escucha los ruidos propios de la batalla. Gritos, rugidos y golpes. Mira hacia atrás y ve que es el último del grupo. Mira hacian delante y ve al pequeño y maltrecho Trasgo asomado por la esquina gritando muy acelerado.

-¡Nosatacan! ¡Nostacan!- grita mientras pega pequeños saltos con su pierna buena.

Ve a Alhandra sacar su ballesta y disparar hacia los ruidos de la lucha. Tiene el vestido completamente empapado y restos extraños enganchados por el pelo.  

"Hasta aquí..." piensa, " como todo buen contador de historias empuñaré la espada a parte de la pluma". Se arroja al agua junto a la Cannith e intenta pasar al otro lado.

-¡Con permiso!- anuncia pasando por la espalda de la mujer y con la ballesta levantada sobre su cabeza. El choque del agua fría casi le corta la respiración.

Desde allí ve a Raith enzarzado con dos humanoides. No sabe quienes son; tan sólo ve hervir el agua con tanta actividad delante de él. Y entonces lo ve...

Asomado por la esquina está el forjado que les atacó anteriormente. Lleva una ballesta en las manos y está apuntando con ella. la esquina tras la que se oculta tapa a asu objetivo parcialmente por lo que apunta al hombro izquierdo del ser. Sostiene la respiración intentando concentrarse tan sólo en el disparo..."¡Ptang!".  

El disparo se produce pero cuando observa de nuevo al forjado no ve ningún cambio en él. No hay virote clavado ni nada que indique una herida. "He fallado..."

Habíamos caído en una emboscada para variar y ahora tenía que vérmelas con dos contendientes a la vez. Las cosas no podían estar más desequilibradas.

- Fuera de aquí bichos.

Lanzo una estocada contra uno de mis atacantes intentando acabar con ellos lo más rápidamente posible, así que en este caso golpeo al mismo que Threkor intenta abatir.

El forjado, al ver el virote de Sellion pasarle relativamente cerca, retrocede por el pasillo sin dejar de apuntar con su ballesta al frente. La cobertura que le da la esquina le permite moverse con seguridad.

Muy por delante vuestro, al final de la hilera de válvulas un chirrido metálico da paso a una bocanada enorme de aguas residuales. La descarga es lo suficientemente poderosa como para que lleguen hasta vosotros unas olas que sobrepasan incluso el nivel de los pasillos laterales.

Una de esas olas sumerge al cambiante herido bajo las aguas durante tres segundo. Raith, aprovechando su mayor estatura y su astucia en combate, descarga su tangat de talenta sobre el enemigo. El golpe impacta sobre el rostro del cambiante cortando piel y músculo. Los labios quedan cortados mostrando una sonrisa sangrienta dominada por unos feroces colmillos. El cambiante, lejos de amilanarse por el dolor, profiere un terrible rugido.

Como bien decía mi compañero guerrero, era de esperar una emboscada, por algo iba con el escudo en guardia, veo como atacan dos de esas criaturas a este, por lo que intento llamar la atención de la más cercana -Tu bestia inmunda, no me ignores, tengo algo para ti- digo mientras alzo mi espada y la descargo sobre él con todas mis fuerzas.

Tras golpear Raith deja un hueco descubierto. El cambiante que tiene justo delante aprovecha ese momento para sujetar unos de los brazos del guerrero dificultándole la  movilidad. Ve como el otro al que acaba de golpear se revuelve y lanza sus garras contra su rostro. Una de las garras golpea en la armadura pero la segunda impacta contra el cuello de Raith en un hueco de la armadura.

El golpe podría haber resultado mortal sino llega a ser por que el guerrero ha bajado el mentón en el último momento evitando que las duras garras le cercenasen la yugular. La sangre tiñe de rojo el agua entorno a Raith.

Los cambiantes estaban consiguiendo reducir nuestras opciones de salir con vida. Mientras confiaba que los demas se ocuparan del forjado, mi objetivo era sacar de encima de Raith al forjado. Él y su armadura eran los únicos que podían sacarnos con vida de allí

Aunque hasta el momento he demostrado una puntería desastrosa, por lo menos no he herido tampoco a ninguno de mis compañeros y quedarme de brazos cruzados observando cómo ellos se juegan la vida por mí me parece indecente. Así pues, vuelvo a amartillar mi ballesta ligera y a disparar contra el forjado.

Mi perseverancia obtiene su recompensa aunque no parece que mi certero disparo resulte definitivo para abatir a nuestro oponente mecánico.

Viendo como Raith está encajando los golpes el solo y que no logro llamar la atención de mi adversario decido intentar lanzar un conjuro de curación para ayudar a mi compañero -Por Olladra, que bendiga mi mano y sane a este hombre con su poder- hago todos los movimientos necesarios y plegarias pertinentes pero al parecer no son suficientes para que la diosa me use como transmisora de su poder, por lo que intento llamar de nuevo la atención de nuestros enemigos -Maldito, a ver si te atreves conmigo- grito con fuerza y cierta impotencia de no poder ayudar a Raith.

Los cambiantes se habían centrado en mi, eso hacía mas difícil mi trabajo pero ponía a salvo a mis compañeros. De todas maneras debía terminar con los cambiantes si quería llegar a coger al forjado que tantos problemas estaba dando.

- Muere cosa.

Aunque intento apuñalar con mi espada a uno de los cambiantes, este se mueve lo justo para no terminar ensartado en el frío acero.

El golpe de Threkor no acierta a su enemigo. La lucha en el agua es agotadora debido a la dificultad de movimientos y a la podredumbre del agua que os salpica constantemente los ojos y la cara.

Sin embargo Alhandra apunta y dispara su ballesta. El virote impacta contra el forjado clavándose justo en la boca del estómago. Se encoge de dolor y apunta con la ballesta a la Cannith. Dispara una flecha más por odio que por eficacia. El virote se pierde en el agua sin alcanzar a Alhandra. Viendo que se encuentra en una posición muy descubierta deja caer la ballesta y , al tiempo que se mueve, extrae una daga lanzándose al agua junto a los cambiantes.

Viendo como Raith está encajando los golpes el solo y que no logro llamar la atención de mi adversario decido intentar lanzar un conjuro de curación para ayudar a mi compañero -Por Olladra, que bendiga mi mano y sane a este hombre con su poder- hago todos los movimientos necesarios y plegarias pertinentes pero al parecer no son suficientes para que la diosa me use como transmisora de su poder, por lo que intento llamar de nuevo la atención de nuestros enemigos -Maldito, a ver si te atreves conmigo- grito con fuerza y cierta impotencia de no poder ayudar a Raith.

Sellion observa la escena desde la retaguardia ,si es que a estar metido hasta el pecho en un agua llena de excremento a 10 pies de feroces enemigos se le puede llamar "retaguardia". Raith se estaba llevando lo peor del ataque enemigo. Aquellos dos animales, no se les podía llamar de otra forma, se habían enganchado a él como si de dos fieros lobos atacando a una presa se tratase. 

Había recargado su ballesta pero no se atrevía a disparar. Tanta gente por en medio y el enemigo en el agua hacían que un disparo fuese perder el tiempo para alguien que llevaba una ballesta "por si acaso". sentía no poder dar los tremendos golpes de Raith. Sentía no tener la inteligencia de Alhandra para solventar problemas y sus capacidades de modelar las energías arcanas. Sentía no tener la agilidad de Threkor ni la fe de Neliandra. 

Pero si podía hacer algo por ellos. Lo que mejor sabía hacer era hablar. Su don era la palabra y su poder su voz. Cuando él hablaba era capaz de que la gente le siguiese hasta en la más absurda de las ideas. Eso haría. Les infundiría valor en el combate.

-¡Adelante! ¡No podrán con nosotros!- gritó con una voz tan clara que todos sus compañeros le oyeron perfectamente- ¡Para vencernos tendrán que matarnos!¡Pero para matarnos tendrán que estar dispuestos a morir! 

Raith consigue resistir los ataques de uno de los cambiantes. Esquiva una de sus garras y la otra la bloquea hábilmente con su escudo. Sigue sangrando y es sabedor que cualquiera deesos ataques puede ser el último para él. Deben acabar con ellos cuanto antes.

El otro de los cambiantes , sin embargo, gira su cuerpo contra las provocaciones de la clérigo. Esta se ve sorprendida por la compulsividad de esta raza. Dos garras van contra ella repentinamente. Dos manotazos brutales le cogen por sorpresa. para cuando se da cuenta su cara y su antebrazo están abiertos y sangrando profusamente...

-¡No!¡Atacad a este!- ordena el forjado enojado y señalando a Raith.

Ataca a Raith con su daga por debajo del nivel de las aguas buscando la apertura que toda armadura tiene en la ingle. Choca contra la armadura. Ha fallado..."Por ahora...! 

No podía ser que cayéramos en el primer ataque. Neliandra había sufrido heridas del cambiante, yo no estaba en plenas facultades y Raith se defencía como podía. Necesitábamos ser más precisos en nuestros ataques.

Cada vez estábamos mas apelotonados y los cambiantes apenas eran capaces de fallar, mientras que nosotros no hacíamos mas que golpear el agua o al aire. Tenía que intentar acabar con al menos uno de nuestros contrincantes antes de que ellos acabaran con alguno de mis compañeros.

- ¡Atrás criaturas!

Lanzo una vez mas una estocada contra mi oponente, si lo hacía caer podría acometer a otro.

Había fallado mi hechizo, tal vez estaba en un lugar tan remoto que Olladra no era capaz de oír mis plegarias o por otro lado, estaba ayudando a alguien que lo necesitara más que yo, por lo que opté por cambiar a una táctica más agresiva.

Había llamado la atención de aquella bestia, y aunque esperaba su ataque, al tener la mano extendida hacia Raith eso me había hecho más vulnerable y logro alcanzarme no una, si no hasta dos veces -Maldita bestia, pagarás por esto- miro por encima de esas cosas al forjado -Y tu también- digo con una voz todavía más furiosa mientras saco mi maza de la espalda y la descargo con la inercia de la altura sobre la cabeza del enemigo que tengo justo en frente.