Partida Rol por web

Sonrío de manera sádica cuando veo a mi primera victima ser completamente destrozada contra el cañón de artillería, lamentablemente esta se me agría cuando un estúpido traqueteo me hace fallar mi siguiente disparo. Además el ruido del arma pone sobre aviso a los 3 kabane restantes que se abalanzan sobre mi. En cuanto el más cercano me alcanza doy un pequeño salto atrás en el último segundo para esquivar su mordisco mientras disparo a uno de los kabane más lejanos, para acto seguido agarrar mi arma por el cañón y golpeo al más cercano como si tuviera un bate intentando lanzarlo al vacío de las vías.

Tras abrir la puerta, la primera reacción de Kotaro fue la de sufrir varias arcadas al sentir el nauseabundo olor acompañado de una escena erótico-festiva que no ayudaba a remediar la situación.

--¡¡HIJOS DE…!! *cough cough* --maldice a los culpables de sus arcadas.

Sin molestarse en apuntar, su reacción natural fue la de disparar hacia donde se encontraban los kabane, pues la situación no invitaba a concentrarse para realizar un disparo certero.

La intención fue la de sacar de su trance a las criaturas que estaban devorando al soldado, provocándolas para salir de su pestilente madriguera y así matarlas de una en una en la puerta del vagón.

*BOM* *BOM* – Kotaro dispara dos veces, retrocediendo rápidamente hasta que el inicio del acoplador. No sólo buscaba alejarse de los presumiblemente enfurecidos kabane, sino también conseguir dar una bocanada de aire fresco.

Tras unos segundos Arisa vuelve a abrir los ojos y toma una bocanada de aire, como si se hubiese olvidado de respirar durante ese momento.

- Lo he visto... - dice, todavía respirando con dificultad - Es una chica de pelo y piel blancos y ojos rojos, una kabane...¿ri? La he visto transformando a otro hombre en kabane, pero... - frunce el ceño, pensativa - Estaba guardando la sangre en un recipiente de bambú, no bebiéndosela. Los kabaneri... ¿pueden convertir a otros en kabane? - pregunta mirando a Tomohiro, a pesar de que ya sospecha la respuesta. 

Al abrir kotaro la puerta, el viento que se colaba y que revolvia sus cabellos, también le trajo parte del hedor que contenía el vagón. Arrugó el entrecejo con preocupación. Aquello iba a ser desagradable, pero no sería la primera vez. En su vida había tenido que ver, oler y tocar demasiada muerte y destrucción. Esto no era nuevo para ella.

Buscó un hueco por donde adelantar posición, pero el grandullón reculó y le dejó vía libre para acercarse. La imagen que se alzó ante ella avivó la llama de su furia.

- Serás marrano!! - le gritó al kabane que se alimentaba del pene directamente. Apuntó directo al corazón de aquel engendro e intentó prepararse para recibir al otro bicho.

El primer disparo de Kotaro acierta en el pecho al kabane que estaba devorando el corazón, enviándolo al suelo. Por desgracia el hedor del vagón le provoca al joven una arcada que hace que su segunda bala salga despedida hacia ninguna parte. Kotaro salta hacia atrás para alejarse del tufo, lo que Yüki aprovecha para agacharse junto a la puerta y disparar al segundo kabane. El disparo entra por su espalda y sale por un hombro acompañado de una pequeña lluvia de chispas azules. Por un momento parece que no va a levantarse.

Entonces se lanza a la carrera hacia Yûki mientras el otro empieza a levantarse...

El disparo de Hideo entra en el pecho del monstruo atravesando la brillante silueta de su enfermo corazón pero sale por el costado sin ningún estallido de chispas azules, señal de que la bala ha rebotado contra la jaula cardíaca. Sin darse tiempo para lamentaciones el kabaneri golpea al engendro más cercano con la culata de su fusil logrando tirarlo por el borde del vagón. Mientras tanto los otros dos kabane aprovechan la ocasión para cubrir de una carrera la distancia que los separa de Hideo. Coordinándose como animales uno de ellos lanza un mordisco contra el rifle de Hideo intentando partirlo con sus mandíbulas mientras que el otro se lanza directo a por el abdomen del kabaneri...

Yûki está ocupada disparando al interior del vagón, pero desde su posición Kotaro observa con asombro un kabane que sale despedido del techo del vagón en el que se encuentra, choca aparatosamente contra la esquina del vagón de tercera clase y se pierde en la oscuridad del bosque...

Las palabras de Takeshi provocan un notable estremecimiento en la conductora, que se levanta de su asiento con los ojos muy abiertos por el miedo - Ti... tienes que decírselo enseguida a Mogami-sama. Y... y... y llévale la pieza que reemplazaste. Si es un sabotaje él lo sabrá.

Natori-san...rumbo al suroeste veo un campamento...

¿Eh? ¿Aquí? Aquí no debería... - se lanza hacia el interfono del tren - ¡Vagón artillado! ¡Preparados para posible ataque! ¡Vagón artillado! ¡Mierda, contestad! ¿Hay alguien ahí?...

Chasqueo con frustración al ver que el disparo no había sido lo suficiente potente para acabar con el kabane pero tampoco estaba para dormirme en los laureles, así que derribo al mas cercano de un golpe de culata. Lamentablemente ellos tampoco iban a esperar y en menos de un segundo tengo a los dos restantes saltándome encima, afortunadamente los veo venir y salto con fuerza para esquivarlos a ambos mientras preparo mi arma para rematar la faena.

Sí que pueden - responde Tomohiro - Al igual que los kabane, los kabaneri necesitan alimentarse de sangre humana. Si en el proceso matan a un humano éste se transforma en kabane - se pasea por la habitación dando vueltas con aire pensativo - Una chica con el pelo y la piel blancos. Podría ser la "ola blanca" sobre la que nos avisó Amatori-sama. La pregunta es ¿Quién la envía y para qué? La reputación de la Ryugujou ya está hundida. Si nos han encomendado esta misión es porque literalmente no había otra hayajiro a la que recurrir y me extrañaría mucho que esperen que recuperemos a Kuroda-san con vida - mira intensamente a los ojos de Arisa - Furuhashi-san ¿Puedes conseguir una visión sobre lo que va a hacer esa kabaneri?...

Al verla ponerse en pie de un salto avanzo un par de pasos hacia ella, no nos conviene una conductora corriendo en círculos presa del pánico. De todas maneras su idea es buena, mejor que no decir nada. Entonces se asusta todavía más cuando por el interfono no le contesta ni Dios, cosa que yo ya me temía. Avanzo un poco más y apoyo mi mano en su hombro durante un segundo con suavidad. Después empiezo a hablar lentamente para que no cunda el pánico, aunque empiezo a cagarme en todo mentalmente. Vamos a serenarnos y a no ser dos gallinitas, jod...

-Voy a ir a enseñarle la pieza a Mogami-sama, Natori-san.- Con suavidad la guío hacia su asiento. Si pone el pandero en la butaca de piloto igual no va al vagón artillero a cogerlos por las orejas.- No voy a tardar más de unos minutos, sigue intentando contactar con el vagón artillero pero no te muevas de aquí, ¿vale?. Si cuando vuelva sigues sin tener respuesta pensaremos en algo.- Aunque empiezo a acelerar hacia la puerta para recoger la pieza me freno en la puerta a regañadientes. Voy a arrepentirme de ésto...a ver si ahora voy a ser una nodriza. Todo sea para evitar que a la única piloto que tenemos digna de tal nombre le dé un puñetero infarto de mierda.- Si te pones nerviosa o necesitas ayuda conecta por el interfono con el vagón de Mogami-sama y volveré corriendo.- Abro la puerta y me giro por última vez, con una sonrisa sesgada.- No te preocupes, todo va a salir bien. Cierra bien la puerta en cuanto yo salga, nos vemos en un ratito.

Con toda la calma del mundo cierro la puerta y entonces acelero para recoger la pieza y después de vuelta al vagón de Mogami-sama, ante cuya puerta me paro y golpeo con suavidad.

-Soy Takeshi Fukui, me gustaría hablar con Mogami-sama un segundo.- Comento a través de la puerta.

Los ojos de Yûki relampaguean por la sorpresa pero se recobra rápidamente. Ya estaba agachada así que apoyando una mano sobre el duro suelo de metal del hayajiro rueda hacia delante para aproximarse a mayor velocidad al kabane y dispararle desde abajo.

La muchacha toma nota mental de aquella información, pensando en evitar cualquier clase de contacto físico con un kabaneri, si es que se encuentra con alguno. Después sus cejas se alzan, sorprendida ante no haberse dado cuenta de aquel detalle y de lo que podría ser la ola blanca.

- Si se trata de eso, seguramente nos la encontremos más pronto que tarde. Pero no puedo imaginarme para qué querrían enviar a alguien así, a menos que de verdad quieran acabar con nosotros...

Terminando con una mirada preocupada a Tomohiro y pensando en ambos, cuyas muertes podrían significar algo más por las familias a las que pertenecen, asiente rápidamente, cerrando los ojos de nuevo y recostándose en el sofá. El hilo y el lago vuelven a aparecer, esta vez algo más temblorosos que antes, como si les costara estar allí. Arisa vuelve a tirar del hilo, con la imagen de la kabaneri blanca en la mente, buscando el futuro de ella y el punto donde el de ambas se cruzará...

-- Pero qué cojones… -- habría jurado que la señal de muerte del anterior kabane que mató Yûki era precisamente las chispas azules expedidas por su corazón tras el disparo. Que este último kabane no haya muerto por ese método le desconcertó.

Sin embargo, el desconcierto fue todavía mayor en cuanto vio aquella sombra estamparse contra el vagón de tercera clase -- ¡¡Pero qué cojones…!! ¿¿Qué coño hay ahí arriba?? -- ¿¿DESDE CUÁNDO COJONES VUELAN LOS PUTOS KABANE?? – pregunta desconcertado hacia atrás, buscando respuesta en el ladrón de recompensas Shimazu (con quien ya ajustaría cuentas).

Sin más remedio que responder al peligro más inminente, busca acabar con la amenaza del kabane que debía haber muerto y se abalanzaba hacia Yûki, o al menos dejárselo más fácil a la guardaespaldas para ganar un tiempo que emplear en comprobar qué estaba ocurriendo ahí arriba.

El primer disparo fue a la cabeza: no estaba seguro de si ese kabane podía morir como los kabane “comunes”, por lo que quedaba claro que el primer objetivo era acabar con aquello que si bien no lo mataba, al menos anulaba lo que lo convertía una verdadera amenaza: su capacidad de herir e infectar.

Si bien el disparo es un éxito, el no-muerto todavía podía atrapar a la guardaespaldas e inmovilizarla mientras el segundo kabane se encargaba del resto. – Te dije que no te entrometieras… -- por un momento no le importó lo que le ocurriera a Yûki, más todavía si se ha metido sola en el problema de tener que lidiar con dos kabane de frente. Sin embargo tenía la presión de estar siendo vigilado, por lo que debía actuar “de la manera que esperan”.

Con algo de resignación, apunta con su segundo rifle al corazón del kabane recientemente descabezado, con la esperanza de que fuera la insistencia lo que acabara con su existencia.

-- Muere de una vez, hijo de puta – piensa durante la breve calma que le otorga la concentración requerida para disparar con precisión al corazón del monstruo.

Sin molestarse en comprobar si el trabajo ya estaba terminado aprovecha que dicha tarea, quiera o no, la ha asumido Yûki. Kotaro suelta sigilosamente los rifles y, con la pericia que su experiencia acechando por las calles de Kongoukaku le otorga, desde la pasarela se agarra al techo del vagón y, asomándose poco a poco hasta sus ojos, busca una explicación al “vuelo” del otro kabane.