Partida Rol por web

La chica intenta bloquear la patada de Hideo, pero sus brazos se rompen como palillos antes de que el brutal impacto la lance volando por los aires hasta un carro de comida, que acaba volcado y destrozado para consternación del vendedor.

Hideo-k... kun - jadea Kagura. Vomita otro chorro de sangre antes de quedarse inconsciente. Gracias a sus sentidos kabaneri, Hideo puede ver su aura muy debilitada pero estable. No morirá por ahora. A menos que reciba otro golpe como ése...

No creo que aquí podamos comprar un nuevo vagón artillado - dice Chihiro - Pero tenemos un cañón de vapor doble y un blindaje que ni siquiera esos Fundidos serán capaces de atravesar. Pero claro, primero hay que convencer a Mogami-sama.

¡Se lo ruego! - dice el emisario - Intenten convencer a su señor. Hay muchas vidas en Mibu esperando su ayuda ¡Por favor!

Takeshi sabe que Chihiro está deseando ir tanto como él mismo. No tanto para estudiar a los kabane sino para ayudar a todos los heridos en la contienda. Sin embargo la doctora sigue molesta por el comentario del mensajero sobre la Ryugujou y decide hacerle sudar un poco más.

No lo sé. Takeshi-kun ¿Crees que Mogami-sama accederá o se enfadará con nosotros por intentar retrasar nuestra importantísima misión?

Ella lo ha dicho en tono de broma. El problema es que Takeshi no está seguro de conocer la respuesta...

Sí... Creo que te comprendo bastante en ese sentido. - después le mira extrañada, decidiendo un instante si responder a eso o no - Estoy de misión en la Ryugujou. No, no me he confundido con el nombre. 

Bah - dice con una sonrisa torcida - Esas críticas y habladurías sobre "el tren de la muerte" sólo las cuentan estúpidos que nunca han puesto un pie fuera de una estación. Incluso la mítica Koutetsujou perdió a casi la mitad de sus tripulantes antes de llegar a la Kongoukaku. Lo siento, Arisa-san, pero no me impresionan esos rumores.

No estoy segura de si Mogami-sama dispondrá de algún vagón libre, pero siempre lo puedes intentar, si realmente quieres viajar en esa hayajiro.

Coge la mano de Arisa y la besa delicadamente en el dorso de los dedos - Te lo agradezco más de lo que puedes imaginar, Arisa-san. El viajar contigo será un aliciente más para viajar en la Ryugujou ¿Me acompañaríais hasta ella?

No - dice Sachiko, tajante - Esos hombres te quieren a ti, no a nosotras. Búscate la vida...

Yûki no se inmuta ante las palabas del larguirucho y simplemente le observa alejarse imperturbable con una mano en la cadera. Pero por dentro, la angustia la corroe mientras ellos emprenden el camino de vuelta. De repente, a mitad de camino, la joven se apresura lo justo para plantarse delante de Tomohiro y se arrodilla, inclinandose hacia delante con las manos juntas y tocando el suelo

- Lo siento Mogami-sama. He puesto en peligro su integridad fisica al intentar salvar su honor. O quizás el mio, no lo se. He pecado de arrogante. Perdoname - su voz sonaba amortiguada pero se notaba claramente el dolor que sentía por haber fallado

-- Cierra la puerta con fuerza, que se entere todo el mundo de que queda alguien dentro – le dice a Sonbei. Mientras tanto, sin perder ni un segundo busca un par de prendas de vestir que puedan cubrir rápidamente* tanto a él como a Sonbei, y así de alguna manera despistar a quien le busque considerando una descripción que ahora sería errónea.

Fuera de su zona de confort y sin acostumbrar a ser la parte débil en el juego del ratón y el gato, se siente enormemente irritado por haberse sentido realmente amenazado por Kyozo. Ello, unido a que podría sacarle a la fuerza unos nombres que le interesaban, era motivo más que suficiente como para decidir que el asunto con el cazarrecompensas estaba lejos de darse por zanjado.

Trazando un plan casi de manera instintiva, se llena los bolsillos con todo el dinero que encuentra en la zona donde deberían estar los ingresos del día del local. A continuación llama a Sonbei y se dirigen a la parte de atrás del kyabakura. – Ponte esto – le da una de las prendas --. Prepárate para correr. Necesito que me guíes hacia las calles más pordioseras de esta ciudad; allí será más fácil ajustar cuentas con el rubito.

Agarrando firmemente una de las sillas, la lanza con todas sus fuerzas contra una de las ventanas de cristal** que dan a un callejón, buscando hacer todo el ruido posible en ese instante – Vamos, gatito. No dejes que se te escape el ratón.

Tras salir a toda prisa, se dirige tan rápido como puede hacia el extrarradio de Shinshu: en las zonas de oscuridad corre velozmente, mientras que cuando ha de fundirse con el fluir de civiles, reduce el paso para pasar desapercibido. En cualquiera de los casos, Kotaro mira disimuladamente a su alrededor, poniendo especial atención a todo el que tenga un color de pelo claro y vista con alguna prenda color carmesí.

Una vez que llegan al lugar en el que Kotaro se siente a gusto para ajustar cuentas, se acerca a un niño y le da una moneda – Chico, ¿quieres ganar más dinero? Si ves a un tipo rubio, con una gabardina de color rojo y así de alto – le señala con la mano la altura – ve llorando hacia él y dile que un tipo tan grande como yo te ha empujado y te ha hecho daño. Dile que ese tipo que te ha hecho daño se ha ido corriendo por aquel callejón – le señala una de las calles más oscuras y sucias que ve --. Si lo haces te daré alguna moneda más – tras lo cual le acaricia levemente la cabeza, despeinándolo más si cabe.

Vamos – le dice a Sonbei mientras se dirige a la calle en cuestión. Una vez allí, habla con el mendigo más corpulento que ve – Te compro tu ropa; toma – le da alguna moneda mientras empieza a desvestirse – Puedes quedarte con la mía.

>> Si colaboras con nosotros te daré un buen puñado más de dinero para que te lo gastes en putas, alcohol o lo que te dé la gana. Simplemente trátanos como si lleváramos viviendo aquí toda la vida; si nos ayudas a reducir a un hijo de puta rubio y así de alto – le vuelve a hacer el mismo gesto que al niño – te llevarás alguna moneda extra. ¿Te parece bien? Dile a quien conozcas que también les pagaré si nos ayudan.

Volviendo la mirada a Sonbei, le dice -- Tú ocúltate lejos de mí pero lo suficientemente cerca para apoyarme si el cabrón consigue zafarse. Si ve a dos tipos juntos de nuestro tamaño sospechará, por muy disfrazados que estemos.

Tras ello, se embadurna con mugre las zonas visibles que no cubra su nuevo atuendo roído y maloliente, buscando mimetizarse con el entorno. Se sienta en el callejón al lado de un montón de basura y, abrazándose las piernas y con la cara apoyada sobre sus rodillas, espera con la esperanza de que Kyozo pase por delante de él***.

"Por lo menos es sensato... Eso es bueno." Arisa asiente lentamente, sopesando sus palabras. Obviamente, todas las hayajiro habrían sufrido bajas en algún momento, y aunque ella también lo sabía, tampoco le preocupaba en exceso la fama que pudiese llevar alguna. 

- Si quisiera impresionarte, buscaría otra forma de hacerlo. Sólo me siento en la obligación de advertirte. - se encoge de hombros, orgullosa. 

Antes de que pudiese seguir comiendo tranquilamente, Ryushun-san le toma de la mano y Arisa le vuelve a mirar, entre sorprendida, asustada, y cada vez más azorada. Tanto trato dulce está consiguiendo ponerla de los nervios, y no es hasta que Sachiko habla, que vuelve a recordar la situación en la que están. "No me estará... manipulando, ¿verdad?" Se gira para mirar confundida a Sachiko y finalmente responde.

- Sachiko-chan, no seas así... Aunque tiene razón. - vuelve a mirar a Ryushun - No me gustaría ponerla en peligro más de lo que ya lo has hecho viniendo aquí. Además, me gustaría que momento sin guardias fuese un poco más largo. - responde ahora con una leve sonrisa - Llegar tú solito a la Ryugujou será una buena prueba para ver si de verdad te importa viajar en ella. - a pesar de que se vuelve a mostrar más distraída con su comida, Arisa le mira de reojo, expectante y algo preocupada, por si al final decide no ir con ellas. 

Levántate, Yûki-san - le apremia - Tenemos que darnos prisa.

Tomohiro la conduce rápidamente por las calles de Shinshu de vuelta hacia los andenes - Antes sí que estaba enfadado por tu impulsividad, pero en términos tácticos creo que ha sido la mejor solución. Sé bien que no soy rival para un espadachín como Kuroyama Shin, pero su guardaespaldas tampoco lo era para ti y eso resultó evidente desde el momento en que conseguiste sorprenderlo. Además, Shin nunca perdió de vista tu rifle de vapor. En caso de que hubiéramos llegado a luchar tu rifle de vapor habría significado que ellos dos habrían acabado muertos. Por eso cuando yo también les planté cara decidieron ceder - por un momento le dedica a Yûki una sonrisa pícara - Además, la cara de ese matón cuando le cortaste el pelo fue muy divertida.

De vuelta en la Ryugujou, Tomohiro se reúne en su camarote con Yûki y Shimazu - Vosotros dos sois los únicos en los que puedo confiar plenamente, así que os expondré la situación - pone sobre la mesa el sobre que le entregó Shin - Hemos recibido esta carta del palacio imperial ordenándonos abandonar la misión y volver a la Kongoukaku.

No tiene sentido - rezonga Shimazu

No lo tendría si la carta no fuera falsa. Creo que he conseguido engañar a Shin para que crea que no me he dado cuenta, pero es algo con lo que no podemos contar. Tenemos que salir de Shinshu lo antes posible ¿Quién nos falta?

El mecánico, el ingeniero, la vidente, la cría, la conductora y unos cuantos soldados - responde el gigante.

Bien. Shimazu-san, despliega a nuestros hombres en parejas y que vayan a buscar a los que están fuera. Shinshu no es muy grande, así que no les costará mucho.

¿Qué hará usted, señor? - pregunta Shimazu

No te preocupes por mí. Yûki-san me protege y eso es todo lo que necesito. Haz lo que te he dicho.

¡Sí, señor!

Tomohiro y Yûki se dirigen entonces hacia la cabina de la Ryugujou. El noble se sienta en el sillón del piloto, introduce la llave maestra y comprueba con satisfacción que el motor responde a la primera.

Yûki-chan, por favor ¿Te importa ponerte en contacto por radio con el control de la estación?...

Contigo es imposible aburrirse - bromea Sonbei dando un sonoro portazo y atrancando la puerta desde dentro - Espera ¿Qué vas a...?

¡CRAAAAAASH!

¡BANG!

Al momento siguiente de salir por la ventana la silla es volada en pedazos por un disparo. Kotaro y Sonbei aprovechan el tiempo que Kyozo tarda en darse cuenta de su error para escabullirse silenciosamente por otra ventana - No pienso pagar esa ventana rota ni la silla - rezonga Sonbei - Por aquí.

El soldado guía a Kotaro hacia las zonas más oscuras e insalubres del barrio, donde se amontonan los desposeídos y los enfermos. Si Sonbei se sorprende ante la habilidad de Kotaro para disimular su enorme corpulencia hasta parecer casi una persona del montón no lo demuestra mientras lo conduce por callejones estrechos donde resulta fácil vigilar tanto lo que hay delante como lo que hay detrás.

¡S... sí, señor! - dice el niño agradecido. Probablemente esa pequeña moneda que le ha dado Kotaro signifique más dinero de lo que el niño ha tenido nuca en sus manos.

Poco después, cualquier protesta que pudiera tener el mendigo queda acallada por el dinero que Kotaro pone despreocupadamente entre sus manos. Sonbei asiente ante las indicaciones de Kotaro y va a ocultarse a otro callejón desde donde ambos pueden verse mutuamente.

Mientras esperan se oye otro disparo seguido de un coro de gritos de rabia y miedo - ¡ASESINO! - grita una mujer - ¡HA MATADO AL NIÑO!

El corazón de Kotaro da un vuelto al escuchar eso ¿De verdad ese hijo de puta ha...? Pero cuando Kyozo se tuerce la esquina de la calle en la que él se encuentra en vez irse por la que el niño debía conducirle Kotaro ve que tanto su mano derecha como la mano de vapor que empuña están salpicadas de sangre. Los mendigos del callejón empiezan a increparle y arrojarle piedras, restos de comida y cualquier cosa que tengan a mano. Sin embargo pronto se les quitan las ganas cuando el cazarrecompensas lanza un disparo al aire.

Empiezan a escucharse los silbatos de los guardianes de la ciudad. Desde su posición Sonbei le indica a Kotaro que permanezca sentado, pensando seguramente en que los guardias se ocuparán del asesino...

Están buscando a un hombre que viaja solo, no a uno acompañado por dos elegantes señoritas - Ryushun mira primero a Arisa y luego a Sachiko, que aún lleva el andrajoso vestido que llevaba en el campamento con todos los zurcidos y remiendos que le ha hecho el equipo de la lavandería de la Ryugujou - Sachiko-chan ¿Verdad? Mira, de camino hacia aquí he visto una tienda con muchos y preciosos kimonos de colores perfectos para una hermosa niña como tú ¿Qué te parece si me acompañas y elijes los que más te gusten?

La mención a la ropa nueva capta finalmente la atención de la niña, que mira a Ryushun con reticencia pero también esperanza en la mirada - ¿Y serían para mí? ¿Para mí sola? ¿De verdad?

Por supuesto. Soy un hombre de palabra - le tiende una mano a la niña, pero ésta no se atreve a cogérsela. En vez de eso mira a Arisa - ¿Podemos ir, Furuhashi-sama?

Arisa se ha dado cuenta perfectamente de que Ryushun ha estado utilizando sus poderes sobre la niña, aunque también ha sabido calarla muy bien y encontrar la manera de convencerla....

No puedo evitar sentir un pequeño pinchazo de satisfacción al notar como se partían los brazos de esa niñata. Aún así estaba tan enfadado que no se me noto lo más mínimo. En el momento que me agacho para recoger a Natori la escucho intentar hablar y escupir sangre mientras queda inconsciente.

- Shhh, no hables. Ahora mismo te llevo junto con Chihiro-san.- es lo único que soy capaz de decir mientras una oleadada de preocupación y culpa me invaden. Estos sentimientos se suavizan cuando noto que la chica sigue viva y estable, pero si intentaba huir ahora la otra kabaneri me alcanzaría y no tenía forma de protegerla de manera segura, así que no me quedaba otra. Tenía que acabar con la amenaza antes de irme, al momento que pienso eso mi cuerpo reacciona solo y antes de que me dé cuenta mi mano ya ha aflojado mi collar permitiendo que el virus kabane alcance todo mi cuerpo y me abalanzo sobre la peliblanca con la intención de quitarle el arma y rematar el trabajo antes de que se recuperase, que si era como yo no tardaría mucho

-Me temía lo de que no podríamos comprar otro vagón artillado, no te preocupes.-Comento con sorna para seguir medio murmurando, ofendido en broma.- Aunque no lo atraviesen luego hay que repararlo...

Dirijo una mirada fría al emisario. Puede que la Ryugujou sea “El tren de la muerte” y deba estar en el desguace y blah, blah, blah...hasta que estamos apretados y nadie más nos presta ayuda. Entonces sí que somos de utilidad al parecer, y podemos ponernos en peligro para ayudar a gente que nos hace la puñeta. Finjo poner cara seria y luego sonrío de medio lado, a veces Chihiro-chan tiene un sentido del humor endiablado.

-Lo cierto es que no lo sé...- empiezo con un tono de fingida preocupación.- Lo mejor que podemos hacer es decirle todo lo que nos ha dicho el emisario...- Comento con una sonrisa afilada y un guiño, haciendo especial hincapié en la palabra “todo”.- y ver qué opina Mogami-sama.- Le hago un gesto al hombre y me giro para marcharme.- Quizás haya suerte.

Empiezo a desandar el camino hacia la hayajiro en silencio. La posible reacción del noble es algo que me preocupa un poco. Con gesto de incomodidad me vuelvo a pasar la mano libre por el pelo de la nuca y miro a la doctora.

-Supongo que no tenemos muchas alternativas, ¿verdad?.- Carraspeo intentando pensar en qué posibilidades tenemos.- Mibu es nuestra siguiente parada, así que íbamos a pasar por ahí sí o sí. Y si les ayudamos seguro que nos miran con mejores ojos...no creo que sea correcto ignorar semejante problema cuando está pasando delante de nuestras narices.- Me quedo callado un momento y luego la miro de reojo, fingiendo enfado.-Me parece que eso de que seas tan buena persona se me está contagiando o como se diga...

Mi tono de voz se va extinguiendo mientras pienso cómo le vamos a explicar la aventura al noble procurando al mismo tiempo que no se enfade con nosotros, justificándome de mil maneras posibles ante el Mogami-sama que ahora está en mi cabeza gritándonos. Una parte de mi cerebro sigue clavada en lo de “nuevas especies” de Kabane. No soy capaz de evitarlo, para mi es una compulsión.

Hideo rodea el destrozado carrito sólo para encontrarse con la kabaneri, cuyos brazos ya se han regenerado, blandiendo un tablón de madera hacia él...

La cría ya se había curado aún más rápido de lo que esperaba y encima estaba preparada para mi llegada, así que solo me queda intentar esquivar y mantenerme cerca de ella para intentar quitarle sus armas o al menos evitar que las usase o esto acabaría muy mal.

Si Ryushun pudiese leer la mente, habría oído un siseo siseo largo y rencoroso en la de Arisa. Aunque le preocupa poner en peligro a Sachiko, está claro que si no era por los hombres que las perseguirían, sería por aquel orgulloso que se había presentado ante ellas de forma tan... indecorosa. Arisa enrojece de nuevo al recordarlo, de vergüenza e impotencia al ver que ha convencido tan pronto a la pequeña. "Es de gente como él de quien te tienes que cuidar, Sachiko-chan..." piensa frunciendo los labios.

- Está bien. - dice finalmente, sonriéndole a la pequeña y dirigiendo una mirada fría al psíquico - Quería comprarle algo a Sachiko-chan de todas formas... Y tal vez a mí también me gustaría tener un kimono nuevo.

Tras terminar la comida y limpiarse las manos, Arisa se levanta, coge de la mano a Sachiko y del brazo a Ryushun.

- ¿No querías ir solo, verdad? - en un gesto brusco, tira de él para obligarle a agacharse y poder susurrarle al oído - Más te vale que no nos pase nada. La niña no tiene nada que ver en esto, así que si te encuentran, su protección está por encima de la tuya. Tampoco me malinterpretes, un conflicto por algo así entre nuestras familias no traería nada bueno, así que intentaré mantenernos a salvo dentro de lo posible. - después de estas frías palabras, Arisa se da cuenta de la posición en la que está y cómo ha aferrado el brazo del joven contra ella, y suelta un poco la presa, apartando la mirada, nerviosa - Ya puedes ir llevándonos a esa tienda...

Tras tomarle un poco el pelo al sufrido emisario Takeshi y Chihiro vuelven a la Ryugujou, sorprendiéndose al encontrarla con los motores encendidos y las chimeneas humeando. Shimazu Kuma se encuentra junto al vagón de las tropas dando instrucciones a los soldados para que se desplieguen por la ciudad y busquen a los tripulantes que han ido a pasear

¿Qué pasa? - le pregunta Chihiro a Takeshi - Se suponía que íbamos a estar aquí por lo menos un día...

Tranquila, sé cómo no llamar la atención cuando me lo propongo - le guiña un ojo - Es lo que me ha mantenido vivo hasta ahora.

La habilidad de leer el tiempo de Arisa y la astucia de Ryushun les sirven para evitar a los perseguidores de éste mientras pasean tranquilamente por las pocas tiendas de ropa y artículos de lujo de la ciudad. Sachiko incluso le dedica una sonrisa a sus cuidadores cuando sale de la tienda llevando un hermoso kimono de color lavanda, unos tabi (1) nuevos y unas zori (2) a juego.

¿Creéis que le gustaré a Mogami-sama? - pregunta con timidez

Sólo te falta un detalle - Ryushun le pone una preciosa horquilla en el péndulo con una figurita de mariposa que a Arisa le provoca un vuelco en el estómago - Listo. Si ese Mogami-sama es capaz de encontrarte algún defecto es que le gusta besar ranas.

La niña mira al noble con los ojos muy abiertos hasta que se da cuenta de que es una broma y deja escapar una risita. Ryushun sonríe y sigue halagando a la pequeña - En serio. Ranas venenosas. Con muchas verrugas y ojos saltones. De esas que viven en charcas cenagosas.

Las ranas no tienen verrugas - responde Sachiko riendo - ¡Eso son los sapos!

¿Ah sí? - Ryushun simula haber recibido una gran revelación - Bueno, pues entonces si no le gustas que come ranas con guarnición de sapos.

Durante estos breves momentos Sachiko parece una niña normal de su edad, ilusionada con su ropa nueva y disfrutando de las tonterías del primer adulto en mucho tiempo que no la trata a patadas. Por su parte a Ryushun se le nota que se está divirtiendo con la pequeña, si bien no deja de mirar de vez en cuando por encima del hombro.

Creo que nuestra pequeña princesa ya está satisfecha - le dice a Arisa. No parece importarle la indecente cantidad de dinero que se ha gastado en la niña - ¿Y tú, Arisa-san? ¿No te animas a probarte algún vestido nuevo?...

El tablón se rompe contra el costado de Hideo (1), que sale despedido hasta acabar sentado de culo contra la pared de una tienda. La fuerza del golpe hace aparecer pequeños destellos centelleantes en su campo de visión, pero no lo suficiente como para no ver que la niña se ha levantado y ha lanzado uno de los cuchillos del puesto contra la cara de Kagura...

Lamentablemente soy demasiado lento y el tablón me alcanza lanzándome contra un edificio, como mínimo dos costillas rotas aunque tampoco es que importase demasiado... El mundo me daba vueltas por todos lados y apenas consigo mantener en pie.

La kabaneri parecía ignorarme, pero dudo mucho que me diese por muerto así que extrañado miro hacia donde apunta con el cuchillo que acaba de coger y el tiempo se congela. El mundo por un segundo se me pareció a un vagón de una hayajiro llena de kabanes devorando cadaveres con ropas de mecánicos. -De que servía este cuerpo si lo que me había pasado se iba repetir una y otra vez...- Y una mierda.- Me oigo susurrar a la vez que me impulso para proteger a Natori.