Partida Rol por web

En la habitación de Ryushun hay dispuesto un kotatsu (1) con un pequeño banquete. Al ver el aspecto de los platos y captar su aroma el estómago de Arisa le recuerda todas esas horas que lleva sin comer.

Adelante - dice el noble. Al sentarse Arisa descubre una pequeña selección de sus platos favoritos. Ryushun se sienta frente a ella y junta las manos - Itadakimasu (2)

Por la forma de comer de Ryushun se nota que tiene tanta hambre como la propia Arisa. Resulta algo divertido sin llegar a ser grosero. El calentador que hay bajo la mesa reconforta las cansadas piernas de Arisa y le produce un ligero sopor.

Siento no haber sido sincero contigo desde el principio - empieza él después de devorar un par de platos - La verdad es que no esperaba que me creyeras si te decía que una organización secreta me estaba persiguiendo para matarme por saber demasiado. Me alegré mucho al saber que viajas en la Ryugujou y haber podido devolveros parte del favor que me hicisteis al recogerme...

La observo en silencio y escucho sus opiniones con calma y serenidad, aunque no puedo evitar fruncir el ceño al escuchar algo que he oído un montón de veces. A menudo lo he oído de la propia Chihiro, o al menos lo que podía traducir entre sollozo y sollozo se parecía bastante a eso. Clasistas. Cuando se acerca a la ventana la sigo y me apoyo en el alféizar con los ojos fijos en la hayajiro. Tengo la total seguridad de que me lo dice porque está preocupada por mí, lo que no hace que esté menos disgustado.

-Sé a lo que te refieres, de la misma manera que tú sabes que no podría haber una cosa que me importe menos, madre. Créeme, lo que dicen sobre mí no es mucho mejor.- Digo con tono suave, no es la pataleta de un niño malcriado, es simplemente la constatación de un hecho. Me quedo unos segundos mirando la Ryugujou y pensando en cómo responder a la pregunta. Frunzo de nuevo el ceño al pensar en las horas que va a costar recomponer toda la estructura después del último baile. Al final suspiro.- En parte sí.- comento con tranquilidad, aunque luego levanto ambas manos un segundo.- Déjame explicarme.- Me vuelvo a apoyar y entrelazo los dedos de las manos al encorvar la espalda para procurar relajarme un poco.- Cuando fui a la hayajiro por primera vez estaban muchísimo más interesados en mis conocimientos y mi habilidad como ingeniero que en mi nombre y en mi posición. Sigue siendo así, y a mis compañeros les importa poco quién sea, siempre y cuando haga mi trabajo y me comporte. Además estoy aprendiendo mucho acerca de ingeniería con Mogami-sama.- Sonrío como un crío en medio de una travesura.- Ueno-san también quería venir a ayudar a Mibu, independientemente de que vosotros estuvierais aquí ella sólo quería prestar sus servicios como médico. Es ese tipo de persona, le daba igual que nos pusiéramos en peligro si podíamos ayudar en algo. Sospecho que ni pensó en que soy de Mibu.- Con lo que parece ya un gesto reflejo me rasco la nuca un segundo, peinándome un poco mejor el pelo húmedo. El pelo me ha crecido bastante, así que ahora debo parecer un polluelo recién eclosionado.- Si la Ryugujou tiene éxito estaremos mucho más cerca de conseguir curar la enfermedad de Kabane, madre.- Señalo un momento el andén.- Ésto no se puede mantener por mucho más tiempo. Piensa cuánto tiempo tarda una persona en aprender a combatir, y cuánto tarda un Kabane en ser infectado: es una batalla de desgaste que no podemos ganar. Tiene que haber algo que pueda revertir su estado, o al menos esa es mi teoría. Ella opina lo mismo, y hemos estado trabajando en ello desde que nos conocemos. Por eso decidimos trabajar a bordo de la Ryugujou, entre otras cosas.- Se me escapa otra sonrisa sesgada, medio avergonzada, como si temiera seguir con la conversación.- Deberías conocerla, es tan lista que da miedo. Aunque quizás tenga que quedarse en la hayajiro, tiene trabajo y no suele tener un buen recibimiento entre los nobles, ya sabes por qué.- Se me escapa con cierta ironía, aunque niego con la cabeza en silencio.- Y tampoco quiero que venga si eso va a traerle más disgustos...no se lo merece.

Arisa se lleva una mano al estómago al tiempo que nota cómo su boca se hace agua al ver semejante banquete. Al descubrir algunos de sus platos favoritos allí, mira a Ryushun con el ceño fruncido, pero no dice nada al respecto. El calor del kotatsu no hace más que contribuir a la paz que sentía antes de encontrarse con el psíquico.

- Itadakimasu... - dice al unísono y repitiendo su gesto, antes de tomar los palillos y disponerse a comer, hambrienta.

Arisa suelta un pequeño suspiro de gusto al saborear semejantes manjares, apenas disponibles en la Ryugujou, y esboza una tonta sonrisa con la boca llena, que se esfuerza en ocultar al oír hablar a Ryushun. Terminando de masticar, la joven se queda en silencio y finalmente ladea un poco la cabeza.

- Podrías habérmelo mostrado fácilmente y te habría creído por ser un Yamato. Aunque de todas formas habría intentado comprobar la verdad por mi cuenta. Aunque no pueda leerle la mente a nadie... - responde tranquilamente, recordando el dragón que había visto al conocerle, y con algo de rencor por saber que ha estado hurgando en su mente sin que ella le haya dado permiso - No es tan raro que la gente tema u odie nuestros poderes, por lo que te creí, pensando que habrías enfadado a un grupo cualquiera de la ciudad... Pero no esperaba que se tratase de una organización tan importante. Lo único que espero, es que no nos traiga aún más problemas a la Ryugujou. - comenta llevándose un pequeño bloque de arroz a la boca mientras le mira a los ojos, esperando que niegue o confirme sus sospechas y le de algo más de información. "Al fin y al cabo, eso es lo que importa, ¿verdad?"

Por algún motivo tenía la sensación de que esta experiencia sexual iba a ser tan insípida y animal como el resto de relaciones que ha tenido con mujeres a lo largo de su vida. Y justo por ello el placer de hacerlo con alguien como Yuuma fue doble; ¿alguna vez en su vida se imaginó tener sexo de una manera tan humana y cálida?

Por primera vez en mucho tiempo no tuvo ganas de marcharse una vez había terminado. Abrazó a Yuuma con su brazo derecho en cuanto ésta se acurrucó a su lado. No dijo nada, sobraban las palabras.

Durante un tiempo razonable pensó sobre varias cosas:

Encontrar esa paz que tanto necesito… ¿Por qué ha dicho eso? Si no sabe nada de mí… -- En otras circunstancias se habría puesto a la defensiva, atacando a alguien que parece entrometerse en su vida. En este caso fue todo lo contrario: por unos segundos abrazó a Yuuma con un poco más de intensidad, feliz por conocer que, aun tan lejos de casa, parecía haber alguien cerca que le podía entender.

Quién es esta mujer… ¿cómo ha acabado aquí? Sería una lástima que muriera – Yuuma parecía convertirse en la primera persona adulta de la Ryugujou cuya muerte Kotaro lamentaría de verdad.

Todavía no hemos llegado ni a la parte más peligrosa de la misión… No va a sobrevivir mucha gente. ¿Morirá ella? ¿Moriré yo? – piensa con cierta frialdad, más que consciente de que no debe apegarse a nadie.

Tras pasar un tiempo y escuchar el constante ruido de pasos a través del eco metálico de la hayajiro, Kotaro comienza a reincorporarse poco a poco. No tenía ganas de tener problemas con el jefe de guardias.

No me queda otra que cumplir con mi condena – le dice, queriendo justificar el dar por finalizado este momento.

Vistiéndose de nuevo y antes de marcharse, a modo de despedida le da a Yuuma un consejo aparentemente frío – Cuídate. Aprende a hacerlo sin depender nunca de nadie. – Y a pesar de la frialdad, por primera vez en mucho tiempo le dedicaba a una persona adulta unas palabras que sentía tan sinceras como cargadas de buena intención.

Yûki caminaba despacio, con una mano sobre otra por delante de su minifdalda y siempre un paso por detrás. Era la posición que adoptaba su madre cuando paseaba con su marido. Recordaba el rostro severo de él suavizandose a medida que hablaba y hacia gestos, y la sonrisa dulce de su madre, escuchando. Apenas intervenia nunca, solo en el momento adecuado y con las palabras adecuadas. O eso le parecia a ella, pues era muy pequeña como para saberlo con certeza.

Pero ella no era su madre. - Creo que actuasteis como teniais que hacerlo, mi señor. Y creo que su hijo fue quien lo molestó más, pero seguro que a ese viejo amargado se le pasará pronto el cabreo. Si hubiera sido por mi... - desvió la mirada con cierta rabia. En ese momento, ella tampoco ocultó sus pullas con palabras endulzadas ni sus verdaderos sentimientos.

Aceleró un poco para enlazar su mano con la de él - Os dará los soldados, estoy segura. Porque os lo mereceis. Le habeis ayudado y lo sabe - su tono se habia vuelto más afectuoso y su mirada siempre falta de sentimientos profundos brillaba con intensidad, aunque quizas era dificil identificar que sentimiento imperaba en ella. Alzó la cabeza para soltar un hondo suspiro - Yo también odio la politica -

Tomohiro sonríe divertido al escuchar la opinión de Yûki - Aún así habrá que tener cuidado. Si pedimos demasiados solados nos los negará diciendo que los necesita para proteger Mibu - suspira - Bueno, ya pensaré en algo. Aún tenemos que hacer algunas reparaciones en la Ryugujou. Al parecer el vagón del servicio fue atacado por un tipo de kabane monstruosamente fuerte del que hasta ahora no había oído hablar. Y ahora resulta que tengo un nuevo enemigo sólo por el hecho de no necesitar un traductor para leer textos extranjeros. No se puede ser más estúpido e ignorante. Si hay algo que puede sacarnos de esta época oscura y miserable es la luz de la ciencia.

En ese momento levanta con gentileza la mano de Yûki - Y la fuerza de personas como tú, Yûki - sus pasos se detienen mientras la mira a los ojos, apenas dándole tiempo a pensar en el trato tan familiar y directo que le está dando (1). En los de él se reflejan el miedo, la rabia y la impotencia. Pero también hay esperanza en que ella se quede a su lado y lo ayude a superar las adversidades....

El tono jocoso de Kagura desaparece al ver la expresión triste y cohibida de Chihiro - Chihiro-san ¿te encuentras bien?

Sí, estoy bien - dice ella levantándose para inclinarse ante Hideo - Asano-san, te ruego que cuando vuelvas al castillo digas que tengo mucho trabajo y que no puedo aceptar la invitación de Fukui-sama.

Pero si yo ya puedo levantarme - dice Kagura sin comprender - Podríamos ir...

¡No soy lo bastante buena para él! - explota Chihiro - Sé que en estos momentos le estarán diciendo a Fukui-san que vengo de una familia de arribistas y que puede aspirar a algo mejor... - por su rostro empiezan a correr gruesas lágrimas - A alguien mejor.

Eso es una estu... - empieza a decir Kagura, pero Chihiro la interrumpe saliendo en tromba de la habitación y cerrando de un portazo.

No entiendo nada - dice Kagura - Pero de repente tengo muchas ganas de abrirle la cabeza a Takeshi-kun...

Resulta un poco contradictorio decir que vas a creer a alguien para luego añadir que buscarías "la verdad" por tu cuenta ¿no crees? - dice él, divertido - En cualquier caso yo también lo habría hecho. Una afirmación así no es algo que se pueda creer sin pruebas venga de quien venga - se interrumpe un momento para rellenar de agua el vaso de Arisa - Siento decírtelo pero ya estáis en el punto de mira del Kokuryukai. Vuestra mejor opción ahora es contraatacar. Buscarlos a ellos y encontrarlos antes de que os encuentren a vosotros. Yo empezaría por ese tal Gennosuke. Con tu visión podrías ver fácilmente si cuando escapó de la Lady Lovibond se fue a Mibu o si partió en otra dirección. En el primer caso existe la posibilidad de capturarle tanto a él como a sus compinches, y en el segundo sabríais en qué estaciones hay que extremar las precauciones.

Se queda un momento pensativo mirando a Arisa. El silencio se prolonga hasta que ella empieza a sospechar que está intentando leerle la mente, pero él lo interrumpe con una pregunta inesperada - Viendo lo que has visto y sabiendo lo que sabes ¿No te entran ganas de abandonar la Ryugujou? Estarías más segura de vuelta en la casa de tu familia...

No depender de nadie - repite Yuuma. Luego sonríe con ternura y niega con la cabeza - Todos dependemos de alguien en algún momento de nuestras vidas - dice mientras ayuda a Kotaro a vestirse - Rezaré para que cuando te llegue ese momento de vulnerabilidad tengas a alguien de confianza del que puedas depender.

Kotaro encuentra a Shimazu sentado en la plataforma del vagón de oficiales fumando una pipa kiseru, haciendo figuras con el aromático humo a las que sigue con la mirada cansada.

¿Qué demonios haces despierto todavía? - le pregunta a Kotaro cuando lo ve - Vete a dormir y descansa, chico. Los señores de Mibu nos han invitado mañana a desayunar en su castillo y tú vas a venir conmigo, así que dile a quien te haya dejado esa marca en el cuello que te ayude a ponerte presentable por la mañana...

Tomo escucha las explicaciones de Takeshi con mucha atención - Comprendo - dice cuando termina - Querías hacerte valer por ti mismo. Eso es algo admirable. En cuanto a Ueno-san, quiero conocerla - sonríe con ternura al ver la sorpresa de Takeshi - Está claro que sientes algo por ella y no deseo convertirme en un obstáculo entre vosotros. Tu padre todavía tardará unos días en volver al castillo mientras dirige la eliminación de los kabane, así que no tendremos que preocuparnos por él de momento - su sonrisa ahora se vuelve divertida - Aunque siendo sincera no creo que ni siquiera reconozca el apellido Ueno. Ya sabes que nunca le ha interesado nada que no tenga que ver con la guerra...

Ante la escena que acaba de suceder solo puedo quedarme con una cara de incredulidad, la cual solo aumenta ante el último comentario de Kagura.- Mujeres...- En vez de eso lo que suena desde mi boca es un enorme y cansado suspiro.- joder la había llamado Fukui-sama, esto tenía que llevar tiempo cociéndose y me había tocado a mi subir la presión.- En fin, si iba hacer de celestina sería a mi manera.

- Dime Natori-san, si entro en su habitación, la cojo como un bulto y la llevo al castillo para forzarla a hablar con Takeshi-san. ¿Me harías el favor de acompañarme para calmar a la gente que pudiese malinterpretarnos?- a pesar de mi tono serio se puede notar cierto brillo divertido en mis pálidos ojos.

Suspiro y se me escapa una sonrisa, a pesar de que estoy empezando a ruborizarme. Niego con la cabeza con suavidad.- Me sobreestimas madre, como siempre. Pero creo que a ella también le gustará conocerte.- Se me traba un momento la lengua y bajo la cabeza, las mejillas de color fuego. Luego doy un respingo y me giro, preocupado.- ¿De momento?.¿ Cómo que de momento?.- Intento relajarme y no tartamudear, con un éxito muy relativo.- Si padre se entera intentará dispararme con un rifle de vapor ...en la última conversación que tuvimos fue muy claro al respecto de lo que opina de los nobles “de saldo”.- Comento mientras hago un leve gesto de comillas.- Además nunca sería capaz de...no ahora...con todos esos malditos no-muertos...-se me traba la voz un momento y señalo a los guardias, ruborizado.- Ya tengo pesadillas con lo que puede pasarle, o lo que puede pasarte a ti.-Me sincero de forma brusca y por primera vez en mi vida. Noto arder mis orejas, y me peino el flequillo para intentar mantener la calma.- Imagina si...ni siquiera sé si...- totalmente ruborizado, mortificado y muerto de vergüenza levanto el dedo meñique evitando mirarla. De hecho estoy evitando fijar la vista en nada.- No estoy preparado para esto.- Concluyo con sinceridad, apoyando los antebrazos en el alféizar y luego el mentón en los antebrazos. Ya de perdidos, al río. Mi voz suena medio ahogada entre que tengo la boca medio escondida en los antebrazos y que la vergüenza me impide vocalizar alto y claro.Por lo menos espero que no se enfade por ser un pusilánime...- Para mí por ahora es mucho más seguro seguir pensando en ingeniería y estudiando a los Kabane con ella, madre...o me voy a volver loco si la pierdo.

En ese momento se sintió desarmada. Nunca había pronunciado su nombre como lo acababa de hacer y sentia un burbujeo extraño en el estómago que extendia su calor por todo el cuerpo.

Atrapada ante su mirada, alzó su mano libre para acariciar con la yema de los dedos su rostro con ternura y mimo, sintinedo la calidez de su piel y el contorno de sus facciones. Dió un paso más, quedando los dos tan cerca que casi podia escuchar los latidos de su señor, pues para ella siempre seguiria siendo el señor de Yûki y le encantaba que fuera así.

Su mano descendió por el cuello hasta posarse en el pecho del hombre y fue entonces cuando sus labios buscaron los suyos, pero no con la fuerza y el ansia del dia que fueron al  mercado, sino con suavidad y delicadeza, como si quisiera reconfortar el alma de su amado Tomohiro.

Venía a hacer una guardia que creía que debía hacer… -- piensa, mirando a Shimazu con cara de pocos amigos al haberse marchado del camarote de Yuuma para nada.

Sin mediar palabra ni avergonzarse por la marca del chupetón, se da media vuelta y se dirige a paso tranquilo al último vagón, aquél en el que estuvo durante la reciente batalla contra los kabane.

Gracias a su cabezonería, logra como buenamente puede abrir por sí mismo la escotilla del techo. En esos instantes no tenía ganas de estar con nadie, todavía con la rara sensación de vulnerabilidad que tuvo mientras estaba con Yuuma. Se había acostumbrado tanto a la soledad que la consideraba su verdadero hogar, siendo todo lo demás algo extraño fuera de su zona de confort.

Una vez está sobre el vagón artillado baja la escotilla. Se sube al cañón de artillería como si fuera una enorme y metálica rama, se acomoda sobre ella y apoya la espalda sobre la pared tras la que en otras circunstancias debería haber un artillero.

Todavía era de noche y hacía tiempo que no disfrutaba de unas vistas así, sintiendo el agradable frescor del viento nocturno mientras observa las estrellas, y piensa, e intenta dormirse.

Por un momento siente cómo una angustiosa depresión intenta tomarle con fuerza -- ¿Por qué vivo? ¿Qué sentido tiene mi vida? Si algo no me arrebata totalmente las ganas de vivir es el orfanato de Kongoukaku. Pero sin embargo… ¿alguien como yo marca alguna clase de diferencia? Todo sigue estando tan mal como desde el primer recuerdo que tengo: hambre, pobreza, abusos, ignorancia… Y los “indignos” siguen decidiendo el destino de los demás. Siempre ha sido así y parece que así siempre será… -- El saber que apegarse a alguien como Yuuma no iba a traerle más que dolor no hizo más que empeorar su estado de ánimo – A duras penas puedo hacerme cargo de mí mismo. No puedo ayudar a nadie más… Solamente los necios niegan a la soledad como su auténtica compañera -- se resigna.

La brisa de la estación le acariciaba la cara, como si la soledad de verdad existiera como ente y le estuviera consolando.

Pasaron largos minutos mientras intentaba digerir sus recientes pensamientos. Las luces de la estación reflejadas en las nubes eran dignas de ver. La Luna parecía una niña tímida que le observaba desde detrás de las nubes, ocultándose cuando cree que Kotaro la ha visto. Las estrellas… las estrellas eran la prueba en vivo de la inmensidad de este mundo, de este universo, de esta vida.

Una rata delincuente como él, ¿cómo era posible que tuviera el privilegio de poder asistir a un espectáculo como éste? Si dependiera de los aristócratas seguro que prohibirían el poder disfrutarlo a los que no fueran de los suyos.

Justo ese pensamiento activó algo en su mente, un razonamiento que hacía tambalear la depresión que ya se estaba acomodando en su alma. – Esa escoria – piensa, refiriéndose a la nobleza que le persigue – es tan humana como yo, como cualquier mendigo, como cualquier soldado, como cualquier agricultor. Si cualquiera puede ver este espectáculo, quiere decir que el mundo le pertenece a cualquiera y no solo a la nobleza.

>> Esa basura solamente ha podido llegar hasta ahí por medios humanos. Entonces, ¿por medios humanos se puede acabar con ellos? Es tan difícil… -- se mira su mano derecha, y después el lamentable estado de su brazo izquierdo.

Comenzaba a sumirse poco a poco de nuevo en la depresión, alimentada ahora por la frustración. Instintivamente volvió la mirada hacia el cielo, como si algo en él le estuviera diciendo que no perdiera de vista la respuesta que acababa de encontrar.

-- …Pero sigo vivo. Mientras siga vivo puedo cambiar las cosas, ¿verdad? Tal vez no hoy, quizá tampoco mañana, pero mientras siga vivo siempre existirá la posibilidad de conseguirlo. Morir sería perder.

Su alma volvía a recuperar las ganas de vivir, sanándose a sí misma del demonio que la estaba contaminando.

-- Mientras ellos sigan vivos todo seguirá como hasta ahora. – Quizá fuera su naturaleza, tal vez fuera culpa de lo extremo de la situación, pero parte de la respuesta a la incógnita de la vida parecía pasar a través de la brutalidad de la muerte.

-- ¿No hay otra solución? – piensa, sintiendo en el fondo que la muerte difícilmente podía ser la mejor de las soluciones.

No supo cuándo, pero en cierto momento se durmió, acariciado constantemente por esa soledad en forma de agradable brisa.

Los primeros rayos de luz de la mañana le despertaron suavemente, de nuevo como si la soledad le tratara, a su manera, con ternura.

Tras desperezarse no tardó en marchar a la enfermería, preocupado por su brazo y costado izquierdo. Quería que la doctora le volviera a echar otro vistazo, y si fuera posible, darle un poco más de esa “anestesia”.

Tras ello volvió hacia el camarote de soldados y como buenamente pudo, se preparó para marchar con Shimazu a la reunión que le mencionó la noche anterior.

- Lo que suponía... - Arisa asiente lentamente con un suspiro - No creo que Mogami-sama quiera ir directamente a la batalla con otra misión de por medio, pero no nos queda otra. Después de ver lo que le han hecho a la Lady Lovibond... - la joven desvía la mirada, visiblemente molesta, e incluso suelta un pequeño bufido. Tras tomar un trago de agua parece más calmada y vuelve a asentir - Hablaré mañana con Mogami-sama y en función de su decisión, nos centraremos en la próxima parada.

"¿Y si... la predicción se refería a esto? Al final acabamos luchando contra la ola blanca, y tal vez haya sido ella la que haya atraído al Kokuryukai contra nosotros..." Tras el momento de silencio, Arisa le observa preocupada y luego a los platos, dándose cuenta de que tal vez está intentando leerle la mente. "Tengo que mantener la mente en blanco o... o..." Su familia le había enseñado a cómo intentar evitar ese tipo de ataques, pero Arisa nunca lo había conseguido dominar. Sin ser capaz de decidir qué hacer, se concentró y le sacó la lengua mentalmente, por si decidía rebuscar de más en su mente. Al ver que le pregunta algo, la joven se sonroja y rápidamente desvía la mirada. "Como me la haya leído de verdad, va a pensar que soy una tonta..."

- ¿Eh? ¿Abandonar la...? ¡No, claro que no! - responde repentinamente como si la hubiera abofeteado - El destino me dijo que debía estar en la Ryugujou y precisamente por eso estoy aquí. Si me fuese ahora y abandonase mi deber, sería una deshonra para mi familia y para mí misma. - Arisa baja la mirada a sus manos, ahora escondidas bajo el kotatsu - Es... mi primera misión fuera de "casa", no puedo fallarles de ninguna forma. Tengo que demostrar mi valía y lo que he aprendido estos años... Si consigo que la Ryugujou tenga éxito en su viaje, el apellido Furuhashi tendrá más prestigio y mi familia será feliz por ello... 

"¿Pero tú serás feliz?" El pensamiento aparece en Arisa de forma tan repentina que la hace levantar la mirada, sin estar muy segura de si ha sido el mismo Ryushun quien lo ha puesto ahí. "Eso... eso no importa ahora." La joven nota un nudo en la garganta y se obliga a hablar, bebiendo antes un poco más de agua. 

- ¿Y tú? Si el Kokuryukai te persigue, ¿no sería más fácil separarte de la Ryugujou y obtener la protección de tu familia?

Lyashi esperó pacientemente, aunque algo nerviosa, la entrada de Suzume. Se alisó la prenda varias veces mientras el sirviente hacía pasar a su más reciente amiga.

- Bienvenida, Suzume-San. - dijo Lyashi al ver entrar a su valedora.

Giró la cabeza y contempló también la habitación, sonriendo. Quería hablar con ella, pero no podía hacerlo con libertad con el sirviente delante. - Por favor, ¿puede retirarse y acudir dentro de un rato? Me gustaría hablar con mi amiga a solas. - le preguntó al sirviente.

Una vez él se fue, Lyashi se acercó a Suzume y la cogió de las manos. - Tienes razón, aquí cabría mi casa como veinte veces. Unos tanto... - suspiró, dejándose llevar por unos momentos por sus ganas* de tener más posibles y permitiendo que una pequeña parte oscura de ella asomara ligeramente.

El repentino abrazo de la otra mujer la pilló por sorpresa, pero se lo devolvió, al principio suavemente, pero luego apretando más fuerte, dejando salir unas lágrimas que se convirtieron en sollozo cuando recordó a su amiga Aoi, que había sucumbido a la maldición kabane y ahora era pasto de gusanos.

- Sí...sob....si....sob......¿pero...por qué....por qué me dices ésto? Si me hubiera negado, Mibu sería ahora mismo un erial, conmigo dentro. - le dijo, sin soltarla y dejando caer las lágrimas por su cara. - No soy una persona egoísta, aunque tampoco estúpida. Si quería salvarme, tenía que hacer algo...y la verdad, está bien recibir algo a cambio, algo valioso de verdad, para variar. - miró a Suzume a los ojos y suspiró. - No...no soy mala. Sólo quiero salir adelante, la vida me ha hecho mucho daño, Suzume-Kun.  Pero tú fuiste la primera en darme una oportunidad de verdad. Muchas gracias. -

Y con suavidad, la besó en los labios, un beso que dejaba salir el aprecio que le tenía por lo que había hecho por ella.

No lo sé - responde Kagura - Creo que es mejor dejar que Takeshi-kun y Chihiro-san resuelvan eso por sí mismos - coge la mano de Hideo - Aunque a mí sí que puedes llevarme si quieres - dice con el rostro sonrojado...

No me has entendido, Takeshi - el tono de Tomoe es uno que Takeshi aprendió a temer de su madre desde muy pequeño. Los estallidos de cólera de su padre eran predecibles y hasta cierto punto manejables, pero cuando Fukui Tomoe está contrariada puede pasar literalmente cualquier cosa - Desde que eras un niño me he interesado por todo aquello que te importaba incluso cuando contrariaba a tu padre. Ahora que me he dado cuenta del interés que tiene esa chica voy a conocerla. Si no te atreves a traerla al castillo por evitar discutir con tu padre está bien, pero entonces seré yo la que vaya a la Ryugujou mañana a primera hora para invitarla.

Se separa de Takeshi y se dirige a la puerta de su habitación - Tu padre no va a estar aquí siempre. Sé que es irascible, testarudo y difícil de tratar, pero a su manera te quiere y me destroza el corazón veros discutir y las cosas que decís el uno del otro. Por una vez, aunque sólo fuera por una vez, me gustaría veros como padre e hijo. Buenas noches.

Tomoe sale de la habitación dejando a Takeshi a solas con sus pensamientos...

Tomohiro responde al beso de Yûki abrazándola y acariciándole la cabeza mientras sus labios permanecen unidos. Cuando él la mira Yûki puede ver nuevas fuerzas y nuevas esperanzas en su mirada.

Te quiero, Yûki - le susurra.

Mientras ella intenta reaccionar a tan inaudita declaración él tira de su mano - Vamos. Tenemos que recoger a Sachiko. Estoy deseando dormir en una cama de verdad...

¿Y tú? Si el Kokuryukai te persigue, ¿no sería más fácil separarte de la Ryugujou y obtener la protección de tu familia?

Cierto - dice Ryushun - ¿Qué crees que puede haberme llevado a alejarme de mi familia en vez de buscar su ayuda y protección?

El joven la mira expectante hasta que ella cae en la cuenta de las implicaciones de lo que está diciendo.

El Kokuryukai es un grupo secreto extremadamente xenófobo que tenía muchísima influencia sobre el shogun Amatori y ahora quiere socavar la política aperturista del emperador Aragane - la explicación de Ryushun en el andén cobra ahora un nuevo e inquietante significado.

Veo que te has dado cuenta - dice mirándola a los ojos - No comparto las ideas, la filosofía ni los métodos del Kokuryukai y como sé demasiado sobre ellos me he convertido también en su objetivo. Ahora mi mejor opción para sobrevivir es sacarlos a la luz y crearles tantos enemigos que no tengan oportunidad de fijarse en mí...