Partida Rol por web

El jefe de los soldados se estremece visiblemente al ver las dos negras bocas del cañón de vapor apuntándole - Esto es... - balbucea - ¡Esto es...! ¡... un acto de guerra! ¡Que el artillero aparte ese cañón inmediatamente o... ! 

¡Kirishima! - quien lo llama es un hombre alto y musculoso con galones de capitán - ¡Ya basta! ¡Bajad las armas! ¡Todos!

Pero señor... - protesta el soldado

Apártate, Kirishima - le ordena el oficial. Lanzándole una mirada envenenada el soldado se aparta con varios de sus hombres.

Tú - le dice a Hideo - Soy Kiyome Izume, capitán de la guardia de Okayama. Quiero hablar con el señor de esta hayajiro ahora mismo.

Qué casualidad - dice un hombre apeándose de la hayajiro - Porque yo también quiero hablar con el responsable de esta barbarie. - Tras el hombre baja una mujer joven de pelo rosa y vestida con ropas elegantes.

Soy Mogami Tomohiro, señor de la Ryugujou - se presenta el hombre - Exijo saber qué es lo que ha pasado hace unos minutos ¿A quién en su sano juicio se le ocurre azuzar a los kabane contra una pobre mujer desarmada y su hijo? ¡Contestad!

Es una peligrosa delincuente y alborotadora - responde Kirishima - En Okayama tenemos una forma especial de encargarnos de la gentuza como ella. Ahora entregádnosla.

Debería controlar mejor a sus subalternos, Kiyomi-san - le dice Tomohiro a Izume - No sólo no voy a tolerar que un oficial de segunda me replique sino que tampoco voy a permitir que se toque un pelo a nadie que haya pedido refugio en mi hayajiro.

Si bien es cierto que Kirishima-san se ha comportado como un imbécil no puede usted acoger a una delincuente buscada por la justicia de Okayama, Mogami-sama - le replica éste - Debo pedirle que nos entregue a esa mujer.

No lo haré - responde Tomohiro con tozudez.

¡Resistencia a la autoridad! - exclama Kirishima - ¡Soldados, levantad vuestras armaaAAAAAAAAAAAAAAAAAGHH!

Un enjambre de mariposas negras que se mueve más rápido de lo que es posible seguirlas con la vista converge sobre el soldado, penetrando en su cuerpo por los ojos, la nariz, la boca y las orejas. En pocos segundos su cuerpo se hincha de forma grotesca hasta que revienta con una sangrienta explosión de vísceras y carne desgarrada.

No os metáis con Mogami-sama - la que habla es la niña que estaba observando la escena con apatía. Sin embargo ahora su rostro es una máscara de odio puro con sendos pozos de oscuridad donde deberían estar los ojos. En su espalda, dos alas de mariposas hechas de oscuridad aletean suavemente...

Giró el rostro a medias para hablar a la mujer bajito - Descended por el lado donde se une un vagón con otro y entrad. Mogami-sama ha hablado y estas a salvo. Pero ve lo más agachada que puedas -
 

Yûki esperó a que la mujer desapareciera de su vista para saltar del tren, rifle en mano. Cayó con una rodilla apoyada en el suelo, al igual que su zurda delante de Tomohiro. Luego se incoporó con calma y clavó sus ojos en Izume - Que de tiempo... capitan. - recalcó la última palabra con exageración y cierto desdén

- Pero veo que no habeis cambiado - cogió aire intentando controlar su rabia interior y tragandose las palabras que de verdad queria decirle. Lo odiaba, lo odiaba mucho, y sabia que su mascara de indiferencia se habia roto por completo, pero ahora solo le importaba salir de allí con su gente

- Aun así siempre habeis sido inteligente Izume.....san - dijo con esfuerzo - Solo queremos combustible y agua para nuestra hayajiro y seguir camino...con la mujer. Dice que la quereis convertir en kabane... Os doy el beneficio de explicar si es así -

Arisa había bajado junto a su señor, con su arco a la espalda, y se mantuvo en silencio durante aquella batalla verbal. Su mirada se afilaba cada vez que Kirishima abría la boca y estaba a punto de preguntar qué había hecho exactamente aquella mujer, cuando ocurre lo inesperado. La psíquica duda unos instantes de quién ha producido semejante ataque, pero la mariposa negra es algo que conoce bien. Algo que había olvidado y que se arrepiente de no haber podido controlar. Sus ojos se posan en la pequeña Sachiko, poseída por el odio y la forma de la mariposa...

Sin dudar un instante, Arisa echa a correr hacia ella. El destino se había roto, ella misma había acabado convirtiéndose en algo que jamás se habría imaginado, había terminado quitándole la vida a alguien... Y aquello de lo que de verdad había tenido que preocuparse, lo había dejado de lado. Pero no voy a dejar que Sachiko sufra también por mi culpa. 

- Sachiko-chan... Por favor, para... - en cuanto llega hasta ella, Arisa se arrodilla y la abraza susurrándole, sin importarle el daño que pueda hacerle la niña - Protegeremos la Ryugujou y a Mogami-sama, pero no así... No dejaré que le pase nada y a ti tampoco. Ya no estás sola así que no tienes por qué hacer estas cosas... Sachiko-chan, vuelve, por favor...

La psíquica está convencida de que no es la primera vez que hace eso, aún recuerda la extraña reacción de Kotaro cuando la rescató. Pero si hay alguna forma de devolverla a normalidad y evitar una nueva masacre, tiene que intentarlo a cualquier coste. Arisa la estrecha aún más entre sus brazos y cierra los ojos, concentrándose en que la pequeña vuelva a la normalidad.

Mezame no Hakobune (Abre tu mente)

A pesar de la calidez que envuelve las manos de Arisa ésta no puede evitar un estremecimiento de frío y terror al tocar la helada aura de odio que rodea a la niña. Pese a que lo intenta con todas sus fuerzas las negras alas se niegan a desaparecer de su espalda. De ellas brotan innumerables mariposas que las rodean a las dos girando a velocidad de vértigo, penetrando en el cuerpo de Arisa, intentando asesinarla. A duras penas consigue la psíquica protegerse de las mortíferas sombras que intentan destrozarla por dentro igual que hicieron con Kirishima.

¡¡¡¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAH!!!! - grita la niña con rabia.

Alguien dice algo desde fuera, pero ellas no pueden oírlo.

Y Arisa ve.

Sus padres, muertos a golpes mientras intentaban protegerla. Las palizas y amenazas constantes de Maruo. Las fauces de sus "marionetas kabane" chasqueando a un pelo de distancia de su cara. Todas aquellas ocasiones en las que los bandidos utilizaron sus predicciones para asaltar hayajiro y perpetrar auténticas masacres con las tripulaciones. Maruo y sus compinches atracándose de comida mientras ella se moría de hambre. Encontrarse atada con la negra boca del rifle de Maruo apuntándole a la cara. Miedo. Hambre. Dolor... Todas esas emociones tan prolongadas a lo largo del tiempo se concentraron e hicieron brotar un nuevo y siniestro poder en el interior de la niña.

El poder del odio. El poder de matar con la voluntad.

Sachiko ha encontrado el poder en su odio, pero al mismo tiempo ha perdido toda capacidad para controlarlo. Cualquier cosa que ella considere una amenaza será atacada y destruida sin mesura ni compasión. Sólo existe el deseo de matar tras el que se oculta el terror a volver a sufrir.

Cuando Arisa abraza a Sachiko la niña lanza un alarido de rabia mientras que de sus alas surge un negro enjambre de mariposas negras que envuelve a ambas en un abrazo de oscuridad.

¡SACHIKO! - Tomohiro intenta llegar hasta la niña pero cuando toca el enjambre retira la mano con un grito de dolor. Retrocede un par de pasos mirándose la mano amoratada y con varias ampollas sanguinolentas - ¡SACHIKOOOOO!

Shimazu, que saltó del vagón cuando las mariposas empezaron a volar obliga a retroceder a Tomohiro - ¡Déjalo en manos de Arisa! - le grita el gigante.

Los soldados de Okayama, aterrados, apuntan con sus armas hacia el enjambre de mariposas. De todos ellos, el único que no le presta atención es Izume, que tiene la vista clavada en Yûki.

Koizumi - le dice con tono gélido - Si tú eres la jefa de guardias de esta hayajiro adviérteles que no pueden ganar en un enfrentamiento contra la estación. Ayúdame a que esto no se convierta en un baño de sangre...

Yûki se colocó al lado de Hideo y posó una mano sobre su hombro para que le dejara dialogar a ella.

- No lo soy. Pero si respondes a mi pregunta y a mi petición puedo interceder para evitar ese baño de sangre. No es lo que quiero - miró hacia atrás,donde estaban Sachiko y Arisa envueltas en aquel enjambre negro - pero no es nuestra sangre la que me preocupa, si no la del pueblo que vió convertirme en lo que soy ahora. - sus ojos volvieron a centrarse en el enorme hombre

- No es tanto lo que pido. Después de todo me debes una... - su tono iba carente de expresión o matiz alguno.

No sé quién es esa mujer ni si tengo órdenes específicas respecto a ella - responde Izume - Y habéis matado al único que podía aclarar la cuestión, y eso es lo más grave. Podría haber ignorado lo de esa mujer, pero no puedo dejar pasar este asesinato. Tu señor debe responder ahora ante el mío. Hasta entonces esta hayajiro quedará aquí inmovilizada.

Los andenes empiezan a llenarse de más y más soldados de Okayama, todos equipados con sus capas grises y llevando más kabane sujetos con pértigas, todos ellos estirando los brazos y gimiendo en dirección hacia los tripulantes de la Ryugujou.

Tú decides, Koizumi. Avisa a tu señor o atente a las consecuencias.

Tomohiro sigue mirando el enjambre de mariposas con la mirada perdida...

Al poco llega otro hombre más y al menos este parece dispuesto a hablar en vez de exigir, antes de que pueda contestarle Tomohiro-dono aparece y empieza hablar con el supuesto capitán de esa chusma. Doy un paso atrás y considero ir a devolverle el arma a Shimazu cuando el idiota de antes vuelve a intentar que nos disparen hasta que algo parece consumirle.

Por muy idiota que fuese no se merecía aquello o al menos no había hecho nada aquí que lo indicara. Esa vorágine de mariposas oscuras destruyendo su cuerpo como si nada y los gritos de Sachiko me dejan más o menos claro lo que ha pasado y no me gusta ni un pelo. Si ya cuando están tranquilos los psíquicos pueden ser peligrosos una descontrolada y con claras ganas de matar no era precisamente lo mejor. Para bien o para mal Furuhashi-hime se empieza encargar de ella. Pero el numerito de la niña ha llamado la atención tanto de los soldados como de Tomohiro.

Sorprendentemente el capitán y Yûki parecen estar más centrados uno en el otro y por el tono de su conversación esta claro que no son viejos amigos.

- Independiente de como quieras llevar esto si realmente quieres evitar un baño de sangre retira a tus hombres al menos hasta que se calmen los humos.- a lo mejor debería volverme escritor, los eufemismos se me empezaban a dar demasiado bien.- Como puedes ver estamos en una situación un poco fuera de control y tampoco nos vamos a mover de aquí. Así que deja las amenazas, haz un perímetro sino te fías de nosotros y vuelve luego.

La simple idea de lo que había dicho me revolvía el estómago pero no sabía lo que intentaba la noble pelirrosa pero dudaba que la niña se fuera a calmar mientras hubiese hombres con rifles en las manos.

Yûki apretó los puños con fuerza. - Dame un momento - se giró con cierta rigidez para volver junto a Tomohiro y apartarlo de aquella negra visión que envolvía a las dos chicas.

Con cuidado, e intentando no tocar la mano herida para evitarle más dolor, cogió el rostro de su señor entre sus manos y le habló bajito

- No se de política. No tengo tacto, lo sabéis bien. Por eso te necesito ahora. Todos, en realidad. Necesitamos que seas el líder diplomático e inteligente que eres. Aquel que sabe lo que hay que hacer en todo momento. Arisa ayudará a nuestra Sachiko. El resto dependemos de ti -

Con los ojos pegados a la mira del cañón observo lo que pasa fuera y soy consciente de que ahora mismo ese puñetero sitio es un polvorín, sólo falta añadir una chispa para que todo se vaya por el aire. El primer damnificado va a a ser sin duda el mecánico, y estoy intentando pensar en cómo puñetas debo actuar cuando la chibi hace algo. Algo tan horrible que me da una sonora arcada, y me aferro a los controles procurando no vomitar. 

Nada de lo que está pasando está ayudando a calmar los ánimos, pero confío profundamente en Mogami-sama para que nos pueda sacar con bien de ésto. Mientras sigo intentando razonar lo que acaba de hacer esa cría (que apenas levanta medio palmo del suelo) me doy cuenta de que el cañón que estoy manejando puede ser considerado la amenaza final para que todo el mundo abra fuego, así que suspiro mientras con mucha suavidad dirijo el cañón para que apunte hacia otro lado, pasando de un gesto de clara amenaza a la posición de descanso y dejando claro que no seremos los primeros en disparar.

Tampoco soy imbécil, así que mantengo ambas manos fijas en los mandos y la vista concentrada en las posiciones y respuestas de los que están parlamentando fuera, totalmente preparado a proteger a mis compañeros a base de plomo de ser necesario...

-"¡Me cago en la puta!"-exclama cuando aquel gilipollas estalla.Un silbido sale de sus labios al ver el enjambre de mariposas aunque no se mueve de su sitio e incluso se relaja un poco al ver que el cañón enorme se gira para dejar de apuntarlos.

Sus ojos se clavan en su capitán y en la mujer que parece conocerle y lentamente levanta su arma para apoyarlo en el hombro con el cañón apuntando al cielo.Al parecer y para su desgracia al final no habrá disparos,Izume es bueno en esas cosas y sabe dialogar por eso es el capitán.Si por ella fuera ya se habrían liado a tiros pero al fin y al cabo a veces la diplomacia ganaba.

Se acercó a Izume mientras que la enana cogía con dulzura la cara de su señor Esa se lo folla fijo,aunque yo también lo haría,está to bueno el tío y observó con cierto aburrimiento cómo le hablaba con dulzura antes de fijarse en Izume e interrogarle con la mirada ¿Te tirabas a esta sosa? parece preguntarle antes de girarse hacia el enorme hombre que ahora mismo es lo que le parece más amenazante

Arisa entrecierra los ojos con lágrimas en ellos, peleando contra la marabunta de mariposas que surgen desde el interior de Sachiko y se meten por su boca mientras ella lucha por escupirlas y apartarlas de sí. Oye el grito de la niña a su lado con rabia, con odio, y la joven también empieza a gritar contagiada por la desesperación. Junto con el grito, comienza a pasar la vida de Sachiko, de todo el horror que ha vivido en tan pocos años, de todo el odio que ha ido acumulando poco a poco hasta soltarse en ese momento. Esos sentimientos que...

- No deberían estar ahí.

Arisa abre los ojos, para encontrarse con un silencio inusitado. La sala la reconoce como una de las muchas que había en el palacio de su familia. Su hogar, antes de que partiera en la Ryugujou. La voz que ha sonado es firme y en un instante la psíquica se encuentra con una mirada más autoritaria incluso que esa voz femenina. En un gesto aprendido, Arisa inclina la cabeza en señal de disculpa al tiempo que comienza a sentir la tensión de esa mirada sobre ella, juzgándola y recorriendo cada rincón de su mente sin cuidado ni piedad alguna.

Haruhi Furuhashi, su abuela materna, suelta el humo de su pipa lentamente antes de volver a hablar.

- ¿Es que no me has oído, niña? Eso que sientes no debería estar ahí.

Arisa escucha entonces unos sollozos, la voz de una niña llorando a su lado. Lentamente levanta la cabeza y se ve a sí misma, con la misma edad que Sachiko, haciendo todo lo posible por limpiar sus lágrimas con las mangas del kimono. Sus ojos están totalmente enrojecidos y su rostro se contrae en una mueca de dolor cada vez que pasa la tela sobre sus párpados, como si llevase horas así. 

- L-lo siento... no puedo pararlo... - solloza la niña Furuhashi - Les oigo gritar... Están sufriendo. Están... muriendo. - la pequeña se abraza a sí misma, aterrada, mientras los gritos a kilómetros de allí se siguen oyendo en la estancia en silencio. La sangre salpica la alfombra todavía limpia y no desaparece hasta que su abuela da una sonora palmada en la mesa.

- ¡Claro que están sufriendo! ¡Se lo advertimos y esos ignorantes han decidido que el destino les quite sus vidas! - el rostro de la mujer sigue imperturbable aunque haya alzado el tono, sin mostrar rabia alguna - Esos sentimientos que tienes no te pertenecen, no te puedes dejar llevar por ellos. Debes controlar tus emociones. Si no lo haces, nunca llegarás a ser una psíquica digna del apellido Furuhashi.

- Pero... Si les ayudamos estarán bien y... - la voz de la pequeña Arisa vuelve a callar ante un gesto de ceja de la mujer - S-sí, Obaa-sama. Me controlaré...

- Bien. - Haruhi separa la mirada al fin - No lo olvides, niña. El destino protege a aquellos que de verdad lo merecen, aquellos a los que les otorga el don de...

- ¡ESO ES MENTIRA!

Weight of the World

Su propio pasado se detiene en el instante en el que Arisa grita. Sus ojos están enrojecidos por la rabia y las lágrimas y sus puños tiemblan. En el otro lado de la mesa ve a Sachiko, todavía con los ojos sumidos en la oscuridad.

- El destino del que tanto hablas me ha traicionado. Me ha engañado y me ha hecho matar a quien debía proteger. El mismo destino que ha hecho que Sachiko se pase la vida sufriendo. ¿Es que acaso no se lo merecía? ¡Es sólo una niña! - Arisa la señala con el brazo, dándose cuenta de que también se refiere a ella misma - El destino no protege a nadie, ni nos ha dado este "don". Nosotras somos las lo hemos conseguido y las que podemos defendernos, nosotras tenemos el control de nuestra propia vida. No fue el destino el que me trajo a la Ryugujou. ¡Fui yo! - chilla rompiendo en sollozos. Una sonrisa se forma en sus labios mientras asiente, feliz de haber burlado a su abuela de esa forma - No soportaba estar más aquí y mentí al decir que tuve la visión. Me lo tomé como un deber al principio. Pero ahora sé que me ha servido para resucitar esos sentimientos que tú te empeñabas en aplacar. He sentido tristeza, dolor, miedo, odio... Pero también me he sentido feliz. He sentido lo que es tener amigos, alguien en quien confiar, incluso alguien de quien enamorarse y ahora... tengo una nueva familia. Una que no me quiere sólo por mis poderes o por mi honor ni tiene lazos de sangre conmigo. Pero es una familia que se preocupa por mí y eso es algo que nunca podría tener contigo.

La señora Furuhashi tiembla, distorsionando la visión del pasado, y gira la cabeza hasta mirar a la Arisa real. Abre los ojos y la boca poco a poco pero la visión desaparece antes de que pueda articular algún sonido, dejando que la oscuridad reaparezca y lo rodee todo. Arisa suelta un suspiro y deja caer los hombros junto el resto de su cuerpo, con la figura de Sachiko frente a ella. Sus gritos se oyen amortiguados, lejanos, como un eco en ese espacio vacío. 

- Sachiko-chan. - habla, sintiendo su voz ahogada por el vacío - No puedo decirte quién te hará daño en este mundo, ni quién es bueno o malo. Incluso las personas más cercanas pueden hacerte sufrir. Pero lo que sí puedo decirte es que no sólo existen las cosas malas. Recuerda el tiempo que has pasado en la Ryugujou, con Mogami-sama, con Yûki-san y Chihiro-san, con los soldados, con todos los que se han portado bien contigo... Todos están esperándonos y necesitan que les ayudemos ahora... Saben que eres muy fuerte. Puedes parar esto. Estoy segura de ello... Onee-chan.

Arisa le toma las manos a Sachiko y apoya la cabeza sobre ella, sonriendo con dulzura. Sus manos comienzan a brillar de forma tenue y cada vez más intensa. Como si de palpitaciones del propio corazón de ambas, la claridad sigue creciendo, amenazando con acabar de un destello con la oscuridad que las rodea...

¡NO, NO, NO! - Sachiko se revuelve histérica en los brazos de Arisa. Las mariposas aletean con fuerza en el interior de la psíquica destrozándola desde dentro. Su boca se llena de la sangre de sus entrañas laceradas. Su cara se mancha de sangre cuando le explotan los ojos y le revientan los oídos. El dolor es desgarrador, pero Arisa tiene la garganta tan destrozada que no puede ni gritar...

- Sach...

Es lo único que consigue decir Arisa antes de que su interior explote por la tormenta de mariposas negras. El dolor es intenso pero la psíquica no puede permitirse ni siquiera el lujo de gritar. Sus ojos se tiñen de rojo y el escozor aumenta por la sal de sus lágrimas, dejando el cuerpo de Arisa temblando entre el dolor y las mariposas. Por favor... ¡PARA! Su cuerpo se derrumba hacia delante, cayendo sobre Sachiko.

En ese momento, Arisa trastabilla y da un par de pasos hacia delante, manteniendo el equilibrio. Rápidamente se palpa la cara y la boca, sin sentir sangre en ellas. Estoy... ¿muerta? La oscuridad que hay a su alrededor no le permite ver nada, pero es como si no fuese del todo real. Es una oscuridad que se mueve, no un manto espeso. Aleteos suenan por todas partes, creando un eco caótico y aterrador. 

Un gruñido suena a su lado y un kabane surge de la oscuridad. Sin brazos ni piernas, avanza rápidamente por el suelo abriendo su boca de una forma imposible e impulsándose sólo con sus dientes. Un grito se oye y la oscuridad de mariposas se abalanza sobre él, dejando tras de sí una enorme mancha de sangre. ¿Sachiko? A medida que Arisa avanza, las manchas de sangre se repiten cada vez más, formando una especie de círculo alrededor de la niña asustada que se tapa la cara con las manos. La psíquica se acerca lentamente hasta quedarse a una distancia prudencial, frente a ella.

One Summer's Day

- Sachiko-chan... - la llama ella, sin estar muy segura de si su voz se oye por encima del aleteo de las mariposas. Si la visión que he tenido antes no era ella... ¿Ésta me escuchará? - Tienes que salir de aquí. Sé que tienes miedo y temes que los demás te hagan daño, pero no puedes darle todo el control a tu poder... a tus sentimientos. Sé que lo llevas dentro, igual que yo llevo sufriendo con mis poderes desde que nací. Cualquier muerte de este mundo me hacía llorar y sufrir y sólo quería que terminase... Quería protegerlos. Igual que tú quieres protegerte ahora. Y estoy segura de que también quieres proteger a los demás de la Ryugujou. - Arisa sonríe con dulzura y se acerca un par de pasos más, sin importarle que pueda hacerla daño - Es normal que sientas odio. Es normal que sientas cualquier cosa... Pero si te dejas llevar por ello, no podrás ayudar a los que de verdad te importan. A la gente que quieres. - Arisa vuelve a acercarse hasta sentarse con las rodillas en el suelo, frente a ella. Esta vez la mira algo preocupada - Tú también has tenido las pesadillas, ¿verdad? Si no vuelves, no podremos ayudarles y nuestros amigos lo pasarán mal. No me importa que uses tu poder mientras sea para ayudar, pero no puedes dejar que tome todo el control. Las mariposas... tu odio... puede hacer daño a los que te importan sin que tú lo quieras. Pero podemos arreglarlo. - Arisa vuelve a sonreír - Podemos arreglarlo si salimos de aquí, juntas. Allí fuera no estarás sola y los demás seguro que se alegran de que estés bien. Y yo sé que no lo he hecho bien y nunca he tenido a nadie a quien cuidar pero... Te ayudaré en todo lo que necesites. ¿Vale, Sachiko-chan?

Arisa extiende los brazos hacia ella, esperando que la pequeña reaccione o que las mariposas terminen por verla como una amenaza. Sus propias manos se vuelven cada vez más tenues, como si su conexión se estuviera perdiendo poco a poco, pero Arisa no desiste en su empeño. Aunque muera, si consigo devolverla a la normalidad... Habrá valido la pena.

A pesar del rechazo, Arisa sigue insistiendo. A pesar del dolor, Arisa sigue luchando. Cegada, ensordecida y con el cuerpo desgarrado por los furiosos insectos, Arisa aún consigue hacer un último esfuerzo por llegar hasta Sachiko.

La niña está de rodillas, llamando a sus padres sobre un suelo inundado de sangre. Sin embargo esta vez no es Maruo el que acude a arrastrarla del pelo hacia el infierno, sino una cansada Arisa que le tiende la mano a pesar de todo el daño que le ha hecho.

¡Lo... LO SIENTO, ARISA-SAMA! - dice abrazándose a sus piernas - ¡LO SIENTOOOOOOOOOOOOOOOOO!

Después, todo es oscuridad.

Tomohiro se deja arrastrar por Yûki sin dejar de mirar el enjambre que zumba furiosamente y el charco de sangre que empieza a gotear desde la plataforma del vagón hasta el suelo.

No se de política. No tengo tacto, lo sabéis bien. Por eso te necesito ahora. Todos, en realidad. Necesitamos que seas el líder diplomático e inteligente que eres. Aquel que sabe lo que hay que hacer en todo momento. Arisa ayudará a nuestra Sachiko. El resto dependemos de ti 

Tomohiro desvía la mirada del enjambre hacia Yûki, después hacia Shimazu, Hideo y finalmente a los guardias de Okayama.

Tienes razón - le dice a Yûki - Lo siento.

Se pone en pie escondiendo la mano herida en la manga del kimono - Izume-taisa. La niña que ha matado a vuestro subordinado es mi hija, por lo que asumiré toda la responsabilidad. Sólo te ruego que me permitas quedarme hasta ver si la Furuhashi que ha acudido a socorrerla consigue rescatarla de su locura - se inclina en un gesto de súplica - ¡Por favor!

Está bien - concede Izume - ¡No soltéis a los kabane!

Luego se inclina para susurrarle algo a Sakura...

Prepara una de tus bombas - le dice al oído - Si ese enjambre no se disuelve o la niña no consigue volver a sus cabales quiero que la vueles en pedazos. No podemos tener semejante peligro suelto por la ciudad.

En su mirada Sakura puede ver la profunda tristeza y vergüenza que le produce haber dado semejante orden...

El enjambre se disuelve tan rápido como ha aparecido. Las mariposas negras echan a volar y se desvanecen en el aire revelando una terrible y grotesca escena. La niña, de rodillas, sostiene a una Arisa muy malherida e inconsciente. La sangre le baña el rostro procedente de sus ojos explotados y sus oídos y nariz reventados. Ni tan siquiera parece respirar.

¡Arisa! - chilla la niña - ¡ARISA! - rompe a llorar a gritos - ¡Otou-san!(1) ¡OTOU-SAAAAAAAAAAAAAAAAAAAN!

¡Sachiko! - Tomohiro se separa de Yûki y corre a abrazar a la niña

¡A... ayúdala, Otou-san! - grita ella - ¡Ayúdala por favor Otou-saaaaaaaaan!

¡Que alguien nos ayude! - suplica Tomohiro - ¡Id a buscar a la doctora!...

Cuando el enjambre de esas jodidas bestezuelas se disipa se me seca la boca al ver lo que estaban escondiendo, y lo que pasa a continuación. En un espasmo nervioso me incorporo con brusquedad, golpeándome la espalda contra el sillón del cañón mientras no dejo de soltar tacos. Creo que la ha matado, joder es que la ha matado delante de todo el mundo.

Nunca corro. No me parece adecuado porque en una hayajiro el que alguien corra suele ser síntoma de que hay un fuego sin controlar. Al menos nunca había corrido hasta ahora, que recorro a toda velocidad la hayajiro desde el vagón 10 (el del artillero) hasta el vagón 4 (dónde supongo que está nuestra doctora) mientras no dejo de llamarla por si acaso en un extraño milagro está cerca y puede oírme. Necesito llevar a Chihiro fuera cagando leches.