Partida Rol por web

Claro, adelante - dice Tomohiro - Muchas gracias por tu lealtad, Furuhashi-san.

Arisa no necesita buscar mucho para localizar a Sachiko. La niña está en la planta baja del mismo vagón asomada a la puerta abierta del camarote de Yûki. Del interior sale una nube de vapor que huele a sangre putrefacta...

Hideo ya es capaz de ponerse en pie cuando Arisa se asoma por la puerta junto a la pequeña Sachiko. Aunque no lo necesita para ver el deplorable estado del kabaneri, con los ojos enrojecidos por la sangre y su olor a carne quemada mientras Suzume y Takeshi lo frotan con fuerza bajo el potente chorro de agua. Las ropas del mecánico están hechas un batiburrillo tirado de cualquier manera.

¡Permiso! - dice Chihiro entrando en el camarote. En sus manos lleva una pesada máscara antigas que se apresura a poner sobre la cara de Hideo, colocándole después unas gafas.

Eso debería bastar - dice la doctora - Aunque también deberías ponerte un mono cerrado. Cuanta menos piel tengas expuesta al veneno, mejor...

El tiempo que tarda Tomohiro en contestar se hace interminable para Isae. Cuando por fin lo hace, su voz suena firme y calmada.

No te preocupes, Untenshu-san. Confía en Natori-san. Ella sabe qué hacer.

¿Qué? - susurra Kagura, estupefacta - Pero si sólo hicimos ensayos...

Ahora más que nunca necesito que las dos mantengáis la calma - sigue diciendo Tomohiro - Tenemos que repostar agua y combustible sin ayuda mientras repelemos el ataque de los kabane, y después tendréis que sacarnos de la estación lo más rápido que podáis. No os pido más, pero tampoco menos. Cuento con vosotras...

La Ryugujou sigue aminorando, preparándose para entrar en la estación de Shimonoseki cuando Tomohiro hace un anuncio por megafonía.

Atención, tripulantes de la Ryugujou. La estación de Shimonoseki, nuestra próxima parada, ha sido invadida por los kabane. Nos detendremos allí el tiempo justo para repostar el agua y el combustible que necesitamos. Todo el personal que no esté relacionado con las labores de repostaje y la protección de la Ryugujou debe permanecer en sus respectivos vagones con las puertas cerradas hasta nuevo aviso.

Por toda la hayajiro los tripulantes cumplen las órdenes del noble: los soldados recogen sus armas de la armería mientras los demás tripulantes se encierran en sus camarotes. Con un feroz chirrido de los frenos y varios siseos de vapor, la Ryugujou se detiene en el lugar preciso de las vías para poder repostar. A su alrededor el panorama no podría ser más desolador: edificios carbonizados, columnas de humo saliendo de varios incendios, los gemidos de los kabane y de vez en cuando algún que otro disparo. La invasión de Shimonoseki ha sido reciente. Lo único que no se puede explicar es la niebla azul que parece matar a los kabane por contacto y que los convierte en propagadores de incendios durante el tiempo que tardan en morir...

-"¡Me cago en la puta!"-exclama al ver el panorama mientras su corazón comienza a latir furioso al pensar en lo que estará sintiendo Izume

Sin perder un instante corre de vuelta a la armería juntándose con el resto de soldados que hacen lo mismo que ella para coger las armas y dirigirse al vagón de oficiales.Tras una rápida llamada a la puerta Sakura entra

-"Señor ¿qué hacemos?Nos dirigimos a una puerta cerrada y no hay nadie para abrirla,puedo destrozarla si quiere"- dice al oficial al mando mientras con la mirada busca ansiosa a Izume 

"¿Dónde te has metido?" piensa tratando de centrarse en las órdenes

No hubo tiempo de replicas ni de exigir más respuestas. Se dió la vuelta y se marchó, sin llegar a ver como el rostro de la joven se contraia de dolor mientras se llevaba una mano al pecho. De pronto, todo lo que era ella se desdibujaba en el aire. Su forma de ser, moldeada a partir de aquella traición para no salir dañada de nuevo, de querer ser siempre fuerte, dura, irrompible, no mostrar sentimientos demasiado intensos....

¿Se había equivocado en todo?¿Había hecho mal sus elecciones?¿Tendria que haberle dado ese tiempo a pesar de pensar que era un traidor?

Comenzó a sentir que no podia respirar y sus piernas ya no le sujetaban, obligandola a que sus rodillas buscaran el apoyo del suelo. Se inclinó hacia delante mientras de sus labios brotaba el gemido de un animal agónico, buscando ese aire que tanta falta le hacia.

Escuchó a su amado Tomohiro pero no podia acudir a su lado. El pecho le dolia mientras pensaba que ya no sabía si podria ser la misma.... ahora era ella la que necesitaba ser salvada.

Mientras mi amigo se pone de pie lo observo por si acaso necesita ayuda, no vaya a ser que se maree. Mientras no dejo de intentar sacarle el veneno de la piel, y sólo paro de frotar cuando Chihiro entra en el camarote. Tras dirigirle una breve sonrisa de agradecimiento a la chica espero un momento a que la máscara empiece a ayudar a Hideo y luego asiento a la recomendación de la doctora. Por un segundo miro con gesto levemente culpable la ropa del mecánico, empapada y rota en nuestra prisa por sacársela de encima. Con tranquilidad le paso un par de toallas.

-Con ésto podremos salir del camarote, y puedes usar mi chaqueta.- Comento como si el tener puesta una máscara antigas y unas gafas fuera lo más normal del mundo. Levanto la cabeza al escuchar a Mogami-sama por la megafonía, y suelto un suspiro.- Yo voy a ver si nuestras conductoras necesitan un par de manos extra, pero si tú quieres esperar aquí y recuperarte un poco más siempre puedo traerte un mono de repuesto, guantes y una de las gorritas que usáis cuando estáis en las máquinas...- Comento con un tono de interrogación, cuanta menos piel al aire mejor...¿no?.- eso debería protegerte la cabeza del veneno.- Me encojo de hombros mientras me pongo de pie y miro primero a la doctora y luego a mi amigo, intentando comprobar si se está recuperando. En caso contrario no va a salir de la ducha, así tenga que atarlo a una tubería.- Y si te encuentras bien siempre puedes venirte conmigo y así Kagura se tranquilizará al verte...-Me quedo parado un momento y luego bajo un segundo la cabeza, toda la tensión nerviosa desvaneciéndose lentamente.- Joder, vaya susto nos has dado, Hideo...

Isae no dudó al escuchar a Tomohiro-Sama - ¡Hai, así se hará señor! - respondió. Dudó unos momentos, pensativa ante algo antes de separarse del conducto de transmisión de voces*.
 

Ahora venía lo más complicado. Habían ensayado ésto varias veces, pero no en una situación real tan dantesca como ésta. Lyashi se armó de valor y se preparó para salir al techo del tren para cumplir su prometido. - Vamos Kagura-chan, hagamos ésto como nos ha pedido Tomohiro-Sama. - miró a su compañera y se percató de que estaba asustada, lo cual era perfectamente normal. Isae tenía a Korusu, pero ella no. - Y si te portas bien....te buscaré un buen hombre, que te desestrese por las noches, que eres muy joven para estar tan desaprovechada....y bonita. - le dijo en tono medio en broma, medio en serio, para quitarle hierro al asunto.

Estaba preocupada por el estado de Hideo, pero dado que no la habían llamado a voz en grito, suponía que Arisa se habría ocupado de él o que habrían podido quitarle ésa niebla azul de encima, o el veneno ése que decían que tenía...a saber.

Arisa se asoma rápidamente, preocupada porque Sachiko esté allí y se prepara para lo peor. No debería haber atacado de nuevo, no debería haber motivo para ello... Sus pensamientos se cortan cuando se encuentra con que el herido esta vez es Hideo. Su cabeza se alterna entre Sachiko y él, intentando buscarle una explicación y todas las que puede imaginar son catastróficas. 

Se aparta repentinamente al ver que Chihiro entra allí y le coloca una máscara de gas, dándose cuenta en ese momento de que el mecánico está desnudo. Totalmente avergonzada, se lleva las manos a los ojos por inercia hasta que se da cuenta de que éstos no son el problema en su caso, y procede a tapar los de Sachiko con la manga de su kimono, abrazándola por detrás en un intento de apartarla de allí.

- ¡¿Qué... qué ha pasado?! ¿Veneno? - pregunta confundida a los presentes, reparando entonces en que Takeshi también está allí aunque ni siquiera le ha dirigido la palabra - ¿Estamos en peligro? ¿Debería avisar a Mogami-sama? 

Poco a poco voy recuperando las fuerzas y consigo levantarme mientras termino de escuchar al ingeniero y suspiro aliviado hasta que escucho su puya final.

- Sin duda sería una compañía más agradable que la tuya...- comento siguiendo su tono divertido.- Pero en serio yo solo puedo terminar de lavarme, no hace falta que haya tanto públi...- y justo en ese momento escucho la puerta abrirse y entrar Furuhashi-hime y actúa como si nunca hubiese visto un hombre desnudo, aunque por otro lado es la única que se preocupa de que la niña no vea cosas que no debería, suspirando le contesto -El único en peligro soy yo, parece que lo que haya fuera solo afecta a los de mi condición. - Y por si fueramos pocos acto seguido entra Ueno-san con la máscara que había nombrado Takeshi antes.- Por favor, ¿queda alguien más? Seguro que Tomohiro-dono se muere de ganas de apuntarse a disfrutar de las vistas...- estallo sarcástico por un momento.- Lo siento, pero en serio que estoy bien. Termino de limpiarme y vestirme y voy contigo a comprobar que ninguna de esas dos decide destruir el obturador, da igual las veces que se lo digamos siguen pensado que la Ryugujou puede con todo...

La calma antinatural de la estación es repentinamente rota por el poderoso silbato de la Ryugujou, avisando a los supervivientes que en los andenes les aguarda un posible rescate... y a los kabane de que han llegado presas frescas...

Cuando Arisa lleva a Sachiko al camarote de Tomohiro la niña se lanza a abrazarlo - Muchas gracias, Furuhashi-san ¿Sabes dónde está Koizumi-san?

Estaba con el tonto de Izume-san, en el comedor - contesta la niña - Le ha hecho daño, Otou-san.

¿De qué estás hablando? - pregunta Tomohiro - ¿La ha atacado?

Sachiko niega con la cabeza - Le ha dicho cosas. Cosas dolorosas, de esas que hacen llorar a los mayores.

Voy a buscarla - dice Tomohiro levantándose - Furuhashi-san, cuida de ella por favor. Sachiko-chan, obedece en todo a Furuhashi-san ¿De acuerdo?

Tomohiro sale corriendo del camarote dejando a Arisa a solas con Sachiko. La niña baja la mirada para no ver la venda que le tapa las cuencas vacías de los ojos - Lo siento mucho, Furuhashi-sama. No me odies, por favor...

Los soldados de la Ryugujou se despliegan siguiendo las órdenes de Shimazu. Pasan junto a ella sin dedicarle una segunda mirada. Yûki se retira para dejarlos pasar mientras ellos toman posiciones para defender la hayajiro de las hordas de kabane.

¿Eh? - dice uno de los soldados - ¿No es ése el que se subió en Okayama?

¿A dónde se cree que va solo el muy idiota?

Déjalo. Los kabane le harán pagar por su deserción.

¡YÛKI! - se escucha de pronto la voz de Tomohiro. Los soldados dejan inmediatamente la conversación y sacan los rifles por las troneras.

¡Yûki! - vuelve a llamarla Tomohiro, más tranquilo al haberla encontrado. Al llegar hasta ella la rodea con sus brazos ocultándola de los soldados - ¿Qué te ha pasado? ¿Estás bien?...

Hideo, Suzume y Takeshi se reúnen con Isae y Kagura en el techo del vagón de soporte, donde las dos mujeres están alcanzando los tubos de los depósitos con pértigas y haciéndolos descender hacia las tolvas de la Ryugujou. Las protegen un grupo de cuatro soldados que barren los andenes con las miras de sus fusiles en busca de kabane. Sin embargo, todo lo que se ve está oscurecido por esa extraña niebla azul.

A pesar de la máscara antigas, las gafas y el mono cerrado Hideo no puede evitar sentir un profundo malestar por todo el cuerpo. Aunque la niebla ahora no lo esté matando sí que lo deja debilitado y con sus sentidos embotados.

¿Asano-san? - le pregunta Kagura - ¿Te encuentras bien?

¡Eh, mirad eso! - dice uno de los soldados. Su dedo señala en dirección a una figura que se aleja a la carrera de la Ryugujou, demasiado lejos como para poder distinguirla con la niebla.

Olvidadlo - les increpa Suzume - Mirad abajo.

Los andenes están plagados de cadáveres carbonizados. Algunos de ellos aún se mueven, gimiendo débilmente mientras sus entrañas humean y se achicharran por las llamas azules. Ninguno representa una amenaza pero su tormento hace que los soldados se asusten.

Pero ¿Qué demonios les está pasando? - pregunta Suzume - ¿Qué son esas llamas? ¿Y esa niebla? ¿Y por qué a Asano-san le ha afectado y a nosotros no?...

Pese a los temores de Sakura la Ryugujou consigue atravesar sin problemas la entrada de Shimonoseki y detenerse en los andenes.

Ya has oído a Mogami-sama - le dice el gigantesco jefe de guardias. Se levanta y se coloca la caldera de su rifle y su no-dachi a la espalda - Vamos. Nos pondremos en la pasarela elevada de este vagón.

Sakura sigue a Shimazu hasta la pasarela que rodea la planta superior del vagón de oficiales. Lo primero que hace Sakura es comprobar la entrada: sencillamente la han volado a cañonazos, lo que explica la facilidad con la que la Ryugujou entró en la estación. Después mira a su alrededor. Los andenes están plagados de cadáveres carbonizados, algunos de los cuales aún se mueven mientras sus entrañas arden con llamas azules. Ninguno de ellos representa una amenaza para la hayajiro ni sus tripulantes.

¡Ahí se mueve algo! - dice Shimazu. Sakura vuelve la vista y el corazón le da un vuelco.

Izume ha cogido sus armas y se dirige en solitario al interior de la estación...

Con su rifle preparado la militar espera encontrar más o menos lo que ve pero no está preparada para la horrible sensación que atenaza su estómago y oprime su corazón cuando ve a Izume andando hacia el andén

-"¡NOOOO!¡IZUMEEEEEE!"-sin esperar echa a correr tras él tratando de darle alcance y pendiente por si algo se le acerca a ella o al hombre pues no va a permitir que ninguno sea devorado por aquellos monstruos repugnantes-"¡VUELVE,IZUME!"-grita tratando de ¿qué?

"Joder,Sakura,con tus putos gritos vas a conseguir llamar la atención de todos los puñeteros kabane y que os maten a los dos" el pensamiento se filtra por ella como si le hablase alguien lejano al que no hace demasiado caso pues no se detiene y sigue corriendo y gritando hasta llegar a él

Arisa vuelve al camarote de Tomohiro, aún algo sonrojada por haber visto cosas que no debería. Ya no podré casarme... Aún consternada, asiente a Tomohiro sin prestar mucha atención, aunque lo que dice Sachiko la saca de sus preocupaciones. ¿Yûki? ¿Cómo que le ha hecho daño? La respuesta la deja aún más desconcertada, siendo incapaz de imaginarse a Yûki llorando por algo así. Pero si se conocían de antes... 

Asiente rápidamente a Tomohiro y espera a que se vaya del camarote, algo preocupada por él, antes de girarse hacia Sachiko. Ladea un poco la cabeza, extrañada, al ver que ella aparta la mirada, pero termina de comprenderlo cuando se disculpa. Hasta el momento no se lo había planteado, pero si ella misma se sentía tan mal por haber catapultado a Takeshi por error, Sachiko debía de sentirse mucho peor por ella. Con cuidado, se acuclilla para quedar a su altura y toma la mano de Sachiko entre las suyas.

- Daijobu, Sachiko-chan. No te odio ni estoy enfadada contigo. Todos nos equivocamos y provocamos accidentes sin querer... es cómo se aprende lo que está bien y lo que está mal. - dice con una sonrisa dulce, volviéndose algo más firme y girándose hacia ella, esperando que la mire - Precisamente, ahora sabes de lo que eres capaz. Y lo que puede ocurrir si no controlas tu poder. ¿Verdad? - espera a que ella asienta o haga algún gesto antes de mostrarse conforme con ella - Me vale con que lo entiendas, Sachiko-chan. Te ayudaré a controlarlo para futuras ocasiones, para que puedas defender a la gente que te importa sin hacerles daño por error. No te voy a mentir, yo no puedo hacerlo por ti. Dependerá sobre todo de ti, de ser valiente y de querer aprender a hacerlo bien. Pero estaré allí y te ayudaré como pueda, ¿de acuerdo?

Tras esto, vuelve a sonreírle y le da un suave abrazo, intentando confortarla. De alguna forma siente que eso es mucha presión para una niña tan pequeña pero termina recordando sus entrenamientos de cuando era niña, intentando predecir qué carta levantaría un sirviente en otra habitación, hasta que terminaba agotada y con dolor de cabeza. Pero no soy como ellos. No voy a hacer que ella pase por lo mismo. Por un momento, estruja más a Sachiko entre sus brazos, queriendo protegerla, antes de soltarla de nuevo sin que resulte incómodo. 

- Por cierto... Mogami-sama me ha contado que has tenido pesadillas con un demonio de ojos amarillos y pelo blanco. ¿Puedes contarme algo más de ellas, alguna cosa que recuerdes... por muy dolorosa que sea? - traga saliva y le apoya la mano en el hombro, intentando darle valor para contarlo. No sé si es buena idea de momento que sepa que ese demonio es real...

La máscara y el mono no eran precisamente cómodos pero aún así era más que preferible a desangrarme vivo. Me reajusto todo , incluida la gorra en la que insistió el ingeniero, para asegurarme que no hay ningún hueco y acompaño a Takeshi al techo del vagón. Apenas salgo fuera vuelvo a notarme algo embotado por lo que me apoyo un segundo en las escaleras hasta que me acostumbro mientras le hago un gesto a Takeshi para que no se preocupe.

- No es nada, la niebla me marea un poco pero el traje y la máscara funciona.- le tranquilizo antes de empezar a subir, arriba la situación es bastante normal salvo por la maldita niebla. Me sorprende lo rápido que Kagura me reconoce y a la vez me siento tranquilo de ver que realmente no le había pasado nada.

- Ya estoy mejor, no perfectamente pero mejor. Perdona por el susto de antes.- le contesto mientras la ayudo a alcanzar el tubo y termino por bajarlo.- Si quieres para no perder las viejas costumbres me encargo yo del carbón, al fin y al cabo me voy a tener que volver a duchar cuando entremos dentro.

En ese momento los soldados nos llaman la atención sobre un grupo de kabane en llamas. Definitivamente fuese lo que fuese esa niebla era lo que estuvo a punto de matarme. Y precisamente por ello ni me había dado cuenta hasta que Araki-san lo pregunta de que ella no conocía de mi condición.

- A mí me preocupa más el hecho de que hayan tomado la ciudad en ese estado, probablemente lo hayan soltado cuando ya era demasiado tarde. Pero si tenían un arma como ésta, ¿por qué esperar?- comento rápidamente intentando cambiar de tema.

En cuanto el mecánico me dice que está bien avanzo detrás de él negando con la cabeza suavemente. Él ya está ayudando a Kagura con el tubo, así que me acerco a la chica morena mientras me remango la chaqueta y la camisa, intentando no prestar atención a las cicatrices que mi excursión a través de la ventana ha provocado.

-Con permiso.- Con suavidad le quito la pértiga de las manos a Isae mientras le sonrío con gesto amable y termino de bajar el tubo, al fin y al cabo soy más alto que ella y me resulta un poco más fácil. Cambio mi voz a un tono de falsa dulzura dedicado a mi amigo- Hideo, a la menor señal de que te pones peor más te vale que bajes o te mandaré yo de una patada en el culo.

Miro a los kabane que están muriendo quemados con el ceño fruncido mientras mantengo el tubo de repostaje en su sitio y carraspeo. La verdad es que es un efecto interesante el de esa niebla azul, si no hubiera estado a punto de matar a un buen amigo.

-No sé por qué han esperado si contaban con semejante arma, yo desde luego no esperaría a que los Kabane traspasaran la muralla...- Miro la niebla azul y luego de nuevo a los Kabane. Supongo que Hideo no quiere responder a la joven soldado, y con razones.- Quizás necesitan que estén en un rango muy próximo para que haga efecto o algo...

Como un perro herido se encogió por inercia contra un lateral, dejando el paso libre a todos los soldados que entraban en aquel vagón y escuchando de lejos lo que decian. Su mirada asustada se alzó al escuchar a Tomohiro mientras seguía buscando la forma de controlar su respiración. Cuando la rodeó con sus brazos se aferró a él con desesperación, como si fuera una tabla salvavidas. 

Sentía un mar de pena en su interior pero las lágrimas no parecían querer brotar. - So - intentó inspirar con fuerza -  soy mala - jadeó enterrando su rostro en el pecho del noble - Perdóname - Ya no sabia si se lo decía a él, a Izume, o así misma. Se apartó con reticencia

- Tengo... tengo que ayudarlo - buscó su apoyó para incorporarse y poder salir tras aquel idiota de Okiyama....