Partida Rol por web

El posadero llegó con el mismo gesto apresurado que se había marchado pero trayendo ahora una jarra llena y dos vasitos desconchados.

- Aquí no tenemos pintas, caballeros, pero les dejo aquí una jarra de nuestro vino de la casa para que vayan sirviéndose - ofreció mientras se secaba las manos con un paño -. Y si buscan un techo y no son muy exigentes con las comodidades, ahí arriba pueden descansar. Tenemos una estancia amplia con jergones de paja. Y está limpio, que de eso estamos orgullosos. Si no les molesta compartir habitación, claro está, porque ya hay dos viajeros que han guardado un sitio. Si gustan, tómense una jarra y quédense a dormir, sólo les llevaré dos maravedís por cabeza. 

Mientras esperáis a que el posadero os atienda, tenéis tiempo de observar la concurrencia.

En la mesa próxima a la vuestra, hay un par de labriegos jóvenes con otro algo mayor que charlan animadamente mientras dan buena cuenta de lo que parecen ser unas gachas con cebolla.

En el barril más alejado de la puerta hay dos hombres bebiendo vino. Parecen serios y guardan cuidado de hablar bajo entre ellos.

En el barril más cercano a la entrada, un hombre, bien vestido, devora una costilla de cerdo tras otra. No debe ser su primera vez pues su oronda figura da muchas pistas. A su lado le escucha otro hombre mayor, casi diríamos viejo, mucho más recatado en sus formas y su apetito.

Que te parece Beltrán? cenados y dormidos y aun nos quedará algo de cobre para mañana, y desde luego con tan poco, no tenemos que padecer que nos roben jajaja. Incluso si alguno lo intenta,igual se lleva una sorpresa.

-Oye- le preguntó Onésimo en voz baja -Que dice el decálogo del buen ladrón, sobre robarle a otro de su condición?-

Que el dicho popular lo sabemos todos, 100 años de perdón, desde Aguilas hacia arriba y 1000 si lo cuentan desde Almería a Sevilla, que los andaluces ya sabemos que tienen mucho arte exagerando las cosas, jajajaja

_Pues me parece bien. Que tras tantos días durmiendo a la intemperie, habría dejado los tres sin quejarme.

Cuando Beltrán escuchó la pregunta de su amigo, hizo un nuevo repaso con su mirada a todo su entorno. ¿Habría visto algún movimiento sospechoso? ¿Realmente su amigo buscaba devolverlo a los viejos malos hábitos, como sospechaba?

_Pues no sé por qué me lo preguntas, Onésimo. Yo soy un hombre honrado ahora. Esa vida mía es de un pasado tan lejano que mis recuerdos no están muy claros -le respondió, con una sonrisa y un tono pícaros-.

Por si alguno se le ocurriera intentar "aligerarte" de peso a ti o a mi. Las habladurías entre las gentes es de que existe una especie de gremio de rateros, con sus normas y todo... Algo muy sorprendente si tenemos en cuenta que es una vida de caos y de desenfreno jejeje.

Bueno no me hagas mucho caso. Vamos a ver si el posadero sabe de algún trabajo...

Shh, Shhhheee. Eh, Maese Gregorio, nos quedamos esos jergones limpios que decís. Se lo pagaremos ahora con el vino y así saldamos la deuda.

Por cierto, no sabrá usted de algún trabajito, de alguien que esté buscando quien le arrime el hombro, verdad?

- ¡Bien, muchachos! Buena elección, no encontraréis lugar más apropiado que éste para descansar por poco dinero. Ni más limpio - insistió el posadero.

Desapareció un momento y volvió con otra jarra.

- Me han caído bien, tómense otra jarra a cuenta de la casa y cuando gusten pueden irse al catre, subiendo por aquellas escaleras encontrarán la estancia, no tiene pérdida porque es la única que hay. 

Con prisas volvió a la cocina a ayudar a la señora.

Beltrán pudo contenerse lo suficiente como para agradecer educadamente la jarra de vino, pero cuando Gregorio se retiró echó la carcajada.

_Bueno, te ha ignorado de una manera terminante, pero lo ha hecho trayendo una nueva jarra de vino, así que por mi parte está bien. Volveré a preguntarle yo mañana cuando despertemos, que posiblemente esté menos atareado que ahora. Quizás incluso podamos ofrecerle nuestra ayuda aquí mismo, que parece que a duras penas dan a basto los dos solos, al menos por las noches. En cuanto a lo otro... No existe tal cofradía, o no que sepa al menos, sino que hay reglas más regionales. Por ejemplo en algunos lugares no se puede trabajar de manera independiente, sino que alguien regentea a quienes pueden trabajar en un determinado lugar. O lo referido a poner a niños a robar. Respondiéndote, a menos que sea un niño, mejor que no se meta con nosotros si valora su salud. Ya sabes que yo robo o chucherías o a quien le sobra. Nunca robaría a alguien como nosotros. Y ahora a prestar atención, que si no conseguimos trabajo por el posadero, quizás sí por los parroquianos.

Disimuladamente, Beltrán puso atención en las conversaciones a su alrededor, sobre todo esa conversación en el barril 2 que se llevaba adelante en voz baja. No llegaría al punto de leer labios, que no quería llamar la atención mirando demasiado fijo.

Si, ya veo que he sido ignoto. A ver si a la hora de pagar también me ignora igual!!! 

Como había sugerido su compadre, se relajó tomando la nueva jarra y brindando de vez en cuando, con Beltrán, por la Buena Fortuna unas veces, por la Caridad otras y por la Esperanza al final. Todo ello sin dejar de poner el oído en las conversaciones que les rodeaban, pues era cierto que a veces tales cosas eran la clave para saber a que atenerse.

Como Alguacil y guardia de las villas, Onésimo había aprendido a usar su oído, ya que en la noche y ante la oscuridad, todos los gatos son pardos, y era difícil discernir entre las sombras, pero en el silencio de la noche, quizás roto solamente por el sonido de los grillos, oir era más resultón.

Sabes Beltrán, yo tengo un truquito para cazar a los asaltantes. es algo sencillo, y no es nada caro... Yo siempre tengo a mano unos pocos "abrojos" o branquillones secos. De esos que son buenos para empezar una hoguerilla, tu ya sabes no?

Pués como te iba diciendo, que con eso, lo suelo esparcir, y en la oscuridad, como no se ven, pues el raposo que pretende pasar desapercibido, ZAS!!! pisa alguno y se delata. Claro, siempre que los pongas en sitios que no es normal que haya eso... jajajajaja. Si es que sabe más el Diablo por viejo que por Diablo...

_Claro, eso es fundamental, ponerlos en lugares estratégicos. No hacerlo puede ser un problema. He visto a personas caer incluso en su propia trampa, o pelearse con amigos que caían en ellas, que inocentemente se acercaban a saludar. Afortunadamente hasta ahora siempre me he salvado de eso.

Apuraban el vino Onésimo y Beltrán y entre trago y trago iban oyendo lo que los otros clientes comentaban.

El orondo comensal le explicaba a su compañero cómo había ido echando a los sirvientes de su casa uno a uno. Al principio por sospechar que le robaban y luego por otras razones. Juraríais que ha nombrado a un tal Marcial como uno de los sirvientes despedidos.

Los campesinos hacen chanzas acerca de alguna moza del pueblo a la que sin duda desean conocer más a fondo.

Los hombres que hablan en voz baja parecen poco comunicativos, se miran poco y se hablan menos. Su semblante es serio, grave se diría.

Onésimo solo oía murmullos, altos sí, pero sin entender nada de lo que decían todas las voces mezcladas. Y tampoco pudo observar nada raro. Quizás lo más extraño era el comportamiento tan diferente de los tipos de la 2, pero tampoco molestaban a nadie. Ser parcos o incluso antipáticos no era delito.

En la mesa de los hombres serios escuchas hablar acerca de la desaparición de dos chiquillos y dos mozas del pueblo. Al menos uno de ellos tenía cierta cercanía con las víctimas y se le percibe gravemente afectado por sus palabras.

_Onésimo, ¿has escuchado? Aparentemente dos chiquillos y dos mozas del pueblo han desaparecido, y aquel creo que era muy cercano al menos a uno de ellos. Y el gordinflón necesitará nuevos sirvientes. ¿Es el tipo de trabajo que quieres? Podríamos acercarnos a él.

Beltrán hablaba en voz muy baja, para que nadie más que su amigo escuchara.

Cagón en el rabo de satán, como has podido oir todo eso? Si hay mas ruido que en medio de una caravana de carretas con los ejes sin engrasar...

Pues sinceramente, no me veo de sirviente, llevando cofainas y todo eso... pero quizás podríamos hablar con ese a ver que sabe de los desaparecidos y salir en su búsqueda. Igual no hay recompensa, pero nos podremos ganar el respeto de mas de uno, y nos será más fácil conseguir algo mejor, y seguro que comer comeremos...

Además, mejor no tentarte con meterte en una casa, que luego las manos se te van... Todo cambio precisa de un tiempo, y tu estas como un higo. Verde super verde... jajaja. Pero se que haré de ti al ladronzuelo más buena persona de la comarca.

Los tipos que has oído hablar de desapariciones tienen aspecto humilde. Unos treinta años, la piel curtida por el sol. No es de la clase de gente que ofrece recompensas, aunque impide que pudieran llegar a ser tan agradecidos como cualquiera a quien le  quitan un pesar o le resuelven un problema 

Por un momento Beltrán cambió su gesto. No era el primer comentario de Onésimo en ese sentido. Efecto de la acumulación, o del cansancio del día, o del efecto que el vino pudiera estar haciendo, mostró su malestar al respecto.

_No me haces más fácil confiar en mí mismo, en que puedo tener una nueva vida, distinta, si a cada rato vas a estar señalando que en cualquier momento recaigo en los viejos hábitos.

No sonaba enojado, sino más bien era un sentimiento parecido a la frustración. De todos modos no le dio vueltas al tema. Sabía que Onésimo quería volverlo un buen hombre, pero partiendo de la base de que él mismo no se consideraba malo, no le parecía necesario hacer esos señalamientos a cada rato.

_Déjalo, no importa. ¿Quieres que vayamos a hablar con esos tipos? O quizás deberíamos hablar antes con Gregorio.

Disculpa Beltrán, no quería ofenderte. Tanto celo por mi parte, no es bueno, tienes razón. Tema zanjado.

En cuanto a quien acudir primero, se me antoja mejor ir a por los lugareños, y dejar como último recurso a Gregorio, que a buen seguro, lo que pueda ofrecernos este hombre, lo tendrá hoy como mañana o dentro de 15 días.

Onésimo pensaba que averiguar algo cobre los desaparecidos, les haría ganarse la confianza de la gente del pueblo y su respeto...

Podemos acercarnos o pedirle al posadero que les diga de venir y juntarnos todos en la mesa, para brindar y conversar del tema.