Partida Rol por web

La sangre mana de su muslo, tiñendo el azul de escarlata, que se abre en el kimono como una gran flor de muerte. Pero Yugure no piensa ahora, simplemente se mueve, debe dejarse llevar por su sentido del Iaijutsu, por el kami de su katana.

Y lo hace, aunque el dolor puede con su mente, y la vence.

Si bien en ella ha dibujado la trayectoria firme de la hoja de acero al describir un arco sesgado, que sorprenda al bushi por el costado aprovechando la postura en que ha quedado al hundir su espada, un espasmo traiciona su intención. Y el golpe se pierde, deslizándose el filo por un regrueso de la armadura, inútil... sin éxito.

Todo sucede en una fracción de segundos, tras unos violentos y precisos tajos uno de los bushis cae , pero las filas estaban muy apretadas y Emiko no tiene suficiente espacio para maniobrar sin que el otro que quedaba del lado de los recién llegados le impida atacar directamente al shugenja.

Ataco entonces al que estaba al lado del que ha abatido Ryu, y hago ataque total.

Me acerco corriendo, decidida, con la katana en alto dispuesta a matar, pero Ryu de detiene antes de lo previsto y por no herirle me devío de la trayectoria y fallo el ataque por unos escasos centímetros... ahora mi cuerpo queda expuesto al ataque del bushi enemigo...

Los bushis que procuran manterner un círculo que proteja al shugenja abren su cerco para enfrentarse a los recién llegados. El que ha sido agredido por Emiko trata de alcanzarla con sus golpes pero la joven consigue eludirlos con su propio filo y se mantiene un intercambio bastante igualado de estocadas, mientras uno de los que estaban cerca de Yugure protegiendo al shugenja se enzarza en combate con Ryu, logrando el experto León evitar sus golpes con quiebros disciplinados.

El oponente de Yugure, animado por la herida que ha conseguido inflingirle, alza su katana y trata de alcanzarla varias veces, sin éxito.

Natsuki, buscando la calma en los años de práctica y en su propio orgullo herido por el primer fallo, respira y suelta su flecha hacia el objetivo. Esta vez la madera crecida en tierras unicornio encuentra su ruta con certeza y va a clavarse en el costado del shugenja enemigo. No es una herida tan directa que haya podido traspasar un órgano, pero sí se clava con fuerza.

Justo en el instante en el que la flecha se clava en el shugenja, un remolino de aire se forma por unos segundos a su alrededor que hace revolotear el cabello de todos aquellos que lo llevan suelto y sacude vuestras ropas. Y después, el shugenja desaparece.

En el sitio donde se encontraba ya nada queda, y el anciano se queda mirando con cara perpleja el hueco que ha dejado.

Alrededor de un anciano que se cubre la cabeza con sus manos ensangrentadas, rezando por no recibir un tajo o una flecha, tiene lugar la refriega.

En el camino que subre por la falda de la montaña, en dirección a un pequeño puesto de vigía, un grupo de cuatro bushis, un shugenja y un anciano ha sido interceptado por dos samurais, Yugure-san y Natsuki-san y sus compañeros, Emiko-san y Ryu-san les han alcanzado por detrás.

Los cuatro bushis rodearon al shugenja para protegerlo mientras éste invocaba a los kamis para que le permitiesen huir. El círculo lo rompió el filo de Ryu, destrozando a uno de ellos, mientras Yugure y Emiko forzejeaban con otros dos. El cuarto se avalanzó contra Ryu que acaba de imponerle la muerte del acero, la voluntad del León.

Quedan pues dos bushis luchando contra Yugure y Emiko respectivamente, mientras Natsuki ofrece apoyo a distancia con su arco.

El sonido de gente viniendo en auxilio de sus compañeros y del shugenja, queda patente por los gritos y los pasos que bajan del puesto de guardia.

En frente tienes un bushi, a tu derecha Ryu acaba de destrozar a otro, y más adelante hay un vuejo tirado en el suelo. Más allá del viejo Yugure combate con otro bushi y mucho más allá Natsuki se alza arrojando flechas.

Es ahora o nunca, los Kami me han concedido una 2º oportunidad para enmendar el error que cometí antes. Esta vez mi espada repartirá muerte. Vuelvo a atacar con todo mi potencial, rezando para que no quede en pie. Uno....dos....tres! tres cortes mortíferos que le roban la vida a mi adversario. Su cuerpo cae hacia atrás, su espada repiquetea contra el suelo. Ahora sólo queda que Yugure tenga la misma suerte, a pesar de la herida que ha sufrido.

Por mi semblante no pasa ninguna emoción, queda reprimido bajo el peso de la muerte, una vida más cercenada por mis manos... No me siento culpable...