Partida Rol por web

Lo único malo de la lluvia es que no puede tomar fotos de las gotas cayendo sobre la tierra y mojando la jungla. Quizá desde el refugio al que van pueda tomar algunas fotos sin mojar la cámara. 

-Si intentáis bajar de lado, iréis un poco más estables. Controláis mejor el peso del cuerpo y tenéis más control en la bajada.

Intenta darles consejos para bajar por un camino resbaladizo. Al menos, así se hace cuando se baja por un camino empinado seco y a ella parece que le está funcionando. Sigue caminado, ofreciendo ayuda a las otras cuando lo necesitan si están en algún tramo complicado.

-Pues yo no sé qué sería... ¿un koala? O un capibara. Si os gusta la lluvia tenéis que bailar bajo la lluvia, pero solo si luego os podéis calentar.

-Sí, hay agua caliente. Paneles solares nos proveen de electricidad, la suficiente. -afirmó Tulip en relación a los refugios o cabañas.

Kate tropezó. Tal vez su charla la despistó, impidió que se concentrase. O tenía más de oso panda de lo que pensaba. Bajo aquel diluvio pisó una raíz, una piedra que sobresalía. A pesar de las indicaciones y recomendaciones de Cora, resbaló. Perdió el equilibrio, trató de agarrarse a una rama, a la mano que sujetaba de Siena, casi la arrastra en su caída. Siena perdió pie, se esforzó por no soltar a su nueva amiga, pero dedos y manos se separaron.

Kate cayó pendiente abajo, dando tumbos en la tierra húmeda, la hojarasca, regada por la constante lluvia. 

- ¡Kate! -gritáis al unísono.

Espantada, pero decidida, aunque probablemente acostumbrada a imprevistos, saltó igual que una gacela por la ladera persiguiendo los tumbos y volteretas de la viajera. No había mucha distancia, por fortuna, hasta la orilla de un arroyo donde se detuvo Kate. Tal vez una decena de metros. Tulip llegó a los pocos momentos, seguida de las otras dos excursionistas más atrás.

- ¡Bajad con cuidado, sin correr, por favor! ¡Mejor continuad arriba!

Sin embargo, las chicas descendieron hasta reunirse las cuatro. - ¿Estás herida, alguna fractura? Déjame ver.

No, Kate no tenía nada roto. Rasguños, magulladuras, dolor en la rodilla y la espalda, no demasiada importancia. Su orgullo, tal vez. Pero al pisar, al tratar de caminar, el dolor le subió desde el tobillo recorriendo su cuerpo. Una torcedura, una luxación, habría que examinarlo. 

La lluvia arreciaba, a las cuatro mujeres les quedó claro que no era prudente ni factible trepar por la enlodada ladera. La guía miró aquí y allá, orientándose en la gruesa cortina de lluvia.

- ¡Seguiremos el curso del arroyo! -alzó la voz Tulip en un intento por hacerse oír bajo la descarga incesante de agua- ¡Kate, quédate solo con la mochila pequeña, deja todo lo demás!¡Y apóyate en mí! -la guía pasó el brazo de la joven por encima de sus hombros. El viento se alzó, repentino, mientras camináis, y resuenan los primeros truenos de tormenta junto con algún relámpago lejano.

- ¡Siena, Cora, no os separéis! -El aguacero ya es diluvio, cascadas de agua caen ladera abajo, el arroyo cerce en caudal, revoltoso.

Casi no se ve nada. Con todo, Tulip parece que sabe hacia el lugar donde os conduce. Quizá con miedo en el cuerpo, la seguís, apuradas, empapadas y tiritando.

Un nuevo relámpago ilumina el negro cielo, ofrece por un segundo la visión de unas columnas resquebrajadas. -¡Por aquí!

Son ruinas de lo que parece un antiguo templo. Corréis a refugiaros en el único edificio de pequeña altura que se mantiene más o menos entero. Está oscuro, da la impresión de que el espacio es reducido, hay goteras, mucha tierra, piedras, raíces, huesecillos y pelo de animales. Pero, bueno, estáis a resguardo de la que cae. 

Todo parece todo va bien y que el camino no es demasiado complicado. Al menos, hasta que 

-¡Madre mía! ¡Kate!

Haciendo caso omiso de la petición de Tulip, tanto Siena como ella bajan corriendo, pero a salvo, para unirse a las otras dos chicas. Mira preocupada a Kate, pero parece que está ilesa. 

-¿Estás bien?

Parece que todo está en su lugar aunque cuando Tulip intenta ayudarla a levantarse, el tobillo parece dolerle. Con ese aguacero cayendo es imposible volver a subir la colina y retomar el camino que deberían haber seguido. Se arrodilla junto a la chica para que se apoye en ella y ayudarla a caminar. No va a dejar que Tulip cargue con Kate sola y menos si tiene que guiarlas hacia un lugar seguro.

Va siguiendo sus instrucciones.

-Venga, seguro que queda poco, Kate.

Tras caminar un poco más, llegan a su destino. Dista bastante del cómodo refugio descrito por la guía, pero servirá para protegerlas del aguacero torrencial. Ayuda a Kate a entrar primero.

Iba hablando y entre que llovía y la capucha me tapaba a veces la visión, no atendí lo suficiente al camino. No iba mirando al suelo precisamente sino a Siena, así que, cuando al dar un paso resbalé, traté de apoyarme con el otro pie pero ya me había inclinado y caí - ¡¡¡Uuuuaaaahhhhhh!!!

No sé cuantas volteretas di pero gracias a que llevaba la mochila no me rompí la crisma. Además caí en blandito, osea de espaldas, seguramente sobre el saco. Aquello me salvó.

Esperé un poco para recuperar el aliento y ya vi a Tulip, le iba a preguntar si también se había caído pero no iba manchada de barro así que, señal de que no - ayúdame a levantarme - alargué la mano para que doña caracola se pudiera levantar, osea yo. Me costó pero lo logré - ahora ya sé que sienten las tortugas cuando se quedan al revés - sin embargo al tratar de continuar la caminata, apoyé el pie y un dolor intenso me recorrió todas las terminaciones nerviosas. Tulip seguramente vio mi cara de dolor, normal, había cerrado hasta los ojos y no grité por no montar allí un escándalo - uhhhh, duele, duele - me acordé del palo, iban dos veces ya, si lo hubiera tenido no me habría caído o sí, igual hasta me hubiera golpeado con él en la cabeza, quién sabe - igual es una torcedura o un esguince, no lo sé, pero me duele al apoyarlo - aquello era un handycap, tal y como estaba lloviendo, habernos salido de la ruta y para colmo no podía apoyar el pie - qué mala suerte!

Tanto Siena como Coralise llegaron a nuestra posición - lo siento chicas - ¿Y ahora qué? no podía subir la cuesta y el tiempo amenazaba tormenta, adiós refugio - me vais a tener que ayudar un poco, creo que puedo caminar a la pata coja, aunque tendría que ir un poco más despacio.

- ¿Dejar la mochila, pero si me acaba de salvar la vida? - Tulip estaba loca, cómo iba a dejar atrás el almacén que llevaba a la espalda, aparte que para soltar la mochila igual me tenía hasta que desvestir. Llevaba el chubasquero por encima - no pesa tranky - no tanto como yo, era lo que quería decir pero ya no estaba de buen ánimo para hablar. Preferí guardar silencio, además que la chica de pelo corto me ayudó a caminar cargando mi peso sobre ella.

Seguía lloviendo con ganas. Para colmo tronaba y caían rayos, qué más se puede pedir? - me encantan los rayos pero, prefiero verlos a través del cristal estando a techo - verlos así, en directo y a la intemperie no era igual de agradable.

Por suerte encontramos una especie de templo que serviría de refugio hasta que las condiciones climatológicas mejorasen - vaya, un templo ¿tan metido en la isla... sería de los piratas? - no recordaba que la presentación de la isla hubiera mencionado la presencia de alguna tribu.

El refugio improvisado estaba en ruinas pero había una parte en la que no llovía y aún a pesar de que había hierba, hojas y pequeños huesos, resultaba confortable - qué desastre, me pasa por no ir fijándome donde piso. 

La lluvia era cada vez más intensa, todo estaba más oscuro y el agua caía con fuerza sobre nosotras impidiendo que pudiéramos ver mucho más allá de donde pisábamos. He incluso eso era difícil. Sentía como mis pies patinaban sobre el barro, aunque los tacos de las botas se agarraban de nuevo a la tierra impidiendo que terminara en el suelo. Pero Kate no tuvo tanta suerte... en una de esas noté como se separaba de mí y aunque traté de agarrarla la humedad provocó que nuestras manos se resbalaran y viera como se precipitaba calina abajo.

Por un instante me quedé congelada, sin saber qué hacer, aunque cuando vi a Tulip correr hacia ella no tardé en hacer lo mismo. Descendí con cuidado para no caerme yo también, hasta que al fin nos encontramos las cuatro de nuevo juntas.

—¿E-estás bien?, ¿te duele mucho? —pregunté nerviosa, preocupada, notando como el corazón me iba a mil por hora mientras Tulip examinaba sus heridas.

Por suerte Kate no tardó en soltar su primera gracia, aunque estaba claro que la caída le había dolido bastante. Pero al menos parecía no ser nada grave, lo que ya era algo.

—Tranquila, yo cargaré con tus cosas. — Ya que ella no parecía querer soltarlas.

Tulip y Cora ya se estaban encargando de ella, así que no había mucho más que yo pudiera hacer y preocuparme... no servía para nada. Debíamos encontrar un refugio cuanto antes, entrar en calor y ver como estaba Kate antes de continuar hacia ningún lugar.

Finalmente llegamos a lo que parecían unas ruinas antiguas, que distaban mucho del idílico refugio que había imaginado con la descripción de la guía. Aquel lugar... parecía sacado de una de esas películas de miedo donde unos excursionistas se perdían en la selva y eran devorados por un grupo de caníbales. Mierda, veía demasiadas películas. Aunque quizá aquellos restos de huesos sí que eran un problema de verdad. ¿Sería la guarida de algún animal?

—Deberíamos hacer un fuego y al menos esperar a que pase la tormenta —opiné todavía nerviosa, acercándome a Kate para ponerme a su lado.

Llevé mi mano a su rostro y lo acaricié aún con el agua recorriéndonos. La miré fijamente, arrugando la frente en un gesto de preocupación por ella. No debería haberse caído, yo tendría que haberla sujetado

—No, no ha sido culpa tuya, se supone que yo debería haberte ayudado y...  —susurré, sintiéndome culpable por lo que había ocurrido—. Lo siento, Kate... de verdad.

Me sentía fatal, responsable, y a la vez ardía en deseos de acercarme de nuevo a ella y pegar mis labios contra los suyos ahora que sabía que estaba "bien". 

—Cora, ¿me ayudas a buscar algunas ramas o yerbajos secos? — pregunté girándome hacia ella. Podía sentir lo fría que estaba Kate en mi mano y si nos quedábamos allí paradas y mojadas, podría refriarse o debilitarse peleando contra el frío —. Así le damos algo de espacio a Tulip para que examine bien sus heridas. ¿Alguna necesita algo?, ¿quieres comer o beber? —pregunté de nuevo, mirando a Kate de nuevo, que era la que más me preocupaba en ese momento.

-Preparad un fuego, buena idea, sí. Más hacia el interior hay restos de fogatas. -esto daba a entender que la guía ya conocía este lugar.- No es culpa de nadie. Las cosas pasan.

Para alivio de Siena, el interior no es la casita de ningún animal. Mientras ella y Cora se encargaron de dar vida a la hoguera, Tulip se dedicó a Kate. Acuclillada frente a ella examinó el tobillo y el pie, moviendo aquí y allá, arrancando algún gritito de dolor de la viajera. Sonrió, cercana - Es un esguince leve, toma - antiinflamatorios. Usó un spray en la zona afectada. Luego, aplicó un vendaje.- Es de grado uno. Así, aquí, que el pie esté un poco elevado. No es nada, apoya el pie con cuidado al caminar y reposo unos días cuando regresemos.

Se giró hacia las chicas - Está bien. Deberemos ir más lentas y ya. 

El fuego iluminó un espacio más grande de lo que parecía a primera vista. Se notaba ya el calorcito. Afuera, el torrencial aguacero no disminuía su intensidad.

-Nos cambiamos de ropa, hay que ponerse la seca. -Tulip no dudó en desnudarse y vestirse con ropa de la mochila. Vosotras seguís su ejemplo. Tal vez alguien miró de más. 

-No es un templo de los piratas. No digo que no lo usaran. -informó la guía, entretanto mordisqueaba una barrita de cereales y señalaba con la misma al exterior.- Esto sucede a veces. La isla nos habla. -lo dijo muy seria, no bromeaba. 

- Son restos de alguna civilización olvidada. No se han estudiado demasiado, falta de recursos o interés. Y muy poca publicidad. Hay quien dice que son vestigios de la Atlántida.

Llovía mucho. El tiempo transcurrió, en silencio, bebiendo y comiendo un poco. La fogata calmaba el frío y los temores. Tulip estaba absorta en el torrente de agua que caía sin parar.

-Elecciones. Destinos. Emociones. El viaje continua. Peligros para el alma, para la conciencia. Para el corazón. Cristales rotos y cortantes que trocean los recuerdos. Cuchillos atraviesan futuros posibles. Futuros que nunca fueron, que nunca serán. Futuros que ya existen. -recitó, ensimismada- Conflictos. Anhelos. Sentimientos. Las mariposas vuelan, aletean, frenéticas, transportan nuestros espíritus. Se desvanecen las máscaras.

Parpadea, es como si despertase de un trance.

Se puso en pie. -Mirad. - Veis que hay grabados, en los muros y techo, algunos signos o caracteres desconocidos, no os suenan de nada. -No se han podido descifrar. -su vista va de aquí a allá, observándolos; y a vosotras. -Este lugar solo unos pocos guías lo conocemos. No pasamos por aquí en las excursiones.

Su tono es misterioso, susurros que acompañan a la lluvia y los truenos. Os mira, los ojos de las cuatro chicas, brillantes reflejando la luz y el baile de las llamas. -La isla os quiere decir algo. Este lenguaje no se lee. Se siente. Poned la mano sobre los símbolos. 

Viendo que Kate no necesita su ayuda, deja que Tulip se encargue de ella mientras presta atención al interior del templo. Como dice Tulip, ya se ha utilizado antes como refugio aunque duda que con el aguacero que está cayendo puedan encontrar algo de leña lo suficientemente seca como para prender.

-No encontraremos nada. Podemos mirar a ver si otros dejaron madera porque con la que está cayendo, poco vamos a encontrar.

Antes que nada, se quita el chubasquero y lo deja colgado en algún saliente para que se comience a escurrir. No es buena idea ir mojando lo poco seco que hay en el lugar. Deja también la mochila y demás en un rincón seco. Tras varios minutos buscando, consiguen encontrar suficiente leña para prender un fuego y que sea calentito y ayude a secar la ropa y a protegerlas de la hipotermia. 

Una vez con el fuego ya encendido, se cambia la camiseta y los pantalones y los deja también en un saliente cerca del radio de calorcito para que se sequen más rápido. Se sienta y comprueba que la cámara no se ha estropeado porque hay fotos muy interesantes.

-Hablando de piratas... quizá creáis que estoy loca, pero en el río, antes de cruzar el puente, vi entre la niebla la silueta de un barco. Seguramente, fue solo un juego de luces y sombras, pero no he conseguido que se vea en las fotos.

Pero hablando de locos, Tulip no es que esté mejor. Comienza a recitar como ida una ristra de palabras sin sentido y sin relación entre ellas. Está como en trance mientras mira a grabados. Levanta la ceja mientras la mira sin entender nada de lo que dice. Sí, sin duda, ella no es la más loca del grupo. Y cuando les propone que toquen los grabados, piensa en no hacerlo, pero al final suspira, se levanta y se acerca para poner la mano sobre ellos.

Conseguimos encontrar algunas raíces secas en el interior de la cueva, además de algo de madera que otros excursionistas debieron dejarse a resguardo de la lluvia en otra ocasión. Usé la mochila de Kate para sacar un encendedor y al poco ya había una llama calentando e iluminando el lugar. No era muy dada a las acampadas, pero en casa siempre nos habíamos calentado con leña y una chimenea, por lo que no me resultó difícil hacer que la llama comenzara a crecer.

Saqué algunas barritas y le di una a Cora y otra a Kate, acercándole también la botella de agua para que pudiera descansar. Mientras que yo por fortuna no necesité quitarme demasiada ropa para quedar en el bikini azul que había lucido durante la travesía en velero. Dejé el resto de la ropa cerca del fuego para que se fuera secando.

—Te puedo ayudar a cambiarte, si quieres —dije a Kate, sabiendo que todavía le costaría apoyar el pie para mantener el equilibrio.

En otro momento aquel lugar me habría resultado de lo más interesante, habría examinado cada una de sus piedras y lo que contenía en su interior. Pero ahora mismo... me costaba pensar en las palabras que Tulip pronunciaba. Estaba preocupada por la tormenta que no parecía amainar, por el tobillo de Kate, porque no había traído mucho más para comer y menos aún para pasar la noche en un lugar así.

—Seguramente fue tu imaginación, Cora, influenciada por la idea de piratas en la isla —intenté darle algo de sentido, aunque solo ella sabía lo que había visto —. A veces la cabeza hace que veamos cosas que no están ahí. ¿Qué podría ser si no?

Fue entonces cuando Tulip comenzó a... decir aquellas cosas tan extrañas, recordándome a los mantras que usábamos para meditar. Pero en medio de aquella situación no pude evitar que se sintiera algo siniestro. Miré a mis compañeras con el ceño fruncido, confundida, sin saber de qué estaba hablando.

—¿Qué ha sido... —empecé a preguntar, aunque cuando Tulip dijo que mirásemos aquellos símbolos me callé para hacerlo.

Veo entonces como Cora se acerca a uno de ellos y lo toca, algo que me hace estar aún más confusa.

—Yo no... no quiero tocar nada, no me gusta esto —respondí con total sinceridad. Aquel viaje había pasado de una excursión idílica a una pesadilla en mitad de la nada —. Prefiero esperar a que deje de llover, que Kate se recupere un poco y poder marcharnos de aquí cuanto antes.

Aquellas ruinas eran un tanto tétricas, aunque seguro que la tormenta ayudaba a crear aquel ambiente misterioso, si llega a haber un día de sol era muy probable que lo vería distinto. Me traté de colocar en una de las zonas menos húmedas, ya sólo faltaba aparte de estar lesionada, coger un catarro.

Tulip me miró el tobillo y cual monitora experta me dijo lo que tenía - ah, vale - me roció con un spray la zona y aquello empezó a generarme un cosquilleo - vas super preparada - luego me criticaba a mí por llevar media casa a la espalda. Comprobé tal y como me decía si apoyando con suavidad podía caminar y di unos pasos con cuidado, como quien prueba zapatos en una tienda - no sé qué me has echado pero funciona. A ver, aún noto molestia pero mucho menos - tulip tenía buena mano y antiinflamatorios. Estaba mucho mejor. 

Vi como se desnudaba la guía y las demás, para otras cosas podía estar dispersa pero siempre había tenido buen ojo y no perdí detalle. Luego me llegó el turno - ah, pues sí, si me ayudas te lo agradezco Siena - aquella chica era un encanto, me facilitaba mucho que me prestase su ayuda en aquellos momentos. Retiré el chubasquero y le pedí a Cora que lo colocase donde el suyo para que secara; acto seguido me traté de quitar la camiseta que estaba super empapada - me parece buena hacer como tú y ponerme el bañador pero tengo por aquí un jersey que me traje por si las moscas - ya les había comentado que era friolera, así que, era lógico que me hubiera traído algo de abrigo. Lo malo que era de esos de punto que no estaba zurcido de forma tupida sino que al ponerlo traslucía, aunque tampoco es que me importase mucho a esas alturas.

- Podemos compartir el saco - no había sido una mala idea traerlo, aunque es verdad que no entrábamos todas pero podíamos usarlo de manta - así no pasaremos tanto frío - lo bueno es que habían traído madera y ya habían hecho una pequeña hoguera allí para calentarnos - aunque tú y yo creo que... - ya que Siena se había prestado voluntaria a ayudarme con la ropa, aproveché su cercanía para acariciar aquellos ricitos entre mis dedos y atraerla hacia mí nuevamente - me gustas - susurré acercándome a besar nuevamente aquellos labios. Cora y Tulip andaban muy centradas en las reflexiones profundas de la guía, que ahora parecía sentir alguna fuerza sobrenatural y pretendía conectarse a aquella energía.

Cora había visto un barco pirata mientras cruzaba el puente colgante, hay que ver, lo que hacen las drogas o el sol, igual había sido el sol en el barco. Visiones o insolaciones. No quise comentarle lo loca que estaba, seguro que fruto del miedo a las alturas se le había congestionado el cerebro y de igual manera que vio un barco pirata pudo ver un elefante amarillo.

Tulip siguió con aquellas reflexiones, a veces se ponía muy en plan médium. Acabó su éxtasis señalando una de las paredes en las que había unos símbolos raros, quería que los tocásemos y que nos dejáramos "fluir" Cora lo hizo, se levantó, se acercó a la pared y tocó aquellos símbolos. Yo me quedé a la espera, no fuera que todas les diera por tocarlos, entonces tendría que acercarme, no fueran a pasar a otra dimensión y yo quedar como una tonta atrás; aunque bueno, aún tenía gominolas.

A Siena no le hizo ninguna gracia aquello de tocar paredes en la oscuridad - no tienes porqué tocar ese muro, puedes... tocarme a mí - le guié una de sus manos por debajo del jersey - ¿qué sientes? - sin duda allí había magia.

- ¿La silueta de un barco? ¿Qué clase de barco? -preguntó, interesada, Tulip. Se giró hacia Siena, luego a Cora - ¿Un barco pirata? El navío de Larkin...The Reckless -se encogió de hombros- Puede ser la imaginación, no ser nada, o.… la isla.

Siena no estaba para tocar los muros del templo. Y Kate prefería que la acariciasen a ella. La guía sonrió, divertida -La felicidad hay que aprovecharla cuando se encuentra. -Puso la mano sobre los símbolos. -No va a pasar nada malo, Siena. Confía en mí. 

Tulip cogió la mano libre de Cora, la miró a los ojos -Sin temor-. Los dedos de Coralise rozaron los signos de aquella escritura que se sentía, no se leía, al menos según las palabras de la pequeña mujer. 

Siena y Kate ven que ambas chicas se quedan como traspuestas. Sus ojos, abiertos, miran, pero no a los grabados. Como transportadas a otro lugar, ajenas a cualquier otra cosa que no sea lo que experimentan. 

-Los ojos del alma son los únicos capaces de leer estos símbolos -murmura, sonriendo, la guía.

Primero hay una impenetrable oscuridad que te envuelve, no ya alrededor, no ya la que distinguen tus sentidos. Es un todo. Tan solo quedas anclada a la realidad del presente por la mano de Tulip. Escuchas su respiración, la lluvia, el viento y los truenos, las voces de Kate y Siena.  El momento es pasajero, un instante. 

Luz. Cálida. Te abraza. Ya no percibes la presencia de las chicas ni de la tormenta. Serenidad. La mano de la guía.

Te encuentras en otro sitio. Lugares insólitos. Si giras la cabeza, ves a Tulip a tu lado, observarlo todo con ojos hambrientos de curiosidad, asombrada y maravillada. Silencio, calma. Unos pocos segundos y un cambio, la escena se transforma. Desde la cubierta de un barco. O en la orilla. *

Descubres, intuyes, que hay más dimensiones y mundos y sensaciones, que solo se alcanzan desde lo más profundo de tu ser.

Nos besamos. Sus labios sabían a gominolas de fresa y cola, culpa mía. ¿Había traído de plátano? Metí varias bolsas, había tantas cosas sugerentes en la tienda que como no fui capaz de decidirme al final había comprado un poco de todo. Su cuerpo era como de regaliz, me hipnotizaba acariciarlo y jugar palmo a palmo. Con la excusa del frío pretendía calentarnos juntas pero no estábamos solas, aquella hoguera reportaba sombras de las otras dos ¿Y qué hacían? La guía seguía con el mantra de la mística y la magia, ahora dirigida al muro de los símbolos. Y Cora le seguía el juego con su visión del barco pirata. Tal para cual.

Miré el muro y sólo vi una pared antigua con símbolos. ¿Había algo que temer? No vi serpiente alguna o alacrán, tan sólo eran figuras talladas en piedra. Si aquello tenía magia no me iba a quedar sin mi experiencia. Aunque tampoco quería dejar a Siena atrás.

- Lo haremos juntas - Tulip desde el principio de la excursión no había parado de dar la lata con que si aquella isla era mágica. Habíamos pasado un puente colgante y visto un delfín rosa, nos había cogido una tormenta y habíamos acabado en un templo misterioso. Todo parecían señales, incluso la ladera había conspirado contra mí para lesionarme y provocar que cambiásemos de ruta - estamos aquí y no va a pasarnos nada, la isla cuida de nosotras - me acerqué lentamente hasta el muro con aquellos símbolos, los analgésicos ayudaban un montón - a la vez, probamos y luego seguimos con lo nuestro... - con la palma de la mano pretendía tocar aquella pared, de igual modo que la miraba a los ojos para transmitirle paz y seguridad, a la vez que colocaba mi otra palma sobre la suya - veamos la conexión.

Si ocurría algo pues a ver, tampoco creo que nos quedásemos electrocutadas y dudaba mucho que viajásemos a otra dimensión, aunque vete a saber, igual sobre el fuego habían colocado plantas alucinógenas y empezábamos a ver cosas raras. Podía ocurrir, me fijé en Tulip y Coralise, parecían absortas aunque no parecían estar mirando a ningún sitio definido. Las drogas, fijo.

El suave contacto de sus labios hizo que por unos segundos me olvidara de todo, de todo menos de ella. Acaricié su costado, notando el calor que manaba de su aún húmeda piel, levantando parte de su jersey. Mientras mi cuerpo se acercaba más al suyo en un dulce beso cargado de pasión que me unió a ella un poco más. No sabía de dónde había salido, pero aún así Kate me hacía perderlo todo. Cuando nuestras lenguas se separaron me quedé pegada a ella, frente a frente, soltando un suspiro donde antes había puesto aquel beso.

—¿Quieres que te diga lo que siento...? —susurré de forma coqueta, mordiéndome el labio mientras la miraba tan de cerca, recorriendo su cuerpo bajo aquella tela algo transparente. 

Pero no hacía falta que se lo dijera, no con palabras al menos. La piel de mi vientre se erizaba cada vez que me rozaba y en mi bikini se podían apreciar las marcas de la excitación que Kate me había insuflado con aquel íntimo beso. Sentía como entraba en calor a causa de la hoguera, cómo secaba mi piel, mientras Kate me producía un tipo de calor totalmente diferente que conseguía humedecer otra parte de mí.

—Está bien, juntas —repetí sus palabras, mirando a Tulip en aquel extraño trance. Después miré a Coralise y la escena no parecía mejorar. Aquello no me gustaba... aunque Kate había logrado convencerme para que lo hiciera —. No me sueltes...

Apreté su mano con fuerza, más de la debida, mientras ella tocaba una de las marcas en la piedra. Kate era valiente, más de lo que había imaginado. Se había recuperado del golpe rápidamente y ahora... me ayudaba a continuar.

Sin querer darle más vueltas a mis pensamientos me acerqué a la pared y alargué el brazo, colocando la mano contra la fría piedra. Fueran lo que fueran esos símbolos, pronto lo averiguaríamos.

Finalmente, unidas por la mano, paseáis los dedos por la rugosa superficie de la baldosa de piedra, animada la suspicaz Siena por el encanto y decisión de Kate.

Al poco de deslizar las yemas sobre los enigmáticos símbolos, se produce un cambio.

Primero hay una impenetrable oscuridad que os envuelve, no ya alrededor, no ya la que distinguen vuestros sentidos. Es un todo. Tan solo quedáis anclada a la realidad del presente por el contacto de la mano. Se oye la respiración mutua, el sonido monótono de la lluvia, el viento, su fragir y su aliento barriendo la selva.  Y los truenos.  El momento es pasajero, un instante. 

Luz. Cálida. Os abraza. Ya no se percibe la presencia de Cora ni Tulip, ni la tormenta. Serenidad. La mano de tu amiga.

Os encuentráis en otro sitio. Lugares insólitos. Si giráis la cabeza, veis a Tulip y Cora cerca, casi a vuestro lado, observarlo todo con ojos hambrientos de curiosidad, asombradas y maravilladas. Silencio, calma. Unos pocos segundos y un cambio, la escena se transforma. Desde la cubierta de un barco. O en la orilla. *

Descubrís, intuición, que hay más dimensiones y mundos y sensaciones, que solo se alcanzan desde lo más profundo del ser.

¿Estáis en otra dimensión o es una alucinación efecto de drogas? ¿Alucinógenos? Pero, ¿cuáles y cuándo? ¿Por qué? 

Lo que ve al tocar los grabados la deja un poco confundida. No entiende muy bien lo que está viendo y casi que le parece que es todo debido a algún tipo de droga escondida en la leña del fuego o algo así. Sí, tiene que ser eso. De todas formas, no puede hacer nada más que observar lo que el templo les muestra. Mundos extraños y que escapan al entendimiento de las leyes físicas que ellos conocen. 

¿Quizá rijan otras leyes en esos mundos? Muy posiblemente. Aun así, haría falta toda una vida para poder entender a cada uno de ellos. Sobre todo el último paisaje que muestra las cascadas del fin del mundo y que harían las delicias de los terraplanistas. Mejor que no vean eso. Y parece que unas figuras humanas, seguramente estatuas, están sosteniendo lo que parece el mundo.

Sus ojos se posan en el barco que parece estático a pesar de la corriente del agua que cae por el borde. 

Siena y Kate se reúnen al poco con Tulip y Cora, al borde de un acantilado, mirando hacia el océano de tonos azulados y oscuros.

-Es hermoso. ¿Habéis visto el sol sumergiéndose en un río? EL sol, la luna, esa embarcación y los gigantes sosteniendo...no se  que puede ser. -El viento ligero trae aromas de azahar, pero apenas el susurro del fragor de las aguas.

El mar se difumina en ondulaciones fantasmagóricas hasta que da paso al bosque o la selva. 

Tulip avanza por el camino -Vamos. Os está llamando. -Aunque no da muestras de aparente sorpresa, podéis notar su nerviosismo e inquietud, no en plan mal o con miedo, sino asombrada y perpleja.

Al rato, llegáis a lo que parece ser el final de ese sendero. Tulip, duda.

-No se lo que está sucediendo. No se qué hay que hacer. Conozco leyendas, relatos y cuentos. Pero esto es nuevo para mí. 

https://animal-groups-roleplay.fandom.com/wiki/User_blog:0WetSocks0/LucentClan_NEW_Coding

Aquello ya comienza a ser muy fuerte para tratarse de una alucinación inducida por posibles drogas escondidas en la madera utilizada o incluso puede que esté suspendida en el aire y que forme parte de algunas esporas alucinógenas de hongos templarios. Todo es demasiado real, pero también dicen que las aluconaciones siempre son reales para quienes las sufren. Además, está comenzando a marearse con tanto cambio de escenario.

-Todo esto es muy raro. ​​​​​​

La próxima vez que vea anunciado un viaje a islas vírgenes y dejadas de la mano de dios, se lo pensará dos veces antes de reservar una plaza. De todas formas, sigue a Tulip por el camino selvático. Aunque la última vez que la siguieron acabaron en un templo perdido.