Partida Rol por web

-No. Vos no podéis ser algo diabólico, sino frágil y puro -aseguró mientras la abrazaba, aunque Rosalía pudo advertir cierto titubeo, como si en parte aún la temiera-. Así es como yo os veo. Os protegeré. No quiero que os busquéis a otro.

Ella lo abrazó a su vez y lo besó largamente.

-No temas nada -dijo separándose apenas de sus labios-, pues nada malo has hecho.

Después volvió a besarlo y se dejó llevar.

Rodrigo asintió, correspondió su beso y como ella se dejó llevar. Después quedó exhausto y dormido a unas horas antes del amanecer.

Rosalía lo contempló en silencio, preguntándose si había obrado bien o se había equivocado convirtiéndolo en su sirviente por un simple arrebato. Pero se dijo que la única vez que había reflexionado y no actuado según sus deseos había sido hacía apenas unas noches, y no funcionó, así que terminó por convencerse de que nada malo había en crear un ghoul, y de que Rodrigo había sido muy afortunado. Algo más tranquila, y sin querer preguntarse qué estaba haciendo Thomas en ese momento, pues en realidad ya lo sabía, cerró el dosel y se tendió junto al joven para esperar el amanecer.

Tan sólo se acaba de recostar cuando Thomas llamó a la puerta.

-Rosalía. Soy yo. ¿Estás bien? No sé a qué venía lo de antes, pero dije que nos mantendríamos unido y lo mantengo. Déjame entrar para que podamos hablarlo. En ningún momento quería que te sintieras como una ramera. De verdad que pensé que era parte de tu disfraz aquí, antes los ojos mortales. Sabes que yo nunca actuaría así contigo y me duele que no lo hayas pensado. No creo que esté siendo del todo justa. Déjame entrar por favor

Sorprendida, tardó en reaccionar, y por largos instantes pensó en ignorarlo, pero por fin se levantó, y cubriéndose con un camisón ligero abrió la puerta.

-Pasa -dijo sin mirarlo directamente. Tardó un rato en volver a hablar-. Lo siento. Sólo necesitaba que me miraras al entrar, saber que no me dejabas en la puerta con una prostituta porque me equipararas con ella. Pero entraste como si no existiera y te fuiste con Oana y yo... -dudó-. Oana me odia. Sabía que estaba celosa, pero ahora sé que no sólo son celos. Me odia. Pero es tu Chiquilla y no haré nada contra ella. Aunque a veces me entren ganas y acabe pagándolo quien no debe... -desvió la vista hacia la cama, donde tras los cortinajes dormía Rodrigo, y después hacia Thomas.

Thomas escuchó a Rosalía con suma atención, permitiendo que su rostro fuera cambiando a las sensaciones que las palabras de ella le provocaban. Primero de compasión y arrepentimiento, cuando no la miró al entrar. Después de incertidumbre, cuando ella reveló las sospechas sobre Oana y finalmente de conmoción, cuando miro hacia el cuerpo insinuado tras las cortinas.

-¿Pagar? -dijo Thomas descorriendo el dosel y tocando la frente del mortal, pues su primera impresión fue que Rosalía había acabado con el. Al saber que aún estaba vivo se dio la vuelta hacía ella-. No lo comprendo. ¿Duermes con ellos después de Alimentarte? ¿Has yacido con este mortal? ¿A qué te refieres con pagarlo con él?

Rosalía tardó de nuevo en responder, decepcionada en cierto modo porque hubiera sido Rodrigo y no el odio de Oana lo que más lo hubiera removido.

-He compartido mi sangre con él. Quería un criado -dijo con una frialdad que intentaba ocultar sus dudas.

-¿Querías un criado por qué no te miré al entrar? ¿Para yacer con él? Pero es que... -entonces algo frenó la ira de Thomas. Quizás fuera el Vínculum o quizás la mera presencia de Rosalía, pero se acercó y la acogió entre sus brazos-. Lo siento. Soy consciente del vacío que has debido sentir para hacer algo así. Después de todo lo que hemos pasado. Después de todo lo que has pasado para salvarme. Lo siento.

Pensó en preguntarle sobre los temores referentes a su Chiquilla, pero no quería mezclar tan importantes cuestiones.

-Quería un criado porque tú tienes a Oana, y pronto te reunirás también con tu Sire -respondió aceptando el abrazo de Thomas pero sin atreverse aún a devolvérselo-. Mientras que yo he perdido ya a dos Chiquillos, de uno ni siquiera recuerdo su rostro, y tal vez asesiné a mi Sire. No quiero estar sola -se confesó abrazándolo por fin-, pero tampoco quiero que tú tengas que estar siempre pendiente de mí. No me importa que él sea mi esclavo -señaló levemente hacia el lecho-, siempre que no lo seas tú.

Thomas sonrió y le acarició el pelo.

-Sería un esclavo nefasto, Rosalía -bromeó-. Pero soy excelente en todo lo demás. Seré lo que tú quieras que sea.

Rosalía rió levemente y se separó de él.

-Quiero que seas como eres -dijo. Después pareció dudar. Él había ignorado lo que había dicho sobre Oana; quizás no la creía, quizás no le importaba, y su orgullo se negaba a mencionarlo de nuevo-. Rodrigo nos acompañará a Londres -volvió a hablar, casi arrepentida-, ahora no puedo dejarlo sin más.

-Lo comprendo -le confesó-. Le diré a Oana que deje aquí a uno de sus criados... Ahora. ¿Quieres decirme que es lo que te preocupa de ella? ¿Por qué dices que te odia?

-Porque me odia -afirmó desviando la vista-. Cuando supo que finalmente vendría con vosotros la noté decepcionada, y eso puedo entenderlo, así que intenté razonar con ella. Me escuchó en silencio, sonrió como... -se interrumpió. No podía describir esa sonrisa, ni quería que Thomas supiera que su Chiquilla no era como él creía-. No lo sé, creo que le gustaría verme muerta.

-¿Es eso cierto? -preguntó notablemente sorprendido-. Hablaré con ella. Siempre me ha descrito cómo te admiraba. Quizás esté celosa. Le diré que se explique y que nunca vuelva a hacerte sentir incómoda.

-No -se apresuró a responder-. Si hablas con ella me odiará aún más. Sólamente te pido que la observes... Y que no nos dejes a solas. Por favor, prométeme que no le hablarás de esto.

-Te lo prometo -le dijo con sinceridad-. Ahora descansa. Nos espera un largo viaje -añadió echando la vista hacia el cuerpo durmiente de Rodrigo-. Deberías tener cuidado con compartir el lecho con él. ¿Sabe que no debe abrir las ventanas cuando despierte durante el día?

Rosalía sonrió.

Lo sabe -dijo, y lo miró a los ojos-. No es nadie, Thomas, sólo un criado. Que descanses- lo despidió con una nueva sonrisa.

El Ventrue abandonó la habitación y las dudas de Rosalía fueron rápidamente consumidas por el inminente amanecer, que la obligó a recostarse y dormir.

Con la nueva noche, los ojos de la Vampira se abrieron de nuevo al mundo. La habitación estaba iluminada por velas y junto a la cama, Rodrigo velaba por ella despierto no hace mucho.

Rosalía abrió los ojos sintiéndose mucho más tranquila que la noche anterior. Miró a Rodrigo y le sonrió mientras se desperezaba.

-Buenas noches -dijo incorporándose para vestirse-. Imagino que en estas horas habrás dudado si fue un sueño -le habló con dulzura acercándose a él-. No lo fue, estamos juntos y nos vamos a Londres. Olvida Toledo, a tus amigos y a la que fue tu amada -le acarició el rostro-, pero no te apenes: vas a ganar mucho más de lo que has perdido.