Partida Rol por web

Rosalía hizo un esfuerzo por centrarse y miró alternativamente a una y a otra.

-Gracias, aceptamos tu invitación -respondió por fin sin querer mirar de nuevo a Oana. Quizás era un error pero ya se ocuparía más tarde de solucionarlo. Ahora tan sólo quería sentirse protegida y segura, como hacía tanto... Aunque todo fuera mentira.

-Ya no soy una Chiquilla. Soy una Ancilla y merezco ese trato. Y no fue un encontronazo. Lo envolviste con tus artes... Estoy dispuesta a confiar en tí... Pero he oído que tienes tus propios problemas y me pregunto si en algún momento podrás estar tentada de utilizar esta información para salir de alguno de ellos.

Lucita desvió la mirada y no dijo nada más.

Las tres Vampiras caminaron siguiendo a la Lasombra hasta llegar a la fachada de un edificio de tres plantas. La arquitectura y la ornamentación era demasiado moderna para que Rosalía pudiera identificarla con certeza.

-Aquí había uno de los caseríos de mi familia. Viví aquí mucho tiempo. Después lo hice demoler para levantar este palacio, sin embargo hay veces que todavía me siento una niña cuando voy a entrar -dijo mirando a Rosalía-. Hoy es una de esas noches.

Después llamó al portón y dos criados abrieron. Tenían cara de recién despertados.

-Encended los fuego y calentad la casa -ordenó su Domitor-. Todavía quedan muchas horas para el alba. Quizás podamos hablar con más calma. O quién sabe -dijo con una sonrisa que la devolvía a su actitud anterior-. Tal vez podamos compartir una habitación y hablar hasta el amanecer como tres joviales mozas.

El paseo hasta el palacio le sirvió para serenarse un tanto y calmar su mente agitada. Rememoraba cada cosa que Lucita había dicho para tratar de colocar las piezas en su sitio, pero era difícil reconstruir una vida a partir de rumores.

Sonrió a su anfitriona y la siguió al interior, pero al hacerlo tomó a Oana de la mano y la miró tranquilizadora. Desconocía hasta qué punto había sido problemática la relación de Thomas con Lucita, pero en la desconfianza de la Chiquilla le parecía entrever más bien celos que verdadera enemistad.

-Hablemos tranquilamente -respondió a la proposición de Lucita-. Si tenéis problemas me gustaría ayudaros, estáis siendo una amiga con nosotras y quisiera serlo también yo con vos. Al parecer no corren buenos tiempos para ninguna de las tres, pero sin duda podemos apoyarnos mutuamente.

-Gracias, Rosalía. En verdad vuestra belleza no es lo mejor en vos -le dijo Lucita.

Las tres se sentaron en torno a una mesa, a la luz de unos candelabros con las llamas cubiertas. Oana parecía expectante, pero más calmada desde que Rosalía le tomara la mano.

-¿Y qué es lo último que recordáis? -preguntó la Lasombra-. ¿Habési estado todo este tiempo en sumida en el Letargo?

-Siglo y medio, según creo -respondió con un suspiro-. Recuerdo perfectamente mi vida hasta meses después de mi Abrazo, y después... nada. Tan sólo retazos confusos que no logro unir. Ahora mismo soy como una Chiquilla recién creada -lo dijo para parecer indefensa y que Lucita retirara las barreras que todavía podía tener levantadas, pero hubo de admitir para sí que en verdad es lo que era-. Sin duda quienes me acusaran en Roma de semejante crimen han de estar también detrás de lo que me ocurre. Pero no sé... -dudó-. Creo que pueden haber sido Tremere.

-Los Tremere -comentó Lucita torciendo el gesto.- Peligrosos advenedizos... Si habéis estado Dormida todo este tiempo no habéis sido testigo de su ascensión, pero sabed que ahora tienen mayor poder que antes... A pesar de estar sitiados por los Tzmisce y los Ventrue se las han arreglado para ocupar el vacío de poder que dejó la Guerra de los Príncipes y se han consolidado como un poder influyente... Casi parece imposible... No puedo ni imaginarme lo que debe ser para vos vivir con esos recuerdos vacíos -dijo tomándole las manos-. Miraos. Estáis destinada a embellecer cualquier palacio y a que vuestra voluntad se haga realidad... no es justo lo que os han hecho.

No la extrañó saber que los Tremere habían acrecentado su poder. Ya en 1300 parecía imposible perjudicarlos. Pero se preguntaba cómo podría ahora librarse de ellos, si es que todavía andaban detrás de la Corona.

Había muchas cosas que no entendía... Sabía que los magi eran sus enemigos, ¿pero dónde encajaban entonces los Giovanni? ¿Se equivocaba al ver una relación entre la G bordada en las ropas de aquella figura y Marcelo Giovanni? Entonces, ¿por qué había sentido tanta inquietud al saludarle?

-Os lo agradezco, Lucita, de veras -dijo apretándole afectuosa las manos-. El mero hecho de hablar con vos ya me produce consuelo. Pero no quiero ser egoísta. Decidme qué os aflige y cómo puedo ayudaros, por favor.

-Bueno -dijo ella sin soltarle las manos-. Lo cierto es que mis problemas no empequeñecen, ni siquiera ante los vuestros. Mi Sire, con todo su poder, ansía mi muerte. Los Assamitas envíaron a una de sus mejores asesesinas a por mí -explicó al tiempo en que se le dibujaba media sonrisa-. Además, mi Clan... Ha tomado una peligrosa posición en la Revuelta. Yo me he distanciado de ellos, quizás demasiado, y temo quedarme fuera para siempre... Siento que me estoy perdiendo y con ello, todo lo que tanto tiempo me costó conseguir... Perder mi Clan, mi nombre... Y más allá de todo comienzo a hastiarme del mundo... Esta Corte ha sido un tedio hasta que habéis llegado... La mente de Anatole está cada vez más dispersa... y no sé si le entiendo y yo... me siento muy sola - se lamentó apretando más la manos.

-Lo siento tanto, Lucita... -dijo soltando sus manos pero acercándose a ella para devolverle el abrazo de hacía un rato. No sabía quién era Anatole, y tan sólo suponía que con "una peligrosa posición" se refería a que su Clan apoyaba a los Anarquistas, pero nada de eso la afligía tanto como imaginar que su propio Sire quisiera matarla-. He sido una egoísta contándoos mis problemas cuando vos tenéis ya tanto por lo que preocuparos...

De pronto se separó de ella y tomándola por los hombros la miró sonriente.

-Tengo una idea -dijo repentinamente ilusionada-, ¿por qué no nos acompañáis? Decís que esta corte os aburre, y no pasará mucho hasta venga a por vos otro asesino. Venid con nosotras, el viaje os entretendrá y vuestro Sire os perderá la pista. Venid aunque sea sólo hasta Cataluña, os hará bien abandonar la rutina y las tres juntas podremos hablar como joviales mozas -repitió sus propias palabras y aguardó la respuesta sin apartar sus ojos de los suyos.

En verdad la alegraría la compañía de Lucita, mucho más jovial y locuaz que Oana, pero además sería una ventaja poder contar con sus recursos y sus más que seguros contactos.

La del Clan Lasombra miró vívidamente a los ojos de Rosalía.

-Vuestras palabras son cautivadoras y me resulta muy difícil resistir vuestra oferta -dijo mordiéndose el labio inferior como gesto de esfuerzo vencido-. De acuerdo. Iré con vosotras. Pero debo preguntar. ¿Por qué a Cataluña?

Rosalía sonrió ampliamente, la abrazó de nuevo un instante y regresó a su asiento.

-Sabemos que quienes robaron el cuerpo de Thomas intentan salir por el Mediterráneo, pero por fortuna el bloqueo del rey debe de haberlos retenido en Cataluña -explicó recuperando la seriedad-. Tenemos la esperanza de encontrarlos antes de que abandonen Aragón. Si consiguen embarcar... -torció el gesto-, será muy difícil recuperar su pista -imposible, más bien, pero no lo diría en voz alta.

Lucita asintió comprensiva.

-Bueno, al menos tenéis por donde empezar. Estoy pensando que si han atrevasado esta villa... Hay también muchas tropas entre Zaragoza y Lérida. Es posible que no hayan podido franquearlas o si lo han hecho que no hayan pasado inadvertidos. Si os parece puedo informarme al respecto en la misma Corte mortal. ¿Que planes tenéis al respecto? ¿Vais a partir hacia allí?

-Si pudierais conseguir cualquier información, por pequeña que sea, os lo agradeceríamos mucho... Desconocemos quiénes y cuántos son. Es probable que viajen con algún tipo de carruaje para transportar el cuerpo, pero es tan poco lo que sabemos... -bajó la vista y negó con la cabeza-. Nuestra idea era detenernos en Zaragoza lo menos posible antes de seguir hacia Cataluña, pero podemos esperar una noche a que os informéis en la corte mortal. Además... -dudó si hablar o callar-, hay algo que quiero tratar con Marcelo Giovanni. En uno de mis últimos recuerdos un extraño desconocido llevaba una 'G' bordada en sus ropas.

-¡Una G bordada! -respondió Oana sobresaltada-. ¿De qué recuerdo habláis?

-Los Giovanni... Sin duda son muy desconcertantes y se oyen muchos rumores desde Italia... Dicen que incluso han acabado con el Antediluviano Capadocio... -comentó Lucita. Entonces sostuvo delicadamente la barbilla de Rosalía para alzarle la cabeza.- No os preocupéis. Encontraremos a Thomas y vuestros recuerdos. Yo os ayudaré -prometió mientras acariciaba la mejilla sonrosada de la Toreador-. Si sospecháis de Marcelo deberíais hacer algo... pero no estoy segura de dejar que lo hagáis vos sola.

-No lo sé... -respondió a Oana-. En Buda. Iba a encontrarme con Yurev en un viejo edificio, pero en lugar de Yurev había un extraño vestido con ropas negras y holgadas. Ni siquiera sé si era real, yo lo veía, pero parecía que no estuviera allí... No sé qué fue de Yurev -añadió con el ceño fruncido y la mirada baja.

Su gesto se relajó un tanto con las atenciones de Lucita, pero no llegó a sonreír.

-Si vos me acompañáis Marcelo sospechará, lo mejor es que acuda sola. El Príncipe y Ricardo ya saben que esta noche me veré con él, si yo desapareciera sería el primer sospechoso. No creo que se atreva a hacerme daño -dijo más para convencerse a sí misma que a ella.

-¿Vais a ir sola? -dijo Oana poniéndose en pie

-Iréis al menos aramada, espero -supusó o tal vez aconsejó la aragonesa.

-Voy a ir sola -afirmó mirando a Oana-. Cuanto más seguro se sienta menos precauciones tomará. No tengo intención de enfrentarme con él, tan sólo obtener algo de información. Las armas... -se giró hacia Lucita y sonrió encogiéndose de hombros-, nunca me han gustado.

Sabía que era arriesgado pero trataba de mostrarse serena. Si aparecía en Santa Engracia acompañada de las dos Cainitas Marcelo sabría que no habían ido allí para alimentarse y probablemente no tendrían más remedio que enfrentarse a él. No quería que sucediera: eso llamaría la atención y les causaría problemas con el Príncipe. De momento, la discreción y la aparente ignorancia eran sus mejores recursos.