Partida Rol por web

Mientras tu el pequeño y la francesa inconciente se refugian de las balas detrás del ave de metal, tus compañeros comienzan a repeler el ataque de los alemanes. No obstante, algo más importante se presenta en ese momento.

El pequeño nativo mira con cara de asombro el cielo y entonces tira de tu vestido y te indica algo. Cuando miras ves que algo viene cayendo suavemente, como una hoja al viento. Se trata de una especie de piramide de tela con tirantes en la parte inferior. De esos tirante viene colgando una persona y es tan caracteristica su apariencia que no te queda duda que se trata de Ogú, en especial cuando le escuchas gritar:

- ¡Mí no gusta vajar lentito! ¡Mí kere estar en zuelo! ¡Mí ta tanto mucho azustao!

El problema es que parece que caerá justo sobre los alemanes.

¡Maldición!  exclamó Sandokán abriendo mucho los ojos  ¡Si lo ven, lo harán pedazos, tenemos que acabar con ellos como sea! Disparad, disparad a discrección, ¡que no puedan ni levantar la vista al cielo!

Miré al niño cuando sentí que estaba tirando de mi vestido y luego, al mirar para arriba, abrí la boca por la sorpresa de ver lo que estaba viendo en aquel momento, pero sin duda era Ogú y sus palabras me hicieron sonreír. Mi vuelto tampoco había salido como esperaba, pero al menos seguía viva, con moretones que comenzaban a plagar mi cuerpo, pero eso, viva.

Lo que ya no me gustaba tanto era que fuera a caer justo sobre los alemanes, pues tenía bastantes posibilidades de acabar cosido a balazos y él no era Jack, por lo que saqué rápidamente el arma y me puse a cubrirle todo lo que pudiera, como queriendo que los alemanes no supieran demasiado bien en qué centrarte y quizás, impidiendo que se dieran cuenta de lo que les caía encima.

- Seguro que sale de esa... aunque está herido...

Se me había olvidado hasta aquel momento que le había hecho un agujero en la pierna.

Chia se habia forzado mucho, y estaba debil, no le dio tiempo a acercarse a la nave estrellada donde estaba Mina antes de que los dsparos comenzaran a volar. ahora se cubria de los disparos  y pensaba que podia hacer, cuando de pronto ve a Ogú callendo desde el cielo. sus compañeros comenzaron a disparar para distraer al enemigo. y que podia hacer ella? necesitaba mas tiempo para recuperarse. tenia que pensar rapido antes de que Ogu llegara al suelo o le vieran.

Sandokan tiene un puntería certera y nuevamente tumba a uno de esos alemanes, lo cual le da más tiempo a Ogú.

Pero las sorpresas no se terminaban con un troglodita cayendo amarrado a una pirámide de tela. Al rato, como una roca que viene desde muy alto, ven una silueta que cae y pasa al lado de Ogu a toda velocidad. La caida ocurre justo sobre un par de alemanes que no son capaces de hacerse a un lado y se escucha un crujir de huesos rotos aterrador. era una persona la que había caído (seguramente de las naves que peleaban sobre sus cabezas) y se había estrellado contra unos soldados.

Pero no hay bien que por mal no venga. Los alemanes estan consternados y dejan de disparar.

Cuando estás mirando a Ogú, ves algo pasar a su lado a toda velocidad, en caída libre. No necesitaste mucho tiempo para saber que se trataba de Pendragon.

El choque de Jack con la tierra fue amortiguado por un par de soldados alemanes, lo que no evito que sonara como si se hubiera roto todos y cada uno de los huesos. Por lo visto, ese sujeto estaba dispuesto a poner a prueba su inmortalidad.

¡Es nuestra oportunidad! gritó Sandokán dejando caer su carabina y echando a correr como una tigresa enloquecida por proteger a su camada  ¡Cargad! ¡Que no vuelvan a disparar! exclamó sacando de nuevo el cuchillo, el único arma de filo que seguía en su poder tras la lucha encarnizada en las cuevas.

El pìrata malayo salvó de un último y potente salto la distancia que lo separaba del primero de los soldados alemanes, y cual demente comenzó a repartir tajos a diestro y siniestro, procurando crear tanto caos como fuera posible, para que Ogú tuviera tiempo de bajar al suelo.

Chia trato de acercarse rapidamente con sus compañeros a alludar en la pelea y propinar una pata voladora a uno de los alemanes, pero todavia estaba demasiado cansada, asi que su carrera fue luenta y pesada, y cuando salto para propinar la patada no lo hizo con la fuerza suficiente, no llegando hasta el soldado para golpearle, no estaba acostumbrada a pelear asi de debil, y se notaba.

Jack estaba loco, de eso no tenía ninguna duda, pero no era un buen momento para fijarme en él, pues como estaba claro, no se iba a morir y si lo hacía, sólo sería momentáneamente o cuestión de unos días así que me centré en disparar cubriendo a Ogú, intentando darle con ello la posibilidad de ponerse a cubierto antes de que le dispararan.

Sin duda cuando todo eso acabase, si es que podía contarlo le diría un par de cosas al suicida de Pendragon, pero ahora no venía a cuento habiendo cosas más importantes que hacer... como precisamente, lo de salir con vida, que venía a ser una parte importante.

Desconocía si habíamos conseguido frustrar algo de los planes de los alemanes, pues yo sólo me había encargado de la histérica, pero esperaba que mis compañeros hubieran podido hacer algo más.

Tus disparos son de gran ayuda, pues debido a la caida de Pendragon los alemanes no saben como reaccionar por un momento, lo que aprovechan tus compañeros para envestir en contra de ellos, así que tus balas les cubren.

Como siempre, la fuerza física de Frankenstein juega un papel inportante, pues empieza a barrer con esos soldados como si fueran pinos de bolos. Al mismo tiempo, el resto de los hombres hace lo suyo y al poco rato los soldados optan por rendirse. No obstate, algo preocupa; Chia parece debil y ni siquiera puede pelear con los soldados.

En ese momento Ogú toca tierra y le cae encima la pirámide de tela que detuvo sucaida. Desde abajo de la tela, grita:

- ¡Ayuden mí! ¡Mí atrapao y duele la patita!

Sandokán elije bien el momento para atacar, pues al desconcierto de los alemanes se suma que Mina comience a desparar desde atras del ave de metal, lo que les sirve como cubierta. Si bien Chia se encuentra tan débil que no consigue ayudar como siempre a sus compañeros, es Frankenstein quien siembra el panico entre los tudescos con su fuerza, además de los disparos de Sandokán, Yañez y Marlow. Al final, los germanos optan por rendirse antes de perder sus vidas.

Justo en ese momento llega al suelo Ogú y su pirámide de tela le cae encima. Entonces el cavernícola grita:

- ¡Ayuden mí! ¡Mí atrapao y duele la patita!

Chia estaba debil, no podria vigilar a los alemanes que se han rendido y menos pelear con ellos si intentaran algo asi que se acerco a Ogú para ayudarle a quitarle de encima aquella tela.- Tranquilo Ogú yo te ayudo, estamos aqui.

Echando un vistazo a ver si la mujer más histérica de todos los tiempos se había despertado tras aquello, que parecía que no porque estaba demasiado callada, dejé de disparar y con el niño de la mano me acerqué junto con Chia a ayudar a Ogú.

- Gracias por ser mi freno hace un rato... era divertido volar pero perdí las ruedas con un árbol y... bueno, es demasiado complicado de manejar...

Dicho esto respondí a Ogú también.

- Tranquilo que ahora te sacamos, seguro que encontramos a alguien que pueda hacerte un buen vendaje...

Hablé a Chia de nuevo mientras levantaba las telas.

- Le he disparado en una pierna sin querer... intentaba darle a Eric para que no lo rematara y casi lo hago yo...

Cuando sale de debajo de la tela, Ogú todavía parece algo asustado pero contento de verlos a todos. Entonces, sin que le preguntara, les cuenta:

- ¡Mí tenía tanto mucho susto callendo lentito! Mí y Artuito peleamo kon lemanes y enkontramo esta kosiaka - la pirámide de tela - y Artuito deció ke me la amarrara pa bajar, pero mí no kiero saltar, porke mi tene susto. Artuito dició ke solo una kosiaka y mí se salva si salta, ke no podía ir konmigo porke Ogu muy gordo, tonce mí dició ke no salta y Artuito enojao empoja mí ¡Artuito malo! ¡Mi no soy gordo! ¡Mi ser pachonchito!.

Desde luego, Chia tenia un aspecto deplorable, sus ropas rasgadas por todas partes, las mangas ensangrentadas de limpiarse su propia sangre y se veia agotada, asi que cuando Mina le dio las gracias simplemente sonrio, aunque no fue una sonrisa agradable, pues entre sus dientes habia restos de sangre.Luego sigui ayudando a Ogú, le hecho un vistazo a la pierna, no era capaz de hacerle una cura en esas condiciones, ademas el escuchar el nombre de eric, se distrajo, y el enfado le devolvio algo de fuerza -debi haberlo matado cuando tube ocasion.- y luego escucho las explicaciones de ogú intentando entender algo mientras descansaba.

No necesitaba escuchar las palabras de Chia para sentirme mal por haberle defendido en el barco, quizás, porque como ya se me había pasado antes por la cabeza, confiaba en que todo el mundo tenía su parte buena, pero había pecado de ingenua, eso estaba claro.

- Siento haberle defendido, pero no creía que fuera a traicionarnos...

Creí que les debía aquella disculpa y no dudé en decir que lo sentía, pues de nuestros errores siempre aprendemos algo y aunque me iba a ser muy difícil cambiar el hecho de que creía que había bondad incluso en lo más malvado, intentaría desconfiar un poco más de quienes no conocía, o al menos, intentarlo.

Tras ello la traduje las palabras de Ogú, pues aunque yo podía entenderlo porque había hablado mucho con él, suponía que los demás aún tenían que poner mucho empeño para enterarse de algo, sobretodo, con todos los diminutivos de palabras que usaba.

Están conversando de lo ocurrido cuando de el montón entre los cuerpos de los alemanes muertos escuchan un crujido. Mina se había olvidado del caído del cielo que mató a dos alemanes al chocar con el suelo y sus compañeros ni siquiera sabían de quien se trataba. No obstante, el sujeto que no pasaba de ser un bulto hace un momento, comienza a moverse, a estirar sus estremidades en un crujido de huesos que hiela la sangre, en especial por que cada movimiento le sale un berrido de dolor. Entonces se pone de pie y con las manos - y de espaldas a ustedes, lo que se agradese - comienza a poner en su lugar los huesos de su cara.

Después de tamaño esfuerzo, cae de rodillas agotado y jadeante. Luego se voltea y ven ahora si la cara de Jack Pendragon cubierta de sangre, con cortes que comienzan a cerrarse. Entonces los sonríe con varios dientes menos y les dice:

- En verdad se siente peor de lo que se ve... ¿se encuentra bien Ogú?.

Bueno, creo que ya he dicho esto antes musitó Sandokán cuando entre él y los otros hombres hubieron acabado de amarrar la manos de todos los alemanes que habían sobrevivido con las cuerdas que encontraron pero cada día que pasa me sorprende más este grupo. El líder pirata se acercó sonriendo hasta Arturo Pendragon, o Jack, como se hacía llamar ahora, ofreciéndole la mano.

Me alegro de volver a verle dijo con sinceridad  Creo que vosotros cuatro dijo mirando alternativamente a Jack, Mina, Chia y Ogú teneis mucho que contarnos...