Partida Rol por web

Estás sentada pensando en tu pequeño. No sabes que lugar es este, pero está oscuro, aunque no sientes miedo. Entonces sientes alguien que canta, primero despacio pero luego muy fuerte. La voz es desafinada y canta en una lengua que no conoces. Entonces sigues la voz y te encuentras a Ogú golpeando con un palo un tronco hueco y cantando algo. Hay un fuego encendido y el cavernicula parece contento. ël al verte te sonríe y dice:

- Ola, Mimina. Mí kanta a rojotios komo en mi kasa ¿Kerer centarte?.

En ese momento te das cuenta de que estás en la selva y el fuego a penas ilumina los árboles que te rodean.

Sólo había oscuridad a mi alrededor, pero mis pensamientos estaban demasiado lejos de dónde quisiera que estuviera yo, pues recordaba la última vez que pasé unas horas abrazada a mi pequeño y el anhelo era tal que aún no sabía si era precisamente lo correcto querer estar durante más tiempo a su lado.

- Debería dejar esta vida y centrarme en él.. - Era difícil imaginarme a mí haciendo otra cosa que no fuera el suicida alrededor de todo el mundo.

Aquellos cánticos me sacaron de mis pensamientos y ahora sí que reparé en la oscuridad, en el fuego que escasamente iluminaba la selva en la que parecía estar, pero yo me había ido a dormir a una tienda y no a la intemperie como estaba.

No es que me hubiera puesto demasiado nerviosa, pues sabía que encontraría al menos una explicación factible de lo que sucedía, pero al ver a Ogú me sentí más tranquila, aunque no tuviera ni idea de qué eran los " rojotios ".

- No te he entendido demasiado bien Ogú, pero sí, claro que quiero sentarme.

Seguía sin estar demasiado animada, pero aún conservaba mis modales.

Ogú te sonrie y luego explica:

- Este ser rojotios - te indica el fuego - Gola gola quiere a rojotios porke con él hacemo komida rika, espanta frio y no ta oskuro. Mí Kefe gola gola porke sabe llamar a rojotios.

Entonces Ogú toma unas ramas secas, unas piedras que golpea para sacar chispas y llamar al "Dios rojo".

Pero mientras él hace esto, te das cuenta que frente a ti, al otro lado de la hoguera se encuentra un hombre sentado. No sabes en que momento llegó, no le escuchaste ni nada. Se trata de un hombre delgado, de rostro anguloso pero bello, muy pálido y de pelo negro enmarañado. No obstante, lo que más llama tu atención, provocandote miedo y atracción son sus ojos, todo negros, pero con pupilas brillantes, como si fueran un par de estrellas.

Él observa en silencio lo que ustedes hacen.

Ogú, al verlo, te dice:

- ¿Ser malulo, Mimina? Porke mi le pega.

Con aquella explicación logré comprender lo que decía el hombre, pero tuve que llevarle la contraria, quizás, porque quería explicarle que no era un dios, aunque me parecía que eso ya lo sabía él mismo.

- Me temo que aquí no le llamamos dios, sino fuego y no creo que sea ningún dios cuando aquí lo hace hasta el más tonto de los hombres, aunque he de reconocer que para hacerlo con dos palos hay que tener una gandísima habilidad como tienes tú...

Guiñé un ojo como cómplice por aquello, intentanto hacer un esfuerzo por sonreir, hasta que me di cuenta de que allí había un hombre más y por algún casual vino a la cabeza la mujer que estaba junto al cuerpo de Pendragon y asentí.

- No Ogú. Si hubiera querido hacernos daño ya nos lo habría hecho ¿ no crees? Además, hubiera sido sin que nos diéramos ni cuenta... creo que sólo ha venido a charlar.

Miré unos segundos a aquel hombre, centrándome en la profundidad de aquellos ojos, pues era difícil no mirarlos.

- Supongo que eres quien viene a por Pendragon ¿ verdad? ¿ Hay alguna forma de que no te lo lleves?

Ogu pone cara de decepción cuando le dices que su dios no es más que algo común en tu tiempo. Seguramente para él es algo muy importante y está orgulloso de saber los secretos del Rojotios.

No obstante, antes de que puedas decirle algo, el extraño contesta a tú pregunta con con una voz profunda y aterciopelada:

- Yo no tengo poder sobre la muerte, Wilhenmina Murray. Eso está en manos de mi hermana, a quien tú ya conociste. Ella misma me encomendó que te buscara para contarte una historia. No obstante, no sabía que tendrías compañía.

El hombre mira a Ogú, y aunque este aún estaba apesadumbrado, le dice:

- Mí cuida ella.

El extraño, que tiene gestos nobles y un hablar pausado, te dice.

- Por lo visto Ogú te tanta voluntad en protegerte que incluso te cuida aquí.

Me sentí un poco mal por haberle dicho aquello a Ogú, quizás, porque era como decirle a un niño que Papá Noel no existía, y justo cuando iba a pedirle disculpas de la forma más sincera posible aquel hombre me habló, pero no es que la respuesta fuera la que yo esperaba.

- Sí. Con lo que nos dijo tu hermana supe quien era al instante, pero cuando habló de un hermano me quedé un poco sorprendida y pensé que quizás su trabajo fuera compartido. Como comprenderás, una desconoce estas cosas.

Miré a Ogú y asentí cuando dijo que me cuidaba.

- Es un buen compañero de viaje. Me hace sentir segura para que vuelva a casa a ver a mi hijo..

Imaginaba que todo aquello lo habría deducido solo o que simplemente lo sabría así como conocía mi nombre.

- Supongo que no será una historia lo que resucitará a Jack, pero estoy dispuesta a escucharla.

El hombre sonríe y contesta:

- Vengan conmigo. Les llevaré al lugar en que guardo las historias.

Y se pone de pie invitándoles a seguirle. Entonces ven una escalera de cristal violeta que no estaba hace un rato, pero él comenzó a subir por ella esperando a que ustedes fueran detrás de él.

Pero Ogú aún no estaba convencido de esto y pregunta con desconfianza:

- Y usté ¿Kómo llamar?

El hombre ni siquiera se voltea al contestar:

- Sueño.

Ogú, inocente como siempre, le dice:

- Si tene sueño duerma.

El hombre se voltea y mira al cavernícola algo desconcertado, pero luego, tratando de ser más explícito, se indica a si mismo con el índice y repite "Sueño".

- Por ezo. Si tene sueño, duerma un ratito y Mimina y yo vinimo kuando tú dezpierto.

El hombre te mira con esos ojos como estrellas y solo sonríe tímidamente. Después sigue subiendo.

Mientras ustedes lo siguen, Ogú te murmura:

- Mí no entiende naka. Ombre paliducho cer tanto mucho rarito.

Me quedé algo sorprendida con eso del lugar donde guardaba las historias, pues desde luego, que si no se estaba refiriendo a un libro, había algo en lo que me estaba perdiendo y me sentí un poco extraña, como fuera de lugar, pero aún así me puse en pie y seguí al hombre por aquellas escaleras, dejándome llevar.

A pesar de mi desconcierto, Ogú me hizo reir, por primera vez en aquel día había soltado una carcajada, pero no era como para no hacerlo, pues resultaba lo más cómico que había visto en mucho tiempo.

- Ogú te dice que su nombre es " Sueño " no que tenga que dormir.. - Apoyé mi mano en el hombro de mi compañero, casi como si fuera mi pequeño y le estuviera explicando alguna cosa. - La chica de esta tarde era su hermana, La Muerte.

Mi rostro se puso serio al explicarle eso último, aunque en el fondo, sabía que Ogú era bastante más perspicaz de lo que parecía.

- ¿Tonces niña bunita mata gente? Pero parecer cimpática y mi gustar sonrisa de ella.

Ante el comentario de Ogú, Sueño se voltea y le dice:

- Muchos no entienden el trabajo de mi hermana y le temen. Es triste, pues ella en verdad tiene un corazón bueno y dulce.

Y mientras hablaban no se dan cuenta como llegan a la entrada de un enorme castillo que parece estar hecho de piedra negra. En la puerta hay tres guardianes: un grifo, un unicornio y un dragón quienes dan la bienvenida su señor. Antes de entrar, Sueño les dice:

- Tengan cuidado y manténganse tras de mí en todo momento. Este palacio es el centro del sueño y en el pueden encontrar cosas maravillosas y otras aterradoras.

Negué con la cabeza ante las palabras de Ogú pues no creía que La Muerte fuera la que matara a la gente, sino más bien la que se encargaba de recoger sus almas cuando la vida se terminaba en nuestros cuerpos.

- No Ogú ella no mata a la gente. Simplemente recibe en la otra vida a la que ya ha agotado su tiempo de vida, ya sea mucho o poco.

Era fácil pensar aquello friamente, pues yo no quería que aquella mujer diera ninguna bienvenida a Jack, sino que simplemente lo dejara quedarse entre los vivos, pero suponía que eso no estaba en sus manos.

- No te preocupes, te seguiremos sin movernos...

Ya estaba cansada de ver cosas horribles y no tenía ganas de más, no sabía si podría seguir soportándolas durante demasiado tiempo.

Avanzan por un largo pasillo iluminado por antorchas con fuego azul. Ogú mira todo maravillado y con algo de miedo. Pero en ese momento aparece un enorme cuervo negro que le dice con su horrible a su amo que les esperan en la biblioteca.

Ogu mira enojado al cuervo y te dice:

- No gustar pajarrako ke habla. Mí konoce pajarrako berde de pirato patapalo y dició mí mono tontu.

Pero Sueño le contesta que Horacio no le insultará, si él no lo hace primero.

La verdad es que ese sueño era mucho más irreal que el cualquiera que allás tenido antes. No obstante, Mientras escuchas la conversación por el rabillo del ojo ves pasar a un niño que podrías jurar que es tu pequeño.

Las palabras de Ogú me volvieron a hacer sonreir, pues estaba claro que con lo brutito que parecía a veces se tenía que ganar algunos insultos de la gente que no tenía paciencia, pero que no debía sentirse ofendido por tales cosas, pues había gente con la lengua demasiado larga y solía acabar muy mal. Eso sí, por mi cabeza también se pasó lo de imaginarme un barco pirata, como cuando eres pequeño y te comienzas a imaginar historias en tu propio mundo y tú eres el protagonista. Aquello era lo mejor de ser niño, la imaginación y la inocencia con que te lo tomas todo y en el fondo, Ogú me recordaba a un niño grande.

Seguí caminando y mi piel se erizó cuando vi a mi pequeño correteando, pero apretando los dientes, seguí hacia delante. Si aquello eran sueños estaba claro que saldría Quincy, pues añoraba tanto poder estar cerca de él.. pero si también había pesadillas no quería ni imaginarme lo que podía sucederle ahí así que miraba la silueta de nuestro guía intentando no mirar hacia otras partes.

- Esto son cosas que no existen. Quizás, incluso algo o alguien lea mis añoranzas y las pueda usar contra mí.

Mientras pensabas en lo que implicaba habar visto de refilón al pequeño Quincey te has olvidado completamente de tu compañero. Entonces te das cuenta de que Ogú ya no está a tu lado. Tampoco se encuentra con Sueño, por lo que entras casi en pánico.

Sueño se da cuenta de que algo malo pasa y te dice:

- Ogú a de haber visto algo que lo atrajo. Debemos buscarlo. Andar por el castillo sin guía es muy peligroso.

Cuando levanté la cabeza lo justo para mirar a Ogú me di cuenta de que no estaba y en aquel preciso momento el chico se dio cuenta de lo mismo que yo por lo que le miré y asentí, mientras notaba como mi pulso se aceleraba porque no estuviera con nosotros.

Es lo que tenía el sentirse culpable porque Ogú estuviera en un sitio solamente por protegerme a mí y no porque debiera estar, porque por alguna razón sabía que " Sueño " había venido a verme a mí.

- Busquémoslo. No me separaré de ti.

Tu sueño salen del corredor que han seguido desde que entraron en el castillo y se adentran en los tortuosos recovecos que les rodean. Mientras caminas al lado de sueño, estás casi segura de haber visto un sujeto mirandote desde una muerta abierta, pero lo aterrador de esto es que no tenía ojos, sino dos bocas que te sonreían.

No obstante, pronto escuchas la inconfundible voz de Ogú, gritando:

- ¡No, por fabor! ¡Mí porta vien!.

Entonces lo ves salir de una puerta corriendo como si el diablo le persiguiera. Entonces, cuando llega al lado de ustedes intenta esconderse.

La verdad es que por lo menos te esperabas que un enorme monstruo viniera detrás de Ogú, pero quien le perseguía era una muy guapa mujer vestida con pieles y con una mirada que era capaz de derretir el acero. La mujer trae un garrote y con rabia dice:

- ¡Peludo tontu! ¡Dejarme sola kon chikoko! ¡No güelva por aka naka!.

No obstante, Sueño ni se inmuta, simplemente sopla y la mujer cavernícola se vuelve polvo que se lleva el viento.

Ogú, que todavía está escondido detrás de Sueño, les dice:

- Ser kompañera mía de mí. Tinalín ser bunita, pero pokito nojona.

Pero por lo visto no era la verdadera Tinalín, sino solo una imagen de los sueños de Ogú.

Puse una mano en el hombro de Ogú, queriendo infundirle la tranquilidad que te puede dar una persona con el contacto.

- Son sólo imágenes, sueños, pesadillas... No son reales pero te puede hacer mucho daño... - Hasta esa conclusión ya había llegado yo sola con las palabras que nos había dicho Sueño antes de entrar. - No es real mientras nuestra mente no lo crea.

Negué con la cabeza y le mostré una sonrisa.

- Antes he visto pasar corriendo a mi pequeño Quincy, pero no es mi hijo, sino una imagen que reside en mi cabeza de él. Mi pequeño está lejos.

Se notaba la pena de tenerlo tan lejos en mis palabras y me di cuenta de que ahora que Jack no estaba agradecía tener a Ogú, pues el preocuparme por su ingenuidad hacía que me mantuviera ocupada pensando en otras cosas.

Por lo visto, los miedos que sufre un cavernícola no distaban mucho de los de un hombre moderno. Ogú temía no poder volver con los suyos, producirles dolor debido a su ausencia o que cuando volviera ellos ya no le quisieran.

No obstante, deben volver a lo que los trajo a ese lugar y Sueño los vuelve a guíar por los corredores de su castillo. Al final, llegan a una enorme biblioteca, mucho más grade que la del museo británico o que cualquiera que hayas visto antes. Ahí les espera un sujeto alto, muy delgado, de prominente nariz, cabellos alborotado y jafas redondas. Sueño les dice:

- Este es mi bibliotecario Lucian. Ellos son la señorita Wilhenmina Murray y su compañero Ogú. Han venido por una historia.

El hombre les hace una profunda reverencia a modo de saludo y le dice a Sueño cuál es la historia que necesitan saber, a lo que el responde la del Rey Dormido. Siguen caminando entre los estante de varios pisos de altura y llenos de volumenes hasta llegar a otra estancia más pequeña, con vidrieras llenas de botellitas con líquidos de colores. Lucian se acerca a un o de esos muebles y extrae una botellita y se la entrega a Mina:

- He ahi su historia, Wilhenmina Murray - Te dice Sueño.

Todo el mundo tiene miedo de quedarse solo, de no encontrar a alguien con el que compartir su vida, su vejez, sus alegrías y sus problemas... todo el mundo necestaba alguien cerca, ya fuera Ogú o yo misma, y eso, que prácticamente ya había decidido que una persona como yo debía quedarse sola, pues mi elección con los hombres siempre había un desastre que me había acarreado demasiados problemas. Sí, incluso sabía que en alguna de aquellos sueños yo encontraba a alguien con el que podría envejecer, pero era algo que prefería no pensar.

Me quedé algo absorta en mis pensamientos, conocedora de mis propios miedos que m´s que temerlos, me hacían ser más fuerte, luchar por algo. Nunca dejaría de luchar mientras tuviera un hijo que necesitara a su madre, aunque sabía que llegaría el día que ni él me necesitaría y ese día, sería como si hubiera muerto en vida, pues muchas veces era lo único por lo que seguía peleando.

Al llegar a aquella biblioteca permanecí en silencio, observando todo lo que había y cuando Sueño me dio la botella me quedé mirándola unos instantes para luego observarle a él.

- ¿ Qué es lo que tengo que hacer con esto?

Sueño sonrie antes de decir:

- Hemos destilado muchas historias para tenerlas guardadas aquí y darcelas de beber a quien lo merezca. A los ojos de mi hermana tú eres digna de beber la historia del Rey Dormido, así que ahí la tienes.

La verdad es que nunca te esperaste eso. Suponias que en esa biblioteca te leerían la historia de uno de esos libros, pero resultaba que debías de tomártela.

No sabía si que la propia muerte me hiciera merecedora de algo, o al menos, de un halago era algo bueno o algo malo, porque esperaba que no se fijara demasiado en mí por lo qe era obvio, aunque no creía que fuera quien decidiera nada sino que más bien era quien llevaba a cabo lo que ya estaba escrito pero por si acaso... Era como el instinto de supervivencia de toda persona, aunque yo ya había perdido ese miedo irracional a morir, quizás por haber estado expuesta tantas veces a cosas muy peligrosas y sin ningún sentido en la que se metería muy poca gente, como aquel maldito viaje que me había visto obligada a hacer sin ni siquiera querer ir.

- Beberme una historia... - Negué con la cabeza, pero sin pensármelo demasiado, lo que casi era mejor, la destapé y bebí como si de agua se tratara. Sentía curiosidad por saber qué tenía que ver aquello con revivir a Jack, si es que se podía.