Partida Rol por web

Desafotunadamente tus pasos te encaminan en la misma direccion que el "amable" anciano y el muchachito.

Ves como se agolpan junto al gentío que hay frente a las puertas del tren, y como el revisor les pide el billete y les dice 

-Vagon numero 6 Monsieur, pasen por este pasillo de la derecha...-

El revisor sonrie pero el anciano le dirije la peor de las miradas y el revisor queda totalmente estupefacto

-Ehhhmm....billete Monsieur- te dice a ti algo confuso

-Pasillo de la derecha...vagón numero 6 Monsieur...- te dice finalmente señalandote el camino

Al entrar todos en el vagón numero 6, podeis observar las paredes paneladas y los asientos forrados de tela con espaldares de madera. A pesar de tratarse de un tren que cientos de personas utilizan a diario, al tratarse de un tren de largo recorrido que sale a las afueras de la ciudad hacia el norte del Pais, parece confortable dentro de las posibilidades.

El vagón consta de varios asientos, vuestros billetes solo dicen que vuestro vagon es el numero 6, pero no hay asiento numerado, por lo que podeis elegir en donde sentaros

Ante al agradecimiento Georg ofrece una sonrisa, esta vez un poco más cálida:
—Bitte schön, señora, no ha sido nada.

Tras entregar el billete, escucha a la señora haciendo lo propio. Efectivamente, aquella máquina de escribir era bastante pesada,¿será escritora o se dedicará a enviarle cartas mecanografiadas a sus hijos? Se imaginó a una trasnochada autora de novelas románticas pobladas de lozanos jóvenes con el torso contorneado y desnudo, o quizá libros de misterio con sus taciturnos detectives privados. Le dedicó una mirada curiosa mientras avanzaba hacia al vagón, tal vez necesitase ayuda para guardar semejante armatoste en el compartimento de equipaje.

Una vez llegó a los asientos, se decidió por el número 28. Individual, con ventana, cerca del baño y de una de las salidas... podría incluso sacar su cuaderno de bocetos si se aburría y el viaje no ofrecía muchas turbulencias. Antes de sentarse o siquiera subir su maleta, miró atrás por si localizaba a la mujer, y así poder ofrecer su ayuda con el equipaje.

Lo que habia dicho en la puntualidad francesa de los trenes no se puede aplicar a la educacion.
Despues de llegar a la altura del revisor (estos franceses me han parecido como los caballos salvajes en un cercado, cuando ven q alguien va a abrirlo se ponen nerviosos y corren hacia la salida
Cuando por fin llego al revisor, le doy el billete y al oir mi vagon y su ubicacion, me dirijo hacia alli, no sin darle antes las gracias con una sonrisa

cuando el revisor me dice en que vagon me extraña que no me dijera mi asiento, pero cuando llego a mi destino compruebo por que...

al entrar al vagon veo un monton de gente como hormiguitas de un lado a otro decidiendo y pensando donde se sientan, si delante, dtras con ventana sin ventana, a mujeres discutiendole a sus maridos por que ese sitio no es adecuado.

asi que intento hacer un barrido y asi ver que sitios que me agraden estan vacios... y voy a por él

Quería irme lo mas discretamente posible, estaba a salvo, pero no del todo así que después de entregar mi billete al revisor yo simplemente camine lo mas normal posible, para tratar de pasar desapercibido y decido sentarme en el asiento 29, era un buen lugar para mi, podría ver casi a todo el vagon desde mi asiento y estaba en la parte trasera que tanto me gustaba.

Me hubiera gustado estar en silencio, la inspiración no llegaba y por eso estaba aquí.  Había decidido viajar....sin estrés, sin agobios. Mi agencia de Detectives estaba pasando por una etapa...digamos escasa de trabajo. Momento idóneo para dar rienda suelta a mi otro gran amor: la escritura. Así que decidí viajar en tren.
La estación de tren estaba en plena ebullición como las calderas de vapor que allí iban y venían. Las agujas del reloj se movían despacio, de forma pesada, muy pesada, mientras yo las miraba fijamente, sin pestañear, tic…tac.tic…tac…tic…tac… ese angustioso sonido se repetía una y otra vez en el apeadero, en mi cabeza, en mi ánimo, en mi pesar.
Las 14:55 marcaban. Esperando el tren de las 15:00 me encontraba....y por fin llegó envuelto en una neblina artificial comandada por un hombre de traje azul y sombrero que invitaba a perderse en ella.

A las 15:00 h, a esa hora el reloj de la estación se paró para aquellos viajeros que querían subir al tren con destino a  "Le Havre" al norte de Francia, un destino  no tan importante como los puntos de encuentro que atravesaba; razón por la que la afluencia de pasajeros era considerable.
La alegría  se tornó en tristeza, los suspiros y gemidos se transformaron en sollozos y fragilidad, las risas en lamentos, lo propio se volvió ajeno, lo familiar se convirtió en mundano y el calor en frío, un frío cortante, gélido, distante;....las despedidas eran siempre amargas.
Miraba a mi alrededor y la inspiración me llegaba, quizás por lo que veía o por la emoción del viaje que iniciaba a lo desconocido.
Vagón número 6 ponía en mi ticket.
Solo en el vagón, así me sentía después de haber vivido y visto las despedidas y saludos en el andén, únicamente con las maletas como compañeras de viaje, maletas llenas.... pues no sabía que llevar a un viaje sin destino aparente.
Caminé por el vagón y sin saber el cómo ni el porqué, me senté en el asiente con el número 19.

Empiezo a entrar en el vagon, (el tipo de clase que me esperaba, para eso se pago el billete con la cantidad necesaria) veo que aun hay sitio como para elejir un asiento individual, me pongo en el centro del vagon, y me relajo. porque despues, el viaje no va a ser tan comodo.

Te sientas junto al señor Loumiere, que te sonrie levemente y te asiente con la cabeza como saludo antes de sentarse y sacar una pipa de tabaco que comienza a prepararse con tranquilidad.

-Tu cara me suena...- dice de pronto -¿eres estudiante en la universidad verdad?-

Encuentras un asiento vacio en ventanilla, justo delante de una señora mayor que esta intentando guardar su equipaje sobre el estante de arriba y parece estar pasandolo realmente mal para conseguirlo, como si el bolso pesara muchisimo. Un hombre detras de ella intenta ayudarla a conseguirlo.

A tu lado, al otro lado del pasillo, un hombre de mediana edad con pinta intelectual habla con un joven mozo de apenas 20 años de edad

Justo delante de ti la señora mayor toma asiento pero no sin antes intentar levantar todo el peso de la bolsa para colocarla sobre el estante encima del asiento.

Te acercas y le ayudas a subir el pesadisimo bolso, y sonriendote te dice - ¡Ay por Dios muchisimas gracias querido! - te dice mientras colocais el bolso arriba de los asientos - Ya le debo dos joven, da gusto ver caballeros como usted aun hoy en dia con los tiempos que corren -

Te ofrece la mano de forma cortes y se presenta -Adela Simons, escritora-