Partida Rol por web

Inconscientes, tirados y perdidos en medio del bosque. Era increíble lo que estaba escuchando. No podía ser cierto...pero así era.
-"¿Y la fecha?"
¿Cuánto tiempo había pasado desde que entramos en el tren hasta que nos encontraron? No podía ser cierto...sin comer ni beber...todos despertando al mismo tiempo como si de un reloj se tratase.
-"¿Y nuestra ropa...nuestro equipaje?" pensé sin parar de preocuparme.
Necesitaba más datos.
-"¿A qué marcas se refiere?" pregunté mirando mi abdomen.

El Doctor Vagner mira al joven Jean y le dice:

-calmese joven...comprendo su confusión, como le dije a su compañero - dice señalando a James Summers -no hemos encontrado ningun anciano, pero si un muchacho de unos 8 años que aun continua en coma...- dice señalando una cama detras de el que permanece con las cortinas aun echadas

Se vuelve a Boris Mac: 

-Mi nombre es Renoir Vagner, es un placer el saludar a un socio en el campo de la medicina, juran y perjuran que iba a ustedes en un tren pero, insisto no sabemos nada de ningun tren, estaban todos ustedes inconscientes sobre el lecho del bosque, y poco mas sabemos...-

Finalmente mira a George Zimmerman:

-Afortunadamente no, mi buen señor, no aparecieron ustedes en batas, pueden estar tranquilos de que sus equipajes y pertenencias se encuentran a buen recaudo aqui en el hospital, listas para serles devueltas cuando les demos el alta...- Hace una pausa y sonrie ampliamente cuando te dice - Por cierto, Es ist ein Vergnügen, ein deutscher Kamerad hier auf Französisch Boden zu treffen-

La cabeza aun os zumba y el corazón os late encabritado en el pecho por el miedo y la confusión de haber perdido 3 dias de vuestras vidas asi sin mas, 3 dias...perdidos en el olvido

Pero cuando descubrís vuestro abdomen, descubrís algo aun si cabe mas espantoso

Una especie de cardenal hinchado, supurante y sanguinolento del tamaño de una manzana se emerge desde algun lugar desde dentro de vuestro cuerpo asomando por la piel translucida de vuestro abdomen. Como un huevo anaranjado y lleno de maldad que casi parece palpitar, arraigandose con una maraña de venas rojas que se extienden varios centimentros alrededor del mismo como una aureola enfermiza

La sola visión de aquella cosa palpitando en vuestro cuerpo os llena de terror y espanto

Cuando levanto la bata y veo en mi abdomen, algo que mi mente se niega a entender y que rechaza que sea real,empiezo a sentir sudores frios y mareos, antes de que me de cuenta mi cuerpo reacciona y empiezo a vomitar lo poco solido y la gran cantidad de liquido que tengo en mi cuerpo.
Ademas empiezan a entrarme sudores frios y temblores, que hacen que mi estado sea cada vez peor, miro a alguien que me pueda a ayuda, busco al doctor con la poco que puedo ver y grito
POR FAVOR QUE ES ESTO? ESTO NO PUEDE SER REAL,ESTAMOS TODAVÍA SOÑANDO, ESTO ES UN SUEÑO...

Sonrío, casi aliviado.

Las palabras del doctor calmaron un poco más a Georg, que logró centrar su mente para poder asimilar todo lo que estaba pasando. Si tenía sus pertenencias podría demostrarlo todo, y hasta tendría acceso a una imagen del señor que se había perdido misteriosamente. Con aquel dibujo podría hablar con la policía para que buscasen a aquel anciano, imaginando que alguien denunciaría su desaparición.

Cuando todo esto pasaba por su cabeza, vio como el resto de sus compañeros se examinaban las marcas a las que había hecho alusión el médico. Él había imaginado que se trataría de rasguños, cortes o magulladuras, pero cuando sus compañeros empezaron a observarse las heridas, advirtió con horror que se trataba de algo más truculento. Con miedo de encontrarse aquellos extraños cardenales en su propio cuerpo, bajó la cabeza mientras apartaba con cuidado el cuello de su bata. Efectivamente, estaban allí, burlándose de toda lógica y corrompiendo su pálida piel. El impacto fue demasiado fuerte y tuvo que recular hasta sentarse de nuevo en su camilla, respirando con dificultad, y con la saliva formando una desagradable pasta que su garganta no era capaz de tragar. Notó la angustia como un vacío lacerante en su vientre y se obligó a si mismo a tomar una profunda bocanada de aire y tranquilizarse cuando notó que su corazón latía desbocado. Los gritos que empezó a proferir el americano no ayudaban demasiado.

Jadeó unos instantes, procurando aferrarse a la camilla y consiguió mantener una calma relativa. La habitación, antes borrosa, volvía a retomar sus habituales contornos. Ya respiraba con normalidad y su corazón parecía bombear a un ritmo más normal. Miró al médico y después a las enfermeras y después se levantó, no sin cierta dificultad, y esperó a que la situación se tranquilizase. Consiguió dominarse y hablar de forma pausada pero no sin cierto temor al final de la última frase:

—Sehn gut, creo que estoy mejor— empezó a decir, más bien para sí mismo. Luego continuó, mirando al doctor —Herr Vagner, cuándo termine, ¿Podría usar por teléfono? Necesitaría hacer una llamada. Y sí, puede examinar las... marcas si usted quiere.

Cuando el doctor hablo sobre unas "heridas" mi mente solo pensó: -Maldición, parece que me atraparon- pero ese pensamiento fue sustituido en su mayoría por miedo, horror y ganas de vomitar a ver la marca negra en mi estomago, lo primero que hice después de ver ese hueco negro en mi pecho fue buscar una papelera para vomitar en ella y luego ya algo estabilizado grite: -QUE ES ESTO?!?!?!?!? QUE ME HICIERON?!?!?!- poniendome algo mas a la ofensiva.

Las heridas se vuelven cicatrices. Las cicatrices desaparecen sin dejar rastro en la piel de un bebé. Eso pensé cuando ví aquello.
-"¿Cómo era posible?¿Qué estaba sucediendo? pensé
Me encontraba hace tres días esperando en la estación de un tren, buscando la inspiración. Viajar con la única compañía del traqueteo del tren.
'"Fuimos encontrados inconscientes en medio del bosque, sin equipajes, sin nada. Y ahora nos dice el que no nos preocupemos.....Iluso."
-"Acaso el tren que cogimos no existe....

Dos enfermeras se acercan a Ricky Starks y le intentan tranquilizar dado su estado de nerviosismo.

El Doctor Vagner se pasa la mano por la boca en señal de inquietud y os dice:

-No se preocupen, no les negaré que es un caso de lo mas...particular, pero les prometo que todo saldrá bien si colaboran. Seria muy interesante que se quedaran aqui ingresados en el Hotel Dieu unas pocas semanas...necesitamos tomar muestras de tejido, examinarlas, hacer analisis, volver a tomar muestras de tejido...- dice enumerando con los dedos - quien sabe, quiza incluso tengamos que abrirles y ver exactamente de que se trata esa...esa...cosa- dice con cierta curiosidad morbosa

En ese momento una enfermera se acerca al Doctor Vagner y le susurra algo en el oido, el Doctor se queda pensativo unos momentos antes de asentir a la enfermera que se marcha hacia la puerta de la habitación, y abriendo la puerta deja pasar a un hombre que estaba esperando fuera:

Un caballero de unos 40 años aproximadamente, con el pelo canoso muy bien peinado, expresion seria y gabardina larga se aproxima hasta el Doctor Vagner y la da un fuerte apretón de manos, luego os mira lenta y detenidamente a todos vosotros y se presenta:

-Soy el Inspector de policia Renard LeBlanc- dice mostrando su placa -Y me gustaria hacerles unas preguntas...-

-Lo lamento Doctor, pero no pienso quedarme aqui, quiero que me den el alta- dice muy nervioso Molineux

-No quiero me examinen ni que me corten se lo aseguro, y tengo muchas cosas que hacer, soy profesor de la Universidad de Paris ¿comprende?- dice con cierta altaneria 

-Enfermera, traigame mis pertenencias por favor- le pide a la enfermera mas cercana

-¡Al fin la Policia!- exclama Simons aliviada entrelazando las manos sobre el pecho

-Inspector LeBlanc soy Adela Simons, escritora de novelas de suspense, quiza haya leido usted alguna de mis novelas...fijese toda la vida escribiendo relatos sobre casos misteriosos, y ahora me veo envuelta en uno de ellos...me gustaria saber si puede usted aclararnos que esta sucediendo aqui, tanto yo como todos los presentes estamos totalmente consternados con lo sucedido- dice intentando mantener la compostura

-Precisamente señora..., usted debe de ser la anciana...- dice con seriedad

-Usted debe ser, el del fuerte acento Ingles...- dice señalando a Molineux y ante el asombro de este

-Y usted debe ser el joven del grupo...- dice señalando a Lebrun

-Y usted el del bigote y las lentes...- dice señalando a Boris Mac

da un lento vistazo al resto asintiendo con la cabeza varias veces, -si...sin duda alguna, coinciden todos ustedes con la descripcion del caso...-

Acto seguido el Inspector de Policia saca una carpeta y del interior un recorte de periodico que os enseña

-Este es el periodico del 9 de Noviembre, Loui Braud, un heladero del barrio de Hoche, aqui en Paris, era asesinado a puñaladas a sangre fria a plena luz del dia y con muchos testigos delante...- dice examinandoos lenta y minuciosamente.

-Las descripciones de los asaltantes por parte de los testigos, coincide exageradamente con la de todos ustedes. Forman un grupo...muy peculiar y dificil de olvidar...- dice sonriendo con desdén

-¿Porque matarón al señor Braud?- pregunta de forma acusadora

—¿Semanas ha dicho? Mire, tengo asuntos que atender en la capital, únicamente iba a ausentarme este Wochenende para visitar Burdeos, nada más.— se quejó Georg ante la idea de pasarse encerrado en aquel lugar sirviendo más como sujeto de experimentos que como paciente —En serio, necesito usar su teléfono.

El resto de pasajeros objetaban también, hasta que una de las enfermeras susurró algo al oído del doctor. Éste abrió la puerta y entró un repeinado cuarentón con gabardina que afirmaba ser inspector de policía. Primero se presentó y luego hizo recuento de todos los presentes. Cuando los acusó de asesinato, Georg Zimmerman se quedó de piedra.

—Um Gottes willen! ¿Un asesinato? Debe tratarse de un error, Herr Kommissar— dijo sin titubear, hasta que cayó en la cuenta de que llevaban tres días inconscientes y el sudor frío empezó a perlar su frente. Sin embargo, aunque no recordaba nada, sabía que jamás sería capaz de matar a nadie a sangre fría y esa convicción lo hizo llenarse de una nueva determinación: —Sin embargo responderé lo que sea necesario y procuraré ayudar en lo que pueda, Herr LeBlanc.

-Porsupuesto que lo hará señor...- examina la carpeta colgada a los pies de tu cama -Zimmerman-

-Porsupuesto que me ayudará, y realizará esa llamada cuando yo le diga que puede hacerla...- dice con un tono que roza la insolencia

-¿Porque matarón al señor Braud diganme, que les hizo el heladero ¿eh?- dice levantando el tono de voz -¿a que vino ese ensañamiento? ¿saben que deja mujer e hijos?, ¡contestenme!- dice notablemente airado