Partida Rol por web

La Luna Negra

Un Largo Camino (Partida)

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17/09/2019, 09:09

Torvuk pronto organizó la partida de aquel lugar, colocando uno de los guardaespaldas al frente y al otro en retaguardia, mientras él se colocaba en el centro junto a vosotros, iniciándose entonces una rápida carrera por entre las escasas calles del pueblo. Fuera quien fuera que lo perseguía no parecía tener ganas de encontrárselo y, a juzgar por los comentarios de los dos grandullones, mejor que así fuera

Tras dejar atrás las últimas casas, llegasteis frente a un riachuelo no demasiado caudaloso que no dudasteis en vadear; la corriente, aunque fuerte, no lo era tanto como para haceros perder pie y aprovechasteis la inercia para seguir el cauce del río hacia el sur a fin de no dejar huellas y acercaros, cada vez más, hasta Urbe.

A vuestra izquierda, un pequeño bosquecillo asomaba a un par de leguas de distancia mientras que las pequeñas ondulaciones del terreno os permitían permanecer ocultos de ojos curiosos en la distancia. De no ser por la gélida caricia del agua en vuestros cuerpos casi habría sido una carrera agradable ya que tanto el paisaje aledaño como el clima acompañaban a ello

Señor, parece que los hemos perdido, ya pode ... aaaargh!- empezó a decir el grandullón de retaguardia antes de que le creciera un virote en el pecho, derribándolo de espaldas en medio de un gran chapoteo, haciendo que cayera en la orilla del río.

A unos veinte metros, media docena de hombres a caballo armados con ballestas empezaron a disparar sus armas contra vosotros, provocando que una lluvia de silbidos acallara incluso el rumor de las aguas; tras los ballesteros, otros cuatro hombres espoleaban a sus monturas para adelantaros y cortaros el avance por el río unos metros más allá... entre éstos últimos, el primero de ellos destacaba por encima del resto.

No solo su caballo era mucho mejor, un gigantesco semental color avellana, sino que su equipamiento lo delataba como uno de los guardias personales del emperador. Un segador

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17/09/2019, 09:10

- Esto lo dice Arthur-

"¡Me cago en toda mi familia!" pensé de inmediato. ¿Guardias del emperador? ¿Pero qué clase de problema me había comprado? Lo supe de inmediato. De esos de los que no se salía con vida.

-¡Te olvidaste de informarnos de que eras un criminal! -le espeté a mi contratista, mientras me adelantaba, tomando posición en la orilla contraria a los ataques y desenvainando la espada- ¡Dime ya de qué se trata esto!

Quería explicaciones pero tampoco podía dejar de reaccionar. Si eramos atacados, me dejendería con todo lo que tenía. Pero no serviría a un delincuente, y menos uno que era perseguido por las propias fuerzas del Emperador.

Notas de juego

Con esto ya estas al dia

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18/09/2019, 10:52
Ramiel Gardeniere

"Y aquí vamos"

A Ramiel no le extrañó en absoluto la emboscada. Lo que sí le extrañó fue la reacción de los demás y no por ello dejaba de ser gracioso. No pudo contener la lengua, estaban a punto de matarlos, probablemente de una forma espantosa, y él no era diestro en tales batallas. Las que tenían que ver con la lengua sí, por supuesto. 

-Desde luego que es usted la discreción hecha persona, señor von Hagenndorf -comentó con sarcasmo-. Si por algo quería buscar un lugar discreto era para evitar esto, le dio su nombre a todo el que quisiera oírlo y montó tal escándalo que mucho han tardado en dar con usted... Ah, sí, ¿se le olvidó mencionar que su familia cayó en desgracia y es un fugitivo perseguido por el Imperio? 

Antes de sacar la espada, Ramiel prefirió evaluar la situación, por si se diera el caso de tener que defenderse con lo que mejor sabía: la palabra. 

Notas de juego

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19/09/2019, 13:10
Astrid Whitemoon

 La tensa huida les alejó de la pequeña aldea, dejando las últimas casas que la componían a sus espaldas. La muchacha respiraba agitadamente, al ritmo de sus pasos y se concentraba en mantener bien la marcha para no retrasar a los demás. Pero era complicado hacerlo cuando no dejaba de pensar en aquellos que los perseguían. Era la primera vez que se veía metida en algo semejante.

Ignoró el frío que la inundó al atravesar el riachuelo, no era relevante si tenían en cuenta que sus vidas corrían peligro. Pasó el tiempo, la naturaleza que les rodeaba parecía que les había dado por fin un poco de tranquilidad al creer que les habían perdido de vista. De hecho, eso mismo lo estaba anunciando uno de los grandullones hasta que sus palabras fueron interrumpidas por un virote que lo atravesó. Astrid no pudo evitar soltar un grito por la sorpresa y el miedo, pero eso no la impidió intentar socorrerlo.

No pudo, justo cuando intentó darle la vuelta y sacarlo del río, los silbidos de los virotes los amenazaban, y tuvo que refugiarse tras un tronco de árbol, pegando su cuerpo tras él. Buscó desesperadamente al resto con la mirada, esperando que estuvieran bien y también buscando algo qué hacer. Pensó que estaban perdidos. Allí había seis hombres a caballo bien armados pero cuando vio al que parecía comandar aquella persecución, se le calló el mundo a los pies. ¿Qué habían hecho aquel grupo para que la guardia personal del Emperador fuera tras ellos?

¿Qué hace la guardia aquí? ¡Señor Haggendorf! — y la voz de Ramiel le dio una posible respuesta. Astrid no podía creérselo. No podía entenderlo porque no tenía relación con lo que les había contado previamente. ¿Su mundo estaba realmente en peligro o aquel noble les había engañado? Astrid no se quedó ahí escondida, sin ocurrírsele disparar sus flechas contra los defensores de su gobernante.  

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22/09/2019, 18:53
Inger Virtanen
Sólo para el director

El enfrentamiento era inevitable ya que sabía que contra aquel loco sería imposible la diplomacia o una simple conversación para hacerlo entrar en razón. Pero si lo que quería era luchar, eso tendría así que, sujetando con fuerza y rabia mi espada, a pesar de que aún se me iba la cabeza por culpa del golpe, me preparé para el inminente combate sabiendo que Hogreg era mucho más fuerte que yo, pero convencida que mi entrenamiento y, sobre todo, mi agilidad me ayudarían a ganar aquella pelea.

El entrechocar de espadas no se hizo esperar. Una vez tras otra los aceros se buscaron y se encontraron con un ruido metálico que seguramente atraería a todos los habitantes de la aldea. No cejaban en su empeño de buscar cualquier resquicio para herir a su rival y, ante los potentes ataques de Hogreg y su más que evidente fuerza, sólo me quedaba apretar los dientes e intentar defenderme con toda la rabia que me invadía. Sentía el sudor resbalando por todo mi cuerpo y la respiración agitada resonando en mi boca y en mi nariz mientras el asqueroso aliento de mi enemigo sólo conseguía revolverme las tripas y desear que, de una vez por todas, su malévola sonrisa quedase congelada para siempre.

Conseguí rozarle en varias ocasiones pero ninguna de las heridas que podía infligirle eran lo suficientemente letales para acabar con la pelea. Sin embargo, aunque debería estar ya sobre aviso, con lo que no contaba era con la perfidia que anidaba en el corazón de Hogreg, al igual que lo hacía en el de su hermano. Su maldad no tenía límites y me empezaba a dar cuenta que, si no conseguía acabar con mi vida allí mismo, lo haría con mi reputación dejándome un destino igual que había tenido que soportar su hermano.

Porque eso era lo que Hogreg pretendía ahora que veía que su vida llegaba a su fin. Con un gesto que escondía toda la perversión de la que era capaz, arrojó su espada lejos de él mientras yo acaba de una vez por todas con su existencia, no sin antes escuchar su grito advirtiendo a todo el mundo sobre mí.

Sabía que mi acto traería consecuencias y muy graves. Lo supe en el mismo momento que escuché a la gente a mi alrededor murmurar y los reconocibles pasos de los soldados imperiales acercándose.

Agotada, con el corazón golpeando con furia mi pecho y la respiración entrecortada, dejé resbalar de mi mano la espada mientras, agotada, miraba incrédula a todos a mi alrededor.

Sólo me he defendido —conseguí musitar consciente de que pocos serían los que me creerían pues Hogreg se había encargado de aparentar estar desarmado—. Sólo he peleado por mi vida.

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23/09/2019, 11:19

Los virotes llovían entre vosotros de forma indiscriminada pero, tal vez por fortuna o por mala puntería de los tiradores de solo había que lamentar la muerte de uno de los guardaespaldas de Torvuk y algún que otro rasguño en brazos y piernas, de momento. Pese a todo, el grupo a caballo que corría para interceptaros ya empezaba a adentrarse en el río unos metros más abajo, haciendo que cualquier atisbo de huida por el río se desvaneciera por completo

La tensión era palpable, más aun cuando las primeras dudas asaltaron al grupo sobre quién era el empleador en realidad, más aun cuando Ramiel volvió a fustigarlo con su mordaz lengua, haciendo que Torvuk le dedicara una mirada cargada de rabia ante tales palabras; de no haber estado metidos en aquel atolladero las cosas no se habrían puesto demasiado amistosas con el charlatán

¡A cubierto, necios! ¿O acaso queréis acabar con Hugo?- dijo Torvuk a modo de respuesta mientras se parapetaba tras una roca de la orilla - No soy un malchechor, si a eso te refieres, pero sí, me persigue el Imperio como puedes ver... para que no pueda revelar la verdad. La familia imperial se ha basado en mentiras y engaños para alcanzar el poder. El bisabuelo de August empleó a un sicario, al menos, para matar al verdadero elegido para ser emperador; se lo atribuyeron a un grupo de asaltantes gnoll y de ahí surgió la idea de forjar una alianza con elfos y enanos para expulsar a los siervos de Nörg... pero ellos no tuvieron nada que ver, oh no... fueron todo patrañas inventadas, el Gran Pacto un engaño para expulsar a los elfos de las tierras fértiles y la Gran Guerra una artimaña para debilitar a los enanos y que no supusieran una amenaza al reinado de la dinastía de los emperadores humanos... Ahora el Emperador ha emprendido una campaña para destruir toda prueba del pasado y, en el proceso, busca encontrar la Gema de los Dioses... yo pertenezco al linaje de los verdaderos emperadores y esa gema pendía de una cadena al cuello de Uzhg; se supone que la gema debía permanecer un siglo en poder de cada una de las tres razas, pero el antepasado de August se lo quedó para él mismo y no la ha devuelto... las otras razas no tienen poder para reclamarla, ya se encargó de ello. Posee un poder increíble y, en malas manos, quien sabe qué podría provocar... se dice, en las leyendas, que es una especie de arma para destruir a Nörg creada por el propio Naûl- dijo a toda prisa, mientras miraba por encima de la roca y hacia atrás, viendo como los soldados cerraban el cerco - Me temo que, por ahora, no podemos hacer más que entregarnos o morir aquí...

Empezó a decir pero, su otro guardaespaldas, se lanzó a la carga contra los cercanos ballesteros tomándolos por sorpresa para vengar la muerte de su amigo Hugo; el hombretón, recibió dos impactos de ballesta que lo hicieron trastabillar, uno en un hombro y otro en el muslo, mientras el resto fallaban por poco.

- Bern, no!- dijo Torvuk mientras salía de detrás de las rocas, cargando tras los pasos de su guardaespaldas a la desesperada

Los ballesteros intentaron recargar a toda prisa, pero ver cargar hacia ti a un tipo como Bern, enarbolando una enorme maza sembrada de púas con el odio pintado en el rostro, podía poner nervioso a cualquiera y no lograron su cometido antes de que el hombretón los alcanzara.

El primer golpe, de lado, hizo estallar la cabeza de uno de los ballesteros lanzando el cuerpo a un metro de distancia. El golpe de retorno destrozó el cráneo de otro desafortunado ballestero antes de que la maza girara en el aire y abatiera, por la espalda, a otro ballestero que intentaba huir provocando un ruido realmente aterrador cuando la columna del hombre crujió bajo el golpe demoledor. Los tres ballesteros restantes corrían a la desesperada hacia sus caballos en la orilla, pero Bern tenía las piernas más largas y fuertes, y aunque estaba herido, sus zancadas pronto lo llevaron sobre el cuarto ballestero que murió con la maza clavada en la cabeza sin darse cuenta siquiera que había pasado.

A su lado, Torvuk alcanzaba a los otros dos, acuchillando con la espada a uno y lanzando una daga a la espalda del otro

Entonces llegaron los caballos soldados y todo acabó: El Segador, sin miramiento alguno, cargó contra Bern de frente haciendo que el hombretón no tuviera tiempo de apartarse del camino del jinete, cayendo al agua donde fue pisoteado sin compasión por el recio animal. La sangre pronto tiño el agua del río mientras Torvuk, impotente, intentaba desmontar al asesino de su guardaespaldas quien, con un único golpe furioso de revés, desarmó al noble y lo arrojó al agua con un feo corte en la sien.

Por la otra orilla, un nuevo grupo de jinetes llegaba al galope cerrando la trampa mientras el Segador hacia que su montura dedicara unos cuantos pisotones más al cuerpo de Bern mientras os miraba con inquina

-Prendedlos y, si resisten, matadlos a todos -ordenó con voz ronca mientras uno de los jinetes desmontaba para coger al inconsciente Torvuk antes de que se lo llevara la corriente

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23/09/2019, 11:55

Los murmullos empiezan a elevarse entorno a la escena, donde buena parte de la tribu está ya reunida formando un semicírculo a tu alrededor; no son pocos los que mencionan la palabra venganza, asesina o mentirosa ante tu alegato al verse al hombre muerto a tus pies sin un solo arma en sus manos, únicamente con la daga enfundada en la vaina firmemente cerrada. Por vez primera te percatas que las miradas hacia ti son hoscas y desconfiadas, lo que te provoca no poco sentimiento de rabia. Tu voz, cargada de reproche al contestar al líder de la tribu, no ayuda precisamente a serenar los ánimos

 ¿Defenderte? Pero... Inger... está desarmado... todos sabemos que lo odiabas, como a su hermano, pero esto...- empezó a decir, afligido, el líder de la tribu

Los pasos de los soldados llegaron entonces hasta ti, acallando los murmullos de golpe mientras una veintena de guardias fuertemente armados se posicionaba dentro del círculo, rodeándote por completo. Entre ellos, un soldado de espesa barba y aspecto veterano, dio un paso al frente con los brazos cruzados. Una gruesa capa de oso le cubría los hombros para resguardarlo del frío

Un asesinato... a sangre fría según parece ¿Alguien ha visto que ha pasado?¿Alguien sale en defensa de la chica?- dijo con voz monótona el que era el sargento de la unidad

Nadie contestó, ni se movió. El líder de la tribu bajó el rostro apenado, pues el castigo por aquello era la pena de muerte...

Ya veo- dijo el sargento desenfundando una espada de su cinto - En ese caso...- empezó a decir mientras se acercaba a ti, con claras intenciones de ajusticiarte allí mismo. A tu alrededor, la mitad de soldados te apuntó con las lanzas mientras la otra mitad se giraba hacia el exterior y desenfundaba las espadas, dispuestos a evitar que nadie interviniera.

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23/09/2019, 17:55
Arthur Stafford

El contratista soltó una perorata inentendible, seguramente intentando justificarle. ¿Cómo podía creerle cualquier cosa que dijera? Además, ¿qué haría yo metido en los enredos de la Corte? Definitivamente tenía que huír de esa situación que lo único que me traería sería la muerte.

Fue entonces que todo se fue de las manos, incluso peor de lo que ya estaba. El último guardaespaldas de Torvuk se lanzó en una frenética carrera abatiendo a varios ballesteros. Tras él, nuestro empleador hizo lo mismo, sin detenerse un momento a pensar un mínimo plan de escape.

Cuando apareció el último jinete, el alma se me cayó al suelo. Asesinó al guardaespaldas y desarmó a Torvuk, estaba a su merced, y, al mismo tiempo, otra tropilla nos arrinconaba por el otro lado. ¿Qué opciones nos quedaban?

-Alto, rindo mi espada ante la autoridad del Emperador -dije entonces, arrojando mi espada al suelo frente a mí, no me gustaba nada hacerlo, pero no perdería la vida por un delincuente-. Juro que desconocía los crímenes de mi empleador, que solo lo conocí en la taberna del pueblo hace unos minutos, y me contrató para ofrecerle seguridad.

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26/09/2019, 07:18
Ramiel Gardeniere

De todas las personas con las que se podría haber encontrado en el camino, se había juntado con un lunático. No era la primera vez que veía a un noble caído en desgracia, como tampoco era la primera vez que presenciaba los desvaríos de uno, así que tampoco le pilló de nuevas comprobar que el señor von Hagenndorf también había sucumbido a la locura. Ramiel maldijo por lo bajo y sacudió la cabeza mientras observaba los acontecimientos desde un lugar seguro. El noble era sencillamente un idiota sin cerebro, no solo exponía sus planes y su nombre a todo el mundo, sino que salía a enfrentarse contra hombres armados del Emperador él solo. Ramiel pensó que debería haberle insistido algo más en aquella posada, si le hubiese apretado las tuercas un poco más podrían haber marchado con rapidez y disimulo. Pero no, aquel tipo encima le plantó cara cuando él solo trataba de ser razonable. 

No, definitivamente von Hagenndorf no tenía ni pizca de inteligencia. Lo cual era irónico, el tonto de la familia era el que intentaba salvarla. Como cabía esperar, el resultado había sido catastrófico. Pero eso era típico de los nobles.

No sin cierto dramatismo, el asunto terminó como cabía esperar. Ramiel se levantó con las manos en alto sin ofrecer resistencia. Lo más probable era que lo colgaran por ir de la manita con aquel personaje. Si bien se abstuvo de decir nada, no como el mercenario. Cuando a uno lo detenía la guardia, fuese imperial o local, lo mejor era no decir nada

-No vale la pena, querida -le dijo a Astrid con una sonrisa, porque la muchacha todavía no se había pronunciado-. No vale la pena luchar y morir por una causa que no es la tuya.

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26/09/2019, 09:43
Astrid Whitemoon

Astrid seguía oculta tras un árbol cercano al río, no muy lejos de Torvuk que entre respiraciones agitadas empezó a explicar una realidad que cualquier otro no creería, pero para la chica del arco tenía sentido. Sentía como si el propio Naûl estuviera tras todo aquello; como si hubiera mandado al destino que provocara aquel encuentro “casual” en la posada. Y por supuesto, que era una misión que debía cumplir como fiel devota.

Solo había una cosa que pudiera estar por encima la ley, y era la divinidad. Así que no iba a dejarse capturar por las fuerzas imperiales tan fácilmente, aunque tampoco se atrevía a lanzarles ninguna de sus flechas. ¿Cómo hacerlo si no iban directos a cortarles la cabeza? Lo que no pensaba la chica era que no lo quisieran hacer en ese preciso momento, sino después de llevarlos de vuelta a Urbe como traidores. Y en la plaza principal, ejecutarlos públicamente para dar ejemplo a los demás ciudadanos.

El primero en rendirse fue el mercenario que Torvuk había contratado, mostrando una actitud sumisa ante la guardia personal del Emperador. Estaba claro que no creía las palabras del noble, al menos en apariencia. Astrid vio como uno a uno, los acompañantes iniciales de Torvuk iban cayendo, incluido él mismo pero no sin llevarse a algunos por delante. Aún parecía estar con vida así que Astrid alzó las manos, en señal de rendición. Ya no había más que hacer, pues otro grupo de jinetes imperiales se acercaban.

Astrid alzó las manos y con precaución, salió poco a poco de detrás del árbol después de escuchar a Ramiel, pero en sus ojos se podía ver que dudaba mucho de sus palabras. De veras creyó en las palabras de Hagenndorf. — Es la causa de todos, señor — Murmuró, porque para ella, toda Áurea estaba en peligro, y todos formaban parte de ella. 

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26/09/2019, 14:26

El Segador os miró con cara inexpresiva mientras asentía de un modo apenas perceptible, haciendo que varios de los soldados se os acercaran a caballo mientras un trío de ellos descabalgaba para maniataros y evitar así cualquier contratiempo; a los pies del impertérrito Segador, el soldado que recogía a Torvuk avisaba de que el noble, aunque malherido, estaba vivo

- Subidlo a uno de los caballos, a los otros también, y procurad que nadie escape o habrá repercusiones- zanjó el Segador antes de llevar a su montura fuera del río. A su espalda, el cadáver pisoteado y desfigurado del último de los seguidores de Torvuk empezó a ser arrastrado por la corriente

... 

El viaje a caballo no fue agradable en lo más mínimo. Evitásteis aldeas y pueblos en aras de llegar con rapidez a Urbe, siempre con las manos a la espalda y atados a la silla del caballo y éste, a su vez, atado al guardia que iba delante y custodiado por otro más a cada lado; las explicaciones fueron nulas, y apenas los soldados si intercambiaban alguna palabra entre ellos, tal era la dura y férrea disciplina que imponía el Segador... o tal vez miedo.

Lo cierto es que nada sabíais de vuestro destino pero, para vuestra sorpresa, al llegar a las puertas de Urbe agotados y sedientos os desviásteis hacia la izquierda después de traspasar la primera muralla, dejando la plaza de ejecuciones atrás así como las zonas más adineradas. 

Vuestro camino, chapoteando en charcos de inmundicias y haciendo que las pocas personas que os cruzábais os miraran con resignación, os llevaron hasta la zona más despoblada y oscura de la ciudad haciendo que el alma se os callera a los pies cuando descubristeis hacia donde os llevaban: alejada de cualquier edificiación por al menos un centenar de pasos, una enorme mole de piedra y acero se elevaba por encima de las murallas circundantes como un colosal desafío a los elementos. Su aspecto tétrico, totalmente funcional y sin apenas ornamentos, dejaba claro que no era un mero monumento decorativo para ensalzar el ego del Imperador... se trataba de la Tumba, la enorme prisión-fortaleza de Urbe

Os detuvistéis bajo la enorme mole, que parecía aguardar con sus fauces abiertas para engulliros por toda la eternidad; de su interior un lejano coro de lamentos, lloros y alaridos ofrecía una vaga idea de lo que ocurría en el interior. 

- No quiero una sola tontería o moriréis en el acto- dijo el Segador sin un atisbo de piedad en el tono - En lo que a mi, y a ellos respecta - dijo haciendo referencia a los soldados - sois todos proscritos, ya sea por voluntad propia o por seguir a quien no debíais. Correréis todos la suerte de éste - añadió mirando a Torvuk, que ya había vuelto en sí pero que ahora presentaba un aspecto ceniciento y demacrado, casi enfermo. La herida de la frente había dejado de sangrar pero no tenía buen aspecto

Con un ademán de la cabeza los soldados os condujeron al interior donde un fétido aire caliente, viciado, asaltó vuestro olfato haciendo que el simple hecho de entrar ya fuera algo digno de olvidar. Sin miramientos, con empujones y malas formas, los soldados os condujeron por varias salas, siempre hacia arriba, hasta llegar a una última estancia donde un tipo malcarado, sucio y con aspecto zafio os recibió con una sonrisa mezquina en los labios. El carcelero, Harek, era un tipo despreciable, que gustaba de dispensar dolor de forma gratuita a sus inquilinos según habían comentado los guardias a modo de advertencia. Se trataba de un hombre alto, fornido y de aspecto salvaje, con una poblada barba rubia y una melena rizada que le llegaba a los hombros. Sus ojos claros y el marcado acento lo delataban como alguien procedente del norte, Nordsgrad posiblemente o puede que incluso de la tierra de los valles.

Por fin habéis llegado... mis invitados ya estaban empezando a aburrirse.... venid, venid, os enseñaré vuestros aposentos jajajaja!- dijo con sorna mientras desenfundaba una porra de aspecto gastado por el uso - El primero que me de problemas le abro la cabeza con mi amiguita ¿entendido?- dijo cuando los guardias lo dejaron a solas con vosotros 

El lugar apestaba a sudor, orines e inmundicias podridas. La desesperación era palpable en el ambiente y varios gimoteos ahogados por las gruesas puertas de madera reforzada se escucharon mientras avanzábais por el corredor salpicado de celdas a lado y lado. Rostros demacrados y sucios se apartaron de la pequeña abertura que tenían las puertas de las celdas al oír pasar al carcelero

Tenéis suerte, os ha tocada la habitación real... las otras están todas llenas... pero pronto habrá sitio supongo- dijo a nadie en particular mientras os hacia avanzar, a empujones, hacia el final del corredor.

Al llegar al final el carcelero os hizo giraros hacia la pared, de rodillas, mientras se encargaba de abrir la puerta. No era nuevo en su oficio y no quería sobresaltos.

Un chirrido de bisagras reveló una celda espaciosa llena de paja mugrienta. En su interior, dos hombres de edad avanzada, apresados por un tobillo cada uno a una cadena en la pared, os miraron con ojos inquisitivos. No parecían llevar allí demasiado tiempo aunque uno de ellos tenía un feo moratón en el rostro y restos de sangre en el labio.

Adentro, escoria- dijo mientras os introducía en las celdas sin miramiento alguno, descargando un fuerte golpe de porra en la parte trasera de la cabeza que os dejó medio atontados.

Mientras caíais al suelo, doloridos, el carcelero os colocó un argolla en el pie que os unía a la pared por una cadena de apenas un metro, al igual que los dos ocupantes iniciales de la celda.

A ver si ahora estáis tan cómodos- dijo a los dos viejos antes de salir satisfecho y cerrar la puerta a sus espaldas.

El sonido de la llave al girar zanjó el asunto mientras os recuperabais del golpe, observando el tétrico lugar al que os habían arrojado gracias a la poca luz que se filtraba desde la pequeña abertura en la puerta de madera maciza; el resto de la celda estaba completamente tapiado.

 

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27/09/2019, 09:48

Apenas pasaron unos pocos minutos antes de que el eco de pasos llegara nuevamente a vosotros, junto a la despreciable voz de Harek. Parecía que nuevos infelices iban a ver como todos sus ilusiones se esfumaban en aquel odioso lugar

Adentro, escoria- dijo mientras introducía en las celdas, sin miramiento alguno, a un cuarteto de personas no sin antes descargar un fuerte golpe de porra en la parte trasera de sus cabezas, que los dejó medio atontados.

Mientras caían al suelo, doloridos, el carcelero les colocó un argolla en el pie que los unía a la pared por una cadena de apenas un metro, al igual que a vosotros dos.

A ver si ahora estáis tan cómodos- añadió con sorna dedicando una sonrisa maliciosa antes de cerrar la puerta a su espalda, haciendo que el giro de la llave sonara como una fatídico gong que precedía a la más horrible de las muertes

Los cuatro nuevos inquilinos eran tres hombres y una chica, esta última bastante joven y de ojos vivaces. Los hombres, por su parte, eran dos de mediana edad y con aspecto curtido y otro bastante más joven, que destacaba pese a la suciedad del camino por un innegable atractivo físico. 

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27/09/2019, 10:38
Heistrich

Llevaba ya un rato allí mirando el maldito vacío, la mugre y los insectos mientras el necio de mi compañero seguía afanándose en encontrar un modo de salir de allí, haciendo que me hastiara verlo hacer aquella necedad, cuando los pasos de varias personas con la voz de Harek me sacaron de mi ensimismamiento. Al parecer la compañía que había anunciado ya había llegado y, por las formas en que los trato, eran tan queridos como yo

Sus huesos dieron bruscamente en el suelo, haciendo que mi mirada se clavara en el carcelero a falta de algo afilado; aquel tipo se llevaría su merecido antes o después, aunque a juzgar por nuestra situación por el momento era una amenaza vacía

Observé con curiosidad a los recién llegados intentando dilucidar una manera de salir de allí empleándolos a tal fin... una chica joven, ("serviría como señuelo para salir de allí?", pensé), un mozo de aspecto saludable y bien formado ("Tal vez este sea más del agrado de Harek", proseguí con mis pensamientos), y esos dos ("pueden añadir el músculo que hará falta para librarse de los guardias llegado el momento... aunque hay uno que está más muerto que vivo", añadí mentalmente a la lista). Solo estaba el pequeño detalle que estábamos desarmados, encadenados y que Harek no se andaba con remilgos en cuanto a golpear se trataba

Suspiré, decepcionado por ver salida al tema

Vaya, normalmente las reverencias las dejan para cuando doy mi nombre... recomponeos rápido y alzaos, no le deis el gusto de lamer el suelo a ese cerdo de Harek- espeté mirando a los recién llegados

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27/09/2019, 11:38
Astrid Whitemoon

Astrid no perdió en todo momento la convicción de que lo que estaba haciendo era lo correcto; un camino que el mismísimo Naûl había puesto frente a ella, enorgullecido por su devoción y su bondad. Y es cierto que el miedo intentaba acabar con su voluntad pero por el momento se resistía a sucumbir a él. No miró atrás, no quería ver aquel cadáver hecho pedazos por las pisadas del caballo, ni entristecerse por una vida perdida sin que ella hubiera podido hacer nada.

Mientras su cuerpo se zarandeaba ligeramente por los movimientos del caballo, buscaba con la mirada a Torvuk, que aún a lomos de uno de los caballos y con las manos apresadas como todos, seguía inconsciente. La marca sanguinolenta que llevaba en la frente no le gustaba nada sin embargo no podía hacer nada hasta que llegaran a Urbe si es que le daban la oportunidad de tratarlo.

Notó un alivio en el alma cuando evitaron la plaza central, sus cabezas seguirían sobre sus hombros. Una leve sonrisa asomó entre los labios de la muchacha, esperanzada de que les pidieran explicaciones cuando los llevaran al cuartel, imaginó, pero estaba muy equivocada. Cuando levantó de nuevo la mirada, y sus ojos se encontraron con la imponente torre color arena se alzaba frente a ellos. Los claros ojos de Astrid se abrieron de par en par, derramándose las primeras lágrimas sin que pudiera evitarlo. No le hizo falta pestañear para que brotaran como diminutas cascadas. Sabía qué sitio era aquel e imaginaba lo que se hacía allí. Se empezó a remover sobre el caballo sollozando con mayor fuerza. —  ¡No! ¡No, por favor! ¡Os lo ruego! ¡Dejad que os expliquemos! — Imploró entre lágrimas a los guardias que ignoraron su intento de hacerse escuchar. En cambio, recibieron las crueles palabras del Segador que en pocas palabras les comunicó lo que les esperaba.

Astrid cerró los ojos y bajó la mirada, empujada por el continuo llanto que no cesaba, y no paraba de agitar su espiración. No podía hablar, solo llorar. Y dentro era mucho peor. La pestilencia que habitaba aquel lugar le causaba náuseas y arcadas. Más de una vez tuvo la necesidad de tapar su boca con las manos. Su sollozo se realimentaba con los gemidos y jadeos de sufrimiento que escuchaba. Miró al hombre que “regentaba” la torre como si de una posada se tratara. Su tono y palabras era burlescas pero con un significado aterrador. La joven muchacha no encajaba allí, no era su lugar. Era como una pieza extraviada de otro puzle y que la estaban forzando a base de tirones y golpes a encajar.

Su voz cuando trató de alzarla hacia el hombre para pedir clemencia, se rompió una vez más en un lamento en el instante que el norteño mencionó que las celdas se iban vaciando. Su ironía era cruel, despiadada y aunque no fuese explícita, todos sabían qué quería decir. — No… ¡Piedad!— consiguió reunir la poca entereza que tenía para volver a rogar, pero en cambio recibió un fuerte golpe en la cabeza, que la dejó tirada en el suelo de la celda. Sentía el asqueroso olor a la mugre que abundaba la celda, mezcla de diferentes fluidos corporales, destacando el del sudor, heces y orín. Logró separar su cara de la fría, sucia y húmeda piedra antes de levantar la mirada hacia los dos ancianos; sus compañeros de “habitación”.

Uno de ellos se dirigió a todos, dedicándoles una burla que no echó en cuenta vista su situación, pero también un consejo que Astrid no podía cumplir, ni si quiera soñarlo. Estaba desesperada. Creía que el corazón le iba a estallar. Sus manos temblaban y su respiración iba a un ritmo que no podía controlar. Lo primero que hizo fue irse a un rincón, arrastrando consigo las cadenas de la argolla que adornaba su tobillo. En la esquina, y  sin importar cuantas veces habían orinado allí. Se abrazó a sus piernas y hundió la cabeza sobre sus rodillas para seguir gimoteando y temblando.  

Hagenndorf… — murmuró entre gemidos y trató de gatear hacia él. No tenía buena pinta, la herida parecía estar infectada lo que podría acabar con él si no le trataba. — ¿Qué vamos a hacer? — Preguntó con la voz débil y rota. Las lágrimas habían creado varios surcos limpios que bajaban por unas mejillas sucias y sudorosas. Buscaba esperanza en la respuesta de Torvuk, considerándole la clave de la salvación del mundo y de ellos mismos.

Si aún tenía sus materiales, trataría con sus bálsamos y vendas la herida de su frente, aunque no sabía si lo conseguiría o cuánto tardaría pues sus manos no dejaban de temblar.

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27/09/2019, 15:04
Arthur Stafford

Nos atraparon, maniataron y llevaron directo a la Tumba. Nunca mejor dicho. El nombre de la prisión de Urbe era muy apropiado para ella, entrar ahí equivalía a sentirse enterrado vivo, que era aproximadamente la sensación que tenía en esos momentos.

Por un momento sentí asco, asco de mí, de haber sido tan estúpido de haber tomado un trabajo sin apenas pensarmelo un poco. ¿Cómo había sido tan idiota? Ahora me encontraba allí, corriendo la misma suerte de un delincuente, tratado como un criminal, y con la misma esperanza lóbrega de un condenado a muerte.

Inmediatamente lo entendí, tendría que hacer todo lo posible para salir de allí. El Segador fue categórico, correría la misma suerte que Torvuk, y el noble estaba tan muerto como cualquiera de los cadáveres bajo las piedras de la Tumbra. No lo permitiría, aunque yo mismo tuviera que convertirme en un proscrito: no moriría como un criminal.

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30/09/2019, 09:36
Torvuk Von Hagendorf

-Estoy... estoy bien, Astrid... - dijo el noble, notablemente dolorido y acusando lo que bien podrían ser una infección severa - Solo necesito descansar un rato y luego... luego saldremos de aquí.... - añadió con dificultad

Cuando ya parecía que aquello sería todo lo que aportaría habló nuevamente

- La Luna ...Negra. Debe... debéis guardaros de la Luna Negra... quieren traerlo de vuelta... lo quieren restaurar... la gema... la gema es la clave... - dijo al borde de la inconsciencia nuevamente

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30/09/2019, 09:46
Ramiel Gardeniere

"Y así fue como llegamos a Urbe y no precisamente por la puerta principal"

Ramiel tuvo que verle el lado positivo a la situación, al menos había llegado a su destino más pronto de lo esperado. Por supuesto que había que tener en cuenta las incomodidades y la compañía, pero si algo había aprendido a lo largo de su vida era a saber cuándo cerrar la boca y cuándo hablar. En este caso, mientras los escoltaban como a meros criminales, Ramiel mantuvo un perfil bajo durante el trayecto. No servía de nada llamar la atención y tampoco servía de nada montar ningún espectáculo; tanto si hablabas como si mostrabas cualquier tipo de emoción, aquellos soldados te podían apalear sin miramientos. Así que cerró la boca y fue todo lo discreto que pudo. Pero su cara bonita y sus modales eran provocadores incluso entre los hombres y no se libró de un buen par de tortazos que le dejaron con la cara marcada, así como un par de golpetazos en las costillas que lo dejaron sin aliento. Aquellas formas bruscas le eran familiares, pero no dejaba de molestarlo. En su edad adulta había trabajado muy duro para no tener que vérselas con las autoridades y tratar con los imperiales fue como regresar a la infancia. Aquella en la que, junto a su mejor amigo, se las veían para sobrevivir y escapar de los guardias por robar comida.

Pero de todos modos, los hombres eran soldados que cumplían órdenes de llevarlos presos por culpa del tarado de von Hagendorf. Había tratado de avisarle de que fuera discreto, pero el orgulloso y arrogante noble los había llevado de cabeza al calabozo. "Tendría que haberme quedado en la posada" pensaba Ramiel, resignado "Y haber ignorado lo ocurrido como cualquier persona sensata". Se dijo que no volvería a hacerlo. Que se mantendría apartado de los problemas. Pero Ramiel no era sensato y no tardaría en meterse en un nuevo atolladero. "¡Qué demonios! Debería haberle dado un guantazo a von Hagendorf a ver si se le despejaba la cabezota"

-Pero qué poca originalidad -rezongó cuando lo metieron en la celda junto a los demás. Se acarició el chichón que le acababa de dejar la porra del carcelero, tenía sangre-. La inmensa torre de aspecto inexpugnable, los guardias malencarados, el olor asqueroso, los abominables gritos de las herramientas de tortura... si incluso tenemos al carcelero malicioso que gusta de maltratar a los indefensos para sentirse más hombre. Qué gratuito y frívolo -murmuró con una mueca, sacándole burla al tipo que los había encerrado cuando éste se dio la vuelta. Se puso en pie, pero tuvo que volver a sentarse por el mareo, todo le daba vueltas.

Observó la situación cuando se le pasaron las náuseas. Cuando vio a Astrid llorando, quiso acercarse a ella para consolarla. Nada agradaba más a Ramiel que tener en brazos a una muchacha para limpiarle las lágrimas, pero estaba atado y no podía acercarse.

-No estés triste, mon coeur, que saldremos de aquí.

"Aunque dudo que sea por obra y gracia de von Hagendorf" reflexionó cuando el noble volvió con su tema. Hablaba como ese fanático de los libros que ha tenido una visión, el loco al que nadie escucha pero que luego resulta que tenía razón desde el principio. Pero esto no era una historia de romances, era la cruda y sucia realidad.

Ramiel miró al viejo que hablaba y medio sonrió.

-Yo solo le doy el gusto a quién requiere mis servicios y esa cosa de ahí -dijo, refiriéndose al carcelero- dudo que quiera que le den por el culo. O quizá sí, a lo mejor me equivoco y le encanta -se rio, tosió y sacudió la cabeza para aliviar el dolor. Vaya forma de hablar, como si hubiese vuelto a suburbios y tuviera ocho años. Se recompuso y le guiñó un ojo al viajo, el brillo travieso de sus ojos no había desaparecido. A pesar de la capa de suciedad y el pelo enmarañado, Ramiel seguía siendo guapo-. Perdonad mis modales, me irrita esta situación sobremanera. Me llamo Ramiel, ¿y vos? ¿Qué estáis haciendo aquí? ¿También os ha liado un noble caído en desgracia para que lo ayudéis en una empresa suicida y os han capturado nada más pisar el camino imperial?

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30/09/2019, 11:22
Heistrich

Y empezaron los lloros y los gimoteos... y los desvarios. Aquel grupito de recién llegados no se diferenciaba en nada a ninguno de los infelices que yacíamos allí olvidados... ¿o si?

Dejalo, chica - dije con desprecio palpable al ver a la joven fémina lloriquear - Si tiene suerte morirá rápido, o sucumbirá a la locura y ya no se enterará de qué ocurre aquí dentro... sería afortunado si le pasara alguna de esas cosas. No merece la pena curar...- empecé a decirle a la mujer antes de escuchar lo que decía el herido

Torcí el gesto antes de emitir un cacareo roto. Una risa ajada fruto de la edad y mi carácter

Tarde. Ya se ha vuelto loco- añadí - La Luna Negra no existe. Dejó de hacerlo hace siglos- reprendí al caído - Además, aquí dentro poco se puede hacer más que aguardar el fin con resignación, así que al menos no me hagas esto más pesado de lo que ya es, maldita sea

Pero claro, la curiosidad de la juventud impulsó al cara-bonita a seguir con las malditas preguntas

Un pajarillo dorado sacado de su jaula que parece que sabe graznar; los guardias se divertirán contigo cuando te llegue el turno jaja- reí sin ganas - Y no me trates como si fuera uno de esos malditos nobles con los que parece que te codeas. No soy de alta cuna, ni ganas! Son todos un atajo de cerdos mentirosos, usureros.... que sus almas se caigan en garras de Nörg!- maldije rabioso mientra asimilaba lo que se entendía entre líneas

Al parecer el chico había embaucado de algún modo por el herido delirante ... y me apostaría a que la chica también. El de aspecto veterano? Podría ser el guardaespaldas... sin duda parecía saber luchar por su aspecto... Retuve una contestación soez, hiriente, en vistas de que si acaso se lograba idear una forma de salir de allí necesitaría, como poco, la colaboración de alguno de los presentes...

Soy un erudito- dije con altivez, alzando el mentón, negándome a ponerme cualquier otro apelativo pese a haberlo perdido todo - Un estudioso de lo antiguo que, tras descubrir la verdad que esconde la historia de la familia imperial, fue apresado y encarcelado mientras mis estudios, mi biblioteca y todo el trabajo de una larga vida ardía para ocultar que el Emperador, y sus ancestros, son unos usurpadores... ¡USURPADORES Y MENTIROSOS!- chillé hacia la puerta, como si con aquello el propio emperador me pudiera escuchar y encogerse ante lo que mis estudios habían revelado - Pero de nada sirve ahora... todas las pruebas, toda la verdad, los pergaminos, manuscritos, cartas.... todo ha sido convertido en cenizas. Pero aun no han acabado conmigo; seré viejo, pero soy más duro de lo que creen- declaré ceñudo

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30/09/2019, 12:23

Un brusco golpe en la puerta, seguido de la maliciosa cara del carcelero asomándose para ver que ocurría, hizo cesar momentáneamente toda conversación

¡A callar ahí dentro o entro y os muelo a golpes!- gruñe enfadado - Haced como ella y quedaos en un rincón sollozando... eso es música para mis oídos! jajajajaja

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30/09/2019, 17:15
Arthur Stafford

La conversación que se estaba dando en la celda hubiese llamado mi atención en otro momento, incluso la hubiese considerado interesante, pero dadas las circunstancias las palabras que salían de sus bocas apenas me importaban.

Observé la celda con cuidado, centrando mi atención en las rejas metálicas y en la puerta. Un gozne zafado, una barra corroída o una piedra rota en donde el metal se encastraba con la pared, cualquier debilidad me servía. Quería encontrar un punto débil, al menos uno físico.

Si el lugar era inflanqueable, la única forma de escapar sería con los guardias o el propio carcelero. Y eso requeriría otra planificación. De nuevo guardé silencio, no estaba con ganas de compartir nada con mis infelices compañeros de celda.