Partida Rol por web

Cuando salis, los hombres se asustan y dan un paso atrás, sorprendidos de vuestra presencia. Enarbolan sus armas a la defensiva, con evidencias de no saber usarlas demasiado bien. Enseguida el capitán intercede.

Tranquilos muchachos.

Me imaginaba que no estariais solos. Os agradezco que hayáis seguido mi consejo. Será lo mejor para todos. Si os parece podemos partir ya, para llegar cuanto antes a la seguridad de la aldea.

Me preocupo un poco al ver cómo se sobresaltan Tarl y sus hombres delante mío cuando el resto de nuestro grupo, con la elfa, hacen acto de presencia, pero por suerte el hombre al mando es comprensivo y no se detiene a observarles en detalle ni a preguntar acerca de los de raza élfica.

Cuando Tarl da las órdenes me relajo y, ayudando a todos un poco con el carro y la elfa inconsciente, intento hablar con más tranquilidad con el hombre:
- Me alegro de que hayan venido, señores, quién sabe si durante la noche no hubieran vuelto esos animales para atacarnos de nuevo. Espero que la jóven elfa despierte y pueda contarnos algo de lo sucedido, lo que sea capaz de recordar será mejor que no saber nada.

Mientras Druen y Tarlim se acercan al carro llevando consigo a la elfa inconsciente me acerco hacia donde está el capitán mostrando mi mejor sonrisa.

- Buenas noches Capitán. Disculpe que no hayamos salido antes, pero hay guardias que no reaccionan bien ante la presencia de elfos y hemos preferido que nuestros compañeros rompieran el hielo antes de mostrarnos. Me alegra ver que no sois de esa clase de gente. Mi nombre es Darryl y mis compañeros son Druen y Tarlim - señalo a cada uno para que los guardias sepan quienes son.

Bien, una vez echas las presentaciones... ¿que tal si nos ponemos en marcha, tal y como ha sugerido nuestro amigo Tarl? Comento de manera amigable tras la intervención de Darryl.

De acuerdo, entonces. Vamos al pueblo y a ver si conseguimos pasar desapercibidos. No quiero que el pueblo entero se eche encima, ya sabéis como son estas cosas...

La aldea estaba cerca, tal y como dijo el capitán. A medida que avanzáis por el camino, veis a los bordes del camino muchas vides, por lo que suponéis que son viñedos. Tras una madia hora de camino, llegáis hasta el pueblo.

Tarl Dale no pierde el tiempo y os lleva a la posada. Mientras los demas hombres van a llevar los cuerpos de los Fuldor al templo, os indica que lleveis la carreta a la parte trasera y que bajeis a la elfa para llevarla dentro. Cuando abre la puerta, suena una campanilla e inmediatamente una mujer sale de detrás de una puerta que suponéis es la cocina. Tiene cara de cansada, pero su sonrisa es sincera y cálida. Solamente se ensombrece un poco cuando ve a la elfa en vuestros brazos.

Kesla por favor, danos un par de habitaciones para estos huespedes. Ahora te lo explico todo.

Claro, ahora mismo.

La mujer coge un manojo de llaves y sube las escaleras hasta el piso de arriba, donde abre una puerta y os deja paso a una pequeña pero acogedora habitación donde depositais a la elfa sobre una cama. Despues abre varias habitaciones más para vosotros, y Tarl y ella bajan cuchicheando al piso inferior.

Durante el trayecto a la aldea en cuestión no puedo evitar ir ojo avizor por si acaso apareciera alguien o algún animal endemoniado de nuevo. Nervioso pero a la vez contento por haber hallado algo más de compañía, echaba ojeadas de vez en cuando hacia la elfa, que parecía seguir en su inconsciencia.
Algo más animado me noté según las casas iban apareciendo a ambos lados del camino. Me sentía más protegido y seguro con más edificios y sus familias cerca. No me extraña que las cosas terminasen tan mal en la granja de los Fudor, apartada de todas estas casas de Vintiver, pensé.

Tras una escasa media hora de caminata Tarl nos hace pasar a lo que claramente es una posada. No es que haya visto muchas en toda mi vida, encerrado como he estado tantos años en la Torre del Círculo, pero en mis recuerdos de niño y lo recorrido hasta el momento ya me he ido habituando a cómo funcionan las cosas fuera de los muros de mi colegio particular, y el de la mayoría de magos.

Ayudo a colocar a la elfa sobre una cama y luego sigo a la posadera hasta otra habitación, que deja disponible para nosotros. Sonrío al ver la habitación que tengo enfrente, tras tantas noches de dormir a la intemperie esto es una maravilla, un regalo del mismísimo Hacedor.

Duhan se echa en una de las camas, cansado de las emociones del día.

Acompaño a la elfa sin abrir la boca, hasta llegar a la posada

Una cama mullida - susurro al ver la cama - veo que nos da dos habitaciones y comento a mis amigos en voz baja

Alguien debería quedarse con la élfa - miro a mis compañeros y añado - quizá no sea el más verdado en artes curativas, pero si no os importa, dormiré yo en esta habitación. hago una pausa y añado - Si se despierta seguramente se sentirá mas tranquila si ve gente de su propia raza.

Dicho esto, dejo mi jergón en la habitación de la élfa y me dispongo a dormir en una cama cercana a la de la enferma.

- por mi de acuerdo, si se despierta llamanos, de todas formas habra que tener los ojos habiertos, pues la cara de la cocinera cambio cuando vio a la elfa, quizas sea pq es Dashlagiana, pero puede que la conociera, asi que mejor tener cuidado, estamos en una posada, y eso significa muchas noticias que corren de lado a lado, osea que mañana todo el pueblo y alrededores sabran que estamos aqui y que traemos una elfa Dashalgiana.

dicho esto se sienta en una cama, cansado mientras deposita el macuto en el suelo y mira a sus compañeros.

Mientras hablais, por las escaleras sube un hombre de unos 50 años, pero que a pesar de todo parece estar en forma y ni se le resiente el ritmo de la respiración tras subir las escaleras. Está ya acostumbrado a hacerlo a diario...

Buenas noches viajeros. Soy Haran Mullin, regente de esta humilde posada. Seguramente estén cansados del viaje, pero si antes de dormir quieren comer algo, puedo ofrecerles algo de pan, mantequilla y un caldo. No está reciente, debido a las horas que son, pero puedo calentarlo en el puchero y el cuerpo siempre lo agradece. Creanme que después el sueño será más reparador.

Parece sincero y un buen hombre.

A pesar del cansancio y de estar deseando tumbarme en la cama cuanto antes, he de reconocer que la oferta de una cena calentita tras la aventura vivida en la granja no me vendría mal. Y es cierto, con la tripa llena y caliente dormiré mucho mejor... pienso sonriente mientras observo detalladamente al hombre.
- Oh, bueno, si no es molestia yo se lo agradecería muchísimo, señor Mullin. - respondo a la propuesta mostrando mi cara más amable.- Por cierto, mi nombre es Isencan Vaeron, mucho gusto.

Dicho y hecho, me dispongo a seguirle escaleras abajo para cenar algo caliente sin esperar a ver si alguno de mis compañeros de viaje lo hace también.

Druen sale de la habitacion y al escuchar el ofrecimiento del hombre dice:

- hmmm, creo que me apunto a esa cena improvisada si no es molestia, siempre es mejor dormir con el estomago vacio, dice con una sonrisa sincera.

Oigo desde la cama el ofrecimiento de comida - Siempre viene bien un caldo pero... levanto la cabeza para ver a la enferma, y veo que todo sigue bien - me parece que será mejor esperar al desayuno

Muchas gracias - digo en voz alta - pero prefiero de momento utilizar sólo la cama - sonrio y añado - mañana con la luz del sol comeremos todos mejor, ahora - ahogo un bostezo - es hora de dormir.

- Druen, compañero, hace tiempo que no oigo palabras más sabias. El sueño siempre es más agradable con el estómago lleno. Yo también me apunto a esa suculenta cena si al señor Mullin no le importa.

El hombre os pone de cenar, y aunque efectivamente es comida recalentada, os entra de vicio.

Con la tripa llena y el cuerpo algo más caliente asciendo las escaleras y me meto en una de las camas vacías. No pasan ni dos minutos antes de que el cansancio haga mella en mí y me quedo completamente dormido enseguida.

Me levanto de un salto y miro discretamente por la ventana, y luego miro a la elfa - menudo lio, y sin saber por qué - murmuro en voz baja - Si tan sólo hubiera podido hablar...

Recordando la última batalla, preparo mis protecciones mágicas - si se escapa una piedra, prefiero estar preparado - pienso mientras lanzo el hechizo - Y si pasa a mayores...

Un sonido me despierta, me noto descansado y por la ventana parecen entreverse los colores que preceden a cada amanecer. En la Torre del Círculo a menudo me despertaba con esos colores, me gustaba ver todos los amaneceres posibles; a pesar de estar allí encerrado sin poder salir era una de las pocas cosas que me recordaba lo bueno de vivir fuera de aquella torre.

Me acerco a la ventana y veo soprendido, aún quitándome las legañas de los ojos, a una muchedumbre enfurecida, cargada con antorchas y enseres de trabajo.
Me quedo petrificado ante semejante imagen y, aún más, cuando escucho que lo que buscan es a la elfa dalishana que trajimos desde la granja tras el ataque.
- ¿Acaso quieren acabar con su vida solo por ser diferente? ¡Por encima de mi cadáver! - digo en alto visiblemente indignado con todos esos granjeros.

Me asomo a la ventana y moviendo las manos con toda la calma que consigo concentrar, que no es mucha, trato de crear un glifo en el suelo, justo enfrente de la puerta de la posada, para que quienes primero intenten entrar a golpes y de mala manera en donde estamos no lo consigan con facilidad...

Quizá así ganemos algo de tiempo, pienso tras finalizar.