Partida Rol por web

Geli me miró tras intentar consolar a la pobre Sra. Swacht. Yo asentí, dándole a entender que fuera. No es que necesitara mi aprobación, pero sabía que se quedaba más tranquilo si, tras haberse ofrecido a ayudarme, estaba de acuerdo con su marcha. Al fin y al cabo aquella era su labor, y nuestra amistad no debía interferir en nuestro oficio. 

Miré de nuevo a la Sra. Swacht, la cual estaba destrozada y me mordí el labio de frustración. Su dolor era el mío, y lo peor de todo es que no podía hacer nada por ayudarlos. Intentando mantener la cabeza fría me obligué a centrarme de nuevo en el tema que tenía entre manos, escuchando atentamente lo que Karl tuviera que decirme.

-Pues… estaban Eric y Luana aquí… linda pareja por cierto- lanzó un suspiro sin darse cuenta-. Cuando lo vi, caminaba con rapidez y se tapaba la cabeza con una capucha pero le vi la cara… me dio algo de miedo- lanzó una manotazo como para alejar la imagen de esa cara de su mente-. Se fue hacia el sur- dijo señalando esa dirección-. Los dos periodistas seguro que no lo vieron pues estaban de espalda. Al poco rato me distraje y el tipo se había ido. Luana y Eric un rato después. Ni siquiera bebieron su café. Habrá sido hace… uno hora. Quizás mas- te miró con una sonrisa-. Espero que eso te ayude encanto.

-Jefe, nada importante, pero la señorita Vedomosti me pidió que le contactara. El alcalde quiere hablar con usted, esta ahora en la alcaldía.

-Muchas gracias Padre- dijo con una sonrisa cansada pero agradecida en el rostro. En contacto con las grandes manos del Doorgod era cálido y tranquilizador. Miró a Evelyn, con la misma sonrisa agradecida en el rostro-. Creo que no te lo he agradecido, ni a ti ni a la doctora Scofield. Hicieron un gran trabajo por mi Harold. Muchas gracias- y le dio un sorpresivo abrazo. La joven doctora pudo sentir como las lagrimas de la anciana resbalaban de su mejilla hasta su cuello.

-Recibido Karl, gracias por el aviso. Ahora mismo tengo bastantes cosas entre manos, pero me pasaré lo antes posible. Diles que iré cuando tenga un hueco a menos que sea un asunto extremadamente urgente.

-Dijo "Cuanto antes", pero no aclaró por qué. No he recibido ninguna llamada y todo parece tranquilo. Me comunicaré con Judy y le diré que esta ocupado, pero que irá en cuanto resuelva todo.

-Creo que es una gran idea, Eli -dije, levantando el dedo pulgar como gesto afirmativo-. Yo me dirigiré entretanto a la represa. Puede que el muchacho -me percaté entonces de que ni siquiera sabía qué edad tenía Adam, por lo que quizá no fuera exactamente un joven- se haya dirigido hacia allí. ¡Así cubriré más terreno! ¡Y gracias!

Sintiendo que avisar a Elizabeth para que mantuviera al pueblo informado había sido una buena decisión, decidí salir a toda prisa de la radio para dirigirme hacia la represa. Era otro de los lugares de importancia donde Adam Kuchen podía haberse refugiado y, por desgracia, era el lugar donde trabajaba Ronan. Con suerte, el grandullón no habría pensado también en dirigirse allí.

- Gracias, Judy... descansa...

 Wilson cortó la llamada y se quedo trabajando un poco un poco más en su oficina. Acomodar el papelerio que tenía arriba del escritorio nunca le había parecido tan difícil. Estaba distraído realmente, con muchas ideas dando vueltas en su cabeza y con poco ánimos de trabajar a esas horas.

 Tal era el cansancio y la fatiga que Wilson venía acumulando lo que hizo que más entrada la noche se encontraba dormitando en el sillón del alcalde. La luz de la Luna y la lampara del escritorio iluminaban ligeramente la habitación, y en el escritorio se encontraban algunos papeles desparramados.

-Si, bueno, este pueblo es minúsculo - le dije con una media sonrisa. Por alguna razón la perfección de sus rasgos y gestos me ponía nerviosa, como si se tratara de esas personas tan amables y buenas que causaban sensación de falsedad. - Yo me llamo Luana - respondí a su presentación estrechando su mano con firmeza. - Un gusto conocerte Scott, me quedaría a charlar pero ahora estoy en medio de algo y llevo un poco de prisa ¿si? Si quieres puedes ir hacia el centro de pueblo, en esta dirección - dije señalando con la mano - Hay un solo hostal, pero está bastante bien. Mi madre trabaja allí, pregunta por la Sra. Riquelme. Ahora tengo que irme, ¿si? - agregué poniéndome en marcha hacia la cabaña. La imagen del chico sonriendo emocionado por llegar a un pueblo minúsculo produjo un cosquilleo en mi vientre. Desconfiaba de él, pero a la vez, me intrigaba y caía bien a partes iguales.

Menée la cabeza y me centré en la búsqueda de Adam.

Sonriendo Harry le responde a Edna. - Tú siempre me ayudas... Aunque hubiera preferido buscar a una chica atractiva que a un hombre que da miedo, pero parece que los astros me llevan hacia este hombre.-  Despidiéndose con un besamanos, Harry le lanza un guiño a Edna. - En fin guapa, esta noche me pasaré a verte un rato cuando acabe el servicio. No me metas los cuernos demasiado je je je.- 

 Antes de salir del pub mira de pasada la clientela que hay. Al salir del pub otea por la plaza a ver si por casualidad ve a la chica o al "primo", pero sin demasiadas expectativas de encontrar a nadie. 

Esto va a ser como buscar una aguja en un pajar... Creo que iré hacia el mirador a ver si con otra perspectiva tengo más suerte.

Dicho y hecho Harry algo desesperado hacia el mirador mirando por doquier por si se encuentra a alguien conocido o aun mejor a la chica, el "primo" o algún encapuchado.

-Suerte con eso, soy una persona muy requerida- dijo ella con otra gran sonrisa para luego salir disparada hacia el interior del pub, pues había bastantes clientes que necesitaban sus pedidos. Viste a los que siempre estaban por allí, bebiendo alguna cerveza o tomando algo mas fuerte. Charlaban despreocupadamente y ninguno te pareció sospechosos. Demas esta decir que en la plaza seguía igual, con menos gente pero sin la presencia del extraño o de la joven, lo que te mostró que costaría encontrar a dos desconocidos a pesar de lo pequeño que era ese lugar. 

-De nada jefe- dijo lanzando un saludo militar y sonriendo enérgicamente. Luego pudiste ver como entraba en la cabina y cortaba la música para el anuncio-. Muy bien oyentes, aquí su querida Elizabeth les trae nueva información y solicita su ayuda para encontrar a alguien. Se llama Adam y es un forastero, lleva ropa vieja, pelo largo y barba, cualquier dato sobre su paradero será de suma importancia. Su familia espera noticias y acudo en su ayuda para demostrar nuestra hermosa comunidad. Ya conocen nuestro número. 

El sheriff se alejó un poco he intercambió un par de palabras con Karl por la radio, lo hizo de tal manera que los demás no pudieron oír lo que decía. Ahora solo tenían que partir hacia el hospital, al menos Doorgod y Swacht, Strarrosa tenia sus propios planes. Solo Evelyn debía decidir si iba con la pareja o buscaba otra cosa para hacer.

La oscuridad envolvía todo, tanto que parecía que estabas ciego, pero al intentar mover tu mano por sobre tus ojos algo te lo impidió. Tus muñecas estaban firmemente apresadas por algo metálico y ahora sentías que es mismo metal penetraba la carne de tus muñecas. El tintineo de unas cadenas resonaron en la oscuridad, repitiéndose levemente. Intentaste hablar pero no salió palabra alguna, solo unos balbuceos incoherentes. Tenias la garganta seca y al intentar tragar saliva notaste que algo faltaba en tu boca... Tu lengua. Algo aleteaba en tu mente, haciendo que la sensación de no tener lengua fuera prácticamente nada, era una voz que sin palabras te susurraba cosas, como si arañaran tu mente y la desgarraran. Antes de que la sensación penetrara en lo mas recóndito de tu mente, despertaste.

Estabas en tu oficina, con el cuerpo sudoroso y sin entender que demonios había pasado. Tu pecho latía con fuerza mientras los últimos esténtores de la pesadilla se diluían. Miraste tus muñecas y no había señal de nada. Esa horrible pesadilla te había dejado una sensación de urgencia que no lograste entender, pero que te alentaba a hacer algo.

Su mano era tremendamente cálida y suave, aunque se notaba ligeramente que el trabajo duro tampoco le era desconocido. Olía raro, no desagradable, sino de forma natural, como si la misma naturaleza le perfumaran. Notaste que colgado en un bolsillo tenia una flor silvestre, que era lo que le daba ese aroma a campo. 

-Entiendo- dijo mirando hacia donde le indicabas-. Normalmente duermo en una tienda de campaña o a la luz de las estrellas- otra vez esa sonrisa perfecta en su rostro-. Pero de vez en cuando una cama blanda es bienvenida- se giró hacia las montañas, las cuales recibían de lleno últimos rayos del sol-. Me dijeron que se veían amenazantes... y no se me engañaron- parecía estar haciendo cálculos, pues miraba las montañas con aire critico-. Me tomará un par de días- al darse vuelta, viste en su mochila varias cosas colgando, entre las que destacaban algunos broches de pintura y un enorme cuchillo de caza-. Me alegra saber que son todos muy amables. Acabo de hablar con una chica que trabaja en una radio, nos encontramos de casualidad y me dijo de algunos lugares interesantes... Hablaba muy rápido pero me pareció muy simpática. 

El camino te fue sencillo, pues había sido pavimentado en el momento en que se diseñó y construyó al represa. No encontraste a nadie y no había señales de Adam o cualquier extraño. Antes de poder entrar en la represa en si, había una casilla donde un guardia leía un libro. No esperaba verte, así que le sorprendió tu llegada.

-¿Si? ¿En que puedo ayudarle?- le conocías de vista, aunque no recordabas su nombre. Observaste su gafete discretamente y se llamaba Olaf Felsen. Destacaba bastante por su gran tamaño y barba rojiza, el traje de guardia le quedaba algo apretado.

-De acuerdo Karl, gracias.

Tras acabar con Karl, volví junto al grupo y le hablé a Evelyn de nuevo.

-Siento la interrupción, como decía, ¿hay algo que los médicos puedan hacer por él? 

 Respirando de una manera agitada y casi al borde de caerse de la silla del susto, Wilson prende la luz de la lampara de su escritorio e intenta calmarse un poco; mirando la porción de la ciudad que la ventana de su oficina le dejaba ver. Mirar la noche de la ciudad siempre había sido algo tranquilizador para el hombre, pero esta noche había algo particular... algún aspecto de esa noche en Sonnenlicht que simplemente no le traía paz. Estaba inquieto, pensativo, con muchas ideas dando vueltas en su cabeza. Ideas no muy felices y no muy realistas, pero pareciera que por primera vez en su vida Wilson se planteaba lo sobrenatural como un posible escenario. Lo cual era inaceptable para él, pero no podía sacarse la idea de la cabeza de que algo más allá de la comprensión humana estaba sucediendo allí...

 Acomodándose el traje y buscando un abrigo fino, salió de su oficina. Tenía la sensación de que tenía que averiguar más sobre el entramado de los sucesos que habían convertido aquel día en tal extraño escenario de rarezas y tragedias. No debía quedar nadie en la alcaldía más que algún guardia de noche, por lo que Wilson dejo rápidamente el edificio para dirigirse hacia uno de los pocos lugares que le ofrecería algún indicio: el hospital.

-Buenas tardes -saludé al guardia de la represa nada más llegar, realizando un gesto de mano y esbozando una leve sonrisa.

Pese a que conocía de vista a aquel hombre, no terminaba de recordar en esos momentos cómo se llamaba.

-Ha desaparecido un hombre, sobrino de Oscar Kuchen, el panadero -expliqué, pensando en lo rara que tenía que resultar la historia para cualquier habitante de Sonnenlicht. ¿Quién podía pensar que, supuestamente, los Kuchen mantenían encerrado en su vivienda a un familiar con alguna enfermedad mental-. Dylan Kuchen, mi compañera Luana, el sheriff, y yo estamos realizando una batida para encontrarlo. Al parecer, es un hombre desaliñado, puede que con barba y aspecto sucio y, por lo que me comentó Kuchen, podría padecer algún tipo de trastorno. ¿Ha visto si ha pasado por aquí?