Partida Rol por web

Luana cerró el cerrojo de la puerta y se apoyó un instante para recuperar el aliento, sangraba aunque se tapaba la herida con la mano. No sabía cuanto tiempo podría aguantar. necesitaba una solución rápido, tenía que contactar de alguna manera con el hospital, allí habria alguien. O bien escapar a toda prisa antes que echaran la puerta abajo.

De momento movió con mucho esfuerzo el archivador y lo puso como pudo delante de la puerta, eso solo los retrasaría pero no mucho tiempo.

 Batterman se quedó con su mayor expresión de estupefacción en el rostro, sin poder unir dos y dos más llegar a entender a que se refería aquel condenado y sádico muchacho. Pero que se hubiese cortado la lengua revelaba que sabía algo de mucha injerencia en todo lo que estaba pasando. Y que no podía escapar del embrollo en el que se encontraba metido a menos que se asegurara que no iba a decir nada. Como si pudieran darle un destino peor que la muerte por hablar.

- ¡DIOS SANTO! ¡¿Qué acabas de hacer, muchacho?!

 Rápidamente el alcalde intentó acercarse al chico que empezaba a quedarse blanco por la perdida de sangre. Era evidente que Dylan moriría en poco tiempo de no recibir atención. Aunque volvería "a la vida" de una forma u otra, dadas las cosas que estaban pasando allí. El alcalde no supo bien como taponar la herida, por lo que solo atino a sacarse el pañuelo que tenía en su saco e intentan cubrir lo que quedaba de lengua con el mismo.

- ¡Vamos, ayúdenme! ¡No lo perdamos!

Todo se precipitó. Todo se fue al carajo. Ya nada más importaba que salvar aquella vida. En cuanto el cuerpo del joven tocó el suelo ella ya se había quitado el cinturón de sus vaqueros y recorria el poco espacio que la separaba de él.

- ¡Espere! - le gritó al alcalde - si cierra la boca de golpe podría seccionarle un dedo - hablaba rápido pero segura mientras doblaba el cuero del cinturón varias veces para luego introducirlo en la boca, dejando esta abierta lo suficiente para poder hacer hemostasia con el pañuelo que ofrecia Batterman.

- debemos trasladarlo al hospital - dijo alzando la mirada hacia Evelyn y el sheriff.  - aqui no tengo medicinas ni medios para estabilizarlo.... -

Si no era poco con lo ocurrido, ahora los problemas se habían multiplicado por cien. Poco le importó que hace apenas unos minutos estuvieran amenazando sus vidas, era más importante salvar a aquél hombre antes de que se desangrara vivo.

Las calles están cortadas por la tormenta y los servicios de emergencia posiblemente anulados. No podemos llevarle.- Al igual que Lara, Eve fue la siguiente en correr en su ayuda manteniendo la calma para que los nervios no mataran al hombre.- Señor Batterman, traiga de la cocina agua. Encontrará recipientes en las baldas inferiores, necesitaremos varios, algunos con agua caliente.- Intentó dar instrucciones rápidas y concisas mientras intentaba estabilizar a Dylan junto a Lara, dividiéndose el trabajo.- Sheriff, necesitamos pañuelos o trapos. En el baño hay toallas limpias, sino busque en el cajón de la cómoda, en mi habitación.- Señaló a las escaleras que conducían al piso de arriba.- Primera puerta a la izquierda.

Ronan… ¡Ronan! – Gritó para llamar la atención, sobre todo al ver que estaba afectado.- Necesitamos a alguien fuerte que le sujete, ¿estás conmigo? No puede moverse.- Luego miró a Lara esperando que ella, la médico, pusiera en marcha todo aquello y le dijera qué más necesitara para brindárselo lo más rápido posible.- Tengo un botiquín de primeros auxilios, cuchillos y set de costuras. No podemos arriesgarnos Lara.

La reacción de Dylan me dejo frío por un segundo. ¿Es que aquel muchacho estaba loco? ¿Qué sabía tan importante como para llegar al extremo de suicidarse delante nuestra? En tantos años de servicio, jamás había visto una situación igual. 

El primero en reaccionar fue el alcalde, seguido de Lara. Todos parecían intentar salvarle, y durante un momento dudé. ¿Para qué? Seguramente volvería, de todos modos. ¿Se merecía que lo salváramos, sobre todo sabiendo que había participado en toda la locura que nos rodeaba? ¿Acaso no era mejor buscar a Legrand y hacerla hablar? Ahora mismo era nuestra única pista, y lo último que sabía era que Geli estaba con ella. Con lo que estaba viendo ahora, cualquier podría pensar que el Padre podía estar en peligro.

¿Qué debía hacer?

En ese momento Evelyn reaccionó y nos organizó. Las dudas se disiparon y seguí sus órdenes. Ayudaría, pero en cuanto el chaval estuviera estable seguiría adelante. Además, todavía quedaba Ronan, y dudaba que el muchacho estuviera tan entregado como Dylan a lo que sea que estuvieran haciendo. Lo que supiera o no lo descubriríamos pronto.

Miré a Ronan y esperé a que el chico reaccionara. Si seguía las órdenes de Evelyn iría a por las toallas, pero no pensaba ir a ningún sitio hasta confirmar que el muchacho no escaparía.

 Evelyn trajo puntos razonables a la mesa, los que le hicieron ver (por lo menos a Wilson) que llevar a Dylan hasta el hospital era demasiado complicado o peligroso. Por lo que una operación casera por parte de la doctora y la enfermera era lo mejor que le podían ofrecer al crío. Apenas se acercaron estas dos a Dylan, el alcalde quitó sus manos y dejó que las profesionales se encargasen de todo (además de que la idea de perder un dedo por parte de aquel mocoso no el hacía ninguna gracia).

 Rápidamente, Batterman se fue a buscar los recipientes en la cocina para ir llenándolos con agua. No sabía qué cantidad llevarles, por lo que intuyó que con seis recipientes estarían bien. Además de que calentó el agua de dos de ellos; por razones que todavía no entendía. Pero Evelyn era la que sabía de esas cosas. Él solo era un alcalde.

 Wilson fue trayendo de a poco los recipientes.

La mención del Corruptor hizo que el panadero mirara a Tucker con cierto temor, pero no preguntó quién tendría un apodo tan horrible como ese.

-No hubo desapariciones de Sonnenlicht desde hace años- dijo Kuchen, hablando por primera vez desde que Geli apareció con ese raro libro. Durante todo ese tiempo, había estado vigilando a la muchacha inconsciente y los alrededores, como si esperara que otro loco apareciera-. Rot es un apellido muy antiguo en Sonnenlicht, al igual que Legrand, Batterman, Starrosa. Incluso los Kuchen. Algunas familias incluso discuten quienes son los “fundadores”.

Eric recordaba a su padre hablando de esas cosas, aunque era difícil situarlo cuando los recuerdos más vividos eran tan dolorosos. Según sabia, los Tucker llegaron a Sonnenlicht hace dos o tres generaciones. Aunque dudaba que su nombre estuviera dentro de ese libro.

-No menciona al Corruptor- el hombre de Dios pasó unas páginas, buscando algo que le indicara el nombre de eso… ¿Qué era eso? ¿Por qué incluso en ese libro temían mencionarlo? Recordaba bien lo que vio y sintió mientras hablaba con Harold, algo que ni siquiera le había dicho a su amigo Félix, pues creyó que eso era solo producto de ver a su vecino muerto, sentado en el comedor de su casa, hablando sobre porqué Anna no le quería-. Creo que es una secta, que adora a algún poder oscuro… Pero normalmente las sectas no reciben respuestas.

La idea de que algo así existiera, que respondiera y obrara en ese mundo era como un revés a todas sus creencias. Distraídamente aferró el rosario que colgaba en su pecho, pensando que su tacto le daría algo de confort… pero solo le recordó las veces que había rezado por algo, sin llegar a nada.

-Todos están desesperados buscando a esta persona. Si la hallamos podríamos descubrir la verdad- soltó un profundo suspiro antes de agregar-. Sí, busquemos a Félix y resolvamos esto…- comenzó a caminar pero se detuvo de repente-. Pero tendría que ir a mi iglesia, creo que tengo un libro que podría ayudarme a traducir la primer parte. Quizás lo mejor sería separarnos. Ni siquiera sé dónde está el sheriff luego de lo de Harold.

Con un gruñido movió el archivero trabando la puerta, justo cuando del otro lado alguien intentaba girara el picaporte para ingresar. No tardaron en empezarse a oír golpes, retumbando en toda la estancia. Del otro lado se podían escuchar los jadeos de esfuerzo con cada golpe, así como la risilla histérica de la maldita niña.

Con unos pocos instantes de calma, vio el teléfono a un costado del escritorio, un teléfono negro y viejo,  de esos que solo se veían en películas en blanco y negro. La radio, esa que usaban para comunicarse entre ellos, se encontraba en la habitación anterior, donde solía estar Ellie. Con algo de suerte, podría contactar a alguien con el teléfono.

Sin perder tiempo levantó el tubo, conteniendo el aliento hasta oír que del otro lado había línea. Lo de la radio impidió las llamas por celular, pero seguían teniendo línea interna. Al menos por ahora. Estaba casi segura que en el hospital estaba Korper y ese sujeto de aspecto rudo que sola estar con Batterman. ¿Eric estaría en su casa? Lo dudaba, se marchó en medio de la ejecución de Swacht. Los golpes en la puerta le recordaron que tenía poco tiempo. ¿A quién llamar?

Ignorando todo lo que había pasado antes, todos intentaron salvar la vida de Dylan. Incluso Eve, quien fue amenazada de muerte por el errático chico o Batterman quien casi termina calcinado en la radio. ¿Cuántos otros habrían sufrido por su culpa? Eso no importaba, con manos expertas Lara hizo una rápida inspección de la herida. Entre médica y enfermera, pudieron comprobar lo horrible y brutal de esa acción. Incluso había un feo corte en los labios, cuando la cuchilla pasó de largo. Seguramente de no ser por los dientes, se habría rebanado los labios.

Ronan, un sujeto alto y fornido, estaba blanco como el papel y, a pesar de todo lo que creyeran, fue a por todo lo que le indicaron. Parecía caminar en sueños, reaccionando porque alguien le había ordenado hacerlo. Apoyó sus grandes manos en los hombros de Dylan, impidiendo que pudiera moverse. No podía dejar de ver su rostro, como si estuviera hipnotizado por tanta sangre. El joven panadero estaba irreconocible: blanco como un muerto, con la mitad de su rostro rojo de sangre y el cinturón de Lara impidiendo que cerrara la boca.

Strarrosa y Batterman, viendo que el peligroso Eisen colaboraba, hicieron lo que le habían pedido. Volviendo tan rápido como pudieron, por si necesitaban algo más. Lo cierto es que poco podrían hacer ahora que manos experimentadas estaban en ello.

-Ten- Lee le tendió el botiquín de emergencias que Eve tenía en su apartamento. Lara había usado algo más completo cuando fue a atender a Harold, pero durante toda esa locura, lo dejó  en el hospital. Nunca imaginó que tendría que realizar una operación de emergencia-. Díganme si necesitan algo- su voz estaba ronca y tenía un feo moretón recorriéndole todo el cuello. Miraba a Ronan con rabia, sin disimular ni un ápice ese sentimiento. El gigante no pareció notarlo y, a pesar de haber sido golpeado con una tubería y haber perdido sangre por la herida en la mano, continuó realizando su tarea-. Si fuera por mí, les dejaría morir.

Era curioso que incluyera al gigante a la afirmación, como si hubiera deseado que muriera luego de los golpes que le dio. Aun no sabían lo que le pasó la ayudante del sheriff, pero se podía adivinar que Ronan y Dylan estuvieron involucrados.

-Sheriff, necesito que vean a alguien. Todos ustedes. 

-Antes de morir -Dudé sobre si debía emplear ese término, dado que técnicamente la anciana ya había estado muerta-, Anna mencionó que hace años se realizaban ofrendas al Corruptor -recordé, tratando de hacer memoria-. Dejó caer que las ofrendas eran chicas jóvenes, pura... Pero no estoy seguro. Sea lo que sea, empiezo a pensar que Legrand está metida en esto hasta el fondo, aunque tal vez sus intenciones no sean malas.

Escuché al Padre Geli mencionar que buscar al sheriff Strarrosa era lo mejor para resolver lo que sucedía, pero que él tendría que dirigirse primero a la iglesia, por lo que debíamos separarnos.

-De acuerdo -afirmé, asintiendo-. Yo iré a la comisaría. Con suerte, Strarrosa estará allí o habrá alguna radio con la que pueda contarle. Señor Kuchen, ¿puede usted acompañarme y ocuparse de Katherine Deer? -señaló a la muchacha que seguía inconsciente-. Podríamos dejarla encerrada en alguna celda de la comisaría. Sería un problema menos.

Se quedó mirando al chico mientras Eve le hablaba. Tenía razón, y mucha. Asintió mientras tendía la mano esperando recibir el botiquin. Buscó amchafibrin para detener el sangrado y poder encontrar la vena sublingual y dar un punto de sutura. Era bastante complejo por el hecho de lo diminuto del diametro de dicha vena - Evelyn, sujetale la cabeza porfavor - esperó a que tuvieran bien inmovilizado para proceder.

Cuando terminó tenía las manos y parte de sus ropas manchadas de sangre. Su flequillo se había pegado a la piel de su frente cuando alzó la mirada hacia Lee.

- ¿Donde? No puedo dejar a Dylan solo. Además hay que hidratarlo aunque sea con un paño empapado en agua. Ir vosotros y luego me contais. Yo me quedo con él - sus palabras sonaban firmes y decididas mientras se colocaba de forma que DYlan tuviera apoyada la cabeza en su regazo. tras eso extendió la mano para coger uno de los trapos que habían traido y lo metió en uno de los baldes de agua fria para humeder los labios del chico.

Cuando tuvo todo se puso manos a la obra con Lara, quien había mantenido la calma en todo momento. Siguió en todo momento sus indicaciones, situándose en un lateral para sujetar la cabeza, volteándola levemente para que pudiera tener mejor posición Lara mientras se encargaba de la sutura.

Fue un trabajo minucioso donde el mínimo fallo podría suponer una muerte, olvidándose incluso a respirar en algunos momentos cuando la aguja penetraba la carne cortada temiendo que cualquier movimiento despistara a la doctora. Por suerte todo pareció ir bien, al menos todo lo bien que podía ir una operación en mitad de su salón, dejando la cabeza con cuidado en el suelo aunque antes buscara un cojín del sofá para que pudiera estar más cómodo.

Nos quedamos con él.- Corrigió a Lara, sumándose al grupo de cuidado. Ya había vivido demasiadas aventuras por un par de horas, prefería la monotonía del turno de guardia.- Dylan necesita continuos cuidados, todavía no está fuera de peligro.- Se incorporó para vaciar uno de los baldes de agua y rellenarlo con agua limpia, aprovechando también para lavarse las manos y desinfectarlas con un gel que guardaba en el baño.- Si veis a Adam…- Había entendido que todo esto era para buscar al hombre, el mismo que ella había acogido en su casa y ahora estaría perdido a saber dónde.- Decirle que todo irá bien. Estará herido y asustado, no le hagáis nada.

Luana decidió al hospital, Korper podria pedir ayuda desde allí, quizás podía mandar ayuda.

Sin tiempo que perder marcó el número del hospital y se lo puso en el oido mientras rezaba a todos los dioses del mundo para que alguien contestara al otro lado.

 Batterman acató las ordenes y se quedó viendo como las profesionales se encargaban de evitar que aquel chico muriese. El odio que Harry irradiaba contra Dylan y Eisen era palpable (si bien era posible que no fuera la única persona en esa habitación que les desease la muerte). Por su parte, el alcalde se reservaba comentarios; no olvidaba que aquel muchacho fue responsable de casi matarlo. Pero en aquel momento no tenía sentido revolver esos recuerdos.

- Si nos aseguran de que pueden con Dylan ustedes solas... pues el sheriff y yo iremos a ver lo que Harry tiene que mostrarnos. Aunque agradecería que pudiese ser un poco más específico, oficial Lee...

 Wilson estaba cansado del misterio. En especial de los misterios que escondían sorpresas poco gratas (ya había tenido bastantes de esos misterios). Sin embargo, se mostró dispuesto a seguir a Harry para ver a aquella persona.

Parecía que le habíamos salvado la vida al chico, aunque aquello sorprendentemente no me importó demasiado. Al fin y al cabo formaba parte del "otro bando", de nuestros enemigos. Es por eso que cuando Lee dijo que los dejaría morir, me quedé callado, incapaz de reprocharle su actitud.

Cuando mencionó que le teníamos que seguir asentí. La verdad era que estaba preocupado por él, pues parecía gravemente herido, pero si pese al dolor había tomado esa decisión, pensaba respetarla.

-Te seguimos -fue mi única respuesta-.

Se produjo un involuntario silencio al mencionar al Corruptor, lo que pudiera llegar a pretender ese ser y sobre todo: que era el Corruptor. Era difícil llegar a captar lo amplio que se había vuelto la visión de esas personas, quienes el día anterior solo se preocupaban con que las festividades fueran bien y cumplir sus obligaciones diarias. Ahora una horrible entidad no permitía el descanso eterno, enloquecía a los ciudadanos y exigía una cuota de sangre.

-Puedo cargarla- dijo Kuchen rompiendo el hechizo, quizás para ponerse a hacer algo y distraer su mente. El panadero la levantó y colocó sobre sus hombros, sin inmutarse siquiera por el peso de la joven, quien realmente era bastante delgada-. Entonces conviene hablar con Legrand, si sabe algo, lo que es probable, nos dirá que debemos hacer…

Oscar estaba tomando aquello como quien estaba entregado, sin cuestionar nada y dejándose llevar. Incluso con la joven colgada inconsciente en su hombro, esperó a que fuera Eric quien comenzara la marcha. Cualquiera que viera la escena, pensaría que tres hombres adultos, con una joven desmayada de esa manera, hablando en medio de un pueblo aparentemente muerto, estarían planeando algo muy malo.

El padre Doorgod miró el libro otra vez, como queriendo sumergirse en sus páginas y desentrañar todos sus misterios. No veía la hora de estar en la iglesia, dejar que esa sensación de impotencia y abandono desaparezca en ese recinto santo y familiar.

-Ten- le tendió a Eric el walkie que estuvo cargando durante todo ese tiempo, lo olvidó en su cinturón cuando entró en la biblioteca-. Puede contactar con Félix si tiene encendido el suyo. Lo apague para que nadie me oyera en caso de… que vigilaran esta cosa- antes de marcharse, arrugó el ceño-. No confiaría en Legrand… o en nadie que pensara en las vidas humanas como si fueran monedas de pago- su mano posó sobre otro libro, uno que estaba bien cerca de su corazón, el cual contenía más que palabras del señor-. Debí haber apretado el gatillo…

Con paso rápido se alejó de ellos, sin dejar de mirar a los alrededores y aferrar el maldito libro entre sus brazos.

Sin decir ninguna palabra, ambos hombres llegaron sin problemas hasta la plaza central. Ya no había ni brasas de donde había estado Harold, pero aún se podía ver el montículo donde se adivinaba el cadáver del pobre anciano. Al menos no había logrado levantarse luego de eso, mostrando que el método de Legrand, aunque sádico y terrible, era efectivo.

Pero nada de eso fue importante cuando vieron que en la comisaria, estaban Korper hablando con el capataz de Batterman. Ambos hombres parecían discutir, pero en voz muy baja, apostados a un costado de la puerta del edificio y dando ocasionales miradas por la ventana. Sea lo que sea que pasara dentro, ocupaba toda su atención.