Partida Rol por web

Estúpido! ni eso sabes hacer bien! gruñe mientras no pierde de vista ni un instante al hechicero.

Turno, en definitiva, del elfo.

Ey! No corras tanto!... volví los ojos miel sobre el hombro para encontrar a un Maylom que intentaba seguir mi carrera… un Maylom al que el cansancio empezaba a vencer… y le miré un segundo para voler la vista al frente… con la silueta de la torre en las pupilas, y el gesto preocupado… y la urgencia en las piernas, unas piernas que contenía con esfuerzo, frenando la carrera con pesar...

Maylom llegó a mi altura, y su voz entre jadeos me explica… se justifica… y aún me hace más daño… Seguí corriendo… empujada por la rabia… por la evidencia que me abofeteaba una y otra vez… No podía dejar de pensar en él… Maldito hechicero… maldito…

Que no te duela Maylom… la voz sonaba algo entrecortada por la carrera... pero aún estaba lejos de ser cansada no te preocupes… todo se ha aclarado…ahora ya sé que no eran tus palabras… que fue una burla… que se rió de mí… que solo buscaba mi obediencia….. sentía como mi espalda se tensaba, como el relámpago se desataba en mi mirada…. Ahora ya he abierto los ojos…

Sentía el pecho arderme y la sangre palpitar y recorrerme con fuerza, empujada por un corazón que se desbocaba… por el esfuerzo, por la rabia, por un sentimiento que no sabía que estaba ahí… que no quería ver… que no quería aceptar…Déjalo Maylom… no te disculpes… después de todo… quizá hiciste bien… es solo que…

Callé…. Callé sintiendo cómo la garganta empezaba a abrasarme mientras el pecho ya me ardía… Cómo no lo había visto? Cómo no fui capaz de descubrirlo?.. o quizá lo había hecho... pero no quise aceptarlo... Recordaba sus gestos… su mirada… su voz… su piel…los halcones no están hechos para ser cautivos…. había dicho… estaremos juntos… me había susurrado… y yo… hundiéndome en sus ojos, entregándole mis armas y mucho más que eso, le había correspondido… si en alguien confío es en ti… le había entregado mi aliento como una idiota… sin ver que no era él… que no era su mirada… que era un ardid de cuervo taimado… y ahora aquel hechicero tenía mi arco y mi espada… y el trozo de alma que iba con ellos…

Negué con la cabeza… apretando más el paso… acelerando la carrera… mientras por mi mente desfilaban recuerdos de aquel Dragma que tanto me exasperaba… de sus miradas altivas, de sus palabras pretenciosas… de sus ojos azul de mar en batalla constante con el miel de los míos… de la sensación de su magia recorriéndome… de sus gestos… de su voz…..de él, Geizzo… aunque me pesara… aunque quisiera negarlo…

Déjalo… olvidemos todo esto y démonos prisa… Ese hechicero tiene mi arco… y prometió cuidarlo… Más le vale salir entero de esto… y haber cumplido su promesa… o bajaré al mismo infierno a buscarle… para hacerselo pagar…

Apreté los dientes, reprimiendo las lágrimas furiosas y la preocupación que me atormentaba…. Por los dioses…. Espero que este bien… aguantad un poco… solo un poco más….

Por un momento aminoré mi marcha y estuve a punto de detenerme, con una pregunta evidente en los labios. Pero al final decidí seguirla, sin hablar más, el temperamento de la exploradora se había comedido conmigo, y no quería tentar más su amistad.

El barrio de los semiorcos pronto queda atrás, la niebla desaparece y las numerosas antorchas y lámparas de aceite colgadas en los pórticos de los edificios de piedra iluminan las callejuelas por las que ahora correis. Algunas personas que aún caminan por las calles se detienen y hacen a un lado al veros correr, con las ropas sucias y el gesto contraído.

La silueta de la torre, al fin, comienza a dibujarse a lo lejos, iluminada por el brillo de la luna. Numerosas de sus ventanas relampaguean con luces de velas.

¿Te das cuenta de que puede que el combate ya haya terminado? ¿Que mientras nosotros hemos cruzado la ciudad ellos pueden haber perecido?

… ellos pueden haber perecido…

Sentí una punzada que no quise definir… que intenté enterrar un poquito en el pecho… aunque la seguía sintiendo… Ahí estaba… ahí seguiría… hasta que supiese que estaban bien… que estaba bien…

La torre ya estaba a nuestro alcance, ya se dibujaba sobre los tejados de la ciudad… solo un poco más… Y volví la mirada a Maylom con la respiración agitada…

Crees que no lo sé?... volví la mirada atrás… intentando adivinarles en la noche tras nosotros… deseando encontrarle… pero no estaba allí… La punzada aumentaba se recrudecía… y me sentí enfurecer aún más mientras miraba a Maylom… Quizá ya le haya perdido… pero… qué ibamos a hacer Maylom?? Batallar contra un ejercito de orcos con las manos desnudas? Caer sin sentido por ellos? mis ojos brillaban incluso en la ocuridad… húmedos… Habría caído por él… pero… no puedo permitir que tú caigas por mi… Sabía que si volvía… Maylom me seguiría… y era fuerte… mucho… pero era una guerra perdida..

Si han caído… hermano… ya nada puede hacerse por ellos… Pero esos orcos caerán también… y si los hechicero no van a por ellos… que me den un arco… e iré yo… Qué más podemos hacer?..

Mis pupilas buscaron el cielo… Odin vigilaba… si veía al hechicero volvería a mi… pero poco importaba que el hechicero volviera o no… aquellos orcos iban a pagarlo…

Os cruzáis con una patrulla de guardias, pero os ignoran por completo. A medida que os acercáis a la torre de hechiceros comenzais a ver más vida en la ciudad, a pesar de que ya pasa mucho de la medianoche.

Mis ojos se iluminan alimentados por un aceso de ánimo. Pediremos caballos

Doblais un par de esquinas, incluso podéis escuchar el rumor de gente hablando en las tascas junto a la casa del conde Tanaroa. La torre de hechiceros ya despunta sobre las casas, y pronto os encontrais frente a sus limpias escaleras, y a su puerta, cerrada de par en par.

Un pequeño carruaje con dos ponis está frente a la construcción sin que nadie lo guarde. La madera está finamente cortada, y tiene numerosas runas pintadas en colores dorados y rojos.

Cabreado escupe hacia Huru provocandole
Maldita escoria te mandaré al infierno
Se lanza fieramente hacia su contrincante haciendo numerosos amagos de estocadas, pero sin acierto...

La torre… por fin….

Seguí corriendo… sin detenerme… corriendo incluso al pasar al lado del carrueaje que atrajo mi atención durante un segundo.. Al parecer aquellos hechiceros tenían visitas… Enanos?...

Subí las escaleras de dos en dos hasta llegar a la puerta…

ABRID!! ABRID!! SOY AEVAL.. LA EXPLORADORA!!... ME ENVIA DRAGMA!!.. RÁPIDO!! ABRID!!

Después de haber seguido a rajatabla el plan que el hechicero y Kaleth, el elfo, habían trazado, os visteis atados de manos y pies en el patio interior de la casa de Bruegar. El hechicero había intercambiado su rostro con el de Maylom mediante su magia, y en la forma del guerrero entró en la oficina del semiorco acompañado de Kaleth, y de los tres semiorcos que tan poca confianza te daban. Como guinda al pastel con ellos fué Ákaros, el temible protector de Bruegar.

Ajenos a lo que ocurría tras aquella puerta, comenzasteis a escuchar rumores y rugidos, y pronto entraron en la sala sendos semiorcos con capuchas, que comenzaron a leer la mente a Aeval, e intentar hacer lo mismo con vosotros. Sin embargo, la forma de Geizzo se deshizo sola, y Maylom emergió golpeando a las criaturas.

Cuando éstas huyeron de la sala, tú y Jaguen las seguisteis invadidos por una furia sólo comprensible por otro enano. Cuando alcanzasteis la primera planta de la casa os encontrasteis con numerosos orcos. ¡Orcos! En Rivallano? Algo realmente inaudito, y por supuesto, no permitido.

Cuando os deshicisteis de la primera oleada visteis a dos de los semiorcos con capucha huyendo por la calle, y los seguisteis sin dudarlo un segundo. En un punto sus caminos se dividieron, obligandoos a separaros.

Tu seguiste a tu adversario durante sendas calles, hasta que logró huir. Para aquel entonces te habías alejado demasiado de la casa de Bruegar, y teniendo en cuenta el número de orcos que había en ella, tomaste como mejor opción ir a la torre de hechiceros para advertirlos del peligro que corrían tus amigos. Tomaste esta decisión porque sabes sobradamente que tú solo no podrías liberarlos.

Dejas atrás muy rápido las calles del barrio de los semiorcos, librandote así de ese apestoso olor a orín y estiércol. Los edificios cada vez son más limpios y por las calles comienzas a ver a personas caminando (a pesar de la hora tardía) y cada cierto tiempo a guardias. Sin embargo, prefieres no hablar con ellos para no meter en asuntos de enanos a más personas.

La torre de hechiceros comienza a divisarse sobre los tejados de las casas, y tras doblar varias esquinas, y pasar cerca de la casa del Conde de Tanaroa, alcanzas la edificación. Enfrente a ella ves una figura subiendo las escaleras y gritando ABRID!! ABRID!! SOY AEVAL.. LA EXPLORADORA!!... ME ENVIA DRAGMA!!.. RÁPIDO!! ABRID!!. Sus manos golpean la puerta con fuerza. A su lado hay una persona, claramente un guerrero.

Hay un pequeño carruaje con dos ponis frente a la construcción sin que nadie lo guarde. La madera está finamente cortada, y tiene numerosas runas pintadas en colores dorados y rojos. Obviamente es enano, de la casa de los Urín, prestigioso clan enano de Barak Hirn por su buen hacer en la protección y seguridad de vuestra montaña.

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El elfo se está mostrando como un pésimo contrincante, y huru comienza a confiarse sobremanera. Espero que tus malas artes, ladrón, sean mejores que tu manejo de la daga.

Ákaros da un paso de 5' hacia su izquierda, poniendose frente al hechicero, y sobre la espada élfica oxidada que le ha tirado Lagazi. La recoge y se dispone a atacar a Geizzo.

Tan pronto como la tiene en las manos una luz azulada recubre completamente el arma, chisporroteando hilillos de humo como si fuese vapor frío. En medio del golpe que manda hacia Geizzo la magia que emana el arma desaparece por completo.

A pesar de todo, la espada logra impactar al hechicero haciendo una herida. (2 puntos de daño menos para Geizzo). Cuando recupera su posición defensiva, el arma chisporrotea nuevamente y se impregna del brillo azulado. Parece estar muy deteriorada. Sin embargo puede que todavía pueda hacer daño mágico.

Prueba de tu propia medicina, magucho del tres al cuarto!

Huru ataca al elfo pero falla por muy poco. Todos deben reaccionar si quieren salir con buen pié de esta casa.

Torlen avanza rápidamente hacía la torre de los magos cuando observa con sorpresa a la conocida aeval gritando a la puerta de la misma. Otra persona parece estar cerca suya, tal vez maylom.
- ¡Eh! ¿Como fue todo? ¡Hay que avisar a los magos sobre la presencia de orcos en Rivallano! - dice torlen elevando bastante la voz.